Páginas

miércoles, 26 de febrero de 2014

Fundador de la teología de la liberación en presentación de libro del Card. Müller en el Vaticano.

Continúan los vistos buenos y aprobaciones implícitas (otras no tanto) a la “teología de la liberación”, anteriormente condenada. Secretum Meum Mihi, 26-Feb-2014.

Fundador de la teología de la liberación en presentación de libro del Card. Müller en el Vaticano




Gustavo Gutiérrez Merino, creador de la teología de la liberación, interviene en la presentación del libro editado por LEV “Pobre para los pobres” del Card. Gerhard Ludwig Müller, Feb-25-2014. © AP

Texto e imágenes de agencia AP, Feb-25-2014.


Gustavo Gutiérrez Merino, creador de la teología de la liberación (Der), posa con el libro “Pobre para los pobres” en sus manos junto con su autor el Card. Gerhard Ludwig Müller (Izq), quien usa un tradicional poncho peruano, al final de la presentación del libro en el Vaticano, Feb-25-2014. © AP


CIUDAD DEL VATICANO, 25 de febrero (AP) — El fundador de la Teología de la Liberación, la corriente católica de inspiración latinoamericana que defiende a los pobres, recibió el martes un recibimiento de héroe en el Vaticano en momentos en que el otrora criticado movimiento continúa su rehabilitación bajo el papa Francisco.

El reverendo Gustavo Gutiérrez Merino, de Perú, fue el orador sorpresa el martes en el lanzamiento de un libro, en el que participaron el cardenal Gerhard Mueller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, entidad encargada de velar por que los sacerdotes no se alejen de las enseñanzas centrales de la Iglesia; el cardenal Oscar Rodríguez, uno de los principales asesores del papa, y el portavoz del Vaticano.

El excardenal Joseph Ratzinger dedicó buena parte de su vida eclesiástica en la Congregación batallando contra la Teología de la Liberación y disciplinando a sus más famosos defensores, alegando que habían malinterpretado la preferencia de Jesús por los pobres y la habían convertido en un llamado marxista a la rebelión armada.

Esa interpretación fue poderosamente atractiva en las décadas de 1960 y 1970 para muchos latinoamericanos que crecieron como católicos, enseñada por maestros influidos por el marxismo e indignados por la desigualdad y la sangrienta represión a su alrededor.

Gutiérrez y los que los respaldaban insisten en que la verdadera Teología de la Liberación se acopla perfectamente con las enseñanzas sociales de la Iglesia sobre los pobres, que el papa Francisco toma como suya.

Francisco escribió en el prefacio del libro de Mueller, “Del lado de los pobres: Teología de la Liberación”, en el que Gutiérrez escribió dos capítulos.

Gutiérrez, de 85 años, recibió un fuerte aplauso cuando el portavoz del Vaticano señaló su presencia el martes, otro cuando se acercó al podio para hablar sobre la parábola del Buen Samaritano.

El excardenal Jorge Mario Bergoglio ha tenido una relación complicada con la Teología de la Liberación y ha chocado con miembros de inclinación izquierdista de su orden jesuita, quienes adoptaron su politizado llamado a enfrentar la violenta dictadura militar argentina en la década de 1970.

Sin embargo, Francisco acoge totalmente el llamado jesuita a tener una “opción preferencial por los pobres”.

El diario vaticano L'Osservatore Romano ha estado en una especie de campaña de rehabilitación y ha dicho que con el primer papa latinoamericano, la Teología de la Liberación no puede “permanecer en las sombras a la que ha sido relegada durante algunos años, al menos en Europa”.

La reseña sobre la presentación del libro del Card. Müller aparece en el edición diaria en italiano de L'Osservatore Romano, Feb-27-2014, pág. 5.

martes, 25 de febrero de 2014

¿Qué piensa Obama del cristianismo y qué piensa de Francisco?


Recordamos esta noticia aparecida en el diario Clarín, 03-10-2013.

Obama, conmovido por el Papa Francisco
Enviado por Moderador el Lun, 02/03/2014 - 12:40.

El mismo que se burla del cristianismo... ahora impresionado por el Papa

El presidente estadounidense Barack Obama expresó su admiración por el papa Francisco y su forma de enfrentar los temas sociales y políticos más urticantes. “Estoy extremadamente impresionado con los pronunciamientos del Papa” y su “humildad”, dijo.
Las palabras del mandatario causaron sorpresa porque nunca antes un presidente estadounidense había hablado de esa manera sobre la máxima autoridad de la Iglesia Católica. En declaraciones a la cadena CNBC, sostuvo en referencia a Jorge Bergoglio: “Parece ser alguien que vive de las enseñanzas de Cristo. Increíble humildad, increíble sentido de la empatía con los pobres”.
El Papa, continuó Obama, “es alguien que ante todo piensa cómo aceptar a la gente en vez de alejarla de su lado, cómo buscar lo que es bueno en las personas en vez de condenarlas. Y ese espíritu, ese sentido de amor y unidad parece manifestarse no sólo en lo que dice sino también en lo que hace. Es una cualidad que admiro en cualquier dirigente religioso”. El mandatario, que aplicó algunas medidas que generaron roces con instituciones católicas de EE.UU., visitó sólo una vez el Vaticano.

WASHINGTON. Ansa

Y recordamos también qué piensa Obama del cristianismo y qué piensa Obama de la religión:



¿Le dirá algo Francisco cuando se encuentre?

Superstición contemporánea.


Superstición contemporánea: una persona es designada en un cargo, empieza a hacer cosas incompatibles con ese cargo e inmediatamente se le atribuye genialidad. En realidad es que no está a la altura de su designación, y las chambonadas que obnubilan a los seguidores son la máscara que oculta a la mediocridad, a la ignorancia y a la ignavia. No importa, lo llaman transgresor y listo. Por suerte no sucede lo mismo con los pilotos de aviones y los neurocirujanos, en principio.

Uno se imagina a los cronistas de semejantes transgresores, escribiendo:

“El cirujano X es un soplo de aire fresco en la medicina: no se lava las manos y opera resfriado”.
“Otra vez el diplomático B nos dio una sorpresa rompiendo el protocolo: en la reunión con el Presidente de la nación vecina emitió un eructo y habló mal de las mujeres de ese país”.
“El piloto de avión Z, siempre genial y transgresor, rompió los tabúes y en vez de eludirla, enderezó el avión hacia el centro de la tormenta”.
“Relajado y sonriente, el Ingeniero W. omitió hacer el cálculo de resistencia de la torre que construyó, asombrando una vez más a la comunidad con su frescura y capacidad de improvisación”.
“El escribano K sigue renovando la vetusta institución del notariado: exhorta a sus dependientes a omitir de cuando en cuando el registro de las escrituras en los protocolos, alejándose de la fría formalidad de su profesión y generando una sana incertidumbre. Eso sí, obsequia con un abrazo y una sonrisa a los incautos compradores”.

La lista de posibles transgresores-canibalistas institucionales es infinita. Críticos de cine que rompiendo caducos convencionalismos, comenzaran sus críticas contando el final de la película. Jefes de protocolo saludando a los dignatarios como el demonio del Dante (Inf, XXI), con una flatulencia cual trompeta. Periodistas que con franqueza y simplicidad, revelaran que la fuente reservada que les contó todo acerca de unos jefes narcos se llama Pérez y vive en tal casa de Palermo. Banqueros que como soplo de aire fresco, se negaran a devolver depósitos aduciendo que ha pasado mucho tiempo y que los depositantes son restauracionistas...

Visto en The Wanderer Revisited, 03-Feb-2014.

Francisco da su beneplácito a los pentecostales.


Los católicos tradicionales “pelagianos”, los pentecostales “hermanos” a los cuales se les puede pedir bendiciones. Así funciona la lógica de los liberales.

Religión en Libertad, 22-Feb-2014.


Momento en que la imagen del Papa aparece en pantalla ante los pastores pentecostales reunidos en Texas

Lo emiten en un congreso de pastores pentecostales en Texas

El Papa, en un insólito vídeo casero, anima a los protestantes a «llorar juntos el llanto que une»

Aquellos pastores pentecostales y protestantes carismáticos reunidos en una convención en Texas -no especialmente distinta a muchas otras similares- no salían de su asombro: el Papa les había mandado un vídeo casero para pedirles oración y animarles a orar y llorar juntos por la unidad de los cristianos.

El pasado 14 de enero el Papa Francisco recibió en un encuentro privado a un amigo suyo, el pastor anglocarismático Tony Palmer, probablemente acompañado de su esposa, Emiliana, que es italiana. Anthony Palmer es inglés y líder de una comunidad protestante de estilo carismático y liturgia anglicana llamada The Ark Community (TheArkcommunity.org), integrada en una alianza decongregaciones de estilo carismático y anglicano llamada en inglés CEEC (Comunión de Iglesias Episcopales Evangélicas, www.theceec.org), una realidad que no está integrada en la Comunión Anglicana encabezada por el Arzobispo de Canterbury.

El pastor Palmer (que usa el título de “obispo” en algunos ambientes, aunque significa cosas distintas en grupos pentecostales que en grupos anglicanos) ya llevaba en mente la posibilidad de grabar un mensaje del Papa pero en realidad la iniciativa salió del mismo Pontífice, al que conoceía al menos desde 2006, de Argentina. 

Palmer lo explicó así a los pastores pentecostales: “Le dije, ¿quiere escribir un mensaje? Él me dijo: "¿Por qué no me grabas en vídeo?”. Yo tenía la idea en la cabeza. Llevaba mi iPhone, siempre lo llevo conmigo. Tenía la idea de pedírselo, pero no quería abusar de nuestra amistad”.

Y así surgió grabar in situ, en un teléfono móvil, un vídeo para emitir en un encuentro de pastores pentecostales que iba a tener lugar semanas después en Texas, organizado por el ministerio evangélico de Kenneth y Gloria Copeland (www.kcm.org).

En ese encuentro, Palmer leyó ante los pastores pentecostales el llamado bíblico de Jesús a la unidad: “Que todos sean uno”. 

Palmer dijo a los pastores que para predicar la salvación es necesaria la unidad de los cristianos y que desde la Declaración Conjunta Católico-Luterana de 1999 sobre la Doctrina de la Justificación (aquí en Vatican.vaya no hay razones para la división.

Leyó la declaración: “por sola gracia, en la obra salvadora de Cristo y no por mérito alguno de nuestra parte, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que renueva nuestros corazones equipándonos y llamándonos para las buenas obras”. En vez del “sola fide”del dogma luterano habitual, se encontró terreno común en el “sola gratia”, en vez de “sólo la fe nos salva” es “por sólo la Gracia, no por mérito nuestro”.

Palmer, vestido de negro y con alzacuellos clerical, proclamó entonces: “Ya no estamos protestando contra la doctrina de salvación de la Iglesia Católica; ahora predicamos el mismo evangelio”. Y a continuación, Palmer puso el vídeo del Papa. 

Un vídeo para la historia del ecumenismo
Es un vídeo histórico por dos razones:

1) el Papa Francisco usa el inglés, aunque sea sólo un poco al principio, cosa que no había hecho antes.

2) Nunca antes un Papa había enviado un mensaje en vídeo a una asamblea de pastores pentecostales… y menos improvisado con un teléfono móvil.

El texto completo del Papa a los pentecostales
Estas fueron las palabras del Papa (traducidas al español por cortesía de Diego Carvajal, con arreglos de ReL)

[Habla en inglés]
»Queridos hermanos y hermanas: Perdonad que os hable en italiano pero tampoco voy a hablar en inglés, ni en italiano, voy a hacerlo desde el corazón…

[Habla en italiano] 
»Es una lengua más sencilla y más auténtica y esta lengua del corazón tiene una gramática especial. Una gramática simple. Dos reglas: Ama a Dios sobre todas las cosas y ama al prójimo porque es tu hermano, es tu hermana. Y con estas dos cosas vamos adelante.

»Estoy aquí con mi hermano, mi hermano obispo Tony Palmer. Somos amigos desde hace años. Él me ha hablado de vuestro Encuentro y es un placer poder saludaros. Un saludo feliz y nostálgico.

»Feliz porque me alegra que os reunáis para alabar a Jesucristo, el único Señor, orar al Padre y recibir al Espíritu. Esto produce alegría porque se ve que Dios trabaja en todo el mundo.

»Y nostálgico por lo que ocurre en nuestro barrio. En los barrios hay familias que se quieren y familias que no se quieren. Familias que se unen y familias que se separan y nosotros estamos un poco, me permito la palabra, “separados”. Separados porque el pecado nos ha separado. Nuestro pecado. Los malentendidos a través de la historia… un camino largo de pecado común.

»Pero, ¿quién tiene la culpa? ¡Todos tenemos la culpa! Todos somos pecadores, ¿eh? Sólo hay un justo: el Señor.

»Siento deseo de que esta separación termine y nos llegue la comunión. Siento nostalgia por poder abrazaros con el abrazo del que nos hablan las Sagradas Escrituras cuando los hermanos de José tienen hambre y van a Egipto a comprar para comer. Iban a comprar, tenían el dinero pero ¡no podían comerse el dinero!

»Y allí encontraron una cosa más importante que la comida. Encontraron al hermano.

»Todos nosotros tenemos dinero: el dinero de nuestra cultura, el dinero de nuestra historia… tanta riqueza religiosa y tantas diferentes tradiciones… pero debemos reencontrarnos como hermanos ydebemos llorar juntos como hizo José. Con ese llanto que une. El llanto del amor. 

»Os hablo como hermano, ¿eh? Y os hablo así, con sencillez: con alegría y nostalgia. Hagamos que crezca la nostalgia porque esto nos animará a encontrarnos, a abrazarnos y a alabar a Jesucristo como único Señor de la Historia.

»Os agradezco tanto que me escuchéis. Os agradezco tanto que me dejéis hablar en la lengua del corazón… Y también quiero pediros un favor. Rezad por mí porque necesito tanto de vuestra oración… Yo rezo por vosotros y lo seguiré haciendo, pero necesito de vuestras oraciones. Y pidamos al Señor que nos una a todos.

»Y adelante, somos hermanos. Démonos espiritualmente este abrazo y dejemos que el Señor termine la obra que comenzó. Porque esto es un milagro: el milagro de la Unidad ya ha comenzado.

»Dice un famoso escritor italiano, Manzoni, en una de sus obras, a través de un hombre sencillo: “Nunca he visto que el Señor haya comenzado un milagro sin terminarlo por completo”. Él terminará por completo este milagro de la Unidad.  Os pido que me bendigáis y yo os bendigo. De hermano a hermano. Un abrazo. Gracias.”

Se considera que el pentecostalismo nació en 1906 en un grupo de oración de la calle Azusa de Los Ángeles dirigido por el reverendo negro James Seymour (que de niño había sido bautizado católico), extendiéndose luego en iglesias protestantes (carismáticos) y en ámbitos católicos como Renovación Carismática. Tienen en común un estilo de oración y de devoción bíblica. Todas sus variantes suman unos 600 millones de personas, sobre todo en el Tercer Mundo. Unos 60 millones de ellos son católicos carismáticos, que siguen la doctrina católica.

domingo, 23 de febrero de 2014

El problema judío a la luz de la Sagrada Escritura.


El Muro de los lamentos. Jerusalem.
Por el pintor  Gustav Bauernfeind. 1904. 


El problema judío a la luz de la Sagrada Escritura

Por Juan Straubinger


I

En general la Historia mide al pueblo judío con la misma medida que a las otras pequeñas naciones y razas, y como para dejar constancia de su insignificancia le dedica en sus copiosos volúmenes apenas unas pocas páginas. Nada más comprensible que esto, pues comparado con los demás pueblos de la Antigüedad el de Israel se mostró tan inactivo y falto de poderío, que muchos escritores no tuvieron conocimiento de su existencia, o por lo menos no lo mencionan en sus libros. Los modernos sí lo conocen, pero debido a su modo de juzgar a todos los pueblos con el mismo criterio, les escapa la posición singular de aquel pueblo, cuya fuerza vital está por encima de todo criterio humano y cuyo destino es como “el reloj de Dios a través de la historia”'.
Es muy fácil considerar el problema judío exclusivamente desde el punto de vista económico, nacional o político, y señalar los peligros que la actividad comercial y financiera de los judíos implica para los pueblos cristianos; más fácil aún es instigar los sentimientos nacionales contra un pueblo que goza de las ventajas del internacionalismo y vive entre todas las naciones sin asimilarse a ninguna; pero con tal método no se resuelve la cuestión judía, ni siquiera se da comienzo a su solución.
La solución está en otro plano. Los judíos del Antiguo Testamento fueron el “pueblo elegido”, la “porción escogida”, la “nación santa” (Ex. 19, 5-6), “el hijo primogénito” (Ex. 4, 22), portadores y transmisores de la Revelación (Rom. 3, 2), no a causa de sus méritos, sino en virtud del libre beneplácito de Dios que elige a quien quiere (Rom. 9, 11 y 18); pero una vez escogidos no están ya sometidos a las leyes ordinarias de la historia, sino que andan por los caminos extraordinarios de la divina Providencia, que los ha mantenido hasta hoy en evidente contraste con lo que pasa con otros pueblos.


II

Todos sabemos que el pueblo elegido se convirtió en el reprobado, primero a consecuencia de sus continuas apostasías, y después por su formulismo religioso que le ofuscó los ojos de tal manera que no reconoció al Mesías, a quien esperaba.
El hecho de la apostasía es tan manifiesto, que todos los profetas desde el primero hasta el último, la denuncian y el mismo Jesucristo la llora (Mat. 13, 37-39). También San Pablo, citando a Isaías (6, 9-10), atestigua la incredulidad judía en Hech. 28, 28: “Os sea notorio que esta salud de Dios ha sido transmitida a los gentiles, los cuales prestarán oídos”. En vista de tan tremendos juicios, es una provocación si el judío Max Kahn nos dice: “La judeidad es el pueblo que en los albores de la evolución ética de los hombres descubrió los valores imperecederos de la vida y que fue desangrándose por ellos durante más de dos mil años” (Rev. de la Universidad Nacional de Colombia, abril 1948, página 9). Los judíos no “descubrieron” esos valores sino que Dios se los enseñó, y no fueron desangrándose por su fidelidad; al contrario, porque no cumplieron la ley vinieron sobre ellos todas las calamidades hasta el destierro y la destrucción (cfr. Lev. cap. 26; Deut. cap. 28 y la profecía de Cristo sobre la ruina de Jerusalén en Mat. cap. 24, etc.). Kahn olvida que los judíos tenían que ser la luz, es decir, misioneros de los paganos, deber sagrado que cumplieron muy insatisfactoriamente. Tampoco corresponde a la verdad la observación del mismo autor sobre los judíos como joyeros religiosos de la humanidad. “A los judíos, afirma Kahn, les gusta ser orfebres y joyeros, porque les gusta ser eso mismo en la vida religioso-espiritual”. ¡Ojalá hubieran sido joyeros religiosos en la antigua Grecia y Roma! En los apóstoles no encontramos nada de esa afición a la orfebrería, y sin embargo influyeron inmensamente más en la vida religioso-espiritual del mundo, en tanto que, como dice San Pablo, por causa de los judíos fue blasfemado el nombre de Dios entre los gentiles (Rom. 2, 24). Cf. Ez. 36, 20.


III

La apostasía de Israel tuvo por consecuencia la transmisión de la salud a los gentiles, proclamada definitivamente por San Pablo (Hech. 28, 28) y muchos siglos antes anunciada por los profetas. Citamos por testigos solamente a los más grandes, Moisés e Isaías. En Deut. 32, 21-22 leemos: “Yo (Dios) esconderé mi rostro y ahora veré el fin cierto de ellos (es decir, de los judíos), pues son hijos desleales, una generación perversa. Me provocaron con no-dioses, me irritaron con vanos simulacros. Por eso Yo también los provocaré con un no-pueblo y los irritaré con gente insensata”. Bover-Cantera añade aquí la siguiente nota: “Por medio de estos bárbaros, que no merecen el nombre de pueblo, Dios dará a Israel pena adecuada a su culpa de adorar a quien no merecía el nombre de Dios”. La interpretación auténtica nos la da San Pablo en Rom. 10, 19-11, 12. El “no-pueblo”, la “gente insensata”, somos nosotros, los cristianos, hijos de pueblos gentiles, que para Israel no eran más que una masa insensata.
En Isaías dice el Todopoderoso: “Déjeme buscar por los que antes no me preguntaban; déjeme hallar por aquellos que no me buscaban. Dije: Heme aquí, heme aquí, a una nación que no invocaba mi nombre. Mantuve mis manos siempre extendidas hacia un Pueblo rebelde, hacia aquellos que no caminaban por el buen camino” (Is. 65, 1-2)San Pablo explica este pasaje en el sentido de que la salud ha sido transmitida a los gentiles que antes no conocían a Dios (Rom. 10, 20-21), de modo que “por la caída de los judíos vino la salud a los gentiles” (Rom. 11, 11).
Pero no nos engriamos por ser sustitutos del pueblo escogido, pues también a nosotros nos eligió El “conforme a la benevolencia de su voluntad, para celebrar la gloria de su gracia” (Ef. 1, 5-6), no en atención a nuestros méritos. “Si algunas de las ramas (del pueblo judío), dice San Pablo, fueron desgajadas, y tú (¡oh gentil!), siendo acebuche, has sido injertado en ellas y hecho partícipe con ellas de la raíz y de la grosura del olivo, no te engrías contra las ramas; que si tú te engríes, (sábete que) no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti” (Rom. 11, 17-18). Si no seguimos esta regla de humildad, nos acarreamos el mismo castigo que los judíos.


San Pablo Apóstol

IV

Lo extraordinario en el pueblo hebreo no es su reprobación sino la solemne promesa de la futura anulación de la misma. Es esta una de las más estupendas verdades, que San Pablo nos revela con toda su autoridad apostólica en II Cor. 3, 16, donde habla de la vuelta de los judíos al Señor, y especialmente en el cap. 11 de la Carta a los Romanos, donde dice que los judíos serán injertados de nuevo en el propio olivo (Rom. 11, 24) y agrega: “No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio —para que no seáis sabios a vuestros ojos—, el endurecimiento ha venido sobre una parte de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado en la Iglesia y de esta manera todo Israel será salvo” (Rom. 11, 25 ss.).
El Apóstol de los gentiles anuncia en este capítulo un “misterio” (v. 25), la conversión de Israel, y para aumentar nuestro asombro, nos hace vislumbrar que tal acontecimiento será de gran provecho para el mundo, pues “si el repudio de ellos es reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino la vida de entre muertos?” (v. 15); y “si la caída de ellos ha venido a ser la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, cuántos más su plenitud”, (V. 12). Palpamos aquí el misterio de la infinita misericordia de Dios que un día perdonará a su pueblo, “porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (v. 29) y los judíos, respecto a su elección, siguen siendo “muy amados a causa de los padres”, los patriarcas.
De desobedientes e incrédulos se harán fieles y obedientes a la fe. Entonces será quitado de sus ojos el velo que produjo su ceguera (II Cor. 3, 13 ss.), y el endurecimiento de su corazón, será ablandado por los golpes de la divina misericordia. Sobre este punto no hay divergencias entre los exégetas, tampoco sobre la fecha en que la cristiandad tendrá el gozo de presenciar tan fausto acontecimiento. Se cumplirá cuando “la plenitud de los gentiles haya entrado” (Rom. 11, 25), es decir, terminado el tiempo destinado a la conversión de los gentiles (cfr. Lc. 21, 24).

V

Mucho más difícil es la explicación de los vaticinios referentes a Israel como pueblo. El primero de los profetas que en nombre de Dios se pronunció sobre el futuro destino de Israel, fue Moisés. En los capítulos 26 del Levítico y el 28 del Deuteronomio promete el gran profeta al pueblo fiel las más maravillosas bendiciones: “Yahvé te abrirá su rico tesoro, el cielo, concediendo a su tiempo la lluvia necesaria a tu tierra y
bendiciendo toda obra de tus manos; de suerte que prestarás a muchas naciones, y tú mismo no tomarás prestado. Yahvé te constituirá cabeza y no cola, y estarás siempre encima y nunca debajo, si obedeces al mandato de Yahvé, tu Dios, que hoy te intimo para que cuides de practicarlo, y no te apartarás ni a la derecha ni a la izquierda de ninguno de los mandatos que hoy te ordeno” (Deut. 28, 12-14). Cf. Deut. 30, 3.
No faltan quienes buscan en estas palabras una predicción del dominio mundial de la raza hebrea y las ven cumplidas en la posición actual de los judíos como banqueros del mundo, lo que les da enorme influencia y prácticamente la superioridad sobre otras naciones, pues con el dinero se puede estar “siempre encima y nunca debajo” y hasta ganar las guerras. Sin embargo no hay fundamento exegético para tal interpretación Su realización depende, según Moisés, del fiel cumplimiento de la Ley antigua, de la cual, como todos sabemos, los judíos de hoy cumplen solamente una parte, si es que la cumplen, pues les falta el centro del culto mosaico, el Templo y las sacrificios.
Moisés no olvida la otra eventualidad, a saber, la apostasía de Israel, y le predice como castigo la dispersión entre otros pueblos: “Yahvé te desparramará por todas las naciones, de un extremo al otro de la tierra, y allí servirás a dioses extraños que no conoces tú; ni tus padres, a leño y a piedra. En aquellas naciones no lograrás descanso ni tendrá punto de reposo la planta de tu pie. Yahvé te dará allí un corazón trémulo, desfallecimiento añorante de ojos y congoja de espíritu. Tu vida te parecerá a lo lejos como pendiente de un hilo, y noche y día temerás, sin estar seguro de tu vida. Por la mañana dirás: ¡Quién me diera fuese la tarde!, y a la tarde exclamarás: ¡Quién me diera fuese la mañana!” (Deut., 28, 64 ss.).
El profeta Isaías se refiere más de una vez al porvenir de Israel, por ejemplo en 10, 21 ss., donde dice: “Un resto volverá, un resto de Jacob, al Dios fuerte, pues aunque fuera tu pueblo Israel como la arena del mar, (sólo) un resto volverá”. La interpretación de esta profecía está asegurada por San Pablo, que la cita en Rom. 9, 27, en conexión con la conversión de Israel. En Is. 59, 20-21 habla el profeta de un futuro Redentor y sigue: “He aquí mi alianza con ellos, dice Yahvé: Mi espíritu que está sobre ti, y las palabras que Yo he puesto en tu boca, no se apartarán de ella…” Felizmente poseemos la interpretación auténtica de este lugar en Rom. 11, 26, donde el Apóstol de los gentiles lo relaciona con la futura salvación de Israel. Encontramos aquí
la idea de un nuevo pacto, distinto de los pactos anteriores hechos con Abrahán y Moisés. Será un pacto espiritual, idéntico con la Nueva Alianza, a la cual los judíos convertidos se asociarán y con ello recobrarán sus prerrogativas antiguas[i] (Rom. 11, 29). También por boca de Jeremías (cap. 31) y Ezequiel (cap. 37) promete Dios hacer una nueva alianza con su pueblo. Dice el profeta Jeremías: “He aquí que vienen días, afirma Yahvé, en que pactaré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva... Este será el pacto que Yo concertaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yahvé: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no necesitarán instruirse los unos a los otros, ni el hermano a su hermano, diciendo: “Conoced a Yahvé”; pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño hasta el mayor, dice Yahvé; porque perdonaré su culpa y no recordaré más sus pecados” (Jer. 31, 31 34).
Nótese ante todo que este vaticinio se dirige a ambos reinos judíos, el de Israel y el de Judá, no obstante la ruina total de aquél y la situación desesperada de éste, y que su fin es consolar a todas las tribus de Israel, no solamente a las dos que formaban el reino de Judá. Los que entienden por Israel a la Iglesia, han de reconocer que no se ha cumplido aún, o sólo muy imperfectamente, pues se necesitan todavía instrucción, catequesis y predicación y estamos muy lejos de aquel estado feliz en que no habrá más necesidad de enseñanza religiosa.
Tomarlo en sentido hiperbólico es igualmente peligroso, pues es Dios quien habla en el pasaje citado, y El no exagera como lo hacen los hombres. Además aplicar exclusivamente a la Iglesia todos los vaticinios que hablan de un glorioso porvenir de Israel significaría acusar a la Iglesia de las iniquidades a que ellos aluden, como por ejemplo en el vaticinio citado, que no solamente habla de la nueva alianza con Israel sino también de su “culpa” y de sus “pecados” (Jer. 31, 34).
Más peligroso aún es el método de reservar para los judíos todas las profecías desagradables, y para nosotros todas las agradables, aunque el profeta las dirige expresamente a las tribus de Jacob, a Israel, Jerusalén, Sión, etc. En el último número de “Estudios Bíblicos” enero-marzo de 1949, pág. 99, el P. Ramos García C.M.F., criticó este sistema con las siguientes palabras: “Si en lugar de conceder a cada uno lo que es suyo como piden de consuno la justicia y la Hermenéutica, se emplea el arcaduz de la espiritual alegoría para escanciar de buenas a primeras el contenido de los magníficos vaticinios en la Iglesia de la primera etapa, mientras Israel no está con ella, es obvio que al Israel converso no le han de quedar más que las esculladuras de las divinas promesas, no obstante mirar a él primera y principalmente. Y de pasar la cosa así como esa interpretación pretende, habría razón para aplicar a las grandiosas promesas, tan repetidas, ponderadas y precisas, hechas por Dios a ese pueblo, el dicho del profeta
Venusino: Parturient montes, nascetur ridiculus mu”, lo que haría de la mayor parte de ellas algo así como una broma pesada.”


Los Profetas Isaías y Jeremías.
Por Duccio.

VI

Como se ve, las profecías del Antiguo Testamento respecto del porvenir de Israel son muy complicadas. Parecen referirse no solamente a su conversión, sino también a su restauración como nación. Claro está que, como dice San Pablo, las promesas de Dios en favor de su pueblo son irrevocables (Rom. 11, 29), es decir, se cumplirán indefectiblemente. Pero, ¿tenían ellas realmente carácter incondicional o sólo condicional? Si eran incondicionales, no faltará su cumplimiento; si en cambio eran condicionales, su cumplimiento debe estar vinculado a la conversión de Israel. Realizándose ésta, han de realizarse también las promesas. Ahora bien, San Pablo nos dice que la futura conversión de los judíos es cosa segura; no hay, pues, ningún obstáculo que se oponga al cumplimiento de las demás promesas y vaticinios acerca de Israel. [i]
Más luz arrojan sobre nuestro problema las profecías que citamos a continuación. Leernos en Jeremías (30, 3): “He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que haré volver a los desterrados de mi pueblo de Israel y Judá, y lo haré tornar a la tierra que di a sus padres, y la poseerán”. El lector piensa tal vez en la vuelta de los judíos del cautiverio, más el hecho es que del cautiverio volvieron solamente las dos tribus de Judá y Benjamín, mientras que el profeta se refiere también a las diez tribus de Israel, que nunca volvieron. Debe, pues, tratarse de un acontecimiento futuro relacionado con la salvación de los judíos. Así lo expresan entre los modernos el P. Páramo S.J. y el P. Réboli S.J. en sus ediciones de la Biblia de Torres Amat. Cf. Jer. 23, 3 y 8; Is. 11,11ss.
Ezequiel completa la profecía de Jeremías, anunciando a su pueblo no sólo la vuelta, sino también la posesión perpetua de Palestina. Dice Dios por boca del profeta: “He aquí que Yo tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde emigraron, y los congregaré de todo alrededor, y los introduciré en su territorio… Los salvaré de todos los lugares donde pecaron, y los purificaré, y serán mi pueblo, y Yo seré su Dios... Y habitarán sobre la tierra que Yo di a mi siervo Jacob, donde moraron sus padres; y habitarán sobre ella ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos por siempre” (Ez. 37, 21-25).
Lo mismo promete Dios por Amós: “Los plantaré en su tierra, y ya no serán arrancados de su territorio, dice Yahvé, tu Dios” (Am. 9, 15) y por Miqueas: “En aquel tiempo, dice Yahvé, reuniré a la (nación) que cojea y congregaré a la extraviada, a la que Yo había dañado. Y convertiré los restos de la que cojea y formaré de la alejada un pueblo fuerte, y reinará Yahvé sobre ellos en el monte Sión desde ahora y para siempre” (Miq. 4,
&7).
Zacarías añade a este cuadro consolador algunos rasgos nuevos: “Vendrán a Jerusalén muchos pueblos y naciones poderosas para buscar al Señor de los Ejércitos y orar en su presencia… y sucederá que diez hombres de cada lengua y de cada nación tomarán a un judío, asiéndole de la falda (del manto) diciéndole: Iremos contigo, porque hemos conocido que con vosotros está Dios” (Zac. 8, 22-23).
¿Cómo explicar tan estupendas profecías? ¿Hay que decir simplemente que todo se cumplió en los primeros cristianos que en parte eran judíos y maestros de los gentiles? Santiago no lo explica así, sino que ve en ellas un acontecimiento futuro, cuando cita a Amós en el Concilio de los Apóstoles: “Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David que está caído; reedificaré sus ruinas y lo levantaré de nuevo, para que busque al Señor el resto de los hombres y todas las naciones, sobre las cuales ha sido invocado mi nombre, dice el Señor que hace estas cosas” (Hech. 15, 16-17). El exégeta francés Boudou observa sobre este pasaje: “Según la profecía de Amós, Dios realzará el tabernáculo de David; reconstruirá el reino davídico en su integridad y le devolverá su antiguo esplendor. Entonces Judá e Israel conquistarán y poseerán el resto de Edom, tipo de los enemigos de Dios, y todo el resto de las naciones extranjeras, sobre quienes el nombre de Dios ha sido pronunciado”.
Plena seguridad exegética nos proporciona el discurso escatológico del Evangelio de San Lucas, donde Jesucristo revela que los judíos “serán deportados a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido (Lc. 21, 24). Este último término es a la vez el tiempo de la conversión de Israel, según nos dice San Pablo en Rom. 11, 25, de modo que la conversión de los judíos está conectada con el fin de su dispersión, o sea, con su restauración como pueblo.
Con esto quedan definitivamente descartadas las soluciones de aquellos que creen que los vaticinios referentes al porvenir de Israel se han cumplido ya, sea en la mezquina restauración después del cautiverio de Babilonia, sea en forma alegórica en la Iglesia (véase párrafo V).
¿Será restaurada también Jerusalén y el Templo? Es esta una pregunta ociosa. Los profetas predicen tanto la restauración de Israel como la de Jerusalén. Oigamos solamente al profeta Isaías: “La luna se pondrá roja y se oscurecerá el sol cuando Yahvé, Dios de los ejércitos reinare en el monte Sión y en Jerusalén y fuere glorificado en presencia de sus ancianos” (Is. 24, 23). “Será Jerusalén mi alegría, y su pueblo mi gozo, y en adelante no se oirán más en ella llantos ni clamores… y los días de mi pueblo serán como los días del árbol y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos largo tiempo” (Is. 65, 19-22). “Congratulaos con Jerusalén y regocijaos con ella todos los que la amáis; rebosad con ella de gozo cuantos por ella estáis llorando, a fin
de que chupéis la leche de sus consolaciones y quedéis saciados, y saquéis delicias de la plenitud de su gloria” (Is. 66. 10-11). Cambiando el estilo nos dicen lo mismo los demás profetas. Ezequiel nos trazó el plano de un nuevo Templo que no se ha realizado hasta ahora (Ez. cap. 40-46). En caso de realizarse se convertirá en centro principal de la Cristiandad, previa la conversión del pueblo judío a Cristo. Recién después de la restauración de Israel en el país de sus padres y su incorporación al Cuerpo Místico de Cristo [ii] tendrán su pleno cumplimiento las magníficas profecías sobre la gloria de Jerusalén. Léase al respecto el misterioso Salmo 86, donde se dicen de ella cosas tan gloriosas que necesariamente ha de considerarse como “la metrópoli espiritual de todos los pueblos” (Prado, Nuevo Salterio, p. 502). Cf. Is. 2, 20; 54, 1-3; 60, 3-9; Ez. 37, 28; Am. 9, 11 s.; Miq. 4, 1 ss; S. 47, 2 s; 67, 29 ss; 86, 4 ss; 101, 5 ss; Tob. 13, 11. En todos estos y muchos otros pasajes contemplamos a Sión bañada en la luz lejana de las esperanzas mesiánicas e inundada de gentes de todas las naciones y razas, rebosantes de júbilo y trayendo regalos. “La misma gloria divina, dice Calés, está interesada en la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y que parecían perdidos sin esperanza”.
Los que toman en sentido escatológico la última de las setenta semanas de Daniel (cap. 9), tienen en la Jerusalén cristiana y su templo también un escenario para las fechorías del Anticristo y la victoria final de Cristo (II Tes. 2, 4 y 8; Is. 11, 4).[iii].



Judíos en el Muro de los Lamentos.
Por Gustav Bauernfeind. 

VII

Se oye frecuentemente la pregunta: ¿Qué dicen los profetas acerca de la vuelta de los judíos a Palestina? Nada impide ver en este hecho el cumplimiento de los vaticinios citados, aunque su pleno cumplimiento está en conexión con la conversión de Israel. Cf. las notas que pusimos en la nueva versión del Salterio (Edit. Desclée), especialmente las notas a S. 105, 47; 106, 3; 124, 3; 125, 1 y 2; 147, 1.
Es verdad que según el derecho internacional ningún pueblo puede reclamar la posesión del país donde sus antepasados habitaron hace dos o tres mil años. ¿Qué sería del mapa de Europa si quisiéramos restablecer el orden demográfico de los tiempos de Jesucristo? ¿Y qué dirían, p. ej., los norteamericanos si los pieles rojas les reclamasen los territorios que hoy ocupan los blancos y negros? Los judíos son el único pueblo que no está sometido a la regla general, porque Palestina les corresponde por ley divina, mejor dicho, por misericordia divina, lo cual testifica el mismo Dios en Deut. 9, 4-6.
Es interesante que el Sionismo, que no se inspira en ideas religiosas, sino nacionalistas y racistas, parece ser el instrumento mediante el cual Dios empieza a dar cuerpo a los planes que tiene reservados para Israel. Y no menos interesante es el hecho de que los pueblos cristianos por medio de las dos guerras mundiales han contribuido a llevar a cabo los proyectos del Sionismo. En reconocimiento de los servicios que los judíos prestaron a Inglaterra en la primera guerra mundial, lord Balfour dirigió a Rothschild el siguiente mensaje: “El gobierno de S. Majestad ve con agrado el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y empleará sus mejores esfuerzos para el logro de este objeto…” Y después de la segunda guerra mundial les pagó Norteamérica su deuda, ayudándolos con su enorme influencia en la ocupación de la mayor parte de Palestina, incluso el Négueb (Edom) de modo que el nuevo Reino de los judíos se extiende de mar a mar, del Mar Mediterráneo hasta el golfo de Akaba, como en los tiempos de Salomón. Triunfaron sobre siete reinos árabes y su próximo objetivo es ocupar también el resto del país, incluso su capital, Jerusalén.
Antes de la primera guerra mundial había en Palestina 35.000 judíos, hoy su número es veinte veces mayor y en breve pasará de un millón. En todo esto vemos el dedo de Dios. Pero no es todavía el fin. Los judíos que bajo la bandera del Sionismo inmigraron al país de Abrahán, Isaac y Jacob, no piensan en adherirse a la Iglesia. Su conversión a Cristo es un misterio y es muy posible que no se realice así como soñamos nosotros. Será una de las grandes obras que sólo Dios puede hacer, y si lo hace con la pedagogía que hasta ahora ha aplicado, los judíos, y especialmente su nuevo reino palestinense, han de pasar por una catástrofe decisiva que les abrirá los ojos.
Entonces se verificará lo que dice San Pablo: “Si la caída de ellos ha sido la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud?” (Rom. 11, 12). El Apóstol quiere decir que los judíos, una vez partícipes del Reino de Jesucristo, serán la riqueza espiritual del mundo, quizás sus nuevos misioneros, en aquellos tiempos de apostasía que San Pablo predice en II Tes. 2, 3 y el mismo Cristo en Lc 18, 8. No nos atrevemos a ahondar en este tema, que contemplado en toda su profundidad es tan difícil corno la explicación del Apocalipsis. Con todo queremos hacer notar, con Bover-Cantera (Sagrada Biblia, pág. 996), que es “tradición fundada”, que “la restauración de Israel tendrá por coronamiento la conversión de los pueblos gentiles a la Verdadera religión”.
Temas muy poco tratados son también: la santidad prometida a Israel, la restauración del trono de David, la Reunión de Israel y Judá. A estos hechos se refiere tal vez la misteriosa pregunta de los Apóstoles el día de la Ascensión: “Señor, ¿es éste el tiempo en que restableces el Reino para Israel?” (Hech, 1, 6). Para muchos esta pregunta es tan incomprensible, que la toman como prueba de la poca inteligencia de los Apóstoles y de su falta de espíritu.
Sin embargo, dice la Escritura que Jesús fue visto por ellos después de la Resurrección por espacio de cuarenta días y habló con ellos del Reino de Dios (Hech. 1, 3). ¿Eran los Apóstoles realmente faltos de espíritu? ¿No lo son más bien sus críticos, que quieren negar a los judíos la futura gloria después de su sumisión a Cristo? [iv] Cf. Jer. 31, 33-34; Zac. 8, 22-23; 12, 10; 14, 8-11; Hech. 3, 21; Apoc. 10, 7.
El presente trabajo no pretende resolver el problema judío; su único fin es mostrar que, según las Escrituras, los judíos son un pueblo extraordinario, al que Dios mantiene para cumplir sus promesas. Si hoy reclaman el país de sus antepasados y lo ocupan poco a poco, obedecen, sin darse cuenta, a la voz de Dios, que los congrega de nuevo en aquel pequeño territorio, para obrar en ellos el misterio predicho por San Pablo y los profetas del Antiguo Testamento. Nada sabemos sobre el modo de su realización, pero estamos seguros de que será la obra más estupenda entre la primera y la segunda venida de Cristo, y probablemente el acto preliminar de esta última.


Revista Bíblica, 1949, pág. 99 ss.

Publicado en InfoCaótica, 14-Feb-2014. Imágenes tomadas de la versión publicada en Cova in Deserto, 16-Feb-2014.

La indiferencia del hombre moderno por la verdad.

Publicamos un excelente y claro extracto del pequeño libro El Anticristo de Federico Mihura Seeber (Ed. Samizdat, págs. 107-114.), publicado originalmente por el blog Syllabus, 17-Feb-2014.
Vinculamos, también, la presentación de este libro en forma de audio, en la siguiente entrada entrada.


He apuntado, hasta aquí, a las disposiciones ético-pasionales que están en juego en el actual ejercicio del Poder. En ellas, dije, el poder dominante ha recurrido a la incentivación de los vicios relacionados con el placer sensible -el hedonismo- para ablandar la resistencia del súbdito, una vez abandonados los procedimientos de amedrentamiento, esto es, el ablandamiento por el terror.
Pero hay otra dimensión psicológica para afianzar el poder, y que no pertenece al lado ético-pasional del espíritu, sino al cognoscitivo. Es la dimensión en la que vigen otras disposiciones también llamadas “virtudes”, pero no virtudes éticas, sino “dianoéticas”. Quiero destacar entre ellas la que, para mí, alcanza preponderante incidencia en el juego del poder actual, y que es la “Inteligencia”, o más bien -forzando algo la denominación- el Juicio crítico. Es en esta dimensión en la que veo establecida una circunstancia de eficacia decisiva para el ejercicio del poder actual, el Poder de la Bestia. Se trata de la anulación del juicio crítico en las masas. Y a esto se ha llegado por un procedimiento análogo al amedrentamiento por el temor. En efecto, el amedrentamiento del súbdito opera hoy, no en el plano emotivo-pasional -donde predomina el ablandamiento hedonístico-, sino en el cognoscitivo. Me explico.
Cualquiera que haya guardado, en nuestro tiempo, un mínimo de objetividad, cualquiera que se haya podido mantener como observador del mundo que lo rodea, no puede dejar de admirarse ante el poder descomunal que han adquirido las consignas masificadas de la cultura humana, esto es, el poder sobre los juicios por los que se expresa la opinión de la gente. La opinión del hombre individual está literalmente calcada sobre la opinión común, y es a lo que llaman “pensamiento único”. Traigo esto a colación, no para una descripción o juicio general del fenómeno, sino para vincularlo con lo que aquí trato sobre el Poder de la Bestia en cuanto a “relaciones de fuerza de acción-reacción”. Y señalo a este respecto que el singular imperio de este poder o fuerza, que no es ético, sino noético, resulta -como en el primer procedimiento nombrado para el orden ético, que ya no es empleado- del amedrentamiento. Lo que lleva al individuo a no diferenciarse, en sus juicios, de los juicios del “pensamiento único”, es el temor.
Pero se trata de un amedrentamiento especial, que recurre a la provocación de un temor especial. Porque no es el amedrentamiento por temor a un mal físico o sensible, pasional, como al que antes me referí. Insisto, el temor a “pensar distinto” no pertenece al nivel ético-pasional, sino al noético-intelectual.
Trataré de caracterizar el fenómeno, para calar luego en su explicación causal. Un hecho político reciente presenta esta actitud humana, de disuasión a pensar distinto, de modo típico. Me refiero a las opiniones y actitudes del Papa reinante [escrito en tiempos de Benedicto XVI –nota del blog] en dos circunstancias: la beatificación de su predecesor, y su reacción escandalizada en la condena al “negacionismo” de Mons. Williamson, el obispo lefebvrista. En ambos casos el Pontífice fue forzado, forzado por la opinión común, masificada por los medios. Ha sido el temor a desafiar las opiniones del “pensamiento único” -extremando incluso las expresiones: de alabanza en el caso de su predecesor, y de repudio en el del obispo contestatario. Creo que no caben dudas de que con ello contrariaba el Papa su propia opinión, porque no estaba de acuerdo, en el primer caso, con muchísimas de las cosas de Juan Pablo II -en particular, precisamente con el apresuramiento en las beatificaciones-, y sabía en el segundo -porque lo sabe la diplomacia vaticana- que lo del Holocausto es un cuento. Y sabe, sobre todo, más allá de sus disidencias con Williamson, que no asentir a lo que no se cree, es obligación imprescriptible del cristiano y del hombre. Uso este ejemplo, eligiéndolo entre miles, porque se trata del representante de un Magisterio sobre el que carga la más ineludible responsabilidad, ante Dios y ante los hombres, de expresarse con veracidad.
¿Qué es lo que provoca este pavor, este pavor a decir la verdad que se conoce, y secundar la mentira? ¿Cuál es el peligro cuya previsión lo provoca? ¿Qué es lo que disuade al hombre de nuestros días, de manera casi unánime, de apartarse de los juicios y valoraciones que de él se esperan, conformándose a las opiniones del “pensamiento único”?
No es el disuasivo de ninguna amenaza física, de castigo o cárcel, o de exilio. Ciertamente, tales amenazas han tenido vigencia en los regímenes modernos, aplicadas a la prevención del disenso intelectual. Así, la Unión Soviética internaba en “hospitales psiquiátricos” a los disidentes, o los mismos EE.UU. a Ezra Pound por sus opiniones pronazis. Pero hoy ya no se procede así. Ya no es el procedimiento típico. Se debe calar más hondo para descubrir las causas que hoy generan el temor a “pensar distinto”.
Una aproximación a la causa señalaría al “instinto gregario” del hombre. La natural sociabilidad lleva al ser humano, no sólo a acercarse a sus semejantes procurando su ayuda, y a adaptarse a los usos y costumbres comunes, sino a ampararse en creencias comunes, creencias cuyo rechazo arrojaría al individuo al aislamiento. Este instinto gregario, referido al juicio de la inteligencia no es, por lo tanto, propio de la humanidad moderna. Siempre ha existido. Pero adopta, en ella, características muy especiales.
Por lo pronto, a primera vista, una característica paradojal. Y es que este gregarismo intelectual se da en una cultura, y bajo un espíritu, que se ha recomendado a sí misma, precisamente, por la actitud contraria: por la repulsa de las convicciones comunes y el halago de la autonomía intelectual del individuo. Paradójicamente, el hipercriticismo, y el prurito de originalidad, han derivado en su contrario: la más profunda y extendida de las docilidades de la mente a los dictámenes del grupo. Esto se debe, en gran medida, al hecho de que los agentes de difusión de las convicciones comunes no son identificablescomo instancias autoritarias: iglesias o estados, partidos o clases. El hombre moderno se cree “libre” en la formulación y expresión de sus opiniones, pero sólo porque no tiene un adoctrinador visible al que referir, ya su sumisión, ya su rebeldía. Está inmerso en el “aparato adoctrinador”, no toma distancia a su respecto; y no es consciente del adoctrinamiento al que está sometido. Creo que esta circunstancia, la de la ausencia de un magisterio que obligue al individuo a someter su inteligencia y juicio crítico a una fe, es lo que hace de su sumisión un estado, por así decir, ''reduplicativamente intelectual”, específicamente noético. Y lo mismo que digo sobre el estado de sumisión intelectual del hombre moderno, lo digo del tipo de amedrentamiento que ha llevado a él. Este trasciende el orden ético-volitivo -y con mayor razón, pasional-, y radica en el noético-intelectivo. Intentaré explicar de qué circunstancia resulta.
Antes de entrar en detalles, otra cosa que debo expresar, al menos sumariamente: el “temor a pensar distinto” radica hoy, esencialmente, en la indiferencia del hombre por la verdad, O mejor dicho, el poder de disuasión a pensar distinto deriva su eficacia de la indiferencia del hombre moderno por la verdad.
Porque, sin duda, no es grave el peligro que se arrostra por “pensar distinto”. Es otra cosa. Se trata de que, dadas las condiciones de un hombre indiferente a la verdad, es poco y nada lo que se necesita para disuadirlo de pensar distinto. Y, al contrario, el único fundamento para el sentido crítico o la “independencia de criterio” es el reconocimiento de la verdad objetiva. Que ella existe, que es alcanzable por la inteligencia y, consecuentemente, la aspiración a ella. La aspiración a lograr la verdad y a gozarse en ella. El compromiso, pues, con ella: la no-indiferencia a su respecto.
Éste es el hecho fundamental a ser computado, y que explica la tremenda eficacia del poder que se ejerce sobre la conciencia pensante, disuadiéndola de “pensar distinto”. El hombre moderno ha sido hecho enteramente indiferente a la verdad. A la verdad-o-falsedad de lo que se le dice, ya sea para informarlo o para inducirle valoraciones o preferencias.
La razón por la cual, a su vez, el hombre ha sido hecho indiferente a la verdad -una de ellas, como se verá- es, precisamente, aquel “hiper-criticismo” que ya mencioné, y que ha inspirado el pensamiento moderno desde sus niveles más hondos. Dije que es paradojal el hecho de que el hipercriticismo racional haya engendrado esta profunda masificación de la mente y dogmatismo inconsciente. Y ello no es, en realidad, tan paradojal. Porque no puede haber espíritu crítico, ni independencia de criterio, allí donde la inteligencia abdica de lograr la verdad objetiva. Y a esta abdicación llevó, desde luego, el moderno criticismo sin freno, la “duda metódica”.
Pero además, como es bien sabido, la abdicación de la inteligencia de lograr la verdad objetiva fue compensada por la aplicación de la misma al dominio de las cosas. El pragmatismo sustituyó al “contemplativismo”. Y, como no podía ser de otro modo, esta aplicación de la inteligencia al sólo dominio de la realidad fructificó en un prodigioso desarrollo de la ciencia-tecnología, lo cual abrió al hombre un horizonte virtualmente infinito de “solaz vital”. Ambas circunstancias, el hipercriticismo y el pragmatismo, bajadas de los niveles de la especulación académica al “sentido común” de las masas, y materializados allí vivencialmente, es, a mi entender, lo que explica el indiferentismo del hombre por la verdad y, como consecuencia, su maleabilidad extrema para secundar los dictados del “pensamiento único”. No puede extrañar que una mente, bombardeada por el hipercriticismo y el escepticismo, deponga fácilmente su juicio crítico a tenor de urgencias vitales y alicientes hedónicos que el mundo tecnificado le ofrece en profusión. Raro sería lo contrario. Raro es lo contrario: el hombre capaz de comprometer su situación de solaz vital en aras de la verdad conocida, por evidente que ella fuera.
Y a las mencionadas causas de la anulación del juicio crítico se ha de sumar la del instrumental provisto por la tecnología para la transmisión del conocimiento: los medios de comunicación. Ha sido su difusión masiva lo que ha hecho que el indiferentismo por la verdad se haya difundido, desde el nivel de las élites cultivadas, a todo el tejido social. Si los medios de comunicación de masas han contribuido decisivamente al desinterés del hombre por la verdad, ha sido porque han llevado a cortar -por los hábitos adictivos- la relación natural de la inteligencia con las cosas mismas. La “pantalla mediática” se interpone siempre: el hombre encuentra cubierto su horizonte cognoscitivo por ella. Vive, cognoscitivamente, inmerso en un mundo virtual, no en el mundo real, hasta el punto de privilegiar el testimonio de los hechos mediatizados por la “pantalla” sobre el de sus propios ojos. ¿Cómo asombrarse, pues, de que se haya hecho indiferente a la verdad de las cosas? ¿Y cómo esperar de él que haga valer su propia opinión sobre la verdad, cuando ella contraría la opinión propagada por los medios y que comparten todos sus congéneres?
Éste es, pues, el poder de dominación del “pensamiento único”. Se verifica como un verdadero amedrentamiento a pensar distinto. Por supuesto que no como un amedrentamiento físico, producto del temor físico, como en el caso del terror soviético. Este “temor a pensar distinto” se parece, más bien, al gregarismo de todas las épocas. Pero tampoco es igual a éste, porque no procede del temor a verse privado de los auxilios del grupo en todos los aspectos de la vida. Es un gregarismo de índole específicamente intelectual, noético, donde el propio “pensar distinto” se reputa como falta, y en él mismo se verifica la pena. No requiere una instancia autoritaria que lo sancione.

* * *

Es éste, a mi entender, otro aspecto, el fundamental, del Poder de la Bestia -del Poder del Anticristo- que se suma al reblandecimiento ético del súbdito por medio del hedonismo: el reblandecimiento intelectual, noético, por la más radical abdicación del juicio crítico en el súbdito.
Y veo que esta situación es congruente con la que la profecía describe, precisamente, como la que resultará de la dominación del Anticristo. Porque es lo que dice el Apóstol en su Carta a los Tesalonicences:

La venida del inicuo vendrá acompañada por el poder de Satanás, de todo género de milagros, señales y prodigios engañosos, y de seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición, por no haber recibido el amor de la verdad que los salvaría. Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados cuantos, no creyendo en la verdad, se complacen en la iniquidad” (II Tes, 2, 9).

Si es acertado mi diagnóstico sobre la sociedad contemporánea, difícilmente se podrá escapar a la constatación de que eso mismo que anticipa el Apóstol para los tiempos de la dominación del Anticristo está fuertemente sugerido en la situación actual.
Porque ha de repararse en lo que el texto señala como característico del “Poder del Inicuo”. No se lo presenta, según sus propios supuestos epocales, como un poder despótico y coactivo, sino como uno que engendra la aquiescencia de los dominados, y esto por la seducción hedónica: seducciones de iniquidad. La “iniquidad” significa la perversión del orden ético entero. O sea, su debilitamiento por el vicio. Y el otro aspecto de tal dominación está aludido en lo que he llamado el orden noético, o de la inteligencia, por la abdicación del juicio crítico. En efecto, se trata, en el texto profético, de un “poder engañoso”, por el que los sometidos creen en la mentira. Y este “creer en la mentira” responde, justamente, a la indiferencia por la verdad: “por no creer en la verdad que los salvaría”.

* * *

No me habría internado en estas alambicadas cuestiones de diagnóstico social, si no fuera porque considero que de ellas puede surgir una respuesta práctica. Es absolutamente necesario que los que hoy todavía se quieran fieles a Cristo, estén alertados sobre el modo como se ejerce el poder del Enemigo de Cristo. Deben conocerlo, en primer lugar, para no sucumbir ante él como poder seductor. Porque en ello está comprometida su verdadera victoria o derrota: la fidelidad a Cristo o la apostasía. Está dicho, no se trata de un poder que se afirma en su propia fuerza, como poder hard y despótico, sino en el ablandamiento de la resistencia del súbdito. En el logro de ese ablandamiento está su victoria, y la derrota de los fieles. O, más grave aún, la derrota de Cristo en ellos.
Y deben conocerlo, además, los fieles -deben conocer la modalidad del poder del Anticristo- para hacerse capaces de enfrentarlo, aun en el supuesto de que, no siendo vencidos por el primer procedimiento, light y seductor, el poder del Enemigo se mude en poder hard. Lo cual puede llegar a pasar, porque el Anticristo -como el Diablo, su inspirador- puede no darse por satisfecho con la adhesión de una “mayoría”.
Me extiendo sobre esa posibilidad, la del endurecimiento del poder light del Enemigo, en el capítulo que trato sobre “la Persecución del Anticristo”. Pero quiero anticipar algo que es presupuesto de lo que diré allí.
Dije más atrás, o sugerí, que el ejercicio del poder light debería, teóricamente, debilitar a la misma fuerza que lo emplea. Porque si es verdad que para hendir la manteca basta con un cuchillo de cera, entonces el dominante se hará él mismo “de cera”, porque al habituarse a ejercer una fuerza de dominación débil, se hará débil. Y si los resistentes se han mantenido “de acero” -o al menos “de madera”-, ¿se harán entonces capaces de resistir al dominador reblandecido? Parecería que sí, al menos que éste “saque de la galera” una fuerza de dominación hard. Y ésta es la hipótesis en la que deberíamos instalarnos.
Porque, de todos modos, no importa tanto que se verifique la hipótesis de la reasunción de la manera Hard por el Poder de la Bestia. Porque tanto en un caso como en el otro, ya sea frente al poder seductor y reblandecedor como ante el eventual poder coactivo y agresivo de la Bestia, vige, para los fieles, la misma respuesta reactiva.
El fortalecimiento. El fortalecimiento interior. Para ambas situaciones vige el mismo principio “físico”: desarrollar una dureza “diamantina”. Y esto en los dos planos que he distinguido, el plano ético para adquirir el temple de la virtud y el plano noético o de la inteligencia: para, por medio de la capacidad crítica, ser preservado del aborregamiento del pensamiento único, o la adhesión a la mentira.
Y, para lo primero, se les exige algo obvio, válido para todas las épocas y situaciones: la disciplina de los sentidos. Pero que si es algo común para todos los tiempos, se hace, sin duda, particularmente arduo en el nuestro, en razón de la eficacia del poder de seducción hedonística.
En el otro plano, el noético, a fin de sustraerse a la masificación que anula el juicio crítico, por el amedrentamiento que disuade de “pensar distinto”, el aprestamiento que deben realizar los fieles es también obvio. Si la capacidad para el juicio crítico ha sido eliminada por la indiferencia hacia la verdad, se debe actuar en contrariedad con eso mismo: se debe ejercitar el espíritu en el “comercio con la Verdad”. En otros términos, en el amor unitivo con la Verdad. Porque no se ha de repudiar la masificación solo por prurito de originalidad (algunos “inteligentudos” que participan de su espíritu lo hacen). No olvidemos que ese mismo prurito está en su origen. El disenso con el “pensamiento único” debe resultar del puro y simple amor a la Verdad. El cual se alimenta con la frecuentación de la misma.

viernes, 21 de febrero de 2014

El discurso progresista del nuevo Arzobispo de Montevideo.

Secretum Meum Mihi, 21-Feb-2014. El titular no es nuestro, lo copiamos de la fuente, es decir, El Diario (de Uruguay), Feb-20-2014. Visto en

El discurso progresista del nuevo Arzobispo de Montevideo

Por Ana De Salvo | Jueves, 20 de febrero del 2014


Sorprendió el discurso progresista de Monseñor Sturla, quien en la misma línea del Papa Francisco, marca una gran diferencia con las opiniones de su antecesor Nicolás Cotugno sobre marihuana y homosexualidad

Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B. (Montevideo, 4 de julio de 1959) es un sacerdote salesiano que acaba de suceder a Monseñor Nicolás Cotugno. En setiembre de 2013, se retiró al cumplir 75 años.

Sturla fue ordenado sacerdote en 1987, y es el nuevo responsable de la diócesis de Montevideo, cargo que ocupó pisando fuerte a través de un discurso en total sintonía con el papa Francisco.

Esta nueva línea de la Iglesia Católica montevideana quedó de manifiesto con un expreso reconocimiento a la homosexualidad como una opción sexual más, una mayor tolerancia al uso de preservativo en las relaciones sexuales y la convicción de que “la moralina” de la Iglesia Católica a veces “tapa el Evangelio”, consignas que expresó el nuevo Arzobispo Sturla ni bien asumió su puesto.

Para mayor información, el nuevo líder de la grey católica de Montevideo proviene de una familia que sabe moverse en la arena política; su hermano, Martin Sturla, fue un destacado legislador del Partido Nacional (Herrerismo), quien falleciera en 1991 con 37 años.

Sus primeras declaraciones como Arzobispo de Montevideo marcan un cambio radical con respecto a las opiniones adoptadas en forma pública por su antecesor Cotugno en temas tales como el aborto, el matrimonio igualitario, y la regulación de la marihuana.

En este sentido, Sturla tuvo palabras de elogio para el presidente José Mujica: “El ejemplo de austeridad” del presidente “es estupendo”, dijo en una entrevista que publica hoy el semanario Búsqueda.

“Yo tengo amigos homosexuales. He tenido chicos con los que he hablado del tema, les he asegurado que Dios los ama profundamente. Dios te ama por lo que sos y no porque te orientes a un lado u otro desde el punto de vista sexual”, dijo.

No obstante puntualizó que, de acuerdo al dogma católico, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio será pecado. Incluso el matrimonio para personas del mismo sexo acerca a estas personas a los postulados religiosos.

Su antecesor, en cambio, se refería a la homosexualidad como “una enfermedad”, a tono con anteriores pronunciamientos del Vaticano.

La llegada de Francisco al Vaticano marcó un antes y un después de emitir una frase que se convirtió en un fuerte mensaje para los católicos y para quienes no lo son: “yo no soy quién para juzgar a un homosexual”, señaló y de algún modo marcó la cancha para todos los sacerdotes a su mando.

Sturla advirtió que si una pareja homosexual se presenta con su hijo en la Iglesia Matriz éste será bautizado siguiendo el rito católico.

“Nadie puede negarle (a un niño) el bautismo porque tenga dos papás o dos mamás”, comentó.

El arzobispo dijo que este principio prima sobre la posición contraria de los católicos a que los homosexuales puedan adoptar o tener hijos.

“No quiero contraponer a lo que el arzobispo anterior ha declarado”, aclaró Sturla. “Pero todos hemos evolucionado en el tema de la homosexualidad (…) Una cosa era hace 20 años cuando en un colegio había un chico que era catalogado con un nombrete por su modalidad, y otra cosa es hoy. En ese sentido la sociedad ha evolucionado positivamente porque se comprende y es que hay personas que por distintas razones tienen características personales o gustos u orientación sexual diversa de la mayoría”.

Monseñor Sturla reconoció que tanto este asunto como el de la regulación de la marihuana no logran unanimidades en la Iglesia uruguaya. El arzobispo de Minas Jaime Fuentes, cercano al Opus Dei, se ha manifestado contra el paquete de leyes de corte moral y comportamental que aprobó el gobierno de Mujica. Sobre el aborto, otro asunto al que los católicos opusieron gran resistencia, el arzobispo dio un giro notable a las directivas de la cúpula. En ese sentido, declaró en el diario El País: “la aprobación del aborto ya está; ahora hay que curar las heridas de la sociedad”.