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martes, 24 de mayo de 2016

Los dos Papas según Georg Gänswein.


El secretario personal del actual “Papa emérito” Benedicto XVI, Mons. Georg Gänswein, ha realizado la presentación de un libro sobre Benedicto XVI de Roberto Regoli. En esta presentación se hace una afirmación en la cual se plantea la existencia de un doble papado, una especie de co-papado. Dejamos entera una traducción de la intervención de Gänswein tomada del sitio Un puente de fe, 21-May-2016.

BENEDICTO XVI, EL FINAL DE LO VIEJO EL INICIO DE LO NUEVO, EL ANÁLISIS DE GEORG GÄNSWEIN

Presentación del libro de Roberto Regoli sobre Benedicto XVI


INTERVENCIÓN DE MONSEÑOR GEORG GÄNSWEIN

En una de las últimas conversaciones que el biógrafo del Papa, Peter Seewald, de Múnich (Baviera) pudo tener con Benedicto XVI, al despedirse le preguntó: “¿Usted es el fin de lo viejo y el inicio de lo nuevo?". La respuesta del Papa fue breve y segura: “Lo uno y lo otro”, respondió.

La grabadora ya estaba apagada; es por eso que esta última parte de la conversación no se encuentra en ninguno de los libros-entrevista de Peter Seewald, tampoco en el famoso “Luz del mundo”.  Se encuentra solo en una entrevista que él concedió al Corriere della Sera, después de la Declaración de renuncia de Benedicto XVI, en la que el biógrafo recordó aquellas palabras claves que figuran, en cierto modo, como máxima en el libro de Roberto Regoli.

De hecho, debo admitir que quizás es imposible resumir más concisamente el pontificado de Benedicto XVI. Y lo afirma quien en todos estos años ha tenido el privilegio de vivir una experiencia cercana a este Papa como un clásico “homo historicus”, el hombre occidental por excelencia, que ha encarnado la riqueza de la tradición católica como ningún otro; y que  -al mismo tiempo-  ha sido tan audaz como para abrir la puerta a una nueva fase, por aquel giro histórico que nadie hace cinco años hubiese podido imaginar. Desde entonces, vivimos una época histórica que en la bimilenaria historia de la Iglesia no tiene precedentes. 

Como en los tiempos de Pedro, también hoy la Iglesia una, santa, católica y apostólica continúa teniendo un único Papa legítimo. Y aun así, desde hace tres años, tenemos dos sucesores de Pedro viviendo entre nosotros -que no se encuentran en una relación de competencia entre ellos-, y sin embargo, ambos, con una presencia extraordinaria!. Podríamos añadir que el espíritu de Joseph Ratzinger marcó previamente y de forma decisiva el largo pontificado de San Juan Pablo II, en el que sirvió fielmente durante casi un cuarto de siglo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Muchos perciben todavía hoy esta nueva situación como una especie de estado de excepción querido por el Cielo.

Pero ¿Ya ha llegado el momento de hacer un balance sobre el pontificado de Benedicto XVI? Por lo general, en la historia de la Iglesia, solo ex post los papas pueden ser juzgados y valorados correctamente. Y como prueba de ello, el mismo Regoli menciona el caso de Gregorio VII, el gran Papa reformador del medievo, que al final de su vida murió en el exilio, en Salerno  -fracasado, a juicio de tantos de sus contemporáneos. Y sin embargo, fue precisamente Gregorio VII, en el centro de las controversias de su tiempo, quien plasmó de modo decisivo el rostro de la Iglesia para las generaciones que le siguieron. Tanto más audaz parece ser hoy el profesor Regoli, tratando de hacer en este momento un balance del pontificado de Benedicto XVI, aún en vida. 

La cantidad de material crítico que por esta causa ha visionado y analizado es realmente impresionante. De hecho, Benedicto XVI es y continúa estando presente de manera extraordinaria con sus escritos: sean aquellos producidos como Papa - los tres libros de Jesús de Nazaret y 16 volúmenes de enseñanzas que se han publicado durante su pontificado - sean los escritos como profesor Ratzinger o Cardenal Ratzinger, cuyas obras bien podrían llenar una pequeña biblioteca.

Y así, a esta obra de Regoli no le faltan notas a pie de página, numerosos son los recuerdos que despierta en mí. Porque yo estaba presente cuando Benedicto XVI, al final de su mandato, depuso el anillo del pescador, como ocurre a la muerte de un Papa, aunque en este caso él estaba vivo todavía! Estuve presente cuando él, en cambio, decide no renunciar al nombre que había elegido, como hizo el Papa Celestino V cuando, el 13 de diciembre de 1294, a pocos meses del inicio de su ministerio, se convirtió de nuevo en Pietro dal Morrone.

Por eso, desde el 11 de febrero de 2013, el ministerio papal no es como ha sido antes. Es y sigue siendo el fundamento de la Iglesia católica; y sin embargo, es un fundamento que Benedicto XVI ha transformado profundamente y de forma duradera en su pontificado de excepción (Ausnahmepontifikat), respecto al cual el sobrio cardenal Sodano, reaccionando con inmediatez y simplicidad después de la sorprendente Declaración de renuncia, profundamente emocionado y preso del desconcierto, exclamó que aquella noticia resonó entre los cardenales presentes “como un rayo en cielo despejado”. Era la mañana de aquel mismo día en que, por la noche, un rayo quilométrico con un ruido atronador golpeó la punta de la cúpula de San Pedro situada sobre la tumba del Príncipe de los apóstoles. Rara vez el cosmos ha acompañado más dramáticamente un punto de inflexión histórico. Pero la mañana de aquel 11 de febrero, el decano del Colegio cardenalicio, Angelo Sodano, concluyó su réplica a la Declaración de Benedicto XVI con una primera y análogamente cósmica valoración del pontificado, cuando al final dijo: “Cierto, las estrellas del cielo continuarán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado”.

Igualmente brillante y clarificadora es la exposición profunda y bien documentada de Don Regoli sobre las diversas fases del pontificado. Sobre todo la relativa al inicio, el cónclave de abril de 2005, del cual Joseph Ratzinger, después de una de las elecciones más breves de la historia de la Iglesia, salió elegido tras sólo cuatro votaciones, seguido de una dramática lucha entre el así llamado “Partido de la sal de la tierra” en torno a los cardenales, López Trujíllo, Ruini, Herranz, Rouco Varela y Medina y el denominado “Gruppo de San Gallo” en torno a los cardenales Danneels, Martini, Silvestrini y Murphy-O’Connor; grupo que recientemente, el mismo cardenal  Danneels de Bruselas, de manera divertida ha definido como “una especie de mafia-club”. La elección fue ciertamente el resultado de un enfrentamiento, la clave la había proporcionado el mismo Ratzinger como cardenal decano, en la histórica homilía del 18 de abril de 2005 en San Pedro; precisamente allí, donde a “Una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus propias ansias” contrapuso otra medida: “El Hijo de Dios y verdadero hombre” como “la medida de verdadero humanismo”. Esta parte del inteligente análisis de Regoli, hoy se lee casi como una obra de suspense desde no hace mucho tiempo; mientras, en cambio, la “dictadura del relativismo” desde hace tiempo se expresa de modo abrumador a través de los muchos canales de nuevos medios de comunicación que, en el 2005, apenas podíamos imaginar.

Ya el nombre que adoptó el nuevo Papa después de su elección fue, por tanto, un programa. Joseph Ratzinger no se convierte en Juan Pablo III, como tal vez muchos hubiesen deseado. Se vincula, sin embargo, a Benedicto XV, el incomprendido y desafortunado gran Papa de la paz en los terribles años de la Primera guerra mundial - y a san Benito de Norcia, patriarca del monaquismo y patrono de Europa-. Yo podría comparecer como testigo para testimoniar que, en los años precedentes, nunca el cardenal Ratzinger había presionado para obtener el más alto puesto en la Iglesia católica.

En cambio, soñaba vivamente con una posición que le hubiese permitido escribir en paz y tranquilamente algunos últimos libros. Todos sabemos que las cosas no fueron así. Durante la elección, después, en la Capilla Sixtina, fui testigo de que vivió la elección como un "verdadero shock" y se sentía "perturbado", sintió "como vértigo" tan pronto se dio cuenta que "el hacha" de la elección recaía sobre él. No desvelo ningún secreto porque fue el propio Benedicto XVI el primero en confesar todo esto públicamente con ocasión de la primera audiencia concedida a peregrinos llegados desde Alemania. De esta forma, no sorprende que fuese Benedicto XVI el primer Papa que, justo después de su elección, invitó a los fieles a rezar por él, hecho que una vez más recuerda este libro.

Regoli esboza los diversos años del ministerio de manera fascinante y conmovedora, evocando la maestría y la seguridad con la que Benedicto XVI ejerció su mandato. Y que emergieron ya cuando, pocos meses después de su elección, invitó a una conversación privada tanto a su antiguo y ávido  antagonista, Hans Küng, como a Oriana Fallaci, la agnóstica y combativa gran dama de origen hebraico de los medios de comunicación laicos italianos; o cuando nominó a Werner Arber, evangélico suizo y Premio Nobel, primer Presidente no católico de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Regoli no deja de mencionar la "falta de conocimiento de los hombres" que a menudo se ha atribuido al genial Teólogo en las sandalias del Pescador; capaz de valorar en modo genial textos y libros difíciles y que sin embargo, en el año 2010, con franqueza confió a Peter Seewald  que las decisiones sobre las personas fueron difíciles porque “nadie puede leer en el corazón del otro”. Cuánta razón tiene!

Justamente Regoli define ese 2010 como un “año negro” para el Papa, y precisamente en relación al trágico incidente mortal ocurrido a Manuela Camagni, una de las cuatro Memores pertenecientes a la pequeña “Familia pontificia”. Puedo sin duda confirmarlo. Frente a tal desgracia, los sensacionalismos mediáticos de aquellos años - desde el caso del obispo tradicionalista Williamson hasta una serie de ataques siempre más malévolos contra el Papa-, pudiendo haber tenido un cierto efecto, no golpearon el corazón del Papa tanto como la muerte de Manuela, arrebatada tan repentinamente de entre nosotros. Benedicto no ha sido un “Papa actor”, y mucho menos un insensible “Papa autómata”; también en el trono de Pedro ha habido y ha permanecido un hombre: o, como diría Conrad Ferninand Meyer, no fue un “libro ingenioso”, fue “un hombre con sus contradicciones”. Es así que yo mismo he podido conocerle  y apreciar cotidianamente. Y así sigue siendo a día de hoy.

Regoli observa que después de la última encíclica, "Caritas in Veritate", del cuatro de diciembre de 2009, un pontificado dinámico, innovador y con una fuerte carga desde el punto de vista litúrgico, ecuménico y canonista, de repente parece que de forma improvisada apareciese “lento”, bloqueado, enredado". También es cierto que en los años sucesivos el viento en contra aumentó, no puedo confirmar este juicio. Sus viajes al Reino Unido (2010), a Alemania y a Erfurt, la ciudad de Lutero (2011),  o al “ardiente” Oriente Medio - de los preocupados cristianos del Líbano (2012) - son todos hitos ecuménicos de los últimos años. Su conducta decisiva hacia la solución sobre las cuestiones de los abusos ha sido y sigue siendo una indicación decisiva sobre cómo se debe proceder. Y cuando, antes que él, nunca ha habido una Papa que - junto a sus grandes obligaciones - haya escrito también libros sobre Jesús de Nazaret que ¿quizás serán también considerados como su legado más importante?.

No es necesario que aquí me detenga sobre como él, que fue tan duramente golpeado por la repentina muerte de Manuela Camgni, más tarde sufrió también por la traición de Paolo Gabriele, miembro de la misma “Familia pontificia”. Y, sin embargo, está bien que yo diga de una buena vez y con toda claridad que Benedicto no renunció a causa del pobre y mal guiado ayudante de cámara, ni tampoco a causa de las "ghiottonerie" provenientes de su apartamento que, en el llamado “affaire Vatileaks”, circulaban por Roma como moneda falsa pero fueron comercializados en el resto del mundo como auténticos lingotes de oro. Ningún traidor o “topo” o cualquier periodista hubiese podido empujarle a esa decisión. Ese escándalo era demasiado pequeño para la magnitud del bien ponderado paso de histórica importancia milenaria que realizó Benedicto XVI.

La exposición de ese hecho por parte de Regoli merece consideración, ya que él no pretende sondear y explicar completamente esto último, paso misterioso; no promueve ese enjambre de leyendas con más supuestos que poco o nada tienen que ver con la realidad. Y yo también, testigo inmediato de aquel paso espectacular e inesperado de Benedicto XVI, tengo que admitir que por eso me viene de nuevo a la mente el notable y genial axioma con el cual en el medievo, Giovanni Duns Scoto justificó el divino decreto para la inmaculada concepción de la  Madre de Dios: “Decuit, potuit, fecit”.

A saber: era conveniente, porque era razonable. Dios podía, por eso lo hacía. Yo aplico el axioma a la decisión de la renuncia del modo siguiente: era conveniente, porque Benedicto XVI era sabedor de que sus fuerzas estaban mermando, tan necesarias para un trabajo de tal embergadura. Podía hacerlo, porque desde hacía tiempo había reflexionado a fondo, desde el punto de vista teológico, sobre la posibilidad de Papas eméritos en el futuro. Así lo hizo.

La renuncia trascendental del Papa teólogo ha representado un paso hacia adelante esencialmente por el hecho de que el 11 de febrero de 2013, hablando en latín ante los cardenales sorprendidos, introduce en la Iglesia católica la nueva institución del “Papa emérito”, declarando que sus fuerzas no eran las suficientes “para ejercitar de modo adecuado el ministerio petrino”. La palabra clave de aquella Declaración es munus petrinum, traducido como ocurre la mayoría de las veces - como “ministerio petrino”-. Sin embargo, munus, en latín, tiene una gran variedad de significados: puede querer decir servicio, encargo, guía o don, incluso prodigio. Antes y después de su dimisión, Benedicto ha entendido y entiende su tarea como la participación en tal “ministerio petrino”. Él ha dejado la cátedra pontificia y sin embargo, con el paso del 11 de febrero de 2013, no ha abandonado de hecho este ministerio. Él, en cambio, ha integrado el cargo personal en una dimensión colegial y sinodal, casi un ministerio en común, como si con esto quisiera confirmar una vez más la invitación contenida en aquel lema que el entonces Joseph Ratzinger escogió como arzobispo de Munich y Frisinga y que luego naturalmente mantuvo como Obispo de Roma: “cooperatores veritatis”, que significa concretamente “cooperador de la verdad”. De hecho no está en singular, sino en plural, traducido de la tercera carta de Juan, en la que en el versículo 8 está escrito:“Tenemos que acoger a estas personas para convertirnos en cooperadores de la verdad”.

Desde la elección de su sucesor, Francisco, el 13 de marzo de 2013, no hay por tanto dos papas, pero de hecho el ministerio se expandió - con un miembro activo y un miembro contemplativo-. Por esto, Benedicto XVI no ha renunciado ni a su nombre, ni a la sotana blanca. Por esto, el apelativo correcto para dirigirse a él es todavía hoy el de “Santidad”; y por esto, tampoco se ha retirado a un monasterio aislado, sino dentro del Vaticano - como si solo hubiese hecho un paso a un lado para dar espacio a su sucesor y a una nueva etapa en la historia del papado que él, con ese paso, ha enriquecido con el “eje” de su oración y de su compasión puesta en los jardines vaticanos.

Ha sido “el paso menos esperado en el catolicismo contemporáneo”, escribe Regoli, y por el contrario, una posibilidad sobre la cual el cardenal Ratzinger ya había reflexionado públicamente el 10 de agosto de 1978 en Múnich, en una homilía con ocasión de la muerte de Pablo VI. 35 años después, él no ha abandonado el encargo de Pedro - cosa que le hubiese sido imposible a consecuencia de su aceptación irrevocable del encargo en abril de 2005-.  Con un acto de extraordinaria audacia él, en cambio, ha renovado este encargo (también contra las opiniones de consejeros bien intencionados y sin duda competentes) y con un último esfuerzo lo ha potenciado (como espero). Esto ciertamente podrá demostrarlo únicamente la historia. Pero en la historia de la Iglesia quedará que aquel año 2013, el célebre teólogo sobre la Cátedra de Pedro se convirtió en el primer “Papa emeritus” de la historia. Desde entonces, su rol - me permito repetirlo una vez más -, es completamente diferente a aquel, por ejemplo, del santo Papa Celestino V, que después de su dimisión en el año 1294 quiso volver a ser eremita, convirtiéndose en cambio en prisionero de su sucesor Bonifacio VIII (al que debemos hoy en la Iglesia la institución de los años jubilares). Un paso como el realizado por Benedicto XVI hasta ahora nunca había sucedido. Por eso, no es sorprendente que para algunos haya sido percibido como un acto revolucionario, o por el contrario como absolutamente conforme al Evangelio; mientras otros todavía lo ven como el papado secularizado como nunca antes,  y por lo tanto más colectivo y funcional o incluso simplemente más humano y menos sagrado. Y otros son de la opinión que Benedicto XVI, con este paso, - hablando en términos teológicos e histórico-críticos- casi ha desmitificado el papado.

En su panorámica del pontificado, Regoli expone todo esto claramente como nadie antes lo ha hecho. La parte quizás más conmovedora de su lectura ha sido para mí el paso donde, en una larga cita, recuerda la última audiencia general de Benedicto XVI, el 27 de febrero de 2013 cuando, bajo un inolvidable cielo limpio y claro, el Papa que dentro de poco habría dimitido, resume su pontificado de esta manera:

“Ha sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede empañar.”

Debo admitir que, al releer estas palabras, ahora casi me vuelven las lágrimas a los ojos, tanto por haber visto personalmente, de cerca y de forma incondicional, como él mismo y su ministerio, se traduce en la adhesión del Papa Benedicto a las palabras de San Benito, según las cuales “nada se tiene que anteponer al amor de Cristo”, nihil amori Christi praeponere, como se dice en la regla dictada por el Papa Gregorio Magno. Fui entonces testigo, pero todavía ahora sigo estando fascinado por la precisión de aquel último análisis en la Plaza de San Pedro que sonaba tan poético, pero que no era más que profético. De hecho, son palabras que aún hoy Francisco firmaría de inmediato y sin duda suscribiría. No a los papas sino a Cristo, el Señor mismo y a nadie más pertenece la nave de Pedro, batida por las olas en un mar en tempestad, cuando una y otra vez tememos que el Señor duerma y que no se preocupe de nuestras necesidades, mientras le basta una sola palabra para cesar todas las tormentas; cuando, en cambio, lo que nos hace caer continuamente en el pánico, más que las altas olas y el aullar del viento, es nuestra incredulidad, nuestra poca fe y nuestra impaciencia.

Así, este libro lanza de nuevo una mirada consoladora sobre la pacífica imperturbabilidad  y serenidad de Benedicto XVI, en el timón de la barca de Pedro en los dramáticos años 2005-2013.


Fuente: Acistampa

Fotografías copyright: formiche.net


TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL: Un puente de fe

Card. Kurt Koch: “Tenemos una misión para convertir a la gente todas las religiones no cristianas [excepto] el Judaísmo”


El rabino David Rosen y el cardenal Kurt Koch

Dos noticias relacionadas con respecto a la postura que toma el Vaticano de Francisco (diametralmente opuesta a la del protomártir san Esteban) con relación a los judíos, pues, según parece como “son también portadores de la Palabra de Dios” no hace falta buscar su conversión.

Información de The Catholic Herald, 23-May-2016.

Los cristianos tienen una misión de convertir a todos los Musulmanes, dice funcionario del Vaticano

Lunes, 23 de Mayo de 2016

El cardenal Kurt Koch, que guía las relaciones ecuménicas para el Vaticano, hizo los comentarios en una reunión interreligiosa en Cambridge

Los cristianos tienen una misión de convertir a todos los musulmanes, de acuerdo con uno de los principales ayudantes de Francisco.

El cardenal Kurt Koch, que guía las relaciones ecuménicas para el Vaticano, hizo los comentarios en una reunión interreligiosa celebrada por el Instituto Woolf de la Universidad de Cambridge.

El cardenal Koch también dijo que los Cristianos no deben tratar de convertir a los Judíos y deberían ver el judaísmo como una “madre”.

Tenemos una misión para convertir a la gente todas las religiones no cristianas [excepto] el Judaísmo”, dijo, según los informes, antes de añadir que esto se extendía a los yihadistas responsables de la persecución de los Cristianos en Medio Oriente.

El cardenal también instó a los cristianos a ver el Judaísmo como una “madre” y dijo que la Cristiandad y el judaísmo comparten una relación especial.

“Es muy claro que podemos hablar de tres religiones Abrahámicas, pero no podemos negar que la visión de Abraham en la tradición Judía y Cristiana y en la tradición islámica no es la mismo”, dijo.

“En este sentido tenemos sólo con el pueblo Judío esta relación única que no tenemos con el Islam”.


Relacionamos esta noticia con este artículo. Vista en Secretum Meum Mihi, 10-Dic-2015.

Vaticano: “Los católicos no deberían intentar convertir a los judíos”

El titular no es nuestro. 

¿Cómo se entiende el siguiente pasaje (
N° 40) del documento “Los Dones y La Llamada de Dios son Irrevocables”, de la Comisión Para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, presentado hoy en el Vaticano?

La Iglesia se ve así obligada a considerar la evangelización en relación a los Judíos, que creen en un sólo Dios, con unos parámetros diferentes a los que adopta para el trato con las gentes de otras religiones y concepciones del mundo. En la práctica esto significa que la Iglesia Católica no actúa ni sostiene ninguna misión institucional específica dirigida a los Judíos. Pero, aunque se rechace en principio una misión institucional hacia los Judíos, los Cristianos están llamados a dar testimonio de su fe en Jesucristo también a los Judíos, aunque deben hacerlo de un modo humilde y cuidadoso, reconociendo que los Judíos son también portadores de la Palabra de Dios, y teniendo en cuenta especialmente la gran tragedia de la Shoah.

Bueno, es obvio. Tan obvio que un no católico lo entiende: Los católicos deben capitular en el mandato de Jesucristo de ir por todo el mundo a predicar el Evangelio y hacer discipulos (sin excepciones), enseñándoles a guardar todo lo que Él nos ha mandado (Cf. Mt, 28, 19-20).

Así lo entiende Reuters: “Los católicos no deberían tratar de convertir a los judíos, dice el Vaticano” (“
Catholics should not try to convert Jews, Vatican says”, originalmente en inglés). Y de allí el titular que hemos escrito, el cual a su vez lo trae laAgencia Judía de Noticias (aunque ellos lo atribuyen al periódico de mayor circulación en Israel, Yedioth Ahronoth).

Vaticano: “Los católicos no deberían intentar convertir a los judíos”

AJN.- “Un cristiano nunca puede ser un antisemita, especialmente por las raíces judías del cristianismo”, dijo un nuevo documento emitido por la Santa Sede. Esta es la primera vez que la iglesia católica repudia oficialmente intentos activos de conversión. También destaco que los católicos deben ser particularmente sensibles con el significado del Holocausto para los judíos.

Los católicos no deben intentar convertir a los judíos y deben trabajar con ellos para luchar contra el antisemitismo, dijo hoy el Vaticano en un nuevo documento que alejó a la iglesia aún más de las tensas relaciones de su pasado. “El cristianismo y el judaísmo están entrelazados y Dios nunca anuló su pacto con el pueblo judío”, dijo el documento de la Comisión de Relaciones Religiosas con los Judíos de la Santa Sede.

“Por lo tanto, la iglesia está obligada a ver la evangelización de judíos, que creen en un Dios, de una manera diferente a la que la ve la gente de otras religiones y del mundo”, remarcó. También destaco que los católicos deben ser particularmente sensibles con el significado del Holocausto para los judíos y prometió que hará “todo lo posible para repeler las tendencias antisemitas”.

“Un cristiano nunca puede ser un antisemita, especialmente debido a las raíces judías del cristianismo”, agregó el escrito. Este coincidió con el 50º aniversario de una declaración revolucionaria del Vaticano que repudió la culpa colectiva judía ante la muerte de Jesús y lanzó un diálogo teológico que ha sido rechazado por los tradicionalistas.

Un importante funcionario del Vaticano dijo: “En términos concretos esto significa que la iglesia católica no conduce ni apoya a ninguna misión institucional específica dirigida hacia los judíos”. Además agregó que hay “un rechazo a la misión judía institucionalizada”, la cual busca la conversión, informó el medio israelí Ynet.


jueves, 19 de mayo de 2016

Francisco sobre la FSSPX: “Son católicos en camino hacia la plena comunión”.

Vemos esta noticia en el Blog Secretum Meum Mihi, 16-May-2016.

Francisco sobre la FSSPX/SSPX: “Son católicos en camino hacia la plena comunión”


Francisco aceptó una entrevista con La Croix, el pasado Lunes, May-09-2016, en la Casa Santa Marta. Apartes de dicha entrevista han sido dados a conocer hoy (aquíaquíaquíaquíaquí). Pensamos que pronto habrá alguna traducción completa en español, por lo pronto, del último enlace que hemos proporcionado tomamos las respuestas que se refieren a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

La Croix: Usted ha recibido, el 1° de abril pasado, a Mons. Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad sacerdotal San Pío X. ¿La reintegración de los lefebvristas en la Iglesia es de nuevo considerada?

Papa Francisco:
 En Buenos Aires, siempre hablé con ellos. Ellos me saludaron, me pidieron una bendición de rodillas. Ellos se dicen católicos. Ellos aman la Iglesia. Mons. Fellay es un hombre con quien uno puede dialogar. Este no es el caso de algunos otros elementos un poco extraños, como Mons. Williamson, u otros que se han radicalizado. Pienso, como lo había formulado en Argentina, que son católicos en camino hacia la plena comunión. Durante este Año de la misericordia, me pareció que debía autorizar a sus confesores que perdonaran el pecado de aborto. Ellos me agradecieron este gesto. Antes, Benedicto XVI, a quien respetan mucho, había liberalizado la misa según el rito tridentino. Dialogamos bien, hemos hecho un buen trabajo.

La Croix: ¿Estaría dispuesto a darles un status de prelatura personal?

Papa Francisco:
 Esa sería una solución posible, pero primero tiene que haber un acuerdo fundamental con ellos. El Concilio Vaticano II y su valor. Avanzamos lentamente, con paciencia.

jueves, 12 de mayo de 2016

Francisco se abre a la posibilidad del diaconado femenino.


Noticia vista en Secretum Meum Mihi, 12-May-2016.

Francisco se abre a la posibilidad del diaconado femenino

Información de agencia ANSA, May-12-2016.

(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 12 MAY - El papa Francisco anunció que instituirá una comisión de estudio sobre el diaconato femenino, como existía en la Iglesia primitiva, considerando que las mujeres diácono son "una posibilidad para hoy".

Lo dijo durante la audiencia de hoy con la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISQ), respondiendo a una pregunta.



Actualización May-12-2016 (13:44 UTC): La misma información tomada de otras agencias que en el momento de redactar la entrada no habían proporcionado ningún despacho.

Agencia EFE.

Ciudad del Vaticano, 12 may (EFE).- El papa Francisco anunció hoy su intención de crear una comisión que estudie la posibilidad de que también las mujeres puedan ser diáconas.

"Es una posibilidad a día de hoy", respondió Francisco a la pregunta de una religiosa durante la audiencia que concedió a la Unión Internacional de las Superiores Generales.

El diaconado es el grado de consagración anterior al del sacerdocio y en él que se pueden administrar algunos sacramentos, como el bautismo y el matrimonio, que actualmente sólo pueden recibir los hombres.

Ante las 900 superiores generales de varios institutos y congregaciones religiosas reunidas hoy en esta audiencia, Francisco mostró su disposición por primera vez a que también haya mujeres diáconas.

A la pregunta de una de ellas de por qué no instituir una comisión oficial que estudie esta posibilidad, Francisco explicó que hace tiempo comentó con un "sabio profesor" el tema de las "diáconas en los primeros siglos de la Iglesia, pero no se sabía realmente qué papel desarrollaban y sobre todo si habían sido ordenadas o no".

"¿En cuanto a crear una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?, creo que sí. Sería hacer el bien de la Iglesia y aclarar este punto. Estoy de acuerdo y hablaré para que se pueda realizar algo así. Acepto la propuesta. Me parece algo útil esta comisión que aclare bien las cosas".

Esta posibilidad ya había surgido durante el Sínodo de los obispos del pasado octubre de 2015, cuando el arzobispo canadiense Paul-André Durocher durante su intervención propuso al resto de obispos la posibilidad de estudiar que también las mujeres pudieran ordenarse como diáconas.

Según el concilio Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: "administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, (y) llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles".

También figuran las funciones de "instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales (y) presidir el rito de los funerales y sepultura".

Agencia Notimex.

Ciudad del Vaticano, 12 may (NOTIMEX).-Francisco afirmó hoy que creará una comisión de estudio para analizar la posibilidad de permitir a las mujeres ejercer el servicio del diaconado en la Iglesia católica, actualmente reservado de manera exclusiva a hombres.

Esto durante un encuentro –en el Aula Pablo VI del Vaticano- con unas 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas del mundo, asistentes a la asamblea trienal de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

En la reunión el pontífice respondió improvisando a seis preguntas de las presentes, una de ellas le cuestionó: "¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?".

En su respuesta el líder católico reveló que había abordado el asunto hace algunos años con un "buen y sabio profesor", el cual tenía estudios sobre el uso de las mujeres diáconos en los primeros siglos de la Iglesia.

Siguió reconociendo que no estaba claro qué papel tenían esas mujeres. "¿Cuáles fueron estas mujeres diáconos? ¿Tenían ordenación o no? Está poco claro eso. ¿Cuál fue el papel de esas ‘diaconisas' entonces?", se cuestionó.

"¿Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión? Creo que sí. Sería bueno, para hacer que la Iglesia aclare este punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar", añadió.

Actualmente la Iglesia católica reserva el diaconado exclusivamente a los hombres. Los seminaristas son ordenados "diáconos temporales" un tiempo antes de recibir la ordenación sacerdotal.

Pero no sólo pueden ser diáconos quienes serán presbíteros, también existe una categoría distinta de "diáconos permanentes" que incluso pueden ser casados. Estos son considerados el "grado inferior de la jerarquía eclesiástica".

Entre las funciones permitidas a los diáconos destacan la proclamación del evangelio, la predicación y la asistencia en el altar, la administración del sacramento del bautismo y el presidir matrimonios, dar bendiciones. Ellos no pueden celebrar misa ni confesar o dar la unción de los enfermos.

La discusión sobre el diaconado femenino no es nueva. Durante la pasada asamblea del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2015, el arzobispo canadiense Paul-André Durocher avanzó el tema.

"El Sínodo debería reflexionar seriamente sobre la posibilidad de permitir el diaconado femenino, porque abriría el camino a mayores oportunidades para las mujeres en la vida de la Iglesia", señaló.

"En donde fuese posible, a mujeres calificadas se les debería asignar posiciones y autoridades de decisión en las estructuras eclesiásticas", añadió.



Actualización May-12-2016 (16:50): En un despacho de agencia AFP se hace mención al portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, de quien se dice que §no quiso confirmar la noticia hasta que consulte directamente al pontífice”.

El papa Francisco anunció este jueves que creará una comisión para que estudie la posibilidad de autorizar a las mujeres ser diáconos y administrar algunos sacramentos, como bautismo y matrimonios. El anuncio del papa fue hecho en un encuentro en el Aula Paulo VI del Vaticano ante 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas de todo el mundo.

Se trata de una propuesta innovadora, que la Iglesia ha abordado en el pasado sin dar el paso, por lo que hasta ahora los sacramentos pueden ser administrados solo por religiosos hombres.

El papa argentino, que en varias ocasiones se ha pronunciado a favor de otorgar un mayor papel a la mujer en la Iglesia, respondía así a seis preguntas hechas por las religiosas.

«¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?», le preguntó una de las asistentes. «Creo que sí.. Sería bueno, para hacer que la Iglesia aclare ese punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar», dijo, según refiere la agencia católica en español Religión Digital.

Interrogado sobre el tema, el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, no quiso confirmar la noticia hasta que consulte directamente al pontífice.

En la Iglesia, los diáconos pueden pronunciar el sermón durante la misa y oficiar bautizos, bodas y funerales. En cambio, los curas son los únicos que pueden celebrar la eucaristía o confesar a los fieles.

El diaconato se consideró durante mucho tiempo como una etapa hacia el sacerdocio, pero el concilio Vaticano II restableció el diaconato permanente, accesible a hombres casados, que asisten a los curas o los sustituyen en algunas ceremonias.

Un obispo canadiense, Paul-André Durocher, propuso durante el sínodo de la familia celebrado en octubre pasado en el Vaticano que las mujeres puedan ser diáconos, abriendo el debate y generando aplausos entre los asistentes.

Contra la desigualdad

Francisco ha expresado varias veces su voluntad de remediar la flagrante desigualdad entre hombres y mujeres en el seno de la Iglesia, aunque ha tomado pocas medidas concretas al respecto.

El pontífice argentino descartó que las mujeres puedan ser curas, explicando que sus predecesores, en particular Juan Pablo II, ya habían examinado atentamente esa propuesta antes de rechazarla.


lunes, 9 de mayo de 2016

Declaración de la FSSPX con relación a la Exhortación Amoris lætitia.


Aparecida en DICI, 06-May-2015.

Declaración de la Fraternidad San Pío X sobre la Exhortación post-sinodal Amoris lætitia del Papa Francisco, del 19 de marzo de 2016.

Es para llorar

“Es una Exhortación Apostólica que lleva por título La alegría del amor, y que nos hace llorar.” Sermón de Mons. Fellay en Puy-en-Velay, 10 de abril de 2016

  1. Entre las numerosas tomas de posición, explicaciones y comentarios divulgados sobre Amoris lætitia, tres estudios realizados por sacerdotes de nuestra Fraternidad han sido publicados recientemente: La exhortación post-sinodal Amoris laetitia: una victoria del subjetivismo del Rev. Padre Matthias Gaudron; Breves consideraciones sobre el capítulo 8 de la Exhortación pontifical Amoris laetitia del Rev. Padre Jean-Michel Gleize; Después del Sínodo: la indisolubilidad en tela de juicio del Rev. Padre Christian Thouvenot. La Casa General aprueba y suscribe por entero estos estudios, que se complementan armoniosamente y dan una visión de conjunto del documento del Papa Francisco.
  1. El procedimiento seguido en los dos sínodos y las circunstancias que los rodearon ya provocaron numerosas preguntas: en el consistorio extraordinario de febrero de 2014, sólo se invitó al Cardenal Walter Kasper para que precisara el tema del sínodo, cuando era notorio que militaba desde hacía años por el levantamiento de la prohibición de derecho divino de dar el Cuerpo de Cristo a los pecadores públicos. El informe provisorio, Relatio post disceptationem, publicado en octubre de 2014 durante el primer sínodo, no correspondía a los resultados de las discusiones. En el informe final, se incluyeron temas que no habían sido aprobados por el sínodo. Justo antes del segundo sínodo ordinario, el Papa publicó dos Motu proprio que se referían exactamente al tema del sínodo, facilitando el procedimiento canónico de las declaraciones de nulidad de matrimonios. Y una carta confidencial de 13 cardenales que expresaba los temores sobre el resultado del sínodo, era calificada públicamente como “conspiración”.
  1. La cuestión de la admisión a la sagrada comunión de los divorciados “vueltos a casar” ya fue tratada varias veces por la Iglesia, que respondió claramente, incluso en estos últimos años[1]. Por lo tanto, un nuevo debate sobre la enseñanza constante y la práctica de la Iglesia sólo podía perjudicarlas y obscurecerlas, en vez de arrojar nueva luz. Es lo que sucedió.
  1. De un documento pontificio se espera una exposición clara del Magisterio de la Iglesia y de la vida cristiana. Ahora bien, como otros lo han destacado con razón, Amoris lætitia es más “un tratado de psicología, de pedagogía, de teología moral y pastoral y de espiritualidad”. La Iglesia tiene la misión de proclamar las enseñanzas de Jesucristo a tiempo y a destiempo y de presentar las conclusiones que se imponen para el bien de las almas. Le compete recordar la Ley de Dios, y no minimizarla ni explicar cómo, en ciertos casos, sería inaplicable. Debe afirmar los principios cuya aplicación concreta deja a los pastores de almas, al confesor, como así también a la conciencia iluminada por la fe, regla próxima del obrar humano.
  1. En su búsqueda de una pastoral de la misericordia, el texto está marcado, en ciertos pasajes, por el subjetivismo y el relativismo moral. La regla objetiva es remplazada, a la manera protestante, por la conciencia personal. Este veneno tiene sus raíces, entre otras cosas, en el personalismo que, en la pastoral familiar, ya no coloca el don de la vida y el bien de la familia en primer plano, sino la realización personal y el desarrollo espiritual de los cónyuges. Respecto a este punto, hay que lamentar una vez más la inversión de los fines del matrimonio esbozada en la constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, inversión que se encuentra también en Amoris lætitia. La llamada “ley de gradualidad” echa por tierra la moral católica.
  1. Las consecuencias de Amoris lætitia ya se hacen sentir en la Iglesia: un párroco, en conformidad con su deber, se niega a dar el Cuerpo de Cristo a pecadores públicos, mientras que otro invita a todo el mundo a la santa comunión. El Presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas declaró que Amoris lætitiasería inmediatamente puesta en práctica en su país y que por lo tanto, en ciertos casos, personas divorciadas y “vueltas a casar” recibirán la comunión[2]. Una división profunda se perfila en el seno del episcopado y del Sacro colegio. Los fieles están desorientados y la Iglesia toda sufre por esta ruptura. Cuestionar la obligación de observar en todos los casos los mandamientos de la ley de Dios, en particular el de la fidelidad conyugal, es capitular ante la dictadura de los hechos y del espíritu de la época: ya en numerosos países –en Alemania, por ejemplo– se pisotea desde hace mucho la práctica que deriva de este mandamiento divino. En lugar de elevar lo que es al nivel de lo que debe ser, se rebaja lo que debe ser a lo que es, a la moral permisiva de los modernistas y progresistas. Quienes ya no conviven dentro del matrimonio, pero que en esta situación han permanecido fieles a la promesa que hicieron ante el altar, de manera muy virtuosa y a veces heroica, se sienten traicionados. Es para llorar.
  1. Rogamos humilde, pero decididamente, al Santo Padre que revise al menos el capítulo 8 de Amoris laetitia. Como en los textos del Concilio Vaticano II, lo que es ambiguo debe ser interpretado de manera clara, y lo que está en contradicción con la doctrina y la práctica constante de la Iglesia debe ser retirado, para gloria de Dios, por el bien de toda la Iglesia, por la salvación de las almas, especialmente de aquellas que están en peligro de dejarse engañar por la apariencia de una falsa misericordia.

Menzingen, 2 de mayo de 2016
en la fiesta de San Atanasio

[1] Cfr. Exhortación apostólica Familiaris consortio (n° 84); Catecismo de la Iglesia Católica (n° 1650); Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 14 de septiembre de 1994; Declaración del Consejo Pontificio para los textos legislativos del 24 de junio de 2000.
[2] Declaración del 9 de abril de 2016: “Esta es una disposición de misericordia, una apertura de corazón y espíritu que no necesita ninguna ley, ni aguarda directrices o indicaciones. Puede y debe ponerse en práctica inmediatamente”.