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viernes, 12 de noviembre de 2010

Verdadera y falsa autoridad.

Pensamos que podrá ser útil a nuestros amigos conocer al­gunos textos pontificios que se refieren a la autoridad.
Lejos de constituir una antología en la cuestión, estas citas, poco numerosas, aclaran, sin embargo, lo esencial que hemos querido decir.

La autoridad y su principio Divino.

“Una vez establecido el principio de que, cualquiera que sea la forma de gobierno, la autoridad emana siempre de Dios, la razón, al instante, reconoce a unos el legítimo derecho de mandar e impone a otros el derecho correlativo de obedecer. Esta obediencia, por otra parte, no puede perjudicar a la dig­nidad humana, puesto que, para hablar con más propiedad, es a Dios a quien se obedece antes que a los hombres; y Dios reserva sus juicios más rigurosos para aquellos que mandan. si no ocupan su lugar con rectitud y justicia...”

León XIII, Carta Praeclara gratulationis, 20 de junio de 1894.

“No puede haber autoridad en la tierra si se desconoce la autoridad de la Majestad divina”.

Pío XI, Divini Redemptoris, 19 de marzo de 1937.

“Platón fija en estos términos el pensamiento latente en el espíritu de toda la Antigüedad: “Dios es para nosotros, en pri­mer lugar, la justa medida de todas las cosas, mucho más que ningún hombre lo pueda ser”. E3te mismo pensamiento la Igle­sia lo enseña también, pero en toda la plenitud y profundidad de su verdad, cuando, al declarar que toda paternidad deriva de Dios (con San Pablo), afirma, en consecuencia, que, para regular las relaciones mutuas en el seno de la gran familia humana, TODO DERECHO TIENE SU RAÍZ EN DIOS. He aquí por qué la Iglesia, al rechazar el positivismo jurídico ex­tremista que atribuye al derecho santidad propia y como autó­noma, aureola a éste de una santidad más sublime y real, obli­gando en último análisis a la fidelidad hacia la ley a todo católico y también a cualquier hombre convencido de la exis­tencia y la soberanía de un Dios personal”.

Pío XII, Alocución al  I Congreso Internacional de Derecho Privado, 15 de julio de 1950.

Sumisión de la autoridad al derecho natural.

“¿Quién no ve, en esas condiciones, el daño que resultaría del hecho de que se reservase la última palabra en los asuntos de Estado a los puros teóricos de la organización? No, la últi­ma palabra pertenece a aquellos que ven en el Estado una entidad viva, una emanación normal de la naturaleza humana, a aquellos que administran en nombre del Estado, no al hom­bre inmediatamente, sino los asuntos del país... La última pa­labra pertenece a aquellos para quienes el Derecho Natural es algo más que una regla puramente negativa, algo más que una frontera cerrada a las invasiones de la legislación positiva, algo más que un simple afuste técnico a las circunstancias contin­gentes, ya que reverencian en él el alma de esa legislación po­sitiva, alma que le da su forma, su sentido, su vida...”

Pío XII, Alocución al Congreso de Ciencias Administrativas, 5 de agosto de  1950.

“¡La ley natural, he aquí el fundamento en que reposa la doctrina social de la Iglesia... A sus ojos, esos derechos esen­ciales (los “derechos primordiales del hombre”) son tan invio­lables que, contra ellos, ninguna razón del Estado, ningún pre­texto del bien común, debe prevalecer. Están protegidos por una barrera infranqueable del lado de acá, el bien común puede legislar a su guisa. Del otro lado, no, no puede tocar esos de­rechos, que son lo más precioso que hay en el bien común...”

Pío XII, Discurso al Congreso de Estudios. Hu­manistas, 25 de septiembre de 1949.

“Es según los mandamientos de este derecho natural como todo derecho positivo, de cualquier legislador que venga, puede ser apreciado en su contenido y, por tanto, en la autoridad que tiene de obligar en conciencia.
“Las leyes humanas que están en contradicción insoluble cotí el derecho natural, están señaladas por un vicio de ori­gen que ningún esfuerzo, ningún despliegue exterior de fuerza puede curar...”

Pío XII, Encíclica Mit Brennender Sorge, 14 de marzo de 1937.

La utilidad del pueblo.

“El derecho es la autoridad del pueblo”, Se puede dar, es verdad, un sentido correcto a esta proposición, si se añade que aquello que está moralmente prohibido no puede nunca servir para el verdadero bien del pueblo. Sin embargo, el paganismo antiguo reconocía ya que el axioma, para ser plenamente exac­to, debe ser, en realidad, vuelto del revés y expresado así: “Es imposible que una cosa sea útil si no es al mismo tiempo mo­ralmente buena. Y no es moralmente buena porque es útil, sino que es útil porque es moralmente buena” (Cicerón, De oficiis, III, 30).
“Sin el sello de esta regla moral este principio significaría, en la vida internacional, el estado de guerra perpetuo entre las diferentes naciones.
En la vida nacional desconoce, debido a la amalgama que hace de las consideraciones de derecho y utilidad, el hecho fundamental de que el hombre, como persona, tiene derechos que recibe de Dios y que deben ser defendidos de todos los intentos que la colectividad hiciere para negarlos, abolirlos o despreciarlos. Desdeñar esta verdad es olvidar que el verdadero bien común está determinado, en último análisis, por la na­turaleza del hombre, que equilibra armoniosamente derechos personales y obligaciones sociales, y por el fin de la sociedad, determinado también por esta naturaleza humana...”

Pío XI, Encíclica Mit Brennender Sorge, 14 de marzo de 1937.


Contra el totalitarismo y el autoritarismo.

“Para proteger la libertad y dignidad humanas y no para favorecer los intereses particulares de tal o cual grupo, la Igle­sia rechaza todo totalitarismo del Estado”.

Pío XII, Alocución a los obreros de la FIAT, 31 de octubre de 1948.

“Todos saben que la Iglesia católica no se mueve por mo­tivos terrenales, sino que admite cualquier forma de gobierno, supuesto que no esté en oposición con los derechos divinos y humanos. Pero, en caso de oposición, los obispos y los mismos fieles, conscientes de su propio deber, deben resistir a las leyes injustas”.

Pío XII, Alocución al Sacro Colegio, 14 de febrero de 1949.

“...Este “derecho legal”, en el sentido que se acaba de exponer, ha transtornado el orden establecido por el Creador; ha llamado al desorden, orden; a la tiranía, autoridad; a la esclavitud, libertad; al crímen, virtud patriótica…”

Pío XII, Discurso al Tribunal de la Rota, 13 de noviembre de 1949.


Selección de citas realizada por Jean Marie Vaissière, tomadas de su obra “Fundamentos de la política, Ediciones del Cruzamante, Buenos Aires, 1979.