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miércoles, 13 de abril de 2011

Respuesta al Card. Amato sobre lo que se beatifica con Juan Pablo II.


¿Es posible separar las virtudes personales de la obra de gobierno?


Michael Matt, editor de The Remnant

Su Eminencia Angelo Cardenal Amato, Prefecto

congregazione delle Cause dei Santi

I-00120 Città del Vaticano

Via Telefacsimile: 011-39-06-698-81935

Eminencia

Hemos leído con atención el informe periodístico de la intervención de su Eminencia en la Conferencia realizada en Roma ayer sobre el tema de los impedimentos relativos a la beatificación de Juan Pablo II. Catholic News Service cita a S.E. en el sentido que “El Papa Juan Pablo II no está siendo beatificado a causa de importancia en la historia o en la Iglesia Católica (subrayado nuestro), sino a causa del modo que él vivió las virtudes cristianas de la fe, la esperanza y la caridad…” (Cindy Wooten,  “Juan Pablo II está siendo beatificado por su santidad, no por su papado, afirman los voceros”, Catholic News Service, 1 de abril de 2011).
En el anexo DECLARACION SOBRE LAS RESERVAS EN LO CONCERNIENTE A LOS IMPEDIMENTOS PARA LA BEATIFICACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II, los signatarios de todo el orbe católico –incluyendo un número de académicos, científicos e intelectuales de Polonia misma –respetuosamente presentan la cuestión de si las virtudes de la fe, esperanza y caridad pueden ser separadas del modo en que él ha ejercitado tan encumbrado oficio como el de Supremo Pontífice. Dicho de otro modo, los signatarios preguntan si las virtudes heroicas del candidato papal a la beatificación pueden ser consideradas aisladamente de sus deberes de estado como papa.
Este enfoque compartimentado parece ser único en los anales de los bienaventurados y de los santos pontífices que la Iglesia ha reconocido. Porque, después de todo, las almas son un “organismo espiritual” en el cual las virtudes teológicas y las virtudes morales de prudencia, fortaleza, justicia y templanza, elevadas por la gracia, trabajan juntas en una ordenada unidad. Aquí el porqué la prudencia, la fortaleza y la justicia en el gobierno de la Iglesia y defensa de la Fe contra el error adquieren una espléndida evidencia en las vidas de los bienaventurados y santos pontífices romanos. Así pues, Su Eminencia, y con todo candor debemos preguntar: ¿Cómo es posible distinguir  la “fe” persona, la esperanza y la caridad del Papa sin distinguir “su impacto… en la Iglesia Católica”, cuyo bien común ha sido confiado, al papa por sobre todos los demás, por Cristo mismo?
Notamos con preocupación el informe en el arriba citado artículo del ex vocero de Juan Pablo II, Joaquín Navarro-Valls, recordado en lo sustancial en la conferencia de prensa de ayer, afirmando que “aquellos que cuestionan la beatificación del Papa Juan Pablo solo seis años después de su muerte y aquellos que dicen que la explosión de escándalos de abusos sexuales durante su pontificado, arroja una sombra negra sobre su reinado… deben recordar que la beatificación no es un juicio sobre un pontificado (subrayado nuestro), sino de la santidad personal del candidato.” ¿Debemos inferir de esta afirmación que el pontificado mismo del candidato a la beatificación ha de ser ahora considerado irrelevante, a la hora de discernir sus virtudes heroicas? ¿Cómo es esto posible? ¿Qué significa esta asombrosa separación entre el papa y su propio pontificado para los futuros procesos de beatificación, e inclusive de canonización?
Hemos leído también atentamente una entrevista de Su Eminencia en el sitio web del Vaticano en la cual el entrevistador preguntó si “hay voces disidentes” en lo concerniente a las virtudes heroicas del fallecido Papa. Sin contestar con una respuesta directa a esa pregunta, Su Eminencia afirmó: “La postulación ha hecho un buen trabajo apartando todas las sombras.” (Conf. L’Osservatore Romano, 16 de enero de 2011, Edición Italiana). Sobre este punto respetuosamente le preguntamos si las “sombras” que fueron apartadas incluían algunas de las objeciones formuladas en la DECLARACIÓN adjunta, referida a actos papales así como omisiones sin precedentes en toda la historia de la Iglesia, y de los que no es posible encontrar similares en el admirable legado de los bienaventurados y santos Papas de la Iglesia hasta ahora reconocidos como tales.
Para concluir, Su Eminencia también es citado observando durante la conferencia de ayer que “la presión del público y de los medios no ha perturbado el proceso, sino que lo ayudó…” (subrayado nuestro). Confesamos que no podemos entender como la presión de los medios y del público puede haber ayudado al proceso de beatificación de Juan Pablo II, al menos de un modo saludable,  al tiempo que cuando el mundo occidental entero está sucumbiendo a una “apostasía silenciosa”, que el mismo difunto Papa lamentó, cerca del final de su pontificado, y vastos números de católicos nominales que aman y admiran a Juan Pablo II como a una personalidad, no obstante rechazan cualquier enseñanza del Magisterio que consideran inaceptable. Bajo estas circunstancias históricas, que llegan al rango de crisis de la civilización en el límite con lo apocalíptico, como ha sugerido el Papa Benedicto repetidamente, nos parece que consultar la vox populi es, en el mejor de los casos, problemático. 
Agradeceríamos de Su Eminencia la consideración de las preocupaciones presentadas en esta carta y la DECLARACIÓN adjunta, y tenemos la esperanza de recibir el favor de una respuesta.

Respetuosamente suyo en Cristo

Michael Matt, The Remnant.

Fuente: The Remnant