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martes, 10 de mayo de 2011

El “anillo” tolkienano y la Cruz de Cristo.


El hombre que se deja a la razón sola, huérfana de todo pensamiento trascendente que lo ligue con algo superior, emancipada de su Creador, termina produciendo monstruos. “Los sueños de la razón producen monstruos” decía el oscuro pintor español Francisco de Goya, y aunque él también terminó en la locura, tenía razón. Chesterton, lo veía claramente y describía a tal personaje como un “maniático” o “lunático” encerrado en sus infinitos pero muy lógicos razonamientos. Así lo describía:

“Su posición es muy razonable; y aún más, en cierto sentido es infinitamente razonable, así como una moneda de diez centavos es infinitamente redonda. Pero hay algo así como una infinidad mezquina, una humillada y esclavizada eternidad.
Es entretenido advertir que muchos místicos o escépticos modernos, han tomado como insignia un símbolo oriental, que es muy el símbolo de esta nulidad extrema. Representan la eternidad por una serpiente con la cola en la boca. Hay un admirable sarcasmo en esta imagen de una comida poco satisfactoria. La eternidad del materialismo fatalista, la eternidad de los teósofos arrogantes y de los científicos encumbrados de hoy, está bien representada por la serpiente que se come la cola; un animal degradado que destruye hasta su propio ser”. (Ortodoxia. Bs. As., Excelsa, 1943, págs. 41-42.)

Y, podemos agregar que el “anillo tolkienano” y la esfera, son el mismo símbolo de la locura, del hombre sin Dios, del hombre que se encierra en sí mismo, en sus razonamientos, en el puro subjetivismo, escapando de la verdad que se encuentra fuera de sí mismo, escapando de una realidad trascendente, de Dios mismo. Cuando, el símbolo de la Salvación y de la sana razón, es la Cruz de Cristo.
El  antiguo Blog de “Cruz y Fierro”, que ya no se encuentra en la web, ha hecho una interesante comparación de estos símbolos tomando algunos textos interesantes.


El “anillo” tolkienano y la Cruz de Cristo.

El símbolo cristiano más fundamental es la Cruz. Ésta es también el perfecto opuesto al Anillo. La Cruz da la vida; el Anillo la toma. La Cruz te ofrece la muerte, no el poder; el Anillo te ofrece el poder incluso sobre la muerte. El Anillo contrae todo hacia su vacío interior; la Cruz se expande en las cuatro direcciones, se ofrece a sí mismo al vacío, llenándolo con su sangre, su vida. El Anillo es el colmillo de Drácula. La Cruz es la espada de Dios, erguida en alto por la mano del Cielo y clavada en el mundo no para sorber nuestra sangre sino para darnos la Suya. La Cruz es la hipodérmica de Cristo; el Anillo es la mordida de Drácula. La Cruz salva otras voluntades; el Anillo domina otras voluntades. La Cruz libera; el Anillo esclaviza.

Peter Kreeft (el original en inglés en el excelente blog Vexilla Regis)

Me recordó un par de textos de Chesterton:

Así como hemos concebido al círculo como el símbolo de la razón y la locura, podemos también concebir a la cruz como el símbolo al mismo tiempo del misterio y la salud. El budismo es centrípeto, pero el cristianismo es centrífugo: se expande. Dado que el círculo es perfecto e infinito en su naturaleza; pero está fijo para siempre en su tamaño; no puede nunca ser mayor ni menor. Pero la cruz, aunque tenga en su corazón una colisión y una contradicción, puede extenderse por sus cuatro brazos para siempre sin alterar su forma. Porque tiene una paradoja en su centro, puede crecer sin cambiar. El círculo retorna hacia sí mismo y está atrapado. La cruz abre sus brazos a los cuatro vientos; es una señal en el camino para viajeros libres.

Ortodoxia.

Durante los últimos diez minutos habían estado cayendo entre las grandes quebradas y cavernas de nubes. Ahora, a través de una especie de niebla púrpura, podía verse comparativamente cerca lo que parecía ser la parte superior de un orbe o esfera grande y oscura, aislada en medio de un mar de nubes. Los ojos del profesor relampaguearon como los de un maníaco.
“Es un nuevo mundo”, gritó con una risa terrorífica. “Es un nuevo planeta y debería portar ni nombre. Esta estrella y no esa otra vulgar debería ser ‘Lucifer, sol de la mañana’. Aquí no tendremos locuras certificadas, aquí no tendremos dioses. Aquí el hombre será tan inocente como las margaritas, tan inocente y tan cruel -he aquí el intelecto—
“Parece”, dijo Miguel tímidamente, “haber algo pegado en el medio de eso”.
“Así que hay”, dijo el profesor inclinándose sobre el costado de la nave, sus anteojos brillando de excitación intelectual. “¿Qué puede ser eso? Puede ser que meramente sea…”
Entonces de repente dejó escapar un chillido indescriptible, y sus brazos flotaron como los de un espíritu perdido. El monje tomó el timón sin ganas, no parecía demasiado sorprendido dado que provenía de una parte ignorante del mundo en la cual es común que los espíritus perdidos chillen cuando ven esa forma curiosa que el profesor había recién visto en el tope de la esfera misteriosa, pero agarró el timón justo a tiempo, y moviéndolo rápido hacia la izquierda previno que la nave voladora chocara contra la Catedral de San Pablo.

[…]
“…Puedo decirte ahora, Miguel, que puedo probar la mayor parte de mi defensa del racionalismo y del engaño cristiano con cualquier signo que me quieras dar, en cualquier oportunidad con la que me lo cruce. He aquí una oportunidad mayúscula. ¿Qué podría expresar mejor tu filosofía y mi filosofía que la forma de esa cruz y la forma de esta esfera? Este globo es razonable; esa cruz es irracional. Es un animal de cuatro patas, con una pata más larga que las otras. El globo es inevitable. La cruz es arbitraria. Sobre todo, el globo está en unidad con sigo misma; la cruz principalmente y sobre todas las cosas está en enemistad con sigo misma. La cruz es el conflicto de dos líneas hostiles, de direcciones irreconciliables. Esa cosa silenciosa allí arriba es esencialmente una colisión, un choque, una lucha en piedra. ¡Puaj! Ese símbolo sacro tuyo en realidad ha dado su nombre a la descripción de la desesperación y la confusión. Cuando hablamos de hombres a la vez ignorantes uno del otro y frustrados uno por el otro, decimos que están cruzados. ¡Librémonos de esa cosa! Su misma forma es una contradicción en los términos.”
“Lo que dices es perfectamente cierto”, dijo Miguel con serenidad. “Pero nos gustan las contradicciones en los términos. El hombre es una contradicción en los términos; es una bestia cuya superioridad respecto a otras bestias consiste en haber caído. Esa cruz es, como has dicho, una colisión eterna; lo mismo yo. Esa es una lucha en piedra. Toda forma de vida es una lucha encarnada. La forma de la cruz es irracional, del mismo modo que la forma del animal humano es irracional. Dices que la cruz es un cuadrúpedo con una extremidad más larga que el resto. Yo digo que el hombre es un cuadrúpedo que sólo usa dos de sus piernas.”
El profesor frunció el seño pensando por un instante, y dijo: “Por supuesto que todo es relativo, y no negaría que el elemento de lucha y autodestrucción, representado por la cruz, tiene un lugar necesario en una cierta etapa evolutiva. Pero con seguridad la cruz es el desarrollo menor y la esfera el mayor. Después de todo, es fácil ver qué es lo que está verdaderamente mal con la disposición arquitectónica de Wren.”
“¿Y cuál es, por favor?” Inquirió Miguel gentilmente.
“La cruz está en cima de la esfera”, dijo el Profesor Lucifer simplemente. “Eso está con seguridad mal. La esfera debe estar sobre la cruz. La cruz es un mero soporte bárbaro; la esfera es la perfección. La cruz es como mucho el árbol amargo de la historia del hombre; la esfera es la fruta redonda, madura y final. Y la fruta debe estar en lo alto del árbol, no abajo de él.”
“¡Oh!” dijo el monje arrugando la frente, “¿entonces piensas que en un esquema racionalista del simbolismo la esfera debería estar sobre la cruz?”
“Resume toda mi alegoría”, dijo el profesor.
“Bueno, eso es verdaderamente muy interesante”, retomó lentamente Miguel su discurso, “porque pienso que en ese caso verías un efecto singularísimo, un efecto que ha sido logrado generalmente por todos aquellos sistemas capaces y poderosos producidos por el racionalismo, o la religión de la esfera, para guiar o enseñar a la humanidad. Verás, pienso, eso que sucede que es siempre la corporización y resultado lógico final de tu esquema lógico.”
“¿De qué estás hablando?” preguntó Lucifer. “¿Qué sucedería?”
“Digo que se caería”, dijo el monje mirando al vacío con melancolía.

[…]

“Ustedes [los racionalistas] comienzan rompiendo la Cruz; pero terminan destruyendo el mundo habitable…”

La esfera y la cruz.

Cruz y Fierro Blog, jueves 24 de enero de 2008.