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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Santos Inocentes, mártires de nuestro tiempo.



Hoy, a fines del año 2011, tenemos “modernos Herodes” que al ver amenazadas sus riquezas y su poder, buscan imponer el asesinato de niños inocentes mediante el crimen del “aborto” como solución a sus egoístas pretensiones. ¿Quién dijo que esta época es más civilizada? Publico un breve artículo que leí en la “blogósfera” y que me ha parecido muy acertado.

Santos Inocentes, mártires de nuestro tiempo.

Después de 2011 años parece que aquella orden sin sentido, temible y desesperada fue como un sueño, como algo que más que realidad fue parte de una leyenda. Desde entonces sin embargo, quien dio la orden, se postró a sus miedos, a perder su acomodada posición, el temor de perder poder y riquezas, enloqueció a ese ser humano y lo esclavizó sometiéndolo al poder de la vanidad, la avaricia y la desesperanza.
Mas hoy en día se sigue oyendo aquella voz: “¡Matad a todos los recién nacidos de dos años para abajo!” (Mt 2, 16), pero ahora no ya de dos años, sino cuando aún están en el seno de su madre, el lugar que se suponía el más seguro del mundo. Se les impide defenderse, llorar y más aún… lamentarse: “Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento; es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existe” (Mt 2, 18).
Nada ha cambiado, mejor, diríamos que ha empeorado y siguiendo el curso de la historia hoy se mata más que ayer. Hay tanta contradicción y mentira en la vida del hombre que es capaz de proclamar que hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana sin tomar conciencia que hoy mata más que ayer, pero menos que mañana.

Y no hay otra razón que la lejanía de DIOS, lo que hace al hombre separarse más de su propia verdad y realidad. Creado para ser amado y amar decide amarse y no dejarse amar. Y cuando el hombre se ama a sí mismo se enfrenta al que tiene a su lado, porque se siente amenzado por el amor del otro. Amarse a sí mismo comporta no dejarse amar por el otro porque ese amor le quema y le obliga a olvidarse de sí y corresponder al otro.
Y detrás de este trasfondo, falso, teñido de oscuridad, construido sobre arena movediza se alzan las voces de quienes hoy defienden la verdad y buscan al Profeta que la proclama para, aparentemente acogerlo y darle gloria de muerte aniquilando todo lo que se interpone entre su gloria y ambición. Son los nuevos Herodes del siglo XXI que defienden los derechos humanos, la libertad, la justicia y la paz, pero aniquilan la vida de aquellos que les amenazan y les complican su reinado.
Son los nuevos profetas de la mentira y del engaño que utilizan sus talentos y bienes recibidos para disfrazar la verdad de mentira y teñir la vida de muerte poniendo todas sus estrategias y habilidades en favor del poder que esclaviza y somete. Son los que presiden y dirigen las naciones alardeando de servicio, de verdad, de justicia y paz y quitan la vida y defienden la muerte. Son los nuevos Reyes que buscan información para cortar toda raíz todo brote que amenace desplazarlos de su buena poltrona y reinado. Son los que hablan de paz imponiendo la muerte.
Y también nosotros si no luchamos, si no nos oponemos en la medida de nuestras posibilidades, si no levantamos nuestra voz, pequeña y humilde, pero voz al fin y al cabo, estaremos colaborando y participando en esas inmensas e inacabables matanzas. Es la hora de no permanecer callado, pasivo, disconforme, disidente, separado, dividido, sino todo lo contrario, unidos en un mismo sentir y querer: la vida es un regalo que no se puede tocar. Es la hora del regreso de Egipto para defender y afirmar que la esclavitud ha terminado y que el hombre es libre y su libertad no le permite matar ni defender la mentira.

El hombre sólo está hecho para la verdad.