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lunes, 26 de noviembre de 2012

Dictadura inminente.




Un retrato notable de nuestro mundo contemporáneo apareció hace unos meses en el sitio de internet 321gold. El título es intimidatorio: “Decadencia, Descomposición, Denegación y Desesperación”, pero el contenido es ciertamente bien realista. Comenzando con una escena de la calle que puede encontrarse sin duda en todo el este de Estados Unidos, el autor concluye que dentro de unos 15 años una dictadura Orwelliana (cf. Rebelión en la Granja) descenderá sobre su país como resultado de efectos indeseados a partir de causas deseadas. Pero los Estados Unidos, ¿no son típicos de todo el mundo? ¿El mundo entero no está comprando la forma de vida norteamericana? “¡Que el comprador tenga cuidado!”
Este otoño en Wildwood, New Jersey, el autor observó calles llenas de una hueste de hombres y mujeres menores de 50 años, con extraordinario sobrepeso, paseándose por la ciudad en sillas motorizadas subsidiadas por el gobierno, visitando un sitio de comida rápida tras otro para hartarse con golosinas cargadas de azúcar que darían a sus vehiculitos último modelo más trabajo que nunca. ¿Y cuál es la graciosa descripción que él da a este fenómeno? – “El desafío del peso vencido por sillas motorizadas de movilidad superior”. Tal es hoy día el lenguaje de lo “políticamente correcto”, que busca disfrazar la realidad fea con palabras bellas, para fingir que todos los hombres son gentiles, bellos, iguales, jóvenes – ¡fuera los neo-Nazis!
El autor busca causas para este efecto tragicómico: ¿como pudo el pueblo americano que alguna vez ahorraba el 12% de sus ingresos, haber sido persuadido al extremo de hacer explotar las estadísticas de obesidad, la curva saliéndose por fuera del gráfico, con una deuda abrumadora, una forma de vida saturada de comodidades, incapaces de ahorrar nada para ellos mismos, y agobiando a sus hijos y nietos con una insoportable carga de deuda e intereses? Ciertamente hay carencia de temperancia de parte de ellos, dice el autor, pero debe haber algo más siniestro, alguna mente entre bambalinas detrás de tan insensata realidad. El dice que la masa de ciudadanos está siendo manipulada por un gobierno invisible que ha dominado las técnicas modernas de manipulación de masas.
Cita a un pionero de estos amos de los años 1920, Edward Bernays: “La manipulación consciente e inteligente de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática...Vastos números de seres humanos deben cooperar de esta manera si es que van a vivir juntos como una sociedad que funcione sin enfrentamiento...Sea en política, negocios, conducta social o pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas...que comprenden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas”. Ellos son “el verdadero poder gobernante del país” y ellos “manejan los hilos que controlan la mente pública”. ¿Con que propósito? Para su propia riqueza y poder.
Son ellos los que han organizado la crisis económica y financiera para su propio beneficio. Ellos han “demolido la economía mundial...han cargado su deuda sin respaldo sobre los hombros de los contribuyentes y de las generaciones venideras, tirando bajo las ruedas del tren a los ancianos y a los ahorristas, robándoles US$400 billones por año en intereses para enriquecerse a sí mismos con ganancias a nivel de burbuja y con bonificaciones fraudulentas”. Y cuando el tapón tenga que ponerse finalmente sobre esta forma de vida insostenible, cuando se derrumbe el castillo de naipes, entonces nuestros amos invisibles ya tienen preparado para nosotros un 1984 Orwelliano, una “dictadura de lágrimas” con policía militarizada equipada con millones de balas, cámaras de vigilancia y aviones teledirigidos por todos lados, encarcelamientos sin cargos, y así sucesivamente. Con todo, dice el autor, es la propia culpa de los ciudadanos que han preferido la ignorancia voluntaria a la verdad, la enfermedad a la salud, las mentiras de los medios al pensamiento crítico, la seguridad a la libertad.
Una sola cosa falta en este admirable análisis: ¿Acaso nuestra elite gobernante podría haber tenido tanta rienda suelta, y/o nuestras masas haberse vuelto tan tontas, si cualquiera de las dos hubiera retenido el mínimo sentido de un Dios que nos juzga a todos a la hora de la muerte, según Sus Diez Mandamientos? Por supuesto que no. Católicos, ¡despierten!

Kyrie Eleison

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison” nº 280, 24 de Noviembre de 2012.