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miércoles, 19 de junio de 2013

Tres meses francisquistas.


[Ex Orbe -15-06-2013]

Tempus fugit. El tiempo vuela y parece que fue ayer cuando salió al balcón, pero Francisco ya lleva tres meses de Papa, o de Obispo de Roma, tanto monta (aunque dudemos de si para él monta tanto). Tres meses ya.

Cuando empezaron, pensé que lo de las Misas en Stª Marta sería un ínterim, hasta la ocupación definitiva de las estancias en el Palacio Apostólico. A los tres meses, el Palacio sigue vacante y hasta Castelgandolfo se quedará sin Papa en verano, porque Francisco no quiere. El papa Francisco no ha querido tantas cosas que parece dar la impresión de no estar (o no querer estar) a la altura de las cosas. En estos tres meses se ha parecido a uno de esos personajes de peli made in Hollywood estilo 'Rey a la fuerza' o 'Un americano en Versalles' o 'Un pibe en la Santa Sede', si me explico.

Lo más sobresaliente del Papa Francisco es lo que no debería haber sobresalido. Un dato a tener en cuenta es que su presencia no impone respeto, sino que - diríase - empatiza con la gente. Gente común, gente corriente que no sabe sino lo que los medios publican. Y los medios, hasta ahora, han sido excepcionalmente favorables al papa Francisco, no le han tratado como a su predecesor, que sufrió una hostilidad manifiesta y constante desde su elección. El porqué de este trato distinto, no sé precisarlo, pero debe ser algo más que mera caída en gracia, o simple malgusto.

He dicho 'malgusto' -salva reverentia- por comparación con Benedictus, ya que el bajón de calidad -salva reverentia, ítem- ha sido de los que marcan época. Ciertamente una nueva época que muchos temíamos pero no adivinábamos tan cercana. Ahora, tres meses después, nos vamos atreviendo a decir en blogs lo que sigilosamente (por reverentia) nos preguntábamos cuando Benedicto anunció el traumático Cónclave -'¿Qué va a salir de ese Cónclave?', porque el material conclavicio era el que era, siendo quienes eran los purpurados conclavistas, clamorosamente decepcionantes (cuando no temibles).

Del tráuma de la muceta (aun hay cretinos que no captan el signo de la des-mucetación), hemos ido asumiendo (tragándonos) otra reducciones, otros minimalismos, signos todos ellos de la reluctancia del Papa a ser identificado con un Papa, reconozcámoslo. ¿Y qué es un Papa?, preguntará algún impertinente, uno de esos simples que quedan satisfechos con las definición del yo sin sus circunstancias, como si las aceitunas se comieran sin aliño, directamente del olivo, como le pasó a un alto prelado que iba andando por un olivar y cogió una aceituna de un olivo y se la comió (y nunca más comió del árbol de la ciencia de las aceitunas). Si Uds. me entienden (que tampoco hace falta).

También nos avisan de que el Papa-twitter (Misas cortas, breves y repentizadas homilías, twitteres muy bien twitterizados) no va a escribir ninguna encíclica nueva porque va a aprovechar la que estaba escribiendo y tenía casi escrita su predecesor, B-16; conque le va a añadir unos cuantos twitteres y la va a firmar y publicar, así se ahorra papel, que hay que reciclar y tal (un twitter muy bueno el del reciclaje, con exitazo asegurado si lo publica). Aunque por mí, si no publican la encíclica-palimpsesto, pues mejor y así nos ahorramos gastarnos la vista, que uno está muy mayor para tanta encíclica como lleva uno encima con poco más de medio siglo de vida.

Lo de los Palacios Apostólicos sí es una pena. Y un gasto doble, porque eso se paga a la vez que se costea también Santa Marta. Además del lio que se ha armado, porque tienen cercado con carabinieri y gendarmería extra todos los alrededores y las calles adyacentes al muro fronterizo de Citta Vaticana, porque el hostal de Santa Marta está pegando al muro, muy expuesto, y para garantizar la seguridad del Papa Francisco han tenido que montarse dispositivos extraordinarios entre Porta Cavalleggeri, Via Gregorio VII, Via Pio XI y Via Aurelia. Me cuentan que los que tienen que soportar el enredo del tráfico romano, de suyo enredado, están la mar de contentos. Total, nada. Todo sea por la vida sencilla del huésped del Vaticano.

Pio XII, con toda su pompa pacelliana, vivía más parcamente que Francisco. Si no se lo creen, que hagan cuentas.

Los que un día nos atrevimos, libres de prejuicios, a comparar a Wojtyla con Montini...y reconocimos cuánto se perdió con Montini, los que, a pesar de algunos pesares, soñamos los años de Ratzinger, ahora, bajo los tres meses de Bergoglio, estamos quasi sicut in salmo “...super flumina Babylonis illic sedimus et flevimus cum recordaremur Sion...”.

Y si nos olvidamos de Sión, que nos quedemos baldados.

No hace falta - ¿verdad? - que les precise qué es la Sión que recordamos, por quien suspiramos.


Ay!