Noticia vista en Secretum Meum Mihi,
15-Dic-2013.
Nueva entrevista
de Francisco con periódico secular. “No soy marxista”, el asunto de la comunión
para los divorciados vueltos a casar, mujeres cardenales, la sinodalidad y
otros.
El periódico
La Stampa,
Dic-15-2013, presenta una
entrevista de
Andrea Tornielli con Francisco.
La Stampa además presenta un
video en
el que el Prof. Tornielli explica cómo nació la idea de la entrevista con
Francisco, la cual se realizó el pasado Dic-10-2013.
Esta es la traducción al español
de la entrevista con Francisco que presenta ese mismo periódico en su
sitio
Vatican
Insider.
14/12/2013
“Jamás
tener miedo a la ternura”
La entrevista con papa Francisco sobre la Navidad, el hambre en el mundo, el
sufrimiento de los niños, la reforma de la Curia, mujeres cardenales, IOR y el
próximo viaje a Tierra Santa
ANDREA TORNIELLI
VATICAN
INSIDER
«La Navidad para mí es esperanza y ternura...». Francisco cuenta a “La Stampa”
y a “Vatican Insider” su primera Navidad como Obispo de Roma. Casa Santa Marta,
martes, 10 de diciembre, 12.50 hrs. El Papa nos recibe en un salón junto al
refectorio. El encuentro duró una hora y media. En dos ocasiones, durante la
conversación (al hablar sobre el sufrimiento inocente de los niños y sobre el
hambre en el mundo), desapareció del rostro de Francisco la serenidad que todo
el mundo conoce.
En la entrevista el Papa también habló sobre las relaciones con las demás
confesiones cristianas y el «ecumenismo de la sangre» que une en la
persecución, aludió a la situación del matrimonio y la familia (de la que se
ocupará el próximo Sínodo), respondió a quienes lo han criticado en los Estados
Unidos (definiéndolo “marxista”) y también habló sobre la relación entre la
Iglesia y la política.
¿Qué significa para usted la Navidad?
Es el encuentro con Jesús. Dios siempre ha buscado a su pueblo, lo ha guiado,
lo ha custodiado, ha prometido que le estará siempre cerca. En el Libro del
Deuteronomio leemos que Dios camina con nosotros, nos guía de la mano como un
papá con su hijo. Esto es hermoso. La Navidad es el encuentro de Dios con su
pueblo. Y también es una consolación, un misterio de consolación. Muchas veces,
después de la misa de Nochebuena, pasé algunas horas solo, en la capilla, antes
de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda consolación y
paz. Recuerdo una vez aquí en Roma, creo que era la Navidad de 1974, en una
noche de oración después de la misa en la residencia del Centro Astalli. Para
mí la Navidad siempre ha sido esto: contemplar la visita de Dios a su
pueblo.
¿Cuál es el mensaje de la Navidad para las personas de hoy?
Nos habla de la ternura y de la esperanza. Dios, al encontrarse con nosotros,
nos dice dos cosas. La primera: tengan esperanza. Dios siempre abre las
puertas, no las cierra nunca. Es el papá que nos abre las puertas. Segunda: no
tengan miedo de la ternura. Cuando los cristianos se olvidan de la esperanza y
de la ternura se vuelven una Iglesia fría, que no sabe dónde ir y se enreda en
las ideologías, en las actitudes mundanas. Mientras la sencillez de Dios te
dice: sigue adelante, yo soy un Padre que te acaricia. Tengo miedo cuando los
cristianos pierden la esperanza y la capacidad de abrazar y acariciar. Tal vez
por esto, viendo hacia el futuro, hablo a menudo sobre los niños y los
ancianos, es decir los más indefensos. En mi vida como sacerdote, yendo a la
parroquia, siempre traté de transmitir esta ternura, sobre todo a los niños y a
los ancianos. Me hace bien, y pienso en la ternura que Dios tiene por
nosotros.
¿Cómo es posible creer que Dios, considerado por las religiones como
infinito y omnipotente, se haga tan pequeño?
Los Padres griegos la llamaban “synkatabasis”, condescendencia divina. Dios que
desciende y está con nosotros. Es uno de los misterios de Dios. En Belén, en el
2000, Juan Pablo II dijo que Dios se convirtió en un niño que dependía
totalmente de los cuidados de un papá y de una mamá. Por esto la Navidad nos da
tanta alegría. Ya no nos sentimos solos, Dios descendió para estar con
nosotros. Jesús se hizo uno de nosotros y sufrió por nosotros el final más terrible
en la cruz, el de un criminal.
A menudo se presenta la Navidad como una fábula de ensueño. Pero Dios nace
en un mundo en el que también hay mucho sufrimiento y miseria...
Lo que leemos en los Evangelios es un anuncio de alegría. Los evangelistas describen
una alegría. No hacen consideraciones sobre el mundo injusto, sobre cómo pudo
nacer Dios en un mundo así. Todo esto es fruto de nuestra contemplación: los
pobres, el niño que nace en la precariedad. La Navidad no fue una denuncia de
la injusticia social, de la pobreza, sino un anuncio de alegría. Todo lo demás
son conclusiones que sacamos nosotros. Algunas correctas, otras menos y otras
más ideologizadas. La Navidad es alegría, alegría religiosa, alegría de Dios,
interior, de luz, de paz. Cuando no se tiene la capacidad o se está en una
situación humana que no te permite comprender esta alegría, se vive la fiesta
con alegría mundana. Pero entre la alegría profunda y la alegría mundana hay
mucha diferencia.
Es su primera Navidad como Obispo de Roma, en un mundo lleno de conflictos y
guerras...
Dios nunca da un don a quien no es capaz de recibirlo. Si nos ofrece el don de
la Navidad es porque todos tenemos la capacidad para comprenderlo y recibirlo.
Todos, desde el más santo hasta el más pecador, desde el más limpio hasta el
más corrupto. Incluso el corrupto tiene esta capacidad: pobrecito, la tiene un
poco oxidada, pero la tiene. La Navidad en este tiempo de conflictos es un
llamado de Dios, que nos da este don. ¿Queremos recibirlo o preferimos otros regalos?
Esta Navidad en un mundo afectado por las guerras me hace pensar en la
paciencia de Dios. La principal virtud de Dios, indicada en la Biblia, es que
Él es amor. Él nos espera, no se cansa nunca de esperarnos. Él da el don y
después nos espera. Esto sucede en la vida de cada uno de nosotros. Hay algunos
que lo ignoran. Pero Dios es paciente y la paz, la serenidad de la noche de
Navidad, es un reflejo de la paciencia de Dios hacia nosotros.
En enero se cumplen cincuenta años del histórico viaje de Pablo VI a la
Tierra Santa. ¿Usted va a ir?
La Navidad siempre nos hace pensar en Belén, y Belén está en un punto preciso,
en la Tierra Santa donde vivió Jesús. En la noche de Navidad pienso, sobre
todo, en los cristianos que viven allí, en los que están en dificultades, en
todos los que han tenido que abandonar esa tierra por diferentes problemas.
Pero Belén sigue siendo Belén. Dios vino a un punto determinado, a una tierra
determinada, apareció allí la ternura de Dios, la gracia de Dios. No podemos
pensar en la Navidad sin pensar en la Tierra Santa. Hace cincuenta años, Pablo
VI tuvo la valentía para salir e ir allá, y así empezó la época de los viajes
papales. Yo también deseo ir, para encontrarme con mi hermano Bartolomeo,
Patriarca de Constantinopla, y conmemorar con él este quincuagésimo aniversario
renovando el abrazo de 1964 entre Papa Montini y Atenágoras en Jerusalén. Nos
estamos preparando.
Usted ha estado en muchas ocasiones con niños gravemente enfermos. ¿Qué
puede decir ante este sufrimiento inocente?
Para mí, Dostoyevski ha sido un maestro de vida, y su pregunta, explícita e
implícita, siempre ha rondado mi corazón: ¿por qué sufren los niños? No hay
explicación. Me viene esta imagen: en cierto momento de su vida, el niño se
“despierta”; no entiende muchas cosas, se siente amenazado, empieza a hacer
preguntas a su papá o a su mamá. Es la edad del “por qué”. Pero cuando el hijo
pregunta, luego no escucha todo lo que le tienes que decir y te acorrala con
nuevos “por qué”. Lo que busca, más que una explicación, es la mirada del papá
que le da seguridad. Frente a un niño que sufre, la única oración que me viene
es la oración del “por qué”. ¿Señor, por qué? Él no me explica nada, pero
siento que está viéndome. Entonces puedo decir: “Tú sabes por qué, yo no lo sé
y Tú no me lo dices, pero me ves y yo confío en Ti, Señor, confío en tu
mirada”.
Al hablar sobre el sufrimiento de los niños, no se puede olvidar la tragedia
de quienes sufren hambre.
Con la comida que dejamos y tiramos podríamos dar de comer a muchísima gente.
Si lográramos no desperdiciar, reciclar la comida, el hambre en el mundo
disminuiría mucho. Me impresionó leer una estadística que habla de 10 mil niños
que mueren de hambre cada día en el mundo. Hay muchos niños que lloran porque tienen
hambre. El otro día, en la audiencia del miércoles, atrás de una valla había
una joven mamá con su niño de pocos meses. Cuando pasé, el niño lloraba mucho.
La mamá lo acariciaba. Le dije: “Señora, creo que el pequeño tiene hambre”.
Ella respondió: “Sí, ya es hora…”. Y le dije: “¡Pero dele de comer, por
favor!”. Ella tenía pudor, no quería amamantarlo en público, mientras pasaba el
Papa. Entonces quisiera decir lo mismo a la humanidad: ¡den de comer! Esa mujer
tenía la leche para su niño, en el mundo tenemos suficiente comida para que
coman todos. Si trabajáramos con las organizaciones humanitarias y lográramos
ponernos todos de acuerdo para no desperdiciar comida, mandándola a los que la
necesitan, contribuiríamos mucho para resolver la tragedia del hambre en el
mundo. Quisiera repetir a la humanidad lo que dije a aquella mamá: ¡den de
comer a los que tienen hambre! Que la esperanza y la ternura de la Navidad del
Señor nos sacudan de la indiferencia.
Algunos pasajes de la “Evangelii gaudium” le granjearon las acusaciones de
los ultra-conservadores estadounidenses. ¿Qué siente un Papa cuando escucha que
lo definen “marxista”?
La ideología marxista está equivocada. Pero en mi vida he conocido a muchos
marxistas buenos como personas, y por esto no me siento ofendido.
Las palabras que más han sorprendido son las palabras sobre la economía que
«mata»...
En la Exhortación no hay nada que no se encuentre en la Doctrina social de la
Iglesia. No hablé desde un punto de vista técnico, traté de presentar una fotografía
de lo que sucede. La única cita específica fue sobre las teorías del “derrame”,
que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de
mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el
mundo. Se prometía que, cuando el vaso hubiera estado lleno, se habría
desbordado y los pobres se habrían beneficiado. En cambio sucede que, cuando
está lleno, el vaso, por arte de magia, crece y así nunca sale nada para los
pobres. Esta fue la única referencia a una teoría específica. Repito, no hablé
como técnico, sino según la Doctrina social de la Iglesia. Y esto no significa
ser marxista.
Usted anunció una «conversión del papado». ¿Los encuentros con los
patriarcas ortodoxos han sugerido alguna vía concreta?
Juan Pablo II habló de manera muy explícita sobre una forma de ejercicio del
primado que se abra a una situación nueva. Pero no sólo desde el punto de vista
de las relaciones ecuménicas, sino también en las relaciones con la Curia y con
las Iglesias locales. En estos primeros nueve meses he recibido las visitas de
muchos hermanos ortodoxos, Bartolomeo, Hilarion, el teólogo Zizioulas, el copto
Tawadros; este último es un místico, entraba a la capilla, se quitaba los
zapatos e iba a rezar. Me sentí su hermano. Tienen la sucesión apostólica, los
recibí como hermanos obispos. Es un dolor no poder celebrar juntos todavía la
eucaristía, pero la amistad existe. Creo que el camino es este: la amistad, el
trabajo en común y rezar por la unidad. Nos bendijimos los unos a los otros; un
hermano bendice al otro, un hermano se llama Pedro y el otro se llama Andrés,
Marco, Tomás...
¿La unidad de los cristianos es una prioridad para usted?
Sí, para mí el ecumenismo es prioritario. Hoy existe el ecumenismo de la
sangre. En algunos países matan a los cristianos porque llevan consigo una cruz
o tienen una Biblia; y antes de matarlos no les preguntan si son anglicanos,
luteranos, católicos u ortodoxos. La sangre está mezclada. Para los que matan
somos cristianos. Unidos en la sangre, aunque entre nosotros no hayamos logrado
dar los pasos necesarios hacia la unidad, y tal vez no sea todavía el tiempo.
La unidad es una gracia que hay que pedir. Conocí en Hamburgo a un párroco que
seguía la causa de beatificación de un sacerdote católico que fue guillotinado
por los nazis porque enseñaba el catecismo a los niños. Después de él, en la
fila de los condenados, había un pastor luterano y lo mataron por el mismo
motivo. Su sangre está mezclada. Ese párroco me contó que había ido a ver al
obispo y le había dicho: “Sigo con la causa, pero de los dos, no sólo del
católico”. Este es el ecumenismo de la sangre. Todavía existe hoy, basta leer
los periódicos. Los que matan a los cristianos no te piden el documento de
identidad para saber en cuál Iglesia fuiste bautizado. Tenemos que tomar en
cuenta esta realidad.
En la Exhortación apostólica usted invitó a tomar decisiones pastorales
prudentes y audaces en cuanto a los sacramentos. ¿A qué se refería?
Cuando hablo de prudencia no pienso en una actitud paralizadora, sino en una
virtud de quien gobierna. La prudencia es una virtud de gobierno. También lo es
la audacia. Hay que gobernar con audacia y con prudencia. Hablé del bautismo y
de la comunión como alimento espiritual para seguir adelante, y que se debe
considerar como un remedio y no como un premio. Algunos pensaron inmediatamente
en los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar, pero yo
nunca hablo de casos particulares: solo quería indicar un principio. Debemos
tratar de facilitar la fe de las personas más que controlarla. El año pasado en
Argentina denuncié la actitud de algunos sacerdotes que no bautizaban a los
hijos de madres solteras. Es una mentalidad enferma.
¿Y en cuanto a los divorciados que se han vuelto a casar?
La exclusión de la comunión para los divorciados que viven una segunda unión no
es una sanción. Hay que recordarlo. Pero no hablé de esto en la
Exhortación.
¿Se ocupará de ello el próximo Sínodo de los obispos?
La sinodalidad en la Iglesia es importante: sobre el matrimonio en su conjunto
hablaremos en las reuniones del Consistorio en febrero. Después el tema será
afrontado en el Sínodo extraordinario de octubre de 2014 y también durante el
Sínodo ordinario del año siguiente. En estas sedes se profundizarán y aclararán
muchas cosas.
¿Cómo procede el trabajo de sus ocho “consejeros” para la reforma de la
Curia?
El trabajo es largo. Quienes querían presentar propuestas o enviar ideas ya lo
han hecho. El cardenal Bertello recopiló las opiniones de todos los dicasterios
vaticanos. Recibimos sugerencias de los obispos de todo el mundo. En la última
reunión los ocho cardenales dijeron que hemos llegado al momento de presentar
propuestas concretas y en el próximo encuentro, en febrero, me entregarán sus
primeras sugerencias. Yo siempre estoy presente en los encuentros, excepto el
miércoles en la mañana por la audiencia. Pero no hablo, sólo escucho, y esto me
hace bien. Un cardenal anciano me dijo hace algunos meses: “Usted ya comenzó la
reforma de la Curia con la misa cotidiana en Santa Marta”. Esto me hizo pensar:
la reforma empieza siempre con iniciativas espirituales y pastorales, antes que
con cambios estructurales.
¿Cuál es la relación correcta entre la Iglesia y la política?
La relación debe ser al mismo tiempo paralela y convergente. Paralela, porque
cada uno tiene su camino y sus diferentes tareas. Convergente, sólo para ayudar
al pueblo. Cuando las relaciones convergen antes, sin el pueblo, o sin tomar en
consideración al pueblo, comienza ese contubernio con el poder político que
acaba pudriendo a la Iglesia: los negocios, los compromisos… Hay que proceder
paralelamente, cada uno con el propio método, las propias tareas, la propia
vocación. Convergentemente solo en el bien común. La política es noble, es una
de las formas más altas de caridad, como decía Pablo VI. La ensuciamos cuando
la usamos para los negocios. La relación entre la Iglesia y el poder político
también puede corromperse, si no converge sólo en el bien común.
¿Puedo preguntarle si tendremos mujeres cardenales?
Es una frase que salió de quién sabe dónde. Las mujeres en la Iglesia deben ser
valorizadas, no “clericalizadas”. Los que piensan en las mujeres cardenales
sufren un poco de clericalismo.
¿Cómo procede el trabajo de limpieza en el IOR?
Las comisiones referentes están trabajando bien. Moneyval nos dió un informe
bueno, vamos por el buen camino. Sobre el futuro del IOR, veremos. Por ejemplo,
el “banco central” del Vaticano sería la Apsa. El IOR fue creado para ayudar a
las obras de religión, a las misiones, a las Iglesias pobres. Luego se
convirtió en lo que es ahora.
¿Hace un año se habría imaginado que la Navidad de 2013 la habría celebrado
en San Pedro?
Claro que no.
¿Se esperaba que lo eligieran?
No, no me lo esperaba. No perdí la paz mientras aumentaban los votos. Permanecí
tranquilo. Y esa paz todavía me acompaña, la considero un don del Señor. Al
terminar el último escrutinio, me llevaron al centro de la Sixtina y me
preguntaron si aceptaba. Respondí que sí, dije que me habría llamado Francisco.
Sólo entonces me alejé. Me llevaron a la habitación contigua para cambiarme.
Después, poco antes de asomarme, me arrodillé para rezar durante algunos
minutos en compañía de los cardenales Vallini y Hummes en la capilla Paulina.