Páginas

jueves, 18 de septiembre de 2014

Tinelli, Vattimo y Francisco.


TINELLI, VATTIMO Y FRANCISCO

Por Antonio Caponnetto

Saben los lectores amigos, y sobre todo quienes no lo son, que seguimos con dolorosa pesadumbre  el pontificado del Cardenal Bergoglio. Y ello, en principio, motivado por una doble causa. La primera, la de sus antecedentes preñados de heterodoxia, de los que nos hemos ocupado en La Iglesia Traicionada, libro cuya no buscada vigencia se ha vuelto trágica. La segunda, la de muchas de sus enseñanzas y declaraciones, a los que nos hemos visto obligados a calificar -no sin la mortificación que esto supone- de atentatorias contra la Verdad, sea por vía de la confusión, la ignorancia, el error o la mentira.
Parece sumársele ahora una tercera causa, no menos hiriente. Y es la de ciertas actitudes o conductas de Francisco que -para abreviar el amargo trago- calificaríamos de impropias de la silla petrina. Puesto que bien decía San Norberto de Magdeburgo que la silla de Pedro exige la conducta de Pedro. La gravitas y el decus no son virtudes que puedan menoscabarse, sin menoscabo inmediato de la personalidad que opta por conculcarlas. Tanto más si tales virtudes son reemplazadas por talantes rayanos en el plebeyismo, la vulgaridad o el simple mal gusto.
Acaso baste un solo y angustiante ejemplo de cuanto decimos; que, para nuestra desdicha, no constituye un caso aislado. Y es la cálida, hospitalaria y frecuente recepción de la que goza en Roma el señor Marcelo Tinelli, de quien sólo diremos lo que es: un corrupto y degenerado millonario abocado a la industria pública de la prostitución colectiva.
No se trata de la visita de un pecador, con sayal de penitente y rostro suplicante de reconvenciones y de endechas; sino la de un insolente y orgulloso personaje envilecido, que ingresa cuando quiere y por la puerta grande al Vaticano, portando trofeos futbolísticos o una troupe de sujetos patibularios. Y que vuelve a sus ruines tareas habituales sin el más mínimo asomo de haber modificado sus hábitos crapulosos tras las visitas a la Santa Sede. Y que lejos de recibir apercibimientos o reproches públicos por sus inconductas, como correspondería para evitar el escándalo y la zozobra de tantas almas justas, recibe de parte del Papa cordiales gestos de bienvenida, de simpatía y de aquiescencia, sin la más mínima referencia a las perversiones que lo enjoyan, en el sentido crematístico de la palabra.
Le debemos a nuestro amigo Luis Alvárez Primo, la autorización para hacer pública la carta que el entonces Cardenal Bergoglio le hiciera llegar, en respuesta a una suya, el 13 de junio de 2012. En uno de los párrafos pertinentes, que ahora cobran particular relieve, decía el otrora Primado de la Argentina: [hay] “una gran calamidad que está en la base de nuestra civilización: el pensamiento débil; y esto, en la política, es desastroso. Ya lo había advertido Platón, cuando decía que la retórica es a la política lo que el maquillaje a la salud. Cuando el pensamiento no es consistente, termina en maquillaje, una forma mentis que se asemeja a Tinelli o a Susana Giménez”.

Cuatro cosas, para simplificar, llaman la atención del admirable párrafo.

La primera, que conociendo “la calamidad” que constituye el “pensamiento débil”, el Cardenal Bergoglio, máxima autoridad de la Iglesia Argentina y Canciller de la Universidad Católica Argentina, no prohibiera el ingreso a la misma del fundador y mentor del llamado "Pensamiento Débil", el invertido y cristiano-comunista (ambas cosas convicto y confeso) Gianni Vattimo, cuando en el año 2006, fue llevado triunfante por el rector Alfredo Zecca a las aulas de la UCA.
La segunda, que el susodicho Gianni Vattimo -personaje indecente,si los hay- cubra de elogios al ya convertido en Pontífice, Cardenal Bergoglio, diciendo de él: “Me parece un personaje notable[...] Francisco me parece que comenzó dando mucha confianza, se presenta muy bien. Tiene estilo [...]. Empezar diciendo: “Felices Pascuas, buen provecho, buenas noches” es algo que otros Papas jamás habían hecho. Merece atención por ese estilo. Pero a la larga no bastará con eso. Sin embargo, Francisco tiene todos los rasgos para ser un buen Papa [...].Por ahora hay un hecho estilístico, que permite esperar. Yo espero que del estilo pase a la sustancia” (Cfr. Suplemento “Ñ” de Clarín, 8-3-2013, ver aquí)
La tercera, que si Francisco posee tanta claridad conceptual acerca de la amenaza del pensamiento débil, al punto de cuestionarlo como lo hizo en su homilía de Santa Marta el 29 de noviembre de 2013, porqué lo practica en no pocas de sus declaraciones, consejos, entrevistas, notas, reportajes y ocurrencias múltiples. Los casos de pensamiento débil en la pedagogía cotidiana de Francisco, conforman ya una preocupante antología del desatino.
La cuarta, al fin, si Tinelli es, de mínima, quién queda retratado en el párrafo de la carta  mencionada, por qué ese juicio descalificatorio no lo convierte el Papa de privado en público, para edificación de los cristianos fieles, para la obligatoria prevención moral de los miles de ciudadanos que diariamente se intoxican con sus basuras televisas, y para que nadie pueda sospechar doblez, fragilidad u oportunismo en  quien ocupa hoy la Silla de Pedro.


Dios permita que la Verdad resplandezca y Roma sea, como está llamada a serlo, el Faro del Mundo. Pero si quienes están llamados a custodiar ese Faro, con sus ritmos, sus vibraciones, sus pausas y sus signos, tuvieran un plan distinto, que se cumpla de una vez la súplica de Cristo: “lo que tengas que hacer, hazlo pronto”(Jn. 13,21). Porque el Iscariotismo en la Iglesia tiene la solución teológica en el Campo de Sangre (Hechos 1,17-19). Pero el Tinelismo no tiene solución alguna.