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lunes, 10 de noviembre de 2014

Poli: Mi nombre es judío, a mucha honra.

Cómo se venía anunciando, nuevamente, la Catedral Metropolitana de Buenos Aires ha sido profanada con un acto político ajeno a la religión católica con anuencia de sus pastores. Nota aparecida en Página Católica, 10-Nov-2014.


Poli: Mi nombre es judío, a mucha honra


Discurso en la conmemoración de la Kristallnacht

Página Católica  ha estado en la Liturgia de Conmemoración de la Kristallnacht, realizada ayer Domingo 9 de Noviembre, Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. ¡Dios los perdone!

El espectáculo que allí se vio es el mismo de siempre, y sobre el cual haremos en un próximo post alguna referencia. Baste decir que se centra en un pilar fundamental: igualar la Shoa al Sacrificio de Cristo, que de esa forma queda negado.

Publicamos ahora el discurso pronunciado por el Cardenal Poli, cuando finalizaba la ceremonia. Nos llamó la atención la manera con que trató de agradar a sus invitados: poniéndose el solideo encarnado que corresponde a su dignidad, dijo que se lo colocaba para que éstos se sintieran más cómodos. Claramente se ve que, con ese gesto, ha querido adoptar la apariencia de un rabino; pues el poder sacerdotal no reside en la "kipá", sino en la estola que no vestía.

En la misma frase, Poli repitió el mito postconciliar por el cual los judíos actuales son nuestros hermanos en el padre común Abraham; contradiciendo al mismo Jesucristo que les dijo a los judíos que se ufanaban de ser hijos de Abraham, mientras querían matarlo, que eran hijos del diablo (Jn 8, 31-41).
No se pude decir con verdad, que los que rechazan a Cristo sean hijos de Abraham. Si lo fueran en la carne, no lo son en la Fe que es lo que aquí importa.

Por otro lado, quizá también en tren de agradar, recordó que su apellido indica sin dudas, que su familia es de origen judío. Así pues, se fue rabí Jorge Mario y nos queda rabí Mario Aurelio. Si hasta hay perfecta y simétrica transición entre los nombres.

Asombra también comprobar por sus palabras, que hay o hubo un rabino cumpliendo funciones de profesor de teología. ¿Cómo puede un seminarista, porque se supone que se trataba de la facultad de teología del Seminario Metropolitano, aprender esa ciencia de una persona que rechaza a Jesucristo?

Por supuesto que ni una sola vez se oyó el nombre sacrosanto del Señor durante la ceremonia. Él es el gran postergado, cuyo destronamiento y olvido son necesarios para poder lograr un aquelarre como el que presenciamos en Buenos Aires desde hace muchos años.

Por eso cuando Poli tuvo que desear la Paz para la humanidad de siete mil millones de seres que “zapateamos” sobre este planeta, la deseó falsa e infructuosamente; pues la única Paz verdadera que pude haber se basa en la Reyecía de Jesucristo.

¿Qué pensará el padre Menvielle, con quien estuvo el joven Poli en el grupo de Scouts Católicos, al oír las palabras de su pupilo?
Lamentamos que el audio tomado en esa ocasión adolezca de fallas que no pasan el nivel de calidad de nuestras publicaciones, no obstante lo cual lo publicamos abajo. Por eso, acompañamos una transcripción de las palabras de nuestro Arzobispo.

Discurso de su Eminencia el Cardenal Poli

Acaso para que nuestros hermanos en el padre común Abraham se sientan más cómodos todavía, me voy a poner este nuevo color que a partir de Febrero el Papa me dio allá en Roma.

Y además estoy convencido que mi nombre, como decía un rabino -fuimos juntos profesores en la facultad de teología-, sin dudas es de origen judío, y digo: con mucha honra.

Entre tantas palabras que hemos recordado con un sentimiento común de dolor y esperanza, yo quiero pronunciar la palabra que nos dio a conocer quien es Dios; este Dios que lo observa todo. Entonces voy a citar también como el rabino que me precedió, un texto del Éxodo: Es la tercera revelación del nombre de Dios que recibe Moisés. Por primera y segunda vez Dios se rebela como el que es, el que está: Yo Soy el que Soy.

Pero en el libro del Éxodo, por tercera vez Dios se presenta ante Moisés y le grita: el Señor, el Señor, el Dios compasivo –Rahúl- y clemente –Hanmún-, paciente, rico en bondad –Hese- y fiel –Emet-, un Dios rico en misericordia. Si podemos recordar y hacer memoria, es porque este Dios rico en misericordia puso en nuestro corazón, que está bien hecho para el amor, recordar lo que nunca debemos hacer: atentar contra el hermano.

Así entendemos como Dios renovó continuamente su alianza de amor, a pesar de nuestros pecados y miserias. Por eso la historia de la humanidad, la historia del pueblo judío, la historia nuestra, es una historia de amor, pecado y alianza de amor renovada por Dios. Un amor que continuamente se renueva.

De esta misma misericordia hablaron los profetas. Oseas, por ejemplo tiene un texto hermoso; miren como obra la misericordia en el corazón de Dios. Ante el pecado de los hombres Dios se siente fatigado; ya está a punto de destruirnos pero la misericordia hace que Dios se arrepienta. Y el texto de Oseas dice: “se me rebela el corazón, se me conmueven las entrañas.
El corazón de Dios es un corazón misericordioso, y es capaz de poner en nuestro corazón que está bien hecho para el amor y la misericordia, sus mismos sentimientos si lo aceptamos.

Me uno al pedido del rabino que habló recién, que nos decía: sumémonos en esta cadena de amor y de paz. Los salmos que rezamos en común, a cada paso nos encontramos con la misericordia divina. ¡Qué grande es tu misericordia Señor! O como David: ¡Ten piedad de mí Señor misericordioso! Continuamente lo encontramos, pero también se nos recuerda que seremos juzgados si hemos obrado con misericordia.

La misericordia para los cristianos es el modo de perdonar de Dios; un modo exquisito porque perdona los pecados perdonables, pero vas más allá, porque eso lo podemos hacer los humanos. ¡La misericordia de Dios perdona los pecados imperdonables!

Y entonces hay esperanza, a pesar de nuestros pecados históricos, sociales... a pesar de la Shoa, por la misericordia de Dios se abre la esperanza.
Por eso quiero decirles que, en forma contundente siempre estarán abiertas las puertas de esta casa para que hablemos el lenguaje de la misericordia. Para que invoquemos a Dios siempre, al Dios que es uno solo. El Dios de toda la humanidad, el Dios padre de estos más de siete mil millones de hombres que estamos zapateando sobre el planeta.

Pidiéndole a este Dios amor, Dios misericordioso, rico en compasión y misericordia, que no nos suelte de la mano, que sepamos perdonar, mirar con esperanza, que nos dé siempre el consuelo sobre los dolores pasados. Pero que tengamos el alma pura para podernos imaginar una humanidad en Paz. ¡Qué el Señor nos bendiga a todos en esta noche, que nos conceda su paz, shalom, que nos conceda a todos su misericordia, amén