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lunes, 20 de diciembre de 2010

Capitalismo desplegado.

 
El egoísmo no puede construir una sociedad. Ahora bien el dinero representa esencialmente el reclamo de su dueño sobre los servicios del resto de la sociedad. Si entonces el capitalismo debe de ser definido, en algo más que meramente términos económicos, como una manera de organizar una sociedad en donde cada ciudadano tiene que tener la libertad de ganar tanto capital (o dinero como mejor se le conoce) como pueda y quiera, entonces el capitalismo está plagado de contradicciones. Está intentando construir una sociedad, lo que requiere una falta de egoísmo, con fomentar el egoísmo en todos sus miembros.
Por lo tanto el capitalismo únicamente puede sobrevivir mientras los miembros de la sociedad capitalista aún mantengan los valores pre-capitalistas como lo son el sentido común, la moderación en la búsqueda de hacer dinero y el respeto por el bien común. Pero el capitalismo como se define en el párrafo anterior no hace nada para promover dichos valores pre-capitalistas. Por el contrario, trabaja en contra de ellos, así como el egoísmo trabaja en contra del altruismo. Por lo tanto el capitalismo es un parásito que vive de un cuerpo social, cuyos valores necesarios para su sobrevivencia trabaja para socavar.
Esta contradicción interna de una sociedad construida a partir de la búsqueda por el dinero está llegando a su conclusión devastadora con el estado actual de las finanzas y de la economía mundiales. Especialmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las naciones del mundo se han empeñado más y más por buscar el dinero para obtener el confort material que ahora se prefiere por encima del confort espiritual que anteriormente daba sentido a sus vidas. Admirando y buscando dinero, se han alegrado de permitirles a los hombres de dinero apoderarse de sus sociedades. Admirados y buscados, los hombres de dinero han tomado para sí siempre más y más dinero y poder. Pues, ¿Qué frenos intrínsecos tienen el dinero o el poder para limitar sus adquisiciones adicionales? Ninguno. Los banqueros se convierten en auténticos gánsteres.
De ahí que, por ejemplo, el invento hace 10 o 15 años de los “derivados”, instrumentos financieros que se traducen en una fortuna en honorarios para los “banksters” (banqueros-gánsteres) quienes los suministran, pero actúan sobre el delicado mecanismo de las finanzas mundiales como armas de destrucción masiva, porque fácilmente fabrican un mundo irreal de deudas colosales y impagables. En este mundo desestabilizado y fraudulento de deuda impagable, un orden aparente se mantiene por los gobiernos, uno detrás del otro, al fabricar de la nada cantidades inmensas de “dinero” para “pagar” la deuda, pero este proceso puede terminar únicamente en una inflación que deja sin uso alguno la moneda en cuestión. Así que ahora toda la moneda mundial, de papel o digital -y por años no se ha contado con otro- está condenada.
Pero el dinero es para la sociedad lo que el aceite lubricante es para un motor. Sin aceite, un motor se atasca y “muere”. Sin dinero en la sociedad, el intercambio se torna mucho más difícil y la actividad comercial puede volverse lenta hasta paralizarse por completo. Si por cualquier de estas razones los camiones de comida no pudiesen funcionar, y tuviéramos una escasez de comida especialmente en las grandes ciudades, ¿qué podría hacer un político para desviar los disturbios por los precios altos de los alimentos y para evitar que los campesinos vengan sobre de él con horquillas? ¡Comenzar una guerra!

La Tercera Guerra Mundial puede no estar muy lejos. ¡Señor, ten piedad!

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison”, Nº 179, 18 de Diciembre del 2010.