Páginas

lunes, 2 de enero de 2012

Año nuevo.


Y así otro año termina sin que el cielo haya caído. Por décadas he estado diciendo que iba a caer, por ejemplo a un pequeño grupo de personas en Francia hace unos cinco o siete años. Entre ellos había un sacerdote de la Fraternidad SPX quien había sido seminarista en Ecône cuando yo era profesor allí al final de la década del ‘70 y principios de la del ‘80. “Su Excelencia,” dijo, “¿No estaba usted diciendo esto hace 25 años?” Pero lo dijo con una sonrisita, por eso tal vez pensaba que algún día yo podría tener razón.
¿Entonces será 2012 el año en que caiga el cielo? Un gran número de comentaristas piensan que bien podría ser el año en que la economía mundial se derrumbe. Seguramente la deuda no puede seguir apilándose en la manera que se está apilando desde hace décadas. Por ejemplo, los gastos de las obras sociales son una carga insoportable sobre el presupuesto de muchas democracias occidentales, pero casi por definición un político democrático es incapaz de tomar las decisiones drásticas necesarias para restaurar el equilibrio fiscal, porque si quiere ser reelecto no los puede tocar. Ha sido bien dicho que una democracia puede durar solamente hasta que el pueblo se de cuenta que el dinero del Estado le pertenece a él.
Entonces ¿es 2012 el año en el cual las democracias occidentales finalmente se derrumben? Tal vez. Pero tal vez no. Muchos hoy presienten que algún desastre se está preparando. Seguramente no tardará otros 30 años para ocurrir, uno dice. Pero uno ha venido diciendo esto por muchos años. Tal vez la gente está tan embriagada de liberalismo que aún las dosis de caos cada vez mayores los dejan sin preocupación. Sin embargo, mientras las ruedas del molino de Dios trituran lentamente, dice el proverbio, ellas trituran excesivamente fino. En otras palabras todas las facturas de Dios tendrán que ser pagadas, y el día de rendir cuentas vendrá, y sobre cuentas mucho mas serias que aquellas de las meras obras sociales.
¿Será este año, el año próximo, en algún momento, nunca?  Nunca, seguro que no. Vendrá en la buena hora de Dios. Relativamente el año importa poco. Como lo dice Hamlet (Act V, 2), “Hay una providencia en la caída de un gorrión. Si es ahora, no es por venir; si no es por venir, será ahora; si no debe ser ahora, sin embargo vendrá: el hecho de estar preparado lo es todo”. Hay una Providencia. Hay un Dios, y su momento es el mejor de todos. “La hora de Dios es la mejor hora”, dice el proverbio alemán.
Y Dios no requiere de la mayor parte de nosotros emprender una acción para tratar de frenar el presente curso de la destrucción de la Iglesia y del mundo. Apostaría yo que muchos líderes públicos del mundo se sienten en privado sin posibilidad de hacer algo, y me pregunto si aún los maestros secretos del mundo, empujados por el infierno a dominar el globo, se sienten en todo momento seguros de que tienen su juego en la mano. “Ahora soy la Única que puede ayudaros”, ha dicho la Madre de Dios.
Lo que Dios nos pide es de vivir en su gracia y de confiar en El. Cuando el derrumbe venga, en 2012 o en cualquier momento, desde un punto de vista humano sin duda será más bien doloroso, pero desde el punto de vista de Dios sus castigos son actos de misericordia. San Pablo cita el Libro de los Proverbios (III, 11-12): “No deseches, hijo mío, la corrección del Señor, ni tengas aversión cuando El te reprenda. Pues el Señor castiga a aquel a quien ama”. Y San Pablo continúa (Heb. XII, 7-8): “Soportad, pues la corrección. Dios os trata como a hijos. ¿Hay hijo a quien su padre no corrija? Si quedáis fuera de la corrección, de la cual han participado todos, en realidad sois bastardos y no hijos”.
Estar preparado lo es todo, como se ve en la parábola de las vírgenes sabias (Mt.XXV, 1-13).

¡Feliz año nuevo!

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison” N° 233, del 31 de diciembre del 2010.