Páginas

viernes, 23 de diciembre de 2011

Falacias sobre el aborto.


A continuación publicamos una carta de lectores que no ha sido publicada y, a nuestro parecer, vale la pena que la acerquemos a nuestros lectores.

Carta de Lectores enviada al diario La Nación el 2 de noviembre de 2011
(No fue publicada)
 
"Falacias sobre el aborto"
Sr. Director:

Abortar no es interrumpir. Un partido de fútbol se interrumpe para reanudarlo luego. Una conversación es interrumpida con la posibilidad de continuarla más tarde. La lectura de un libro puede ser interrumpida y retomada después. Pero una mujer no puede “reanudar” su embarazo luego de un aborto. El reemplazo de esta palabra pretende disimular la naturaleza de esta acción, suavizándola ficticiamente. El aborto no es la interrupción sino la destrucción del embarazo: la muerte del bebé.

Segundo. No existe un “aborto terapéutico”, porque la terapéutica es una parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de enfermedades (RAE). Tampoco un “aborto quirúrgico” porque la cirugía tiene por objeto curar las enfermedades por medio de una operación (RAE). Pero el embarazo no es una enfermedad: adjetivar benévolamente la palabra aborto obedece a la estrategia ya descripta. Está claro que no es un “procedimiento médico”. Es un procedimiento que realizan algunos médicos, no todos: lo cual es muy distinto.

En tercer lugar: no es una cuestión de clase económica o social, como artificialmente se ha planteado. Todas las madres tienen el mismo deber de proteger la vida del hijo que llevan dentro, sean de la condición que sean y con independencia de las posibilidades económicas. La dialéctica entre “aborto clandestino de la mujer pobre” y “aborto clandestino de la mujer rica” no resiste la menor confrontación, puesto que asegurada que sea la naturaleza criminal del aborto provocado, su protección legal siempre es una injusticia.

Sólo puede defenderse la indefendible decisión de abortar a través de una deliberada distorsión de las palabras y mediante una inescrupulosa movilización del resentimiento clasista.

Juan Carlos Monedero (h)