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sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Religión de Estado? II.


Según la religión del liberalismo –no se puede repetir lo suficiente que el liberalismo sirve de un sucedáneo de religión– es una absoluta herejía declarar que cada Estado sobre la tierra tendría que apoyar y proteger la religión Católica. Sin embargo, si Dios existe, si Jesucristo es Dios, si cualquier sociedad natural de seres humanos, como el Estado, es una criatura de Dios, y si Jesucristo fundó la Iglesia Católica como su único y sólo instrumento para salvar a los hombres de los fuegos eternos del Infierno, entonces a menos que un Estado quiera ser un enemigo de la especie humana, está obligado a favorecer y proteger la Iglesia Católica. Pero existen objeciones a esta conclusión. Consideremos tres entre las más habituales:

Primera objeción: Nuestro Señor El mismo dijo a Poncio Pilato (Jn.  XVIII, 36) que su Reino no era de este mundo. Pero el Estado es de este mundo. Por consiguiente el Estado no tendría nada que hacer con su Reino o con su Iglesia.

Solución: Nuestro Señor le estaba diciendo a Pilato que su Reino y el Estado son distintos pero no estaba diciendo que tendrían que estar separados. El alma de un hombre es distinta de su cuerpo, pero separarlos es la muerte del hombre. Los padres son distintos de sus niños, pero separarlos (como las Agencias de la Niñez están hoy alentadas a hacerlo) es la muerte de la familia. La Iglesia y el Estado son tan distintos uno de otro como la vida sobre la tierra es distinta de la vida eterna, pero separarlos es poner un abismo entre la primera y la segunda, y es aumentar mucho el número de los ciudadanos que caerán en el Infierno.
Segunda objeción: La religión Católica es verdadera. Pero la Verdad es lo bastante fuerte como para hacer su propio camino. Por consiguiente la religión Católica no necesita de un poder coercitivo del Estado para ayudarla, tal como la supresión de la práctica publica de las otras religiones.

Solución: En sí misma, en verdad “La verdad es poderosa y prevalecerá”, como decían los Latinos, pero entre nosotros los hombres no prevalecerá fácilmente, a causa del pecado original. Si todos los seres humanos (con la excepción de Nuestro Señor y de Nuestra Señora) no hubieren sufrido jamás, desde la Caída, de las cuatro heridas de Ignorancia, Malicia, Debilidad e Concupiscencia, entonces le hubiera costado mucho menos a la Verdad prevalecer, y Thomas Jefferson hubiera tenido razón al proclamar que la verdad necesita únicamente ser expuesta en la plaza del mercado para prevalecer. Pero los Católicos saben lo que la Iglesia enseña, a saber que el hombre permanece sujeto, aún después del bautismo, a ser arrastrado hacia abajo por el pecado original, de tal manera que para encontrar esta verdad, sin la cual él no puede salvar su alma, necesita toda la ayuda razonable de su Estado. Esta ayuda razonable excluye todo esfuerzo del Estado para obligar a cualquiera a ser Católico, pero incluye que el Estado mantenga las peligrosas anti-verdades afuera de la plaza del mercado de Jefferson.

Tercera objeción: Un gran poder puede ser grandemente mal usado. Ahora la unión de la Iglesia y del Estado es muy poderosa para los dos. Por consiguiente puede provocar un gran daño –¡véase a qué punto la Iglesia Conciliar y el Nuevo Orden Mundial secular se están potencializando mutuamente!

Solución: “El mal uso no puede parar el uso”, decían los Latinos. ¿Acaso Nuestro Señor no hubiera tenido que darnos la Santa Eucaristía por el hecho de que puede ser gravemente mal usada? La Iglesia Conciliar reuniéndose con el Estado liberal es un poderoso mal uso de la unión de la Iglesia y del Estado, pero prueba el error del liberalismo, no el error de la unión del Estado Católico con la Iglesia Católica.

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison” Nº 230, 10 de diciembre del 2011.