El mundo despertó arriano y San Atanasio fue uno de los pocos obispos
católicos que tuvo la clarividencia de resistir al arrianismo en toda su
integridad.
San Ireneo decía que “jamás se
vence el error con el sacrificio de un derecho cualquiera de la Verdad”. Y
San Atanasio resistió con firmeza a pesar de sus destierros y expulsiones, sin
firmas a los documentos de fórmulas “pacíficas” que, junto a la ambigüedad de
textos que intentan unir dos credos diferentes con la omisión de verdades que
pueden comprometer la “paz”, puedan poner en riesgo a la verdad integral de la
doctrina de la Iglesia.
Luego, la historia habló a favor del Santo Doctor. Mientras, la carta que
lo excomulgaba injusta e inválidamente:
Carta «Studens paci» del Papa Liberio a los
obispos orientales, en la primavera del año 357.
En el compromiso por la paz y la concordia de las Iglesias, después de
haber recibido la carta de vuestra caridad sobre la persona de Atanasio y de
los demás, dirigidas a la persona del obispo Julio de buena memoria, siguiendo
la tradición de los predecesores, mandé desde aquí a Lucio, Pablo y Heliano,
presbíteros de la ciudad de Roma, a Alejandría al mencionado Atanasio, para
invitarlo a venir a la ciudad de Roma, a fin de que en su presencia fuera
establecido respecto a él lo que se ha desarrollado como disciplina de la
Iglesia. Mandé a él por medio de los mencionados presbíteros también una carta
en que se explicaba que, si no viniese, supiera que quedaba excluido de la
comunión con la Iglesia romana. Al regresar, pues, los presbíteros refirieron
que no quería venir. Entonces he seguido la carta de vuestra caridad, que nos
habéis mandado a propósito del mencionado Atanasio, y saber por medio de dicha
carta, mandada a fin de mostrar unanimidad con vosotros, que estoy en paz con
todos vosotros y con todos los obispos de la Iglesia católica, mientras el
susodicho Atanasio queda excluido de la comunión conmigo, o sea con la Iglesia
romana y de la conformidad de los escritos y de las incumbencias eclesiásticas.