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viernes, 13 de septiembre de 2013

¡Jamás renunciar a la lucha!


Y aquí va —por último— mi mensaje de esperanza, destinado a los jóvenes argentinos de la nueva generación.

Vivimos tiempos trágicos y en el mundo ustedes —muchachos nuestros de 20 y 30 años cumplidos o por cumplir— movilícense también pronto (es urgente) en defensa de nuestra Fe, dando insobornable testimonio de todos los terrenos del quehacer nacional, en procura de una profunda restauración espiritual —y por añadidura política en orden al Bien Común católico— en la Argentina de los próximos lustros. Porque la Masonería no se duerme. Y la Izquierda marxista tampoco.

Triunfaréis, es cierto, muchachos tradicionalistas de la nueva generación, si estáis unidos; pero sin acomodos equívocos ni complejos de inferioridad frente al inicuo mundo moderno, que niega la Verdad Revelada e, incluso —a veces— la verdad a secas. Nadando, sí, contra la corriente turbia del escepticismo criollo; del “no te metás” famoso; del materialismo ateo contemporáneo —no únicamente del comunista— y de la frivolidad que corrompe tantas conciencias jóvenes con promesas de una ganancia crematística fácil.

¡Basta ya de componendas narcisistas; de sexualismos freudianos fomentados artificialmente mediante la droga o el alcohol! ¡Basta ya de adorar ídolos de barro promovidos por una propaganda masiva que adormece las almas! ¡Basta de mentiras demagógicas y de pacifismo liberal! “Sursum Corda”.

No se dejen robar ingenuamente, compatriotas de la novel generación, los frutos del trabajo nacional con el viejo cuento de la “eficiencia” y “competencia” económicas. ¡Cuidado con los lobos rapaces “tecnocráticos” disfrazados de inocentes corderitos! ¡A proteger, pues, el patrimonio comunitario nuestro, toda vez que la verdadera caridad empieza por casa!

Evitad caer a toda costa en las redes de la “sociedad de consumo” que nos animaliza a todos. “La juventud ha sido hecha no para el placer sino para el heroísmo”. Hagamos de esa bella consigna de Claudel, nuestra invicta bandera de guerra. Preparemos desde ya el espíritu de nuestros nietos. Ahora mismo, con presteza. Pero atención: no equivoquen otra vez el rumbo con utopías de cualquier tipo, los inmaduros púberes argentinos de la nueva generación. Sepan por anticipado, que en todos los tiempos: “Milicia es la vida del hombre contra la malicia del hombre”, al decir de Gracián.

¡Ya basta de cobardías disfrazadas! Bien está que sean tolerantes con el prójimo equivocado, pero férreamente intransigentes con el error. Nunca pierdan de vista la realidad que nos rodea, muchachos argentinos, pero sin bajar la guardia ni resignarse ante los embates del enemigo poderoso: aunque les cueste la vida a algunos en la demanda. Y aunque, en definitiva —Dios no lo quiera— tengan acaso que defender (solos y acorralados) el honor de Cristo Rey en nuestra patria: desde una catacumba o desde una trinchera.

¡Sin jamás renunciar a la lucha!

Federico Ibarguren, visto en el Blog de Cabildo.