Debido
a los recientes acontecimientos ocurridos en la Catedral de Mar del Plata con
relación al XXX Encuentro Nacional de “Mujeres Autoconvocadas”, realizado en
octubre de 2015, y de una charla que hemos mantenido con el Prof. Juan Carlos
Monedero (h), decidimos hacerle esta entrevista que a continuación publicamos.
Como material complementario de lo ocurrido, recomendamos a nuestros lectores, los videos que publicamos en esta entrada (13-Oct-2015).
–Muy
buenos días, estimado Juan Carlos, antes de comenzar con el tema que nos llevó
a esta entrevista, contános un poco de vos. A qué te dedicás, qué edad tenés,
cuáles son tus estudios…
–Soy docente en
el Nivel Primario y Secundario de un colegio católico. Además, soy Profesor de
Filosofía en la Universidad. Tengo 30 años, recién cumplidos. Me recibí de
Bachiller en Filosofía (UNSTA) y estoy cerca de licenciarme.
–¿Hace
cuánto que trabajás en la docencia?
–Desde los 22,
23 años trabajé como preceptor en colegios secundarios. Y desde el 2011 estoy
frente a curso.
–¿Qué
materias dictas?
–Dicto
Catequesis, Formación Doctrinal, Metodología del Estudio y además soy Tutor de
chicos de primaria y secundaria. En la Universidad, me desempeño como profesor
adscripto de dos materias filosóficas en la carrera de Psicopedagogía. Me
intereso por las temáticas vinculadas a la lingüística, la semántica, la cultura
de la vida y las ideologías, entre otras cosas.
–Bien.
Vayamos a nuestro tema. Fue noticia toda la semana pasada, además de que hubo
mucho material rondando por las redes, el Encuentro
de Mujeres Autoconvocadas y, especialmente, el ataque a la Catedral de Mar
del Plata el domingo 11 de octubre por la tarde/noche. ¿Qué comentarios podrías
hacernos al respecto? ¿Cómo se arman estos encuentros?
–Todavía falta
mucho por salir a la luz. Sin embargo, hay algunas cosas que pueden afirmarse
con seguridad. Este fue el encuentro N° 30 de una seguidilla que arrancó en
1986. Hay cosas que pasaron que se vieron por televisión e Internet,
especialmente YouTube. Pero hay otros elementos, no tan difundidos ni
evidentes, que son de mayor interés. El encuentro se pone en marcha y se
ejecuta mediante una llamada Comisión
Organizadora y digo “llamada” porque se da la paradoja de que el encuentro,
al mismo tiempo que reconoce esta Comisión, se plantea a sí mismo como
horizontal y sin jerarquías. En la ciudad en donde se desarrolla, distintas
entidades (colegios, universidades, centros de estudio, etc.) prestan sus
instalaciones para que allí tengan lugar los “talleres”. Los talleres son
espacios donde se reúnen las mujeres y debaten sobre distintos temas. Suele
haber unos 50 talleres por cada encuentro.
–¿Qué
hacen en esos talleres? ¿Cómo trabajan?
–En teoría,
los
talleres son “soberanos”: el temario propuesto para cada uno es indicativo y
son los participantes quienes resuelven los temas y el alcance de los mismos.
Cada taller cuenta con una coordinadora designada por la Comisión Organizadora;
su rol principal es impulsar la participación de todas las mujeres del taller. Se
nombran dos o más secretarias que registran las opiniones y debates. En el
desarrollo de la discusión prevalece la controversia, manifestándose casi
siempre resentimiento y agresividad. Por eso, está prevista la acción de lo que podemos llamar “las
mujeres rotativas”: chicas que ingresan sorpresivamente en un taller a pudrir
la discusión. La coordinadora, junto a las
secretarias y todas las chicas que lo deseen, redactan las conclusiones del
taller donde se consignan las diferentes opiniones de cada tema, aún las
opiniones individuales. Esta redacción debe ser aprobada por todas las
participantes por consenso. No se vota. El documento final es entregado a la
Comisión Organizadora el último día del Encuentro. Este es el procedimiento en
teoría; en la práctica, incontables talleres no presencian una discusión que
“termina” a los gritos. Presencian un griterío interminable, de principio a
fin. Ni se puede llamar “debate”. Es pura agresividad verbal en el inicio y en
la culminación del taller, que no pocas veces es finalizado también abruptamente.
–Si
los encuentros fueron organizados por gente que, en principio, piensa lo mismo
sobre un abanico de temas, ¿cómo surgen las discusiones y los debates?
–En lo que a
nosotros nos interesa, abortistas y feministas presentan un frente común y
monolítico. Puertas adentro, ellas tienen diferencias. Sin embargo, el punto de
ignición en los debates se da por la presencia de otras mujeres, de distintas
edades, que desde hace años ingresan en los talleres a fin de discutir y
presentar una cierta resistencia a los planteos abortistas. Ya no pueden decir
las abortistas que sus conclusiones representan a todas las argentinas. Muy por
el contrario, existen incontables mujeres provida que impugnan, de plano, el
aborto y todo tipo de atentado a la vida humana. Muchas de esas mujeres son
conocidas y amigas nuestras, a quienes aprovecho la oportunidad para manifestar
mi respeto y admiración por plantar cara a estos desórdenes mentales y morales.
–¿Dónde
tienen lugar estos talleres?
–En las
instalaciones que los gobiernos provinciales y locales, así como otras
entidades privadas, les prestan a la Comisión Organizadora. Esto merece también
un comentario aparte. ¿En qué condiciones dejan los colegios y demás
instituciones que la gobernación de la ciudad pone en sus manos? En su momento,
las autoridades forzaron a la Directora de un Colegio a que prestara sus
instalaciones para estas mujeres. En otra ocasión, ocuparon un comedor para
niños carenciados y terminaron robándose sus cosas. Ensucian, roban, destruyen,
destrozan.
–¿Sólo
se discute el tema del aborto?
–Es uno de los
temas principales pero, hasta donde sé, no es el único. También se intenta
implantar la temática de género –la famosa ideología
de género–, la ideología antidiscriminatoria, la educación sexual, entre
otros. En una palabra, la cultura de la
muerte como la llamó el Papa Juan Pablo II. Esta presencia disonante, que
se plantea en favor del orden natural y sobrenatural, explica la reacción de
las abortistas. La temática oficial de un taller puede principiar –por ejemplo–
en “Mujer y Turismo, Salud de la mujer,
atención sanitaria, discriminación” y desembocar en el debate sobre el
aborto en un abrir y cerrar de ojos.
–¿Y
cómo es esa reacción de los abortistas?
–Reaccionan con
la violencia verbal y física. Así, directamente. En incontables casos no
resisten los argumentos y su única vía de escape es la agresión. Esto nos dice algo
desde el punto de vista psicológico. La violencia no es el punto culminante del
debate: el taller, como dijimos, está atravesado por la violencia. Incluso
entre las mismas abortistas.
–¿Qué
nos dice esto desde el punto de vista psicológico?
–Que la mente de
estas mujeres no es capaz de encontrar una respuesta satisfactoria a los argumentos
que nuestras amigas les formulan. Que los pocos argumentos que tienen no las
satisfacen y que sus almas, en vez de abrazar dócilmente la verdad –o, al
menos, retirarse y dudar– reaccionan bajo el influjo del resentimiento
ideológico.
–Algo
lejos de lo que debería ser la atmósfera del debate…
–Exacto. En vez
de prevalecer un ámbito de discusión y argumento, la atmósfera de situación se
enrarece hasta volverse peligrosa. Nervios. Griterío. Agresividad. Caos. Por
eso quiero destacar el sacrificio, la voluntad y el esfuerzo de nuestras chicas
que se oponen a la ideología abortista. Muchas vienen de muy lejos para
hacerlo, dejando atrás no sólo las comodidades sino legítimas aspiraciones.
–Los
que defienden el aborto siempre argumentan que es la Iglesia la que practica la
intolerancia, silenciando el disenso de quienes no concuerdan con sus
enseñanzas.
–Es un argumento
muy repetido, como decís. La paradoja es que los abortistas cuestionan a la
Iglesia por algo que, cuando les toca a ellos, también hacen. La diferencia es
que la Iglesia responde con argumentos y ellos con palos e insultos. La otra
diferencia, principal, es que la Iglesia protege la vida del inocente y ellos
sólo persiguen su eliminación directa. No somos lo mismo, no hay comparación.
–Entre
nosotros, en el campo católico, también se sabe que no sólo las mujeres sino
también los varones acompañan esta escaramuza que forma parte de la batalla cultural.
–Sí, también los
varones. Mientras tienen lugar los talleres, algunos
permanecen en oración. Otros, incluso, suman a esa oración la adoración del
Smo. Sacramento. Jóvenes de todo el país viajan para defender la vida. Muchos
custodian a las chicas cuando salen de los talleres porque saben que fuera de
los mismos las abortistas suelen tomarse sus venganzas. En Posadas, la noche
anterior a la defensa de la catedral varios grupos de varones salimos a hacer
propaganda en defensa de la vida humana y de la familia.
–¿Sabemos
algo de cómo se financian estos encuentros?
–Se sabe
más de los resultados concretos y visibles. Es más fácil, a mi parecer, encarar
este tema desde los efectos observables. Existe, sin duda, un enorme caudal de
dinero que hace posible la logística que está a la vista de todos. Los
encuentros se declaran autofinanciados. Sin embargo, reciben aportes en mayor
medida de entes gubernamentales (municipales, provinciales, nacionales) como
también de ciertas empresas y comercios. La verdad es que los grupos abortistas
y feministas manejan muchísimo dinero.
–¿Existen antecedentes de este tipo de reuniones? ¿Cuáles son las
influencias?
–Entre
los antecedentes inmediatos, podemos mencionar una reunión que
tuvo lugar en Kenya, 1985. Foro de ONGs. Tampoco puede omitirse la primera
Conferencia Internacional sobre Mujer y Desarrollo (México, 1975); le siguen
las Conferencias de Copenhague en 1980, la de Nairobi en 1985 y, por último, la
de Beijing en 1995.
–¿Y qué tienen en común estas conferencias y encuentros
internacionales?
–Son
todas usinas e instancias internacionales ligadas a las Naciones Unidas.
Ligadas en lo económico, en lo político y en lo cultural. Eso significa que
promueven la ideología de los derechos humanos, el feminismo, la mentalidad
anticonceptiva, el aborto y el homosexualismo político. En suma, el conjunto de
falacias que desde hace más de 50 años tiene en jaque a Occidente.
–La pregunta del millón. ¿Para qué se hacen estos encuentros?
¿Qué fin se persigue? Se habla de “femicidio”, de “violencia de género”,
machismo, “violencia heteropatriarcal”, “micromachismos”. ¿Qué significa todo
esto?
–Estos
encuentros se realizan, desde el principio, con un objetivo muy claro que no es
conseguir la satisfacción de los derechos de las mujeres sino implantar la
naturalización y despenalización del aborto, bajo la apariencia de que es un
deseo de todas. Los términos “violencia de género” responden a la estrategia de
decir una verdad para defender una mentira. ¿Cuál es la verdad? Que es
absolutamente reprobable todo tipo de discriminación injusta contra la mujer;
que es absolutamente reprochable que el varón le levante la mano, que cobre
menos que el hombre por el mismo trabajo, etc. Pero, ¿cuál es la mentira? La
mentira es que impedir un aborto sea “violentar” a la mujer. Es mentira que
salvar la vida del embrión sea “violentar sus derechos” porque no hay derecho a
la ejecución de un inocente.
–“Violencia
de género” no es lo único que se menciona. También se habla de femicidio.
–Hablemos claro
de una vez. “Femicidio” no existe. Existe el homicidio. Lo mismo lo que decías
recién; hablabas de machismo,
micromachismos, violencia heteropatriarcal. La verdad es que todas estas
palabras son el resultado de un cambio de óptica: cosas que son naturales y
propias de la buena educación –como dejar pasar primero a una mujer, cederle el
asiento, ahorrarle algún esfuerzo físico, etc.– son considerados por estos
grupos como “micromachismos”. Hay
toda una enfermiza concepción que responsabiliza al varón, al sexo masculino,
del 100% de cosas malas que le ocurren a la mujer. Se fomenta el resentimiento
contra el sexo masculino de una manera absolutamente desembozada, cubriéndose
de “razones” y “argumentos”. Reconocer a una mujer como diferente y tratarla
distinto es “machismo”. Un acto de amabilidad en un colectivo es objeto de
controversia. Están convirtiendo muchas cosas buenas en algo odioso. Estamos en
un punto en que esto es demencial.
–También
se habla de estereotipos de género, interrupción del embarazo, “yo decido”,
etc.
–La locura ha
llegado a tal punto que el hecho de regalar a un sobrino un juguete de guerra y
a una sobrina una muñeca es tildado de “imposición de estereotipos de género”.
Para ellos, todo es construcción. Lo social es construcción y aspiran a
construir un nuevo ser humano a partir de una nueva sociedad en la que ellos
serán los que decidan qué puede enseñarse, escribirse y decirse. Y qué no.
Llegamos a la paradoja de que para obtener la plena libertad que ellos nos
prometen en un futuro, debemos entregar nuestra propia libertad en el presente.
Interrupción del embarazo es otro ‘caballito
de batalla’ del aborto: abortar no es interrumpir. Abortar es matar, asesinar,
destruir. El término género es parte
de la ideologización de la sexualidad. Por eso es que no debemos adoptar un
vocabulario que es solidario de una mentalidad que rechazamos. Me gusta mucho
la frase del Profesor Jorge Ferro al respecto: “El lenguaje es un inapreciable
instrumento de penetración y dominio. Es la savia misma de la vida social y
cultural. Quien imponga un determinado lenguaje impondrá junto con éste un modo de entender la realidad, una cosmovisión
subyacente, valores morales, culturales y políticos, pautas de conducta”.
–A
la luz de los hechos, ¿qué pensar de estas mujeres que hablan y hablan y hablan
contra “la violencia de género”, aún sabiendo que el término género es, como dijiste, engañoso y
funcional a la ideologización del sexo?
–Los hechos, que
están a la vista de todos, demuestran que la consigna “contra la violencia de
género” es sólo un canto de sirena. Quienes más se llenan la boca contra la
violencia, quienes más patalean para erradicar la “violencia contra la mujer”
son los primeros que destruyen, incendian, delinquen, maltratan, agreden,
etcétera. El objetivo es que nosotros perdamos el tiempo discutiendo sus
palabras cuando en realidad deberíamos tener en cuenta, en primer lugar, los
hechos. La consigna de “Erradicar la
violencia de género” es pura distracción. Fuegos artificiales. Lo que
realmente piensan puede comprobarse observando lo que hacen. No lo que dicen.
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Una de las pintadas que dejaron las feministas en Mar del Plata |
–Estas
mujeres se autotitulan feministas. ¿Existe un auténtico feminismo, con ideales
y proyectos nobles? ¿Se puede hablar de dos feminismos, uno “bueno” y otro
malo?
–Estrictamente
hablando, existen verdades sobre la mujer, sobre su dignidad, sobre su femineidad.
La mujer como misterio, la esencia de la mujer como algo noble, superior,
llamado a complementarse y a cooperar con el varón. El feminismo, por el
contrario, es la ideologización de esta verdad. La verdad de la dignidad de la
mujer es tomada por la ideología feminista y puesta en contradicción con otras
verdades de la misma mujer; por ejemplo, contra la verdad de la Maternidad.
–¿Hay
dos feminismos?
–No. Sostener un
feminismo hipotéticamente bueno y otro feminismo “malo” es hacerle el juego al
único feminismo que existe. No existe un feminismo bueno como no existen un
comunismo o liberalismo “sano”. Existen, ciertamente, verdades deformadas por
el feminismo. Existen verdades desnaturalizadas por el comunismo y por el
liberalismo. Y es cierto, como se ha enseñado clásicamente, que todo error no
es otra cosa que una desfiguración de la verdad. Eso es cierto. También puede
admitirse que todo error toma una verdad y la enloquece (algo de esto escribió
Chesterton). Pero una cosa es reconocer esto y otra cosa es “salvar” al
feminismo deslizando la existencia de un hipotético feminismo bueno. Esto hay
que decirlo con toda claridad.
–Dejando
de lado la cuestión semántica y volviendo al campo de los hechos noticiados.
Pregunta. Los destrozos que podemos observar, ¿fueron una parte de las mujeres
del encuentro o fueron todas? ¿Es una actividad prevista?
–Hay gente que considera
imposible que la destrucción de la propiedad privada sea algo llevado a cabo
por la totalidad de las mujeres que participaron en este encuentro.
Personalmente, no me consta que el 100% de las mismas haya convalidado –directa
o indirectamente– toda la gama de agresiones. No me consta ni me puede constar.
Es imposible saberlo. Pero aun así, pienso: si estás a favor de matar a tu
propio hijo, indefenso e inocente, en tu mismo vientre; si considerás un
“derecho” eliminarlo por medio de un inyección o destrozarlo con unas tijeras,
si sos capaz de derramar su sangre, ¿por qué no vas a pintar una pared de un
comercio? ¿Por qué no vas a arrojar materia fecal?
Ahora bien, también vale
aclarar que en otro sentido es muy cierto que esta mentalidad no está presente
en todas las mujeres que participan. Pero esto no lo digo para “salvar” el
encuentro. Todo lo contrario. Me consta por testimonios de amigas y conocidas
que muchísimas mujeres llegan a los talleres sin tener idea de para qué se
hacen. Hay chicas que llegan ahí como “en paracaídas” y lejos de pedir el
aborto viajan con la esperanza de solucionar sus problemas, que son muy
concretos y atendibles. En concreto, en el 2007, en el taller de “Mujer
y Acceso a la Justicia” la mayoría de las mujeres estaban ahí por un
motivo muy concreto: no les pegaban los alimentos y sus hijos no estaban
reconocidos. Estas chicas son claramente manipuladas y llevadas para amontonar,
para hacer número. Este sector no ideologizado pero vulnerable desde el punto
de vista social responde a esta convocatoria dado que a cambio se les paga.
Entonces, vuelvo. Sí, en un sentido muy particular, no fueron “todas” las
mujeres las que estaban de acuerdo con todos los episodios ligados al
vandalismo, al caos. No, no fueron todas. Hubo muchas que fueron manipuladas
por los abortistas.
–Muy
fuerte lo que decís.
–Es que
realmente hay planteos que asombran. Porque más grave que tirar palos,
botellas, encender bengalas, graffitear, etc., es el aborto. Y el que puede lo
más, puede lo menos. Por eso, yo no les creo. No les creo que la
responsabilidad de los incidentes sea de un grupo “minoritario”. No fue una
marcha que “accidentalmente” terminó en incidentes. Fue un incidente planeado y
planificado, que se repite hace años. Cuando desde los MMCC se distingue entre
una gran mayoría que “no hizo disturbios”, se pretende salvar el buen nombre de
los abortistas. Es propaganda “para la gilada”. En el fondo, todos coincidían
en lo central: matar a un hijo es un derecho. Y frente a eso, pintar o no una
pared se convierte en algo absolutamente secundario. De todas maneras, estamos
hablando de delitos y contravenciones cuyos responsables no tardarían en ser
detenidos si no estuviesen parapetados en estas consignas.
–Los
que defienden el “derecho” al aborto sostienen, entre sus argumentos, que el
ser que se gesta en el vientre no está vivo hasta tal o cual semana. O, si
admiten que está vivo, reconocen que es un ser humano pero no una “persona
humana”. Recuerdo un debate con una abortista que me hablaba de “parásito
humano”, algo similar a la “lombriz solitaria”, al referirse al feto. ¿Qué
pensás de esto?
–Tales planteos,
tales giros lingüísticos, son una cosa indignante. No deben ser discutidos como
posición teórica pasible de razones sino denunciados y desenmascarados como
obra maestra de la perversión del lenguaje. Mientras el hombre envía una
expedición a lejanos planetas y asegura que la mera posibilidad de existencia
de los elementos químicos del agua sería un probable indicador de vida
extraterrestre, las pruebas incontrastables de vida intrauterina se ignoran. Y
si la madre tiene en su seno “una vida humana que no es persona humana”,
¿entonces qué es?
–Estamos
ante algo que cada vez es más demencial.
–Sencillo: si la
madre no lleva dentro una persona, entonces ni es madre ni está embarazada.
–¿Cómo
explicás esta agresividad, esta violencia y este odio?
–Considero que
son varias causas, es un conjunto de causas, pero deseo destacar una: la
ideologización. Todo esto no sería posible sin el lavado de cerebro, cultural e intelectual, que se hace en tantas
cátedras y universidades. Lo cierto es que la agresividad no fue eliminada.
Cambió de objeto. Por eso, la respuesta a la agresividad no puede ser el
pacifismo. La principal diferencia entre los abortistas–feministas y nosotros,
los católicos, no pasa por la energía que pongamos para defender lo que
creemos. Pasa por lo que creemos.
–A
ver, explicate un poco más.
–Dios es Amor,
¿cierto? Es Amor Infinito. Nos creó por amor y para el amor. Sin embargo, pocos
saben que unos de los efectos del amor es oponerse a aquello que atenta lo que
amamos. Luchar. Oponerse. Combatir. El médico ama el paciente y odia su
enfermedad; y la combate. No lograremos desentrañar este tema hasta que podamos
ver con claridad que el problema del odio feminista está en que es feminista y no en que es odio. Porque,
efectivamente, hay un odio legítimo.
–¿Cuál?
–El odio al mal.
Efectivamente, odiar la injusticia es bueno. Dice el salmo 97 (96): “Tú amas, Señor, a los que odian el mal, proteges
la vida de tus fieles y los libras del poder de los malvados”. Esto es
importantísimo. Importantísimo entenderlo, si no confundimos todo. El problema
del uso de la fuerza en los abortistas está en que son abortistas y no en que usen fuerza. La fuerza es energía y se
especifica en orden al fin para el cual se utilice. Un policía que defienda a
una mujer de un ataque haciendo uso de la fuerza es noble. Es heroico.
–En
los videos, puede escucharse que la agresividad verbal va escalando. Entre las
consignas, me llamó la atención “Iglesia/basura/vos
sos la dictadura”.
–Como otras,
esta consigna responde a la ideologización que la izquierda viene realizando
desde hace décadas. Pero no sólo la izquierda sino principalmente el
oficialismo. El mismo hecho de llamar “dictadura” al gobierno militar nos dice
algo. Desde que asumió el kirchnerismo en el 2003, el oficialismo no deja de
abanderarse con planteos históricos que generan consignas como esa.
–¿Qué
otros grupos están involucrados en esto?
–No sólo los abortistas
y los feministas. También los grupos de todas las gamas de la izquierda, el
socialismo y el marxismo. Todos estos grupos –y las ideas que sostienen– son
causa directa de incontables muertes en todas partes del mundo. Rusia, China,
Cuba. Parece que el asesinato es el hilo conductor entre las ideologías de
izquierda y el aborto. Pensemos también sino en PlannedParenthood, empresa promotora del aborto en todo el mundo. PlannedParenthood, en este momento,
enfrenta la situación más difícil de su existencia: sus principales líderes
fueron grabados en una cámara oculta. Lo que se supo fue espantoso.
–Es
evidente que todos participan de la misma mentalidad y producen los mismos
actos. Ahora bien, volviendo a las Autoconvocadas, ¿qué pretendieron hacer estas
mujeres en Mar del Plata y en las demás ciudades?
–Atacar la
Catedral y profanarla. Ese era su objetivo, el cual viene siendo evitado por
grupos de fieles católicos que, a lo largo de estos años, se vienen apersonando
delante de los templos, poniendo –literalmente– el cuerpo. Rosario en mano y
con el Avemaría en sus bocas.
–¿Qué
hay de los que piensan que estar allí presentes es “una provocación”? Si no se hace la defensa, ¿igualmente habría ataque?
–Primero, en sí
mismo, el argumento es una idiotez. Y digo que es una idiotez porque no resiste
el menor análisis. Pero además, es falso, porque la
organización de la defensa de catedral empezó tras el feroz ataque y
profanación de la Catedral de Rosario, también en el marco de Autoconvocadas. En
ese entonces, las feministas entraron al templo, violaron el sagrario,
rompieron imágenes, etc. O sea: ya sabemos lo que son capaces de hacer.
–¿Es
suficiente resistir de esa manera pasiva?
–Con esta
pregunta entramos en un terreno delicado. Quiero subrayar que respeto a todos
los católicos que sucesivamente y a lo largo de los años han defendido las
distintas catedrales que vienen siendo atacadas. Pienso, asimismo, que en todos
los casos se hizo lo mejor que se pudo con los elementos que en ese momento
estaban disponibles. Lo que debemos pensar es cómo fortalecernos aún más para
que, llegado el momento, tengamos más de una variante.
–¿A
qué te referís?
–A que ya
tenemos experiencia en lo que pasa. Y que una cosa es juntar, contra viento y
marea, a 60, 100, 200, 250 personas para vernos reducidos a interponernos entre
los agresores y la Catedral; y otra es trabajar sistemática y sostenidamente
durante todo un año, preparar a las personas, conocerse, delinear un plan
común, etc. pudiendo juntar el día de la defensa varios miles de católicos.
Las posibilidades de lo que se haga el día del ataque están en directa
dependencia con la calidad y cantidad del trabajo previo.
–Hay
quienes piensan que la defensa no sólo puede ser pasiva sino que debe serlo.
–La legítima defensa
es una “pata” de la doctrina que se conoce bastante poco y mal. Ante un ataque,
existe la posibilidad legítima de defenderse. ¿Cómo? Todo depende de la
magnitud del ataque. Cómo debamos los católicos defender la Catedral guarda
relación con el ataque. Por eso es que, sabiendo lo que ha ocurrido, tenemos
que prepararnos para lo que viene ocurriendo. Ni más ni menos. Si nos
preparamos para menos, nos exponemos a reaccionar de manera deficiente. Si nos
preparamos para más, nos exponemos a reaccionar de manera excesiva.
–¿Qué
otros elementos habría que tener en cuenta?
–Es
indispensable tener en cuenta la historia. Porque el ataque a los templos y
catedrales no es algo nuevo. Pensemos en la España del 30’: los ataques a la fe
en el marco de la Guerra Civil. La Guerra Cristera en México, años 20’. La
misma Argentina en el 55’ con la quema de las iglesias. En todos los casos, la
resistencia fue enérgica. Y siempre ella debe guardar, si quiere ser legítima,
la proporción entre el ataque y la defensa. No hay que inventar nada. Tampoco
preocuparse de que los MMCC nos tergiversen “si resistimos activamente”. ¡Ya
nos están tergiversando!
–He
escuchado que uno de los argumentos por los que se viene realizando una defensa
“pacífica” de la Catedral, ante los encuentros de Autoconvocadas, es por aquello que dijo Nuestro Señor: si alguien te da una bofetada en la mejilla
derecha, preséntale también la otra (Mt. 5, 39). ¿Qué pensas al respecto?
–Como te dije
antes, guardo un respeto y un reconocimiento por quienes a lo largo de los años
han defendido los templos y catedrales, cosa que no sólo tiene lugar en el
marco de Autoconvocadas sino también
en el marco de la “Marcha del Orgullo Gay”, llevada a cabo en Buenos Aires los
primeros días de los meses de noviembre. Yo mismo he asistido a varias de esas
defensas y, en concreto, estuve en la catedral de Posadas en el 2012, frente a
Autoconvocadas. Por lo tanto, sé que es un momento de enorme tensión; los
caminos y las posibilidades son muchas, no todas son claras; lo que debe
hacerse y lo que no puede llegar a ser, en parte, discutible, hay un margen de
opinión; no es todo blanco y negro. Todo eso lo he vivido y lo entiendo. En
particular, esta respuesta –lo subrayo– quiero hacerla en el marco del respeto
por todos los que asistieron y asisten, más allá de las lógicas diferencias que
pueden llegar a surgir. Cuando Nuestro Señor habla de “poner la otra mejilla”
se refería a las ofensas que nos hagan a nosotros. A las ofensas que podamos
recibir en el plano personal vos y yo, Juan, Pedro, María, etc. En los ataques
a las catedrales y templos, ocurre otra cosa.
–¿Qué
ocurre?
–Ocurre la
ofensa a Dios y a sus recintos. Y la ofensa a nosotros sólo en cuanto somos personas
que nos identificamos o queremos identificarnos con la fe católica y con
Cristo. Cuando nos insultan y agreden, no lo hacen en tanto personas con
tal nombre y tal apellido; de hecho, no conocen nuestro nombre ni nuestro
apellido. Nos ofenden en tanto somos representantes de la Iglesia Católica.
Nadie está ahí para representarse a sí mismo. Por tanto, si es lícito defender
los templos porque ellos son un signo de Cristo donde Él habita, también es
lícito defenderse a uno mismo. Porque también, uno mismo, es, por la gracia, recinto
de Cristo.
–¿Podrías
darnos un ejemplo que nos ayude a entender mejor esto?
–Sí. Me gusta
mucho el ejemplo de la conversión de San Pablo. Cuando leemos en Hechos de los
Apóstoles, cap. 9, que Saulo, “al
acercarse a Damasco”, es alcanzado “de
improviso” por “una luz que venía del
cielo”, envolviéndolo “con su
resplandor”, ¿qué le dice Cristo? Son palabras antológicas. Cristo le dice:
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hc.
9, 4). El que persigue a los cristianos, persigue a Cristo. Las abortistas y
feministas persiguen a los cristianos. Luego, persiguen a Cristo. Por eso es
que cabe distinguir entre ser pacífico y pacifista. El pacifismo, como dijo el
Papa Pablo VI, “no es ni cristiano ni
católico”. Mientras que sí hay una Bienaventuranza para los pacíficos, que
es algo muy distinto. En conclusión, la defensa de las catedrales y templos no
puede ser pacifista.
–¿Qué
es necesario para lograr esa defensa?
–Ante todo, prepararla. En
esta oportunidad, en Mar del Plata –la verdad sea dicha–, los católicos que
defendieron la Catedral hicieron lo que pudieron con el poco tiempo que
disponían. Me explico: según el testimonio de personas radicadas en Mar del Plata,
el obispo de la ciudad, Antonio Marino, había prometido que el día de la marcha
la Catedral estaría custodiada por la Policía, la Infantería y la Prefectura.
Incluso, suspendería las tres misas que se dan ese día, modificaría el lugar de
su celebración, a fin de no exponer a los asistentes. Tres horas antes –me
consta, como dije, por testimonio de un amigo que estuvo en la defensa el
pasado 11 de octubre–, apenas tres horas antes, los católicos se enteran de que
el obispo: 1) No había llamado a la Policía; 2) No había llamado a la
Infantería; 3) No había llamado a la Prefectura; 4) Autorizaría la celebración
de las tres misas. Aun sabiendo todo esto, hubo un grupo de católicos que,
exponiéndose, se apersonó en la catedral. La resistencia que, con todo en contra,
impidió la profanación del templo se formó en apenas 3 horas. Ni al obispo ni al párroco se los vio en los peores momentos de la
defensa de la Catedral.
–¿Hubo
heridos en la defensa?
–Hasta donde yo sé, hubo 7
personas nuestras heridas. Por eso conviene remarcar y destacar que todo lo que
se ha visto en cámara son delitos y contravenciones que no serían toleradas si
fuesen realizadas por otras personas. En un partido de fútbol, por ejemplo, por
mucho menos se arrestan a los que generan disturbios. Parece que la defensa del
aborto es la carta de la inmunidad, es el escudo legal para delinquir sin ser
molestado. Y no se trata solamente de este encuentro. También hubo heridos en
los anteriores. Por testimonios de personas que estuvieron presentes, tengo que
decir que, en Mar del Plata, la agresión fue de tal magnitud que pudo haber
habido algún muerto.
–Tanto
el encuentro como la marcha se proponen, entre otras cosas, erradicar la
“violencia de género”. Hay gente que se sorprende que un reclamo que, en
principio, sería bueno, termine en estos actos delictivos y vandálicos.
–Bajo la capa de
la erradicación de la llamada violencia
de género se busca instalar, primero, el debate por el derecho al aborto.
Aunque no parezca, muchos abortistas se conforman con el simple hecho de debatir
este tema. Ni siquiera con imponer su posición: simplemente, debatir.
–¿Por qué?
–Porque saben
que si el ser humano termina debatiendo ésto, tarde o temprano, lo aceptará. Es
una estrategia que se compone de pequeños pasos. Cuando se empieza por debatir
lo obvio, lo obvio deja de ser obvio. Por eso, hace años, somos testigos en la
Argentina de un permanente cuestionamiento de lo evidente, que paulatinamente deja
de ser considerado tal: “¡Eso no es un ser humano, es un embrión, es un
conjunto de células!”. El efecto propio de este poner “en tela de juicio” lo
obvio es naturalizar la negación de lo básico. A toda costa nos quieren
acostumbrar a escuchar –simplemente escuchar– que la vida del niño por nacer
puede ser objeto de debate.
–Me
parece muy importante enfatizar que uno de los objetivos es instalar el mero
hecho de “debatir”.
–Es que al
principio, ni siquiera nos exigen que aceptemos, de plano, el aborto. Sólo nos
exigen que aceptemos “el debate”; esto es, que admitamos que “habría razones”
en ambos lados. Bajo el temor de ser señalado como “cerrado”, la gente termina
aceptando debatir cualquier cosa aunque su sentido común, su elemental
honestidad y hasta su vergüenza se vean ultrajadas hasta la náusea. Ahí tenemos
el nudo de la batalla cultural: el sentido común. Debemos decir con todas
letras que existen cosas que no están
sujetas a discusión. Cosas que no deben ser objeto de controversia intelectual.
–“Cambiar
el sentido común” es Gramsci puro.
–Así es. Hay que
alterar la percepción que el hombre tiene naturalmente de las cosas. Por eso es
que, hoy por hoy, las ideologías han convertido la mente humana en una arena de
combate. El agresivo ariete de los abortistas impacta en el intelecto antes que
en el templo. Por eso no debe sorprender a nadie que estos encuentros terminen
con tal grado de violencia. La violencia yace en la mente, antes que en la
mano. La violencia se gesta primero en la conciencia, antes que en el puño.
–¿Qué
grado de aceptación tiene este tipo de encuentros, definitivamente signados por
la violencia?
–Gracias a
Dios, todavía queda mucha gente que advierte que el caos y la defensa del
asesinato no son el camino. Puedo contar por testimonios de amigos y conocidos
que hubo pueblos en donde las personas se negaban a colaborar con estas mujeres
en cuanto las identificaban. Tal cosa pasó en Tucumán, por ejemplo; remiseros
que no las trasladaban, confiterías que no las atendían, almacenes cerrados
para no abastecerles de nada, etc.
–¿Hubo alguna
declaración, antes o después, por parte del obispo de Mar del Plata o de algún
jerarca de la Iglesia?
–Sí, hubo declaraciones. Pero las palabras pueden decirle algo a quien
no conoce la realidad más de cerca. Cuando sabés lo que ocurrió dejás de
atender a las palabras y discursos para concentrarte en los hechos. Y todo se vuelve
claro aunque también doloroso e indignante. Más allá de lo que puedan haber
dicho, la verdad es que la Catedral quedó absolutamente desprotegida, a merced
de los enemigos de la fe. Cero Policía, cero Prefectura y cero Infantería. Y no
sólo la Catedral sino principalmente el grupo de católicos que, en un acto de
testimonio de la fe, se apersonaron para no dejar solo el Sagrario.
–¿En
qué sentido la actitud del obispo influye en el comportamiento de los fieles?
–Los
obispos son la jerarquía de la Iglesia. Con respecto a estos temas, su
comportamiento es determinante. Generalmente, la actitud oscila entre el
silencio y una suerte de pacifismo humanista y tolerante, el cual termina
desgastando a los fieles que sienten que deben defender el templo. En España, a
pesar de su gobierno laicista y de izquierda, realizar un atentado similar a lo
que hacen estas mujeres, es equivalente a años de cárcel; por eso no ocurren
estas cosas allá, a pesar de que crece el ambiente hostil al catolicismo. Hay
excepciones, sin embargo. Y creo que es justo consignarlas. En el año 2006,
Mons. Palentini estaba en primera fila frente a la Catedral, en la defensa.
Había custodia policial y sin embargo él estuvo allí rezando con los fieles que
se apersonaron para defender el templo. En Tucumán, Mons. Villalba convocó a
toda la diócesis a defender la vida; se notó muchísimo, me han contado. La
participación en los talleres fue notable. Mons. Aguer también propicia la
participación para resistir a estos planteos abortistas. Deseamos mucho más.
Corresponde mucho más.
–¿Cómo
relataron los MMCC estas noticias?
–En
general, predominó la distorsión. Tal es el hilo conductor entre publicaciones
tan diversas como Clarín, La Nación y
Página/12. El colmo de este engaño
puede leerse en la acusación que reproduce –con estudiado candor– el diario La Nación.
Es tramposo el retrato de la noticia. Leemos que el encuentro “culminó en enfrentamientos entre manifestantes y la policía
bonaerense”, razón por la cual la Comisión “acusó a las fuerzas de seguridad de
‘reprimir’”. ¿Se puede mentir tanto? La verdad es: estas hordas hicieron
todo el mal que pudieron –todo: insultar, golpear, escupir, arrojar materia
fecal, quemar, destruir propiedad privada, etcétera– y en un momento era tan
pero tan obsceno y absurdo permitirlo que la Policía reaccionó. Reaccionó
tarde, muy tarde. Y esas se quejan incluso de eso. ¿Por qué? Porque están tan
sumergidas en la ideología y en el resentimiento que no quieren verse a sí
mismas. Y es más fácil blandir la carta de la represión que reconocer lo
propio, ¿no es así? La mejor defensa es un buen ataque. Quien desee apreciar la
cantidad de mentiras que se dijeron, no tiene más que comparar los videos con
las notas periodísticas. Está todo al revés: los
delincuentes acusan a las fuerzas de orden.
–Decía Chesterton que “llegará
el día en que se blandirán espadas por demostrar que las hojas son verdes en
verano”. Creo que hemos llegado a ese día.
¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?
–Ante nuestros ojos se
despliegan ejércitos de sofistas, de manipuladores, de apologistas de asesinos.
Todos tienen en común una cosa: la tergiversación de la palabra. Y por tanto de
la verdad. Es exactamente ahí donde debe librarse la batalla: en el terreno del
lenguaje. Hablar bien. Decir verdad. Señalar lo que es natural y lo que
no. Afirmar la legitimidad de discernir, distinguir, discriminar. Defender a
capa y espada la vida del niño inocente. Atestiguar la condición creatural del
hombre: como soy creatura, no soy dueño absoluto de mí mismo. Dar testimonio de
la verdad, en el Nombre de Cristo. Esto es así. Hasta que no tengamos el coraje
de decir las cosas como son, las cosas nunca serán lo que deben ser.
–Muchas
gracias, Juan Carlos.