“La esperanza es una de las virtudes teologales. Esto significa que un continuo estar a la expectativa del mundo eterno no es (como piensan algunas personas modernas) una forma de escapismo o ilusión, sino una de las cosas que debe hacer un cristiano. No significa que debamos dejar el mundo actual tal como está. Si leen historia, encontrarán que los cristianos que más hicieron por este mundo fueron justamente aquellos que más pensaban en el mundo que viene. Los apóstoles mismos, que iniciaron la conversión del Imperio Romano, los grandes hombres que construyeron la Edad Media, los evangélicos ingleses que abolieron la trata de esclavos, todos dejaron su marca en la tierra, precisamente porque tenían la mente ocupada con el Cielo. Es desde que los cristianos han dejado mayormente de pensar en el otro mundo que se han hecho tan ineficientes en éste. Apunta al Cielo, y tendrás la tierra “de añadidura”; apunta a la tierra, y no obtendrás nada. Parece una regla extraña, pero se puede ver que algo parecido opera en otros ámbitos. La salud es una gran bendición, pero desde el momento en que haces de la salud uno de tus principales objetivos directos, te transformas en un maniático y comienzas a imaginarte que algo malo te pasa. Podrás lograr buena salud a condición de que desees más otras cosas: alimento, juegos, trabajo, diversión, aire libre. Del mismo modo, nunca salvaremos a la civilización mientras la civilización sea nuestro principal objetivo. Debemos aprender a desear con más fuerza otra cosa”
C. S. Lewis, “Mero Cristianismo”. Tomado del Blog “Videoteca Reduco” y su sección “Hablan los maestros”.