1. El trabajo del Hombre:
Oh Dios creador de todas las cosas, que estableciste la ley del trabajo al género humano...
En el Paraíso, antes del pecado:
El trabajo en el Paraíso era para ocupar su espíritu, ejercitando sus facultades, dando fruto a sus talentos, mostrando su gratitud a Dios:
Libro del Génesis 2, 7 ss: “Entonces Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y residió el hombre un ser viviente. Luego plantó Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Tomó, pues, Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.» Dijo luego Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”.
Este trabajo no implicaba pena alguna, antes gran satisfacción:
“Dice en Gén 2,15: Tomó el Señor Dios al hombre y lo puso en el Paraíso del gozo para que lo trabajara y lo custodiara. Esto no sería penoso como lo es después de aquel pecado, sino que sería agradable para ejercitar una capacidad natural. La custodia no sería contra invasores violentos, sino contra la tentación al pecado, que le robaría el Paraíso”. (Santo Tomás, Suma, Iª pars, cuestión 102, artículo 3: El hombre, ¿fue o no fue puesto en el Paraíso para que lo trabajara y custodiara?)
En el destierro, después del pecado:
Después del pecado original el trabajo se transforma en pena, en castigo. La naturaleza que heredamos de Adán trae consigo este castigo del trabajo penoso. 1) Pena satisfactoria: para pagar por el pecado; así el trabajo tiene un carácter humillante y mortificante (espinas). 2) Pena preservativa: para impedir los pecados; porque leemos en el Libro del Eclesiástico: “la ociosidad enseña mucha malicia”... Fue la causa del grave pecado del rey David. El ocioso repite con el demonio aquel grito diabólico: "¡no serviré!"
Libro del Génesis 3, 16 ss: “A la mujer le dijo: «multiplicaré las fatigas de tus preñeces: con dolor parirás los hijos. Buscarás con ardor a tu marido, y él te dominará. Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»... Y le echó Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida”.
La muerte y todos los males consecuentes son castigo del pecado original:
“Dice el Apóstol en Romanos 5, 12: Por un hombre entró el pecado en el mundo; y por el pecado, la muerte. El pecado del primer padre es la causa de la muerte y de todos los males de la naturaleza humana, en cuanto que por el pecado del primer padre nos fue arrebatada la justicia original, por la que se mantenían bajo el control de la razón, sin desorden alguno, no sólo las facultades inferiores del alma, sino también el cuerpo entero se mantenía bajo el control del alma sin ningún fallo. Por esto, sustraída esta justicia original por el pecado del primer padre, así como fue vulnerada la naturaleza humana en cuanto al alma por el desorden de sus potencias, así también se hizo corruptible por el desorden el cuerpo mismo". (Santo Tomás, Summa, Iª, IIæ, cuestión 85, artículo 5: ¿Son efecto del pecado la muerte y demás males corporales?).
El trabajo después de la Redención:
Nuestro Señor viene a reparar el pecado y renovar todas las cosas: Ofertorio de la Misa: “Oh Dios, que admirablemente creaste la dignidad de la naturaleza humana, y aun más admirablemente la reformaste...” (Oración que rezan los sacerdotes cuando bendicen la gota de agua).
Ahora, el trabajo, sin dejar de ser castigo, aceptado con resignación es meritorio unido a los sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo, quien quiso trabajar también con sus propias manos, dignificando así el trabajo:
“Fue conveniente que el cuerpo asumido por el Hijo de Dios estuviese sometido a las debilidades y defectos humanos; y especialmente por tres motivos. Primero, porque el Hijo de Dios, asumiendo la carne, vino al mundo para satisfacer por los pecados del género humano. Y uno satisface por los pecados de otro cuando echa sobre sí mismo la pena debida a los pecados de ese otro. Ahora bien, los defectos corporales a que nos referimos, a saber: la muerte, el hambre y la sed y otros por el estilo, son pena del pecado, introducido por Adán en el mundo, según Romanos 5, 12: Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Por eso fue conveniente, en relación con el fin de la encarnación, que asumiese en nuestra carne las penalidades de esta naturaleza, en lugar nuestro, según Isaías 53, 4: Verdaderamente se apropió nuestras enfermedades (...Segundo...) Tercero, para ejemplo de paciencia, que él nos da soportando con fortaleza los sufrimientos y los defectos humanos. Por eso se dice en Hebreos 12, 3: Soportó la contradicción de los pecadores contra él, para que no decaigáis, desfalleciendo en vuestros ánimos. (Santo Tomás, Summa IIIª Pars, cuestión 14, artículo 1: ¿Debió el Hijo de Dios asumir la naturaleza humana con los defectos corporales?)
2. El Patrocinio de San José:
...concédenospropicio, que a ejemplo de San José, y bajo su patrocinio...
El ejemplo de obediencia de San José:
Si el mundo fue castigado por la desobediencia de Adán, la obediencia es, pues, lo contrario al pecado. Si el demonio y Adán no quisieron servir a Dios, San José al contrario va a reparar con un ejemplo heroico de obediencia:
La vida de San José se puede definir por la obediencia: “por obediencia desposa a María, por obediencia no la abandona, por obediencia va a Belén, por obediencia huye a Egipto, por obediencia vuelve de allá, por obediencia sube al templo, por obediencia educa y cuida a Dios hecho niño”.
La institución de la fiesta de San José Obrero:
Al instituir la Fiesta, el Io de mayo de 1955, exhortaba S.S. Pío XII:
“La Iglesia, Madre Providentísima de todos, preocupada en gran medida de proteger y encaminar a los obreros, e instituir y favorecer sus asociaciones, les ha querido asignar el Patrocinio de San José. En efecto, San José, siendo el padre adoptivo de Cristo, que se digno de ser llamado artesano e hijo del carpintero, debido a las obligaciones de que estaba encargado respecto a Jesús, abundantemente bebió de su Espíritu como sobrellevar y ennoblecer el trabajo. De un modo semejante deben comportarse las asociaciones obreras, para que Cristo esté siempre presente en ellas, en sus miembros y en sus familias, y finalmente en toda reunión de obreros; ciertamente el principal fin de estas asociaciones es que guarden y promuevan la vida, cristiana en sus miembros, y propaguen el Reino de Dios, especialmente entre sus compañeros de trabajo... Para que tengan en lo más alto los ánimos donde moverse a buscar la dignidad del trabajo humano, y los principios que la producen, se instituye la Fiesta de San José Obrero, que sea de todas las asociaciones de obreros ejemplo y protección. Pues, de este ejemplo, los que se dedican a los trabajos artesanales deben aprender de qué forma y con qué espíritu cumplir sus funciones, para que al mismo tiempo que, siguiendo el primer mandato divino, sometan la tierra y procuren la prosperidad económica, consigan alcanzar los premios de la vida eterna”.
...hagamos las obras que mandas, y consigamos los premios que prometes.
R. P. Carlos Emmanuel Herrera, boletín “Fides” Nº 957, 1 de mayo de 2011.