¿Para qué pedimos (en el Padrenuestro) que “venga a nosotros el reino de los cielos”, si tanto nos deleita la cautividad terrena? Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas tú al que te odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama?... Debemos pensar y meditar, hermanos muy amados, que hemos renunciado al mundo (ya desde el bautismo) y que, mientras vivimos en él, somos como extranjeros y peregrinos. Deseemos con ardor aquel día en que se nos asignará nuestro propio domicilio. El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso.
San Cipriano, “Tratado sobre la muerte”. Visto en el Blog “Encuentro en el Bosque”.