¡Su Excelencia, por favor díganos algo más alegre!
Dios existe. Él es todopoderoso, omnisciente, totalmente justo, pero su misericordia es también infinita. Él tiene un perfecto control de todo lo que está sucediendo en el mundo. Ni el Diablo ni sus sirvientes humanos, incluidos los criminales que actualmente dirigen el mundo, pueden mover un dedo sin su permiso. Él conoce cada detalle de sus planes diabólicos y está usando todos y cada uno de ellos para cumplir con su Providencial designio propio.
Pero, ¿cómo entonces puede ser que permita tanto mal en nuestro mundo?
Porque si bien Él nunca quiere el mal, Él quiere permitirlo, a fin de lograr independientemente de ello, un bien mayor. Muchas profecías indican que de la corrupción global actual surgirá mañana, por siempre, el triunfo más grande de la Iglesia Católica, por ejemplo, Nuestra Señora de Fátima: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”. Lo que está sucediendo ahora es que Nuestro Señor está utilizando a sus enemigos para purificar a su Iglesia.
¿Pero no podía El haber encontrado una forma menos desagradable de purificación de la Iglesia para que no tuviésemos nosotros que pasar por esta increíble corrupción actual?
Si dependiera sólo de Él, indudablemente podría haber encontrado otra manera de purificar a su Iglesia, pero si tú y yo conociéramos todo lo Él que sabe “¡pensamiento tonto!”, y si encima de todo usted y yo queremos, como El quiere, respetar el libre albedrío que El da a todos los seres humanos, entonces es sumamente probable que usted y yo comprobemos que la forma que Él está eligiendo de hacer las cosas es la mejor.
¿Y justo lo que hace el hombre con su libre albedrío, tiene que hacerlo con él?
Dios no quiere robots o meramente animales irracionales para compartir con El su felicidad. Ahora bien, ni siquiera El puede dar a sus criaturas una felicidad merecida por la cual no han hecho nada para merecer, porque es contradictorio y porque su poder es sobre todo ser, no sobre el no-ser, puesto que son cosas contradictorias. Pero si las criaturas existen al menos en parte para merecer su felicidad, entonces El debe darles el libre albedrío, que si es para su aplicación de verdad, debe ser capaz de elegir lo opuesto de lo que El quiere para su uso, y si es realmente posible elegir el mal, entonces eso es lo que sucederá, con más o menos frecuencia.
Pero usted dice que la verdadera Iglesia sigue a Nuestro Señor en la enseñanza de que se estrecha el camino que conduce hacia Cielo, y pocos son los que la hallan (Mt. VII, 14). ¿Cómo puede ser digno de Dios que si ha creado, justamente hoy por ejemplo, una masa de seres humanos, relativamente solo alcancen el Cielo unos pocos? ¿Cómo pueden tantos caer en los horrores de Infierno sin que este sea un precio demasiado alto a pagar por el Cielo para los relativamente pocos que habrán de llegar?
Porque Dios trabaja en la calidad, no en cantidad. Que tan sólo diez hombres podrían haber salvado de Su ira a toda la ciudad de Sodoma (Génesis XVIII, 32) demuestra lo preciosa que es para Dios una sola alma respondiendo a su amor, entre un gran número que por su propia y libre elección no quieren su amor. "Yo habría pasado por toda la pasión sólo por ti", dijo Nuestro Señor una vez a un alma. El se lo diría a cualquier alma.
¿Quiere decir que si cuando el mundo me preocupa y me atormenta, basta con pegarme lo más de cerca a Dios, de modo que Él lo tenga en cuenta para mí y para los que me rodean? ¡Yo casi podría querer que el mundo fuese aún peor!
¡Ahora tú estás teniendo la idea!
Kyrie eleison.
Mons. Richard Williamson, “Comentario Eleison” Nº 237, 28 de enero 2012.
Fuente y traducción del inglés de Diario Pregón de La Plata.