“Dame personas enamoradas: ellas saben lo que yo entiendo. Dame los que anhelan; dame los que tienen hambre; dame a los que están caminando lejos, en el desierto, que tienen sed y suspiran por la fuente del país eterno. Dame este tipo de personas: son los que yo comprendo. Pero si hablo a personas frías, son incapaces de entenderme”.
San Agustín, Comentario al Evangelio de San Juan, 26, 4.