Como sostenemos
los católicos tradicionalistas, los equívocos en los documentos conciliares, fueron
voluntariamente introducidos para engañar a los Padres conciliares conservadores.
Así, se los podía ilusionar insistiendo sobre el hecho de que el texto no
quería decir, en el fondo, nada distinto de lo que al Iglesia había enseñado
siempre. Pero como consecuencia de esos equívocos intencionados o “bombas de
tiempo”, como las llamaría Mons. Lefebvre, se hizo posible el apoyo sobre esos
pasajes para defender tesis totalmente heterodoxas.
Los teólogos
modernistas Karl Rahner y Hebert Vorgrimer confirman la especie, cuando
escriben por ejemplo que se “dejaron
abiertas ciertas cuestiones teológicas importantes sobre las que no se llegaba
a cerrar un acuerdo, eligiendo formulaciones que podían en el Concilio ser interpretadas de manera diferente
por grupos y tendencia teológicas particulares”. (R.P. Matthias Gaudron, FSSPX)
El cardenal Walter Kasper admite la ambigüedad
y la intencionalidad de los textos conciliares en unas declaraciones realizadas
en abril y publicadas por varios medios, ente ellos, el periódico oficial de la
Santa Sede L’Osservatore Romano.
AL respecto, reproducimos un artículo del portal Tradición Digital.
[Tradición Digital
- 08-04-2013]
Kasper
admite ambigüedad intencionada en los documentos del Vaticano II
8 abril, 2013
| Tradición
Digital
Traducción de
Tradición Digital
El cardenal Walter Kasper hizo una declaración impresionante en las
páginas de L’Osservatore Romano, el pasado viernes. Al ofrecer
algunas reflexiones sobre los desafíos que enfrenta la Iglesia y el continuo
problema (perpetuo) de la “verdadera aplicación del Concilio Vaticano II”,
Kasper, hablando con referencia a los documentos del Concilio, declaró:
En muchos
lugares, [los padres conciliares] tenían que encontrar fórmulas de compromiso,
en las cuales, a menudo, las posiciones de la mayoría están ubicadas justo al
lado de las de la minoría, diseñadas para delimitarlas. Por lo tanto, los
mismos textos conciliares tienen un enorme potencial de conflicto, abren la
puerta a una recepción selectiva en cualquier dirección. (Cardenal Walter
Kasper, L’Osservatore Romano, 12 de abril de 2013)-
En las declaraciones del Cardenal, tenemos básicamente la afirmación de
una tesis fundamental de Michael Davies y la mayoría de los tradicionalistas:
que los documentos del Concilio tienen ambigüedades y están sujetos a una
multitud de interpretaciones. Este concepto de ambigüedad Conciliar ha sido
negado por muchos conservadores apologistas que insisten en que los documentos
del Concilio son claros como el día y es sólo la malicia de los disidentes que
empujan a una aplicación falsa la responsable de nuestra actual confusión.
Los tradicionalistas, sin embargo, e irónicamente, Kasper también, han
insistido, sin embargo, que la destrucción que siguió al Concilio también se
puede leer en los documentos mismos. Incluso si los padres conciliares no
tenían la intención de causar la catástrofe que siguió al Concilio (y la
mayoría coincide en que no la tenían), los documentos mismos fueron construidos
de tal manera que se permitían interpretaciones progresistas cuando se ponen en
manos de los teólogos u obispos progresistas. Contra el mantra conservador de
“documentos perfectos – aplicación imperfecta”, afirma Kasper la crítica
tradicionalista de “documentos imperfectos conducen a la aplicación imperfecta.”
Benedicto XVI había hecho el mismo punto. Hay una íntima conexión entre los
documentos y su aplicación.
Pero Kasper hace más que reconocer que “los mismos textos conciliares
tienen un enorme potencial para el conflicto”, sino que continúa afirmando que
estas ambigüedades, estos conflictos potenciales, formaban parte de un programa
intencionado. No se limita a decir que los textos podrían ser objeto de
diversas interpretaciones, sino que estos pasajes ambiguos eran “fórmulas de
compromiso”, para aplacar a dos lados opuestos, de tal forma que pudieran ser
interpretados de una manera ortodoxa, pero con la misma facilidad podían ser
torcidos por los progresistas para prestar apoyo aparente a su vandalismo.
Se trata de lo que el difunto Michael Davies llama “bombas de tiempo”
en los textos conciliares. Davies escribió: “Estas “bombas de tiempo” eran
pasajes ambiguos insertados en los documentos oficiales por los peritos
liberales o expertos. Pasajes que se interpretan en un sentido progresista no
tradicional, una vez cerrado el Concilio” (Michael Davies, Liturgical
Timebombs, Rockford, Ill: Tan Books, 2004, pg. 23). Davies tomó prestada la
frase “bombas de tiempo” del libro de monseñor Lefebvre Un Obispo habla,
que, básicamente, había presentado el mismo argumento.
En la entrevista de Kasper, tenemos nada menos que un reconocimiento de
que no sólo eran bombas de tiempo, sino que fueron colocadas allí
intencionalmente, y en esto él y Lefebvre están de acuerdo. Esta es una
admisión asombrosa.
Kasper hizo otras muchas otras declaraciones que cuestionan otros
aspectos de la narrativa conservadora acerca del Concilio. Por ejemplo:
Para la
mayoría de los católicos, los desarrollos puestos en marcha por el Concillio
son parte de la vida cotidiana de la Iglesia. Pero lo que están viviendo no es
el gran nuevo comienzo ni la primavera de la Iglesia, que se esperaba en ese
momento, sino más bien una Iglesia que tiene un aspecto invernal, y muestra
claros signos de crisis.
Esto va contra el mantra imperante desde la época de Juan Pablo II, y
que afirma que estamos experimentando una “nueva primavera” y una franca
admisión de que hay en realidad una crisis, a pesar de que algunos, como el
cardenal Timothy Dolan, siguen negando esta verdad lisa y llana. Esta simple
admisión de hecho, que la Iglesia está en crisis y no está experimentando la
primavera postconciliar prometida, es de gran importancia en el movimiento
hacia adelante, y a pesar de cualquier otra cosa que podamos pensar de Kasper,
le agradecemos su sinceridad aquí.
Hablando de la confusión que se produjo después del Concilio, Kasper
dijo:
Para
aquellos que conocen la historia de los veinte concilios reconocidos como
ecuménicos, esto [el estado de confusión] no será una sorpresa. Los tiempos
post-conciliares eran casi siempre turbulentos. El Vaticano [segundo],
sin embargo, es un caso especial.
Este reconocimiento importante, que también encontramos en otras
partes, realmente echa por tierra el discurso católico-conservador de que lo
que estamos viviendo en la Iglesia moderna es normal, ya que “siempre hubo
confusión después de un Concilio”. Eso puede ser cierto, pero Kasper señala que
la confusión que siguió al Vaticano II es “un caso especial”, diferente a la
turbulencia de los períodos anteriores. Esto, también, es un punto en que se
hace a menudo hincapié por los tradicionalistas, que ven en el Concilio
Vaticano II no sólo otro acontecimiento eclesial con el nivel estándar de
confusión después de los hechos, sino más bien un nuevo tipo de acontecimiento
eclesial que no puede ser tan fácilmente clasificado junto con los Concilios
del pasado.
¿El cardenal Kasper afirma las posiciones de Michael Davies, Lefebvre y
los tradicionalistas? Estos son tiempos extraños, de hecho.