viernes, 8 de agosto de 2014

Lo que falla en el mundo.


Cuentan de G. K. Chesterton que cuando el diario The Times lo invitó, junto con otros autores eminentes, a escribir ciertos ensayos en respuesta a la pregunta “¿Qué es lo que falla en el mundo?” su contribución tomó forma de carta:

Dear Sirs,
I am.
Sincerely yours,
G. K. Chesterton

Que en castellano vendría a ser más o menos:

Apreciados Señores,
Yo.
Les Saluda atentamente,
G.K. Chesterton

El “príncipe de las paradojas” fue capaz de sintetizar de esta forma tan particular lo que, en el fondo, es la respuesta bíblica.
¿Qué falla en el mundo? ¿Dónde está el problema? Son preguntas a las que toda forma de pensamiento debe dar respuesta. Todos tenemos la sensación de que ha habido alguna clase de “fractura”, y seguro que nos hemos preguntado alguna vez porqué las cosas en nuestro mundo no son como deberían ser.
Como dijo Jesús, buscar fuera de nosotros mismos no nos dará la respuesta, sino que es de nuestro corazón que proviene toda clase de injusticias (Mateo 15:19)
Sólo el Evangelio va a la raíz del problema y produce un cambio en nuestro interior que tiene consecuencias en el exterior. Los problemas siempre suelen ser culpa de otros, nuestro dedo enseguida señala hacia los demás. Pero el Evangelio nos hace realizar un duro, pero en el fondo realista, ejercicio de autocrítica. Es verdad, somos más pecadores de lo que creíamos… pero cuando aceptamos esa verdad Jesús nos sale al encuentro para decirnos que también somos más amados por Dios de lo que creíamos.
  
(Tomado de un blog no católico)


Visto en Videoteca Reduco, 03-Dic-2013.