Publicado originalmente en Wanderer,
08-Sep-2016.
Criterios para el sacrilegio
La cosa, efectivamente, salió como Bergoglio
deseaba: ubicar, a partir de la publicación de los adulterinos Amores
de Leticia, la comunión de los recasados en una nebulosa en la que cada
cual hiciera lo que le pareciera, y que lo que le pareciera fuera siempre
admitir a la Sagrada Eucaristía a los viven en adulterio. Así de sencillo.
Los neocones de siempre -Opus Dei y Fasta
fundamentalmente- se me echaron encima: “Jamás el Papa, custodio de las
enseñanzas del Evangelio, tendría semejante intención. Esa es la interpretación
que hace el periodismo malvado”. Pues bien, alguno meses después, ha llegado la
respuesta oficial.
Los obispos que integran la región pastoral
Buenos Aires -integrada por la arquidiócesis porteña y diez diócesis del Gran
Buenos Aires- han redactado hace pocos días un documento estrictamente
confidencial titulado “Criterios para la aplicación del cap. VIII de Amoris
laetitia”. Se tiene por cierto que el texto fue escrito por la cabeza
pensante del episcopado argentino, es decir, Mons. Tucho Fernández, il
coccolato (chupamedias) del Santo Padre.
Los prelados han insistido en que esta
comunicación está dirigida exclusivamente al clero, por lo que han
rogado a los curas no difundirla públicamente.
“Un acto de prudencia”, dirá seguramente un
neocon. En realidad, muchos de los sacerdotes de la región consideran que el
secreto que piden es el propio de un acto vergonzante. Es decir, les da
vergüenza hacer lo que están haciendo. Es por ello necesario hacer exactamente
lo contrario a a lo que pretenden, a fin de desenmascararlos.
En síntesis, el documento de dos carillas,
luego de los remilgos y enjuagues retóricos consabidos, instruye a los
sacerdotes a admitir al sacramento de la Eucaristía a cierta clase de adúlteros
y a integrarlos a la comunidad eclesial. En buen romance, exige
al clero el sacrilegio y el escándalo, eso sí, luego de una etapa
de discernimiento y acogida.
“Esa es la interpretación de algunos obispos,
pero no es lo que quiere el Papa”, dice el mismo neocon. Pues no. Resulta que
estos obispos metropolitanos y granbonaerenses, enviaron a Bergoglio, cual
manzana de alumno aplicado, el texto antes de ser distribuido entre los
párrocos. Y de allí vino presta una nota del mismísimo Papa -de ese que no
tiene tiempo para escribir a las carmelitas de Nogoyá-, fechada el lunes de
esta semana, en la que les asegura que “ese es el sentido del capítulo
VIII de Amoris Letitiae. No hay otra interpretación”.
“¿Y quién le ha dicho que eso es verdad?”,
salta el neocon. Para que conste, podrán bajar aquí y aquí los documentos que prueban la traición de
los obispos al Evangelio y a la enseñanza milenaria de la Iglesia sobre el
matrimonio y el adulterio.
Un dato reciente permite cierta esperanza. Hoy,
jueves 8 de septiembre, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, tuvo
lugar en horas de la mañana una reunión del clero de la Arquidiócesis de Buenos
Aires, en la que se trató el tema. De ella rescatamos que:
a. Algunos curas vertieron críticas claras al
documento pontificio y al vademecum episcopal, las que que no
fueron rechazadas por la autoridad eclesiástica; por el contrario, varios
sacerdotes manifestaron durante el recreo su adhesión a ellas.
b. Expuso sobre el tema Mons. Víctor Pinto
-canonista- y el cardenal Mario Poli. Uno y otro se expresaron en términos
bastante ortodoxos y ortoprácticos, aclarando que la eucaristía sólo podrían
recibirla aquellos divorciados rejuntados, que convivieran como hermanos guardando
la castidad.
c. En cambio, el obispo auxiliar, Mons.
Alejandro Giorgi (foto), dijo una sarta de estupideces, lo cual resulta en él
ya una costumbre.
d. Los Criterios elaborados
en la región eclesiástica de Buenos Aires habrían de sufrir, por iniciativa del
cardenal arzobispo, un cambio de redacción -de alcance impreciso aún- antes de
ser enviados oficialmente. En principio, se trataría de limar las partes más
ríspidas de lo elaborado por Tucho. Habrá
que ver si el il Coccolato lo permite.