La doctrina tradicional del
ecumenismo está establecida en la Instructio de motione oecumenica promulgada
por el Santo Oficio el 20 de diciembre de 1949 (en AAS, 31 de enero de 1950),
que retoma la enseñanza de Pío XI en la encíclica Mortalium animos. Se
establece por tanto:
Primero: «la Iglesia Católica
posee la plenitud de Cristo» y no tiene que perfeccionarla por obra de otras
confesiones.
Segundo: no se debe perseguir la
unión por medio de una progresiva asimilación de las diversas confesiones de fe
ni mediante una acomodación del dogma católico a otro dogma.
Tercero: la única verdadera
unidad de las Iglesias puede hacerse solamente con el retorno (per reditum) de
los hermanos separados a la verdadera Iglesia de Dios.
Cuarto: los separados que
retornan a la Iglesia católica no pierden nada de sustancial de cuanto
pertenece a su particular profesión, sino que más bien lo reencuentran idéntico
en una dimensión completa y perfecta («completum atque absolutum»).
Por consiguiente, la doctrina
remarcada por la Instructio supone: que la Iglesia de Roma es el fundamento y
el centro de la unidad cristiana; que la vida histórica de la Iglesia, que es
la persona colectiva de Cristo, no se lleva a cabo en torno a varios centros,
las diversas confesiones cristianas, que tendrían un centro más profundo
situado fuera de cada una de ellas; y finalmente, que los separados deben
moverse hacia el centro inmóvil que es la Iglesia del servicio de Pedro. La
unión ecuménica encuentra su razón y su fin en algo que ya está en la historia,
que no es algo futuro, y que los separados deben recuperar.
Todas las cautelas adoptadas en
materia ecuménica por la Iglesia romana y máxime su no participación (aún
mantenida) en el Consejo Ecuménico de las Iglesias, tienen por motivo esta
noción de la unidad de los cristianos y la exclusión del pluralismo paritario
de las confesiones separadas. Finalmente, la posición doctrinal es una
reafirmación de la trascendencia del Cristianismo, cuyo principio (Cristo) es un
principio teándrico cuyo vicario histórico es el ministerio de Pedro.