En medios neocones se suele
leer un poco de Tolkien, especialmente su obra ya clásica El Señor de
los Anillos.Lectura que llega a ser tergiversada bastante de forma que ellos
—los neocones— son como la Compañía del Anillo, los caballeros de Rohan o los
últimos resistentes de Minas Tirith. Se lee en clave epopéyica con obvia
identificación con “los buenos”.
Un poco como a Chesterton, los
neocones usan y abusan de Tolkien para sus propios fines. Ved, sino, cómo
aparece infinidad de veces para justificar cualquier cosa aquí.
En los Estados Unidos, incluso llegaron a identificar a Irak con Mordor…
Pero así como no se ve cómo el
socialismo dickeniano de Chesterton (o distributismo si preferís) puede encajar
con un
proyecto neoliberal como fue el de la revista Chesterton de Alex Rosal, José A. Fúster, César
Vidal, Pío Mora, Pedro Trevijano, etc., gracias a Dios, ya desaparecida;
tampoco vemos cómo los neocones pueden sumar para sí a quien pensaba de una
forma tan radicalmente distinta, como el siguiente relato de uno de sus nietos,
Simon Tolkien.
Recuerdo
vívidamente ir a la iglesia con él [John Ronald Reuel Tolkien] en Bournemouth.
Él era un católico devoto y fue poco después de que la Iglesia cambió la
liturgia, del latín al inglés. Mi abuelo obviamente no estaba de acuerdo con
esto y decía todas las respuestas muy alto en latín mientras que el resto de la
asamblea respondía en inglés. Toda la experiencia me resultaba bastante
torturante, pero mi abuelo no se inmutaba. Simplemente debía hacer lo que él
creía era correcto. Heredó la religión de su madre, excluida de la familia
posteriormente a su conversión y, luego, murió pobre cuando mi abuelo tenía
sólo 12 años.
[Simon Tolkien, “Mi abuelo”, The Mail on Sunday (23
de febrero de 2003).]
Lo que se agrega a numerosos
testimonios de sus biógrafos.
[InfoCaótica,
23-Mar-2013]