Tomado de FSSPX/MG –DICI, 16-Jul-2016.
Declaración del Superior General a
todos los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X al término de la
reunión de superiores mayores en Anzère (Valais), 28 de junio de 2016.
Al finalizar la reunión de
superiores de la Fraternidad San Pío X, además del comunicado que leyó el 29 de
junio de 2016 en las ordenaciones sacerdotales en Ecône, Monseñor Bernard
Fellay había dirigido a los sacerdotes en la víspera una declaración que DICI publica en exclusiva.
Para gloria de Dios,
para honor de nuestro Señor
Jesucristo y de su Santísima Madre,
para nuestra salvación.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X,
en el actual estado de grave necesidad que le concede el derecho de
proporcionar los auxilios espirituales a las almas que recurren a ella, no
busca ante todo un reconocimiento canónico, al que tiene derecho por ser una
obra católica. La solución no es simplemente jurídica. Se trata de una posición
doctrinal que es imprescindible manifestar.
Cuando San Pío X condena el
modernismo, reduce toda la argumentación de la encíclica Pascendi a
un principio fundamental: la independencia. Ahora bien, en lo sucesivo el mundo
empleará todas sus fuerzas para cambiar el eje sobre el que tiene que girar.
Tanto para los católicos como para los que no lo son, es evidente que este eje
ya no es la Cruz sino el hombre, como atinadamente dijo Pablo VI
(Cf. Discurso de clausura del Concilio Vaticano II, 7 de diciembre de
1965).
Hoy el mundo gira en torno a este
eje que, según él, ya ha quedado establecido definitivamente: la dignidad del
hombre, su conciencia y su libertad. El hombre moderno existe para sí mismo. El
hombre es el rey del universo. Ha destronado a Jesucristo. Exalta su conciencia
autónoma e independiente hasta el punto de disolver incluso los fundamentos de
la familia y el matrimonio.
La Fraternidad San Pío X se ha
opuesto desde siempre a esta empresa de desintegración del universo – tanto de
la sociedad política como de la Iglesia.
Para remediar este desorden
universal, Dios suscitó a un hombre, un cristiano, un sacerdote, un obispo.
¿Qué hizo? Fundó una Sociedad – sociedad jerárquica – cuyo principio y fin son
precisamente el antídoto al desorden universal: el sacramento del Orden. El fin
de la Fraternidad San Pío X sigue siendo no sólo el remedio actual a la crisis,
sino también, y por la misma razón, la salvación de todos los que cooperan para
este mismo fin. La Fraternidad quiere por encima de todo conservar la rectitud
doctrinal, teologal y social fundada en la Cruz de Jesucristo, en su Realeza,
en su sacrificio, en su sacerdocio, principio de todo orden y de toda gracia.
Monseñor Marcel Lefebvre combatió toda su vida para hacer triunfar estas
verdades fundamentales. En la hora presente es nuestro deber redoblar los
esfuerzos, intensificando el mismo combate fundado sobre los mismos principios.
No somos ni conciliares, que niegan
que la Cruz de Cristo sea el eje del mundo, ni facciosos, que rechazan la
naturaleza social de la Iglesia, sino una sociedad de sacerdotes de Jesucristo
y de la Iglesia católica.
¿Ha llegado realmente el momento de
la restauración general de la Iglesia? La Divina Providencia no abandona a su
Iglesia, cuya cabeza es el Papa, vicario de Jesucristo. Por ello, un signo
incontestable de esta restauración será la voluntad manifestada por el Sumo
Pontífice de proporcionar los medios para restablecer el orden del sacerdocio,
de la fe y de la Tradición – y ese mismo signo constituirá la garantía de la
necesaria unidad de la familia de la Tradición.
Christus regnat,
Christus
imperat,
Deo gratias,
Amen.
+ Bernard Fellay
Anzère, 28 de junio de 2016
en la vigilia de los
Apóstoles San Pedro y San Pablo