Entrevista a Malachi Martin.[1]
Malachi Martin nació en Irlanda en 1920 y entró joven en la Compañía de Jesús. Hizo estudios y enseñó en el Instituto Bíblico Pontificio de Roma. Durante el Concilio Vaticano II fué asistente del Cardenal Bea.
El desarrollo de ciertas tendencias en el postconcilio lo indujo a salir de la Compañía con el permiso especial de Paulo VI. De Roma pasó a New York, donde vive todavía. Desde entonces se dedicó enteramente a escribir. Entre sus más famosos libros hay que citar El último cónclave (1970), Rehén del demonio (1984), Vaticano (1986), Los Jesuítas (1987), Las llaves de esta sangre (1990), Windswept House (1996), recientemente traducido al español por Planeta en Barcelona con el título de El último Papa.
Gladius ha comentado algunos de estos libros en sus números 18 (Vaticano) y 37 (Windswept House).
G: ¿Tiene un título ya elegido?
MM: Sí, tengo ur título pero puede ser que lo, cambie un poco. Quizá no debiera revelarlo todavía pues alguien me lo podría copiar. Es un buen título... ¿Ud. recuerda a los discípulos, la mañana de la Resurrección, caminando a Emaús? Ese acontecimiento del Evangelio le da el tono al libro. Es el «factor Emaús» (del mismo modo en que se habla del «factor nuclear» o cualquier otro). Como libro corto que será (150/160 páginas) comienza encarando directamente la apostasía reinante en el momento actual en las capitales de nuestra civilización, diciendo: «Esto es lo que va a suceder a menos que... a menos que...» Esto es lo que dice.
G: Parece muy bueno pero Ud. debe saber que se ¡o critica afirmando que no tiene suficiente Fe en la Providencia o no tener una visión sobrenatural en su última novela.
MM: Sí, lo sé. Y la respuesta que siempre doy y que siento que es la única posible es ésta: mis años en Roma y mis años en Norteamérica me han enseñado que si Cristo viviera en nuestros días estaría atacando más o menos las mismas cosas que he criticado. Él estaría diciendo las mismas cosas. Pero para hacerlo uno debe tener el don de la visión sobrenatural. Lo sobrenatural es gratuito, viene sin que se lo pida y nos otorga un don que no podríamos poseer de ningún modo salvo que El nos lo dé. Esto no cambia el hecho de que yo soy de carne y sangre y barro. Soy débil y estoy lleno de defectos, y a menos que Él me eleve y mis defectos sean expuestos y perdonados, no habrá eternidad; seré abandonado en el infierno.
Recuerdo que el Cardenal Bea -que fue el primer “jefe” que tuve en la Iglesia- solía decir: “No soy un optimista, no soy un pesimista: soy un realista”. Y por agradable o desagradable que sea, siempre me concentro en las cosas como son.
Mi formación me ha capacitado para conocer la condición geo-política y geo-religiosa de mi organización, que es el órgano institucional de la Iglesia Católica Romana, por lo cual me concentro en ello.
Infestación diabólica.
G: Yo le he mencionado en otra ocasión que he leído, después de Windswept House, otras referencias a misas negras, pero esta vez bajo el Pontificado de Pío XII (lo cuenta Spinosa en la biografía de ese Papa). ¿A Ud. no le sorprende esto?
MM: No me sorprende en lo más mínimo. La única diferencia es ésta: hubo misas negras en Roma, y todavía las hay también en Milán y Turin. Pero la misa negra a la que me refiero en Windswept House trata de una verdadera instalación del Príncipe de las Tinieblas en el Vaticano. Mire, yo no he sido confesor, pero sí testigo, de un italiano que condujo una misa negra en San Pedro. En un rincón, sosteniendo un misal romano y pretendiendo leerlo, él celebró el ritual de una misa negra. El Vaticano tiene ocho exorcistas activos, y los ocho están sobrepasados de trabajo. Ocho exorcistas, a tiempo completo, no dan abasto.
G: Me consta que Ud. tuvo experiencias de exorcismos porque he leído su libro Hostage to the devil (Rehén del demonio) que me pareció terrorífico. Le confieso que no pude terminarlo. Pero, ¿todo lo que Ud. relata allí está realmente basado en hechos?
MM: Sí. En donde sea que hay exorcismos, llevamos cámaras de video y grabadores. Es en base a estos elementos y las conversaciones reales que fue escrito el libro. Ciertas partes las debí cambiar para adecuarlas al relato, y también tuve que alterar todas las identidades, topónimos y todos los nombres verdaderos, aunque yo tenía un cajón entero lleno de autorizaciones, dado que estaban comprometidas las leyes de protección de la vida privada. Pero, bueno, todo está basado en hechos verídicos.
G: ¿Cuando llevó a cabo esa misión?
MM: A las dos y diez de la madrugada de un cierto día del año 1970, fui despertado por un sacerdote amigo que me dijo: «Malachi, mi exorcista asistente se ha derrumbado. Le pido que por favor venga a ayudarme». Esto ocurrió en el Bronx. Así es como empezó mi experiencia. Yo había presenciado un exorcismo en el Cairo en 1959 -un exorcismo muy feo- pero sólo como asistente. Esta vez, en cambio, fui arrastrado directamente al batiburrillo. Fui llevado al pleno exorcismo de posesión, condición obsesiva del ángulo noreste de los Estados Unidos. Y es allí donde he actuado desde entonces.
G: ¿Siempre ha sido sólo asistente, o alguna vez fue nombrado exorcista?
MM: No, siempre he sido asistente. De todas maneras, se necesita tener permiso de un obispo. Por lo tanto, recurrimos a los obispos más próximos, pero la mayoría de ellos no creen en el demonio. Entonces tuvimos que recurrir a Roma y hacer una gestión especial con el Penitenciario para obtener permiso. De allí que ahora formamos un equipo de más de dieciocho sacerdotes que actúan legalmente. Sin embargo, mantenemos un perfil muy bajo, porque no queremos tener problemas con los obispos, algunos de los cuales confían en nosotros y otros no.
Por ejemplo, hay un caso de una chica cuya obsesión empezó cuando tenía catorce meses; obsesión, no posesión. Ahora tiene tres años y medio. Queríamos exorcizarla, porque tiene un «familiar». Ella vive en Michigan, y el cardenal de Michigan no cree en el demonio; por lo tanto, no tiene exorcista. Por lo tanto debimos pedirles a los padres que recurrieran al Cardenal Arzobispo de Nueva York. Pero éste también se negó. Entonces no me quedó otro remedio que hacerlo en secreto y hacerlo por las nuestras. Es muy duro cuando la gente no cree en nosotros; terriblemente duro.
G: ¿Tiene Ud. alguna idea de cómo se está desarrollando este problema en los Estados Unidos?
MM: ¡Oh! Se está poniendo peor. Yo lo puedo llevar a donde vivo, en Park Avenue y la calle 63, y en cuatro cuadras a la redonda le puedo señalar los sitios en los que se realiza una misa negra todos los domingos. Y también sabemos el tipo de posesión que tiene lugar aquí; algo muy peculiar. Tenemos jóvenes de ambos sexos, entre veinte y treinta años de edad; el último de ellos vino a decirme: «Padre, yo quería un empleo, un libro o una mujer... Hice pacto con el demonio y logré lo que quería, y ahora el demonio no me quiere soltar...». Este tipo de caso no había ocurrido nunca antes.
G: Pero ¿por qué precisamente en este distrito?
MM: Bueno, en realidad sucede en toda la región nordeste: Boston, Filadelfia, Nueva York, Washington. Es un fenómeno nuevo. Y el segundo fenómeno es la cantidad de casos de obsesión en chicos y gente inocente. Me envían un aviso y nosotros tenemos que hallar quién está haciendo meditación trascendental, sesiones de espiritismo, quién está iniciándose en brujería, etc., o sea, quién está coqueteando con el demonio. Uno debe encontrar todo eso. Y la cuestión es descubrir los nombres de toda la gente prominente en la sociedad: arquitectos, actrices, joyeros, gente de alto rango, cristianos, médicos, psiquiatras, todos aquellos de la clase profesional que realizan los más horribles ritos y hacen pactos diabólicos.
La Virgen va a los simples.
G: Cambiando de tema, ¿qué opinión le merece la teoría o estrategia consistente en priviliegiar el apostolado con la gente rica y la clase dirigente, antes que con quienes tienen poca influencia y poder? Porque se dice, incluso en círculos católicos, que uno de los defectos del catolicismo ha sido no entender las ventajas de aquel enfoque, a diferencia de los protestantes, que siempre concillaron perfectamente los negocios con la religión. ¿Ud. me entiende?
MM: Sí, claro (risas). Por supuesto, por supuesto. En abstracto, sin hablar de situaciones concretas, uno podría inclinarse a decir que dada la globalización del dinero y dado el nuevo gobierno global y transnacional que está reemplazando al viejo orden, uno debería concentrarse en los niveles más altos, dado que si uno no logra influir en ellos, uno no influirá en el mundo culto y educado. Pero yo estoy dominado por el convencimiento de que la Virgen está viniendo pronto, vividamente. Creo que Ella va a aparecer, que su era está por comenzar, para molestia de las clases poderosas. Quienes recibirán el mensaje completo serán los simples fieles. Bueno, pienso que especialmente ellos, porque creo que la forma de «civilización» que tenemos ahora es totalmente «anti-Dios». Es completamente pagana, materialista y está contra Cristo. Es un montaje armado para que actúe el Anticristo, el hombre que creo que va a venir y creo que es al que se va a oponer la Virgen y que su signo va a aparecer en el cielo. Tengo setenta y siete años y soy demasiado viejo y no estoy jugado con esta generación sino antes. Los signos que poseo me muestran que los hombres y mujeres simples tiene esta fe sencilla, que es tan pura. He escuchado a la clase intelectual -sea William Buckley o quien sea que representa a la academia- y he descubierto que no tienen fe. Y sin fe, vamos muertos; no vamos a ir al Cielo. Y yo quiero ir al Cielo. Por eso ésta es mi respuesta. En la situación concreta, debo decir esto. Y le debo decir que estoy haciendo lo que creo. Yo ya no busco los círculos académicos. Tengo, por supuesto, mis amigos académicos; ellos leen mis libros y conversamos. Pero todas mis otras actividades las cumplo con gente común. Por ejemplo, sucede que conozco un párroco en Albeco, en México, cuya ama de llaves tiene una hermana, Maureen, casada, que vive en Atlanta con dos hijas. Ellos me visitan. La hija menor tiene diez y ocho años y es una chica simple, no demasiado bien educada, pero ella sabe todo acerca de Fátima, todo sobre la hermana Lucía y dice cosas que sólo Nuestra Señora podría habérselas dicho. Ella le habla a Nuestra Señora y es muy simple. ¿Y sabe algo? Yo creo que Nuestra Señora la ha agarrado fuerte porque ella es simple. Es por esto que la está haciendo mártir.
Por esto es que yo, Malachi Martin, quiero concentrarme en la gente simple y en este sentido lo miro a
Ud. como simple. Ud. no está atado a la globalización. Ud no está poseído por la ambición académica. Ud. tiene Fe. Yo prefiero pasar un tiempo con Ud. antes que en Harvard, con su cartesianismo, su paganismo y su horrible descreimiento. Por lo tanto, la respuesta es ésta.
G: Tengo una duda. En Winds-wept House, Ud. cita a Paulo VI diciendo que ¡a Iglesia eventualmente va a quedar reducida a su mínima expresión. Creo que lo sacó de Romano Amerio, pero mucha gente, yo mismo, hemos buscado el documento sin fortuna. En L'Osservatore Romano no hay nada. Un amigo mío ha revisado todos los documentos oficiales y no ha podido encontrarlo.
MM: Lo buscaré para Ud. con la cita. Las palabras que usó el Papa fueron: “Vamos a ser marginados. Los católicos van a ser marginados, sobre el borde de la humanidad”. Si me da tiempo voy a encontrar la cita. Hay un documento dentro del cual está incluida.
El próximo Cónclave.
G: Me gustaría que dijera algo sobre el futuro Papa.
MM: Bueno, creo que estamos frente a un gran peligro. Realmente lo creo.
G: ¿Peligro? ¿De qué?
MM: Peligro de que una mayoría de nuestros cardenales electores, habiendo optado por dar respaldo a la visión globalista internacional, elijan a un hombre que les satisfaga en ese respecto. Pero Dios sabe. El puede cambiar sus corazones. Aún así, esto no ocurre tan frecuentemente, y yo (esto es pura especulación, por supuesto) tengo la impresión de que Cristo no va a permitir que el Papado sea degradado. Creo que puede elegir un más drástico destino para el papado. Si esto afecta al actual Santo Padre, podría muy bien ser porque él tiene que reparar el desaguisado en tan alta función, igual que Paulo VI y Juan XXIII. Ud. sabe, Nuestra Señora de la Salette se refirió a tres papas en el futuro y los llamó «papas gusarapientos». Quizá Juan Pablo con todas sus cualidades y su firmeza respecto del aborto, la contracepción y las obras de caridad, deba corregir algunas cosas. Y Cristo podría imponerle una reparación en esta vida y no en la futura. Si yo fuera él, preferiría sufrir ahora y no después. De modo que tal vez lo haga. Cuando Juan Pablo II se muera, tendremos un cónclave y este cónclave ya está decidido. Durante estos tres últimos años se han seleccionado y alistado los favoritos. Uno que ha sido impugnado -que debe interesar a los argentinos- es Pío Laghi, que ha caído en desgracia por varias razones.
“Apres moi, le déluge”. Creo que va a ser un tiempo triste, porque va a haber aceptación de la apostasía y habrá un nuevo cisma, una nueva herejía.
G: ¿Qué sabe Ud. acerca de un candidato de los sedevacantistas? Se habla de un obispo alemán que sería ungido Papa con el nombre de Lino II, como el sucesor de San Pedro. ¿Ha escuchado algo sobre esto?
MM: He escuchado ésta y otras versiones similares. Los romanos se distinguen por ser muy apegados al ceremonial. Y sea quien sea -Lino II o Clemente XVII (hay un Pío XIII en Canadá y otro Gregorio XXII)- todos deberán pasar finalmente por la criba romana, de lo contrario no van a ser aceptados. Quizás eso es lo que va a pasar. Quizás va a sobrevenir una situación multipolar. No lo sé. Lo que sé es esto: estamos de cara a tiempos de prueba, no tiempos como en los que nacimos. No, absolutamente distintos...
G: Pero en todo caso no habrá cisma....
MM: Yo conozco ya una cantidad de cismáticos. Cuando es necesario les doy la absolución; les doy el Cuerpo del Señor. Griegos, rusos, armenios, sirios y coptos. Y hasta conozco algunos «buenos» herejes. En realidad les evito, pero a veces escucho sus confesiones cuando lo necesitan. Cismáticos y herejes conservan la fe. Nosotros hemos apostatado. La fe se ha agotado. Un obispo se sienta a mi lado, pero él no cree en la castidad, ni en la infalibilidad papal, ni siquiera en el primado del Papa, no cree en el infierno, ni en la Resurrección. ¿Qué Dios está entre nosotros?...
Democracia en la Iglesia.
G: Cambiando otra vez de tema. Una última pregunta: ¿qué sabe Ud. de esta última tendencia en algunas parroquias sobre la administración y gobierno, es decir, ¡a posibilidad de elegir sus propios sacerdotes? Esto mismo ya ha ocurrido en la Iglesia anglicana.
MM: Ya está sucediendo aquí. Y ha sido fomentado por nosotros: peor aún, la mayoría de los obispos en los Estados Unidos están a favor del casamiento de los sacerdotes. La mayoría, pero no todos. En Canadá ocurre lo mismo.
G: Disculpe la interrupción: ¿están a favor del casamiento pero no a favor del divorcio? (risas).
MM: Difícil saberlo. La verdad es que no se me había ocurrido.
G: ¿Para ellos el matrimonio es preferible a la homosexualidad?
MM: Según ellos, no. Para ellos la homosexualidad es una orientación del alma, una orientación definida por la naturaleza: «¡no me culpen!», «¡no puedo hacer nada!». Y tampoco lo miran como una tragedia.
Todo esto se dirige -como los masones se lo revelarán ni bien llegue a conocerlos- a destruir la casta sacerdotal. De modo que cualquiera en la parroquia pueda venir y decir: “Éste es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre”, y pueda distribuirlo, porque Cristo desciende sobre él en ese momento. Y con esto, por supuesto, destruye el sacerdocio.
G: ¿La idea no es introducir el concepto de la soberanía popular en la Iglesia?
MM: Seguro, seguro. Destruir la jerarquía. Y hacerlo muy sutilmente. La próxima vez que venga a Nueva York lo puedo llevar a una iglesia en la que una mujer dice la misa al lado del sacerdote. Y un buen día él no vendrá y ella procederá a decir la misa por su cuenta. Así es como se hace la labor destructiva. Lo que significa apostasía, porque no se cree en el Calvario, en el sacerdocio, en la Última Cena, ni en el Cuerpo ni en la Sangre, ni en las manos del sacerdote, y entonces cualquiera puede ser sacerdote.
Signos positivos.
G: A pesar de esta visión tan negativa, uno percibe que en ¡os Estados Unidos existen muchos grupos muy positivos, así como editores, revistas, etc. ¿Para Ud. cuál es el mejor? ¿The Wanderer? ¿Ignatius Press?
MM: Ignatius Press está haciendo política. No, dice nada contra los malos obispos ni lo va a decir. El Padre Joseph Fessio se encarga de eso. Yo lo conozco. Es un buen hombre. No le interesan los muchachos, ni las chicas ni el dinero. Intentaron condenarlo judicialmente y le entablaron un juicio, pero lo ganó. Conserva Ignatius Press, pero tuvo que dejar Ignatius Institute. Es un tipo duro. Es políglota; está muy bien dotado. Pero hace política. Ratzinger es su amigo, y Ratzinger también es político. Está por el Novus Ordo, su sacramentología es estrictamente Novus Ordo.
G: He notado algo de eso en The National Register. Es más oficialista.
MM: The Wanderer, The Remnant, Catholic Family News son los mejores.
G: ¿Y Crisis?
MM: Es okay, pero no es católica, por eso no llega a satisfacerme. Debo confesarle a Ud. que la semana pasada volví a leer la encíclica Mediator Dei, de Pío XII, que no leía desde 1948. Y encontré un pasaje que me indujo a pensar: “¿Qué clase de lenguaje es éste? Es el lenguaje católico. Es el tipo de lenguaje que escuchaba en mi casa”. Pero ya nadie habla así. Y eso es lo que está mal en Crisis. Ya no es el lenguaje católico. Tampoco National Review usa más el lenguaje católico. ¿Ud. entiende a qué nos referíamos durante la guerra fría cuando hablábamos del “idiota útil”? Bueno, William Buckley es eso: un idiota útil.
G: Molnar solía escribir para la National Review, pero dejó de colaborar... los otros días nos escribió diciendo: “Son políticamente incorrectos -como nosotros-, pero son filosóficamente correctos... en el peor sentido de la palabra”.
MM: Y bueno, Molnar es un talento. Yo dejé de colaborar con ellos en 1978. No podía aguantar más. Ahora encuentro que las mejores revistas son The Remnant, The Wanderer o Catholic Family News.
G: ¿Sabe Ud. que Crisis publicó un excelente artículo sobre los sacerdotes, escrito por un hombre llamado Peter Kreeft? ¿Lo conoce Ud.?
MM: No. ¿Es bueno?
G: Muy bueno. Lo traducimos y lo publicamos en Gladius (n° 37). Es totalmente ortodoxo[2], aunque sé que el resto de Crisis no es muy católico. ¿Qué son?
MM: Ecumenistas. ¿Ud. nunca leyó First Things? Está escrito por un pastor luterano convertido al catolicismo y ahora sacerdote católico. Su nombre es Richard Newhaus; es católico pero no de la manera que soy yo. Claro, soy prejuicioso. A los 77 años ya no tengo paciencia con nada que no coincida con mi modo de ser católico. Es un riesgo, ya lo sé, pero yo juzgo todo según este criterio. No puedo digerir esa «síntesis». Estoy demasiado viejo. Recibo alrededor de 400 cartas por semana y las expurgo, porque muchos de los que me escriben no son católicos. No tengo tiempo para otra cosa. Tengo 77 años... ¡caray! No puedo hacer más... La cuestión es que me estoy volviendo muy arisco. Realmente no me queda tiempo para ocuparme de los no-católicos que andan divagando por allí, o de los católicos volátiles respecto de la fe, que piensan que Jesús no creyó ser Dios hasta que llegó a los 44 años, o algún disparate así.
G: Bueno, no queremos abusar más de su paciencia ni de su tiempo. Le agradecemos el privilegio de habernos concedido esta larga entrevista, y esperamos con ansias su próxima novela. Muchas gracias.
Gladius, Nº 42, año 1998.
[1] Realizada en New York, el 10 de noviembre de 1997. Por Gladius, Anne y Patricio H. Randle.
[2] El profesor Peter Kreeft, como muchos otros, terminó desviándose de la ortodoxia cayendo en teorías modernistas. La nota de Gladius pertenece a la “buena época” de Kreeft. [Nota del editor digital]