Artículo visto en AdelanteLaFe,
25-Oct-2015.
El triunfo de la
ambigüedad – Los pasajes más polémicos de la relatio final del Sínodo
Hay seis puntos en la Relatio
Final que son los más controvertidos, los números 70-71, 75 y 84-86,
los cuales obtuvieron menos “sí” y más “no” en las votaciones que otros puntos.
Los parágrafos 84-86 (sobre los divorciados vueltos a casar) consiguieron 187,
178 y 190 votos “sí” y 72, 80 y 64 “no” respectivamente. El número mínimo de
votos para que un texto sea incluido en la Relatio Final era 177, por lo que el
n.85 se ha colado por un solo voto.
El pasaje 85 (que consta de dos parágrafos) es especial; cita la
Familiaris Consortio 84 de Juan Pablo II pero omite la parte en que se
prohíbe la comunión a los “divorciados y vueltos a casar”. También se
abre un camino hacia la descentralización doctrinal al hablar de las
“directrices del obispo” con respecto al “divorciado vuelto a casar”.
Nuestro comentario inicial puede encontrarse en la parte inferior de este
post, el cual se ha ampliado ante el discurso del Papa contra los
conservadores; un signo evidente de frustración y un vistazo aterrador de su
teología (¿desde cuándo es posible oponer la “letra” y el “espíritu” de la
doctrina CRISTIANA?). Seguiremos el lunes.
Situaciones complejas
69. El sacramento del matrimonio, como unión
fiel e indisoluble entre un hombre y una mujer llamados a acogerse
recíprocamente y a acoger la vida, es una enorme gracia para la familia humana.
La Iglesia tiene la alegría y el deber de anunciar esta gracia a cada persona y
en cada contexto. Se siente hoy, de modo aún más urgente, la responsabilidad de
hacer redescubrir a los bautizados cómo la gracia de Dios opera en su vida –
incluso en las situaciones más difíciles – para conducirlos a la plenitud del
sacramento. El Sínodo, mientras que aprecia y anima a las familias que honran
la belleza del matrimonio cristiano, pretende promover el
discernimiento pastoral de las situaciones en las que el recibimiento de este
don resulta difícil de ser apreciado, o en diversos modos comprometido.
Mantener vivo el diálogo pastoral con estos fieles, para consentir la
maduración de una coherente apertura al Evangelio del matrimonio y de la
familia en su plenitud, es una tremenda responsabilidad. Los pastores deben
identificar los elementos que puedan favorecer la evangelización y el crecimiento
humano y espiritual de aquellos que se encomiendan al Señor y a su cuidado.
70. Que la pastoral proponga con claridad el
mensaje evangélico y tome los elementos positivos presentes en aquellas
situaciones que no correspondan aún o no más a ello. En muchos Países un
creciente número de parejas conviven, sin ningún matrimonio ni canónico, ni
civil. En algunos Países existe el matrimonio tradicional, concertado
entre las familias e incluso celebrado en diferentes etapas. En otros Países en
cambio se encuentra en aumento el número de aquellos que, después de haber
vivido juntos por largo tiempo, solicitan la celebración del matrimonio en la
iglesia. Se opta a menudo por la simple convivencia a causa de la mentalidad
general contraria a las instituciones y al compromiso definitivo, pero también
a la espera de una seguridad existencial (trabajo y salario fijo). En otros
Países, finalmente, las uniones resultan de hecho siempre más numerosas, no
sólo por el rechazo a los valores de la familia y del matrimonio, sino también
por el hecho de que casarse es percibido como un lujo, a causa de las
condiciones sociales, y es así que la miseria material orilla a vivir uniones
de facto. Todas estas situaciones son confrontadas de manera
constructiva, buscando transformarlas en oportunidad de camino de conversión
hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio.
71. La elección del matrimonio civil o, en
diferentes casos, de la simple convivencia, muy a menudo no es motivada
por prejuicios o resistencia en contra de la unión sacramental, sino por
situaciones culturales o contingentes. En muchas circunstancias, la
decisión de vivir juntos es señal de una relación que quiere realmente
orientarse hacia una perspectiva de estabilidad. Esta voluntad, que se
traduce en un vínculo duradero, confiable y abierto a la vida puede
considerarse como un compromiso sobre el cual implantar un camino hacia el
sacramento nupcial, descubierto como el plan de Dios sobre la propia vida.
El camino de crecimiento, que puede conducir al matrimonio sacramental, será
animado por el reconocimiento de los rasgos propios del amor generoso y
duradero: el deseo de buscar el bien del otro antes del propio; la experiencia
del perdón pedido y dado; la aspiración a constituir una familia no cerrada
sobre sí misma y abierta al bien de la comunidad eclesial y de la sociedad
entera. A lo largo de este recorrido podrían ser valoradas aquellas señales de
amor que propiamente corresponden al reflejo del amor de Dios en un auténtico
proyecto conyugal.
***
75.Una dificultad particular presentan las
situaciones respecto al acceso al bautismo de personas que se encuentran en una
condición matrimonial compleja. Se trata de personas que han contraído
una unión estable en algún momento en el cual al menos una de ellas no conocía
la fe cristiana. Los Obispos están llamados a ejercer, en estos casos, un
discernimiento pastoral proporcional al bien espiritual de éstas.
El discernimiento y la
integración
84.- Los bautizados que están divorciados y
vueltos a casar civilmente deben estar más integrados en las comunidades
cristianas en los diversos modos posibles, evitando toda ocasión de escándalo.
La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que
no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino para
que puedan tener una feliz y fecunda experiencia de ella. Son bautizados, son
hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para
el bien de todos.
Su
participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es necesario
por ello discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente
practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden
ser superadas. Ellos no están
y no deben sentirse excomulgados, y pueden vivir y madurar como miembros vivos
de la Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, los cuida con
afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio.
Esta integración es necesaria también para el
cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los
más importantes. Para la comunidad cristiana, cuidar a estas personas no es un
debilitamiento de la propia fe y del testimonio acerca de la indisolubilidad
matrimonial, sino que así la Iglesia expresa en este cuidado su caridad.
85.- San Juan Pablo II ha ofrecido
un criterio integral que permanece como la base para la valoración de estas
situaciones: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir
bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se
han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo
injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio
canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión
en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en
conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no
había sido nunca válido” (Familiaris Consortio, 84). Es entonces tarea
de los presbíteros acompañar a las personas interesadas en el camino del
discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo.
En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos
de reflexión y arrepentimiento.
Los divorciados vueltos a casar deberían
preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró
en crisis, si hubo intentos de reconciliación, cómo está la situación del
compañero abandonado, qué consecuencia tiene la nueva relación sobre el
resto de la familia y la comunidad de fieles, qué ejemplo ofrece a los jóvenes
que se deben preparar para el matrimonio. Una sincera reflexión puede reforzar
la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a ninguno.
Además, no se pueden negar que en algunas
circunstancias “la imputabilidad y la responsabilidad de una
acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas” (CCC, 1735) a causa de
diversos condicionamientos. Como consecuencia, el juicio sobre una situación
objetiva no debe llevar a un juicio sobre la “imputabilidad subjetiva”
(Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio
de 2000, 2a).
En determinadas circunstancias las personas
encuentran grandes dificultades para actuar de modo distinto. Por ello,
mientras se sostiene una norma general, es necesario reconocer que la
responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en
todos los casos. El discernimiento pastoral, teniendo en cuenta la
conciencia rectamente formada por las personas, debe hacerse cargo de estas
situaciones. También las consecuencias de los actos realizados no son
necesariamente las mismas en todos los casos.
86.- El recorrido de acompañamiento y
discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación
ante Dios. El coloquio con el sacerdote, en el fuero interno, concurre
con la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad
de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que
pueden favorecerla y hacerla crecer. Dado que en la misma ley no hay
gradualidad (FC, 34), este discernimiento no podrá nunca prescindir de las
exigencias de la verdad y la caridad del Evangelio propuesta por la Iglesia. Para
que esto suceda, deben garantizarse las necesarias condiciones de humildad,
reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la
voluntad de Dios y en el deseo de alcanzar una respuesta más perfecta a ella.
[Traducción de rorate]
¿Nuestro apunte?
El cristianismo siempre ha tratado sobre la Presencia y Palabra de Dios,
no sobre encontrar excepciones legales, y acuerdos para no ser santo. El
judaísmo post-segundo templo y el Islam siempre han sido estrictamente
religiones legales. Los fariseos (los ancestros directos de la corriente
dominante del Judaísmo post-segundo templo) que tanto intentaron desacreditar a
nuestro Señor, llevaron a cabo precisamente ese trabajo -razón por la que es
tan irónico que el papa Francisco use tanto la palabra “fariseo” como una
crítica, cuando su uso de la misericordia evidentemente oculta el uso de los
detalles legales, excepciones y subterfugios para rodear las claras palabras
del Señor. Sucedió en el lamentable motu proprio sobre la nulidad
del matrimonio, debilitando la indisolubilidad. Ahora, con esta ambigua
declaración permitiendo la posibilidad del sacrilegio -que sólo fue aprobada a
causa de su presión personal, con el número más bajo de votos posibles, que
llegaron de sus delegados personales-, se ha debilitado de nuevo el matrimonio,
el más fecundo (literalmente) de los Sacramentos, por el que nuevos hijos de
cristianos nacen a la vida material para reponer la Iglesia y el cielo. Todo
esto es un asunto lamentable. Pasarán siglos antes de que este lío se deshaga.
Que Dios nos ayude.