La Iglesia ha sido siempre atacada por errores contrarios…
La fe abraza muchas verdades aparentemente contradictorias, “un tiempo para llorar y un tiempo para reír”, etc., “no responda, responde”.
El origen de esto es la unión de dos naturalezas en Cristo.
Y también los dos mundos. La creación de un nuevo cielo y una nueva tierra. Nueva vida, nueva muerte…
Y finalmente los dos hombres que hay en el justo (Rom 6:7). Porque ellos son los dos mundos, y un miembro e imagen de Cristo. Así todos los hombres les convienen: pecadores; muertos vivientes; elegidos réprobos, etc…
La fuente de todas las herejías es la exclusión de alguna de estas verdades.
Y la fuente de todas las objeciones que nos levantan los herejes es su ignorancia de algunas de nuestras verdades.
Ocurre usualmente, siendo incapaces de imaginar la conexión entre dos verdades opuestas, y creyendo que el aceptar una entraña la exclusión de la otra, se aferran a una y excluyen la otra, y piensan que nosotros hacemos exactamente lo contrario. Ahora bien, esta exclusión es la causa de su herejía, y el ignorar el hecho de que nosotros sostenemos la otra motiva sus objeciones.
Primer ejemplo. Jesucristo es Dios y hombre. Los arrianos, incapaces de combinar dos cosas que creen incompatibles, dicen que es un hombre, y en esto son católicos, pero niegan que sea Dios, y en eso son herejes. Pretenden que nosotros negamos su humanidad, y en eso son ignorantes.
Segundo ejemplo. Sobre la cuestión del Santo Sacramento. Nosotros creemos que, siendo la substancia del pan cambiada y transubstanciada en el cuerpo de Nuestro Señor, Jesucristo está realmente presente en el Sacramento: esa es una de las verdades. Otra verdad es que el Sacramento es también figura de la cruz, y de la gloria, y es conmemoración de ambas. Tenemos aquí la fe católica abrazando dos verdades aparentemente opuestas.
Ellos se quedan en el solo punto de que el Sacramento es figurativo, y en esto no son herejes. Piensan que excluimos esta verdad, y de aquí levantan tantas objeciones sobre pasajes en los padres que lo atestiguan. Finalmente niegan la presencia real y en esto son herejes…
Por eso el camino más corto para prevenir la herejía es enseñar todas las verdades, y el modo más seguro de refutarla es proclamarlas todas.
Blaise Pascal, Pensamientos.