domingo, 13 de febrero de 2011

Entrevista de Don Massimo Sbicego.


¿Cómo conoció la FSSPX? ¿Había oído hablar antes del contacto directo?

En 1992 encontré un viejo número de “La Tradizione Cattólica”. Era interesante, quien sabe si lo publican aún. Me puse en contacto con la redacción y me suscribí. Entre tanto terminé el curso del seminario y fui ordenado en Junio del 2000 e inicié el ministerio; sólo en Mayo del 2007 visité el Priorato de Rímini y me encontré con don Luigi.

¿Cuándo era seminarista le hablaron alguna vez de Monseñor Lefebvre y de la Santa Misa tradicional?

No. La Tradición en su dimensión positiva está ausente de la enseñanza moderna en el seminario. Si se cita la Misa “preconciliar” se lo hace sólo para recalcar como era inadecuada aquella liturgia y aquella teología. También recientemente, con ocasión del “Motu proprio” sé que algún “liturgista” ha usado el DVD de la Santa Misa publicado por la Fraternidad para ridiculizar con los seminaristas el rito y los gestos.

¿Qué experimentó la primera vez que se acercó a la celebración de la Santa Misa de siempre?

Encontrarme en presencia de Dios, un poco como Moisés en el Sinaí; por primera vez toda la  celebración era “ante Él” y Él mismo estaba allí. En el rito copto las rúbricas prescriben que el sacerdote entre descalzo en el Santuario; además nuestro ritual pontifical prescribe calzados particulares para el Obispo; la primera vez que celebré la Santa Misa intuí imprevistamente por qué: Moisés frente a la zarza ardiente. Cada vez que entro en el Santuario es así: la zarza arde en Su presencia.

¿Cómo es la vida en la FSSPX?

Es ante todo una vida simple y fraternal. Monseñor la pensó sobre la traza de su experiencia en tierra de misión: intuyó la importancia no sólo del apostolado, sino también de un lugar en el cual “recargarse” espiritualmente e intelectualmente, donde vivir junto con otros sacerdotes, fraternalmente; pensó en un lugar que protegiese también del mundo a los sacerdotes; este lugar es el “priorato”. Es hermoso porque hay siempre una buena palabra, una observación simpática más bien que una discusión doctrinal o alguna cosa que poner en orden, un huésped que viene de lejos, una oración en la única liturgia a pesar de la diversidad de idiomas de cada uno. Después están las hermanas, un ejemplo en todo: de oración, de laboriosidad, de atención, de modestia, de reserva…y los hermanos, consagrados, no sacerdotes, que cuidan con generosidad de nosotros todos: la casa, los huéspedes y nosotros, los sacerdotes.

¿Los prioratos, albergan también a personas externas?

Diría que el priorato está abierto al recibimiento de cuantos respetan su ritmo y finalidad: para una palabra, un estímulo, un tiempo de retiro o de consulta hay siempre un sacerdote disponible. Se organizan también encuentros específicos entre sacerdotes y fieles; se predican varias veces al año los ejercicios ignacianos según el método del Padre Francisco de Paula Vallet y difundido por el Padre Ludovico María Barielle.

¿Cómo se desarrolla la jornada, el apostolado…?

Hay sustancialmente dos ritmos de vida diversos: cuando estamos en casa (en el priorato, durante la semana) y en el apostolado (los fines de semana y festivos). En el priorato el despertar oficial es a las 6.00 hs. Pero muchos sacerdotes se despiertan antes para recitar Maitines y Laudes; a las 6.30 hs. es  el rezo común de Prima luego la meditación y el Ángelus; a las 7.15 hs, la Santa Misa y la acción de gracias; a las 8.10 hs el desayuno. Luego el tiempo para dedicar al estudio, a la preparación de encuentros, catequesis, convenciones, artículos; para varios trabajos manuales e incumbencias, o sino para un ulterior momento de oración, para el breviario (Tercia y Nona), la Sagrada Escritura, etc. A las 12.15 es el rezo común de Sexta y el Ángelus; luego el almuerzo a las 12.30 hs. A la tarde otro tiempo de estudio, trabajo u oración (el rezo en privado de Vísperas) hasta las 18.50 hs. con el rezo común del Santo Rosario y del Ángelus (el Jueves es la Bendición Eucarística). A las 19.20 hs. es la cena y a las 20.45 hs, Completas a la que sigue el Gran Silencio hasta las 8.00 del día siguiente.
En el apostolado, los fines de semana y festivos y en otras ocasiones especiales, se mantienen las obligaciones clericales (breviario y Santa Misa) y de la Fraternidad (Rosario cotidiano), los horarios son flexibles en relación a las diversas situaciones y necesidades.
No estoy todavía inserto en esta importante misión, pero veo sin embargo a los sacerdotes colegas recorrer centenas de kilómetros para asistir y encontrar a los fieles, celebrarles la Santa Misa, resolver innumerables problemas para la ubicación de las capillas, la celebración, el alojamiento, por la hostilidad de párrocos y obispos que en este sentido no son muy caritativos con nosotros.

¿Piensa que habrá otros sacerdotes que seguirán su ejemplo?

Pienso sinceramente que otros sacerdotes y seminaristas se plantearán la cuestión. Como consecuencia de la propia elección de consagrarse al Señor, se revela necesario un serio replanteamiento de la dimensión sacerdotal del “presbiterado” y sacrifical de la Santa Misa. La onda ideológica post conciliar se está agotando en un sistema sustancialmente agnóstico; en los jóvenes sacerdotes y en los jóvenes se despierta por el contrario la búsqueda de la autenticidad de nuestra fe: de aquí el acercamiento a la Tradición Católica. El sacerdote moderno, primera víctima del nuevo rumbo eclesial, vive muy seguido una profunda crisis de identidad; de ella puede salir únicamente reapropiándose de los medios que le suministra la Tradición viva de la Iglesia: en primer lugar la Misa de siempre, luego el Breviario, una vida sacerdotal fraternal y por lo tanto, el apostolado.

Mil gracias don Massimo.

Gracias a Usted.

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