Primero fueron los controvertidos
textos del Vaticano IIº (NAe
y DH);
el segundo jalón-hito-estación fue lo de Asís, y ahora, en fase
post-Asís-3º, suceden sin más escándalo cosas como esta:
Aquí un resumen en español: El Papa anima a los líderes religiosos en su causa en favor de la paz
El texto dice cosas que podríamos
pasar por alto, por repetidas y oídas mil veces en estos últimos tiempos. No obstante, son afirmaciones
inquietantes:
“...nello spirito dello storico incontro del 1986
ad Assisi, promosso dal mio predecessore il Beato Giovanni Paolo II. L’impegno
per la causa della pace da parte dei leader religiosi è della più grande
importanza (...) di primaria importanza che contribuisce in modo efficace al dialogo
tra le genti di diversi credi // en el espíritu del histórico encuentro de 1986
en Asís, promovido por mi predecesor el Beato JP2º. El empeño por la
causa de la paz por parte de los líderes religiosos es de la mayor imortancia
(...) de primaria importancia, que contribuye de modo eficaz al diálogo entre
la gente de credos diversos”.
Además de testimoniar el
surgimiento de 'otro espíritu', el de Asís (que parece formar tándem
espectral con el ‘otro espíritu’, el del vaticanosegundo), el texto
parece situarse en un estadio post-evangelizador, supuesta una superación
del mandato misionero de Cristo y del “¡ay de mí si no evangelizare!” (Iª Co 9,16) apostólico, puesto
que la Jerarquía ya no siente la urgencia de anunciar el Evangelio y
expandir la Iglesia, sino que entiende que su primera/primaria y más importante
misión es la de promover la paz internacional. Por lo menos eso es lo que se
desprende del texto (inquietante) del mensaje (preocupante).
Pero hay más. Por ejemplo esta otra frase:
“Secondo la prospettiva
cristiana, l’amore dato a coloro che soffrono è un riflesso della carità divina
di Dio, che ha tanto amato il mondo da mandare il suo unico Figlio Gesù Cristo.
// Según la perspectiva cristiana, el amor entregado a quienes sufren es un
reflejo de la caridad divina de Dios, que tanto ha amado al mundo que envió a
su Hijo Único Jesucristo”.
¿Qué significa “según la
perspectiva cristiana”? ¿Es que acaso se sitúa la Revelación, el Misterio de la
Redención, el Credo Cristiano, como una doctrina religiosa más entre las otras
versiones mitológicas, fantásticas, ancestrales, de las sectas y grupos
religiosos que se reúnen en el Monte Hiei? ¿Así se entiende la Fe Católica
cuando comparece en un foro interreligioso, esa opinión/consciencia
tiene de sí misma? ¿De esa forma predica nuestra Jerarquía la Fe Católica en
una convención de paganos no-cristianos, como un mensaje en el mismo plano y
del mismo nivel que el de las cosmovisiones mitológicas del paganismo?
He evitado decir 'el Papa' y he
puesto 'Jerarquía'; después de todo es un saludo, una carta de formato bastante
diplomático que presenta en nombre del Papa un tal Mons. Pier Luigi Celata,
Secretario emérito del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
Claro que, precisamente, ese el
problema: Que el Papa escriba cartas como esa y que las lleve en su nombre un
monseñor de la Curia, que pertenece a un dicasterio que se dedica propiamente a
eso.
Por curiosidad, eché un vistazo a
la página del susodicho Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso,
miren ustedes y vean también:
Un catálogo bien surtido de
cartas y mensajes pontificios a todo quisque (pagano), hindúes, budistas,
mahometanos, paganos de toda especie, raza, pueblo y nación. No se les predica
el Evangelio y la conversión en nombre de Cristo, sino que se les felicita por
ser lo que son, creer lo que creen y celebrar lo que celebran. El Papa y sus
delegados se congratulan y les mandan parabienes y bendiciones.
Lo de la bendición es lo de
menos. Si se bendicen borricos por San Antón y mascotas dométicas el día de San
Francisco, que se bendigan paganos en fiesta es un detalle muy bonito. Si es
con la esperanza de que la bendición obre como un excitante de gracia con el
fin de la conversión, estupendo. Pero parece que no, que las bendiciones
pontificias por carta en mano de monseñores no buscan eso; por lo menos no es
lo que se deduce del texto epistolar:
“...le persone di diversi credi religiosi possano
cooperare l’una con l’altra per il bene della persona umana (...) Con
tali sentimenti, e come segno di buona volontà e di amicizia, invoco su di voi
l’abbondanza della benedizione divina // ...que las personas de diferente credo
religioso puedan cooperar unas con otras por el bien de la persona humana...Con
tales sentimientos invoco sobre vosotros, como signo de buena voluntad y
amistad, la abundancia de la bendición divina”
Dudo que la paz por la paz sea un
bien supremo. Cuando el Señor dijo “...la paz os dejo, Mi paz os doy” dijo
seguidamente “...no la doy Yo como la da el mundo” (Jn 14, 27). Hay una paz que
es del mundo, que el mundo da, que no se identifica con la paz de Cristo. Y si
no se busca la paz de Cristo ¿qué clase de paz es la que se pide en esas
oraciones que rezan quienes no creen en Cristo? ¿La presencia de cristianos en
esas reuniones interreligiosas hace que la paz por la que se ruega se defina
según la paz de Cristo? Si no ¿qué hace un cristiano en un sitio donde no se
busca la paz de Cristo? ¿Puede un cristiano desear y aspirar a esa paz?
Al final, todos estos actos
parecen el triunfo de un humanitarismo panfilista estilo Albert Schweitzer, una
filantropía remotamente cristiana que no evangeliza pero se suma a iniciativas
de un confuso y desleído irenismo globalizante, mixtificado y de bajo perfil
conceptual moral, asumible por todos lo credos e ideologías, también las
a-religiosas, incluso las ateas y las anti-cristianas también. Y el Papa lo
bendice, con una carta que lleva un monseñor de un dicasterio instituído ad
casum.
He pensado, como en un flash, en Francisco Javier, misionero en el Japón, y en
los Mártires de Nagasaki:
“...Al Padre Pablo Miki le
parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que
le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y
curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad
de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le
daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir
por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las
siguientes palabras:
-“Llegado a este momento final
de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer
que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el
mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana,
ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus
buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono
al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han
contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en
nuestra santa religión y se hagan bautizar”.
Luego, vueltos los ojos hacia
sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro
de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis;
éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia
sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio,
que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber
invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se pudo a cantar los
salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir
continuamente: “Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía”. Varios
de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran
fieles a nuestra santa religión por siempre.
Luego los verdugos sacaron sus
lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en
unos momentos pusieron fin a sus vidas.
El pueblo cristiano
horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!”
Supongo que con parecido horror
hubieran gritado si les hubieran contado que cinco siglos después el Papa
mandaría bendiciones al Kojun Handa 256° Tendai Zasu Sacerdote supremo del
Tendai, en el Monte Hiei.
¡¡¡Jesús, José y María!!!
+T.
Visto en Ex Orbe.