jueves, 30 de junio de 2011

En la solemnidad de Corpus Christi.


Con ocasión a la solemnidad de Corpus Christi, publico la homilía del R.P. Bertrand Labouche. Me parecía que era una pena no haberla grabado en audio, ya que éste buen sacerdote tiene una muy buena oratoria al momento de predicar y, aunque en esencia, lo escrito es casi lo mismo que dijo desde el púlpito, no hay nada mejor que escucharlo. Sin embargo, para no perdernos tan buena prédica, he decidido publicarla.
También me parece extraño, encontrar en algunas páginas amigas, que no se diga el nombre del autor. No sé cuáles serán los motivos pero me parece importante que se sepa quién es.


En la solemnidad de Corpus Christi.

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hermanos, queridos fieles,

La Fiesta de Corpus Christi es la Fiesta del Santísimo Sacramento. De un cierto punto de vista es mayor aún que Navidad y Pascua, o que la Epifanía y la Ascensión, que conmemoran hechos históricos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, porque festejamos hoy la Presencia misma de Nuestro Señor entre nosotros, vivo e inmolado en la Santísima Eucaristía; es la Fiesta de Dios Emmanuel, el Dios presente en esta tierra entre los hombres, escondido bajo las especies del pan y del vino, pero no menos realmente presente.
¿Cómo sabemos con certeza que Nuestro Señor Jesucristo está realmente presente en la Sagrada Hostia y en el cáliz de la consagración? Porque El mismo lo dijo – “Hoc est Corpus meum, (este ES obsesionaba, torturaba a Lutero) hic est calix sanguinis mei” –, y no se puede engañar (es la Sabiduría infinita) ni engañarnos (es todo Bondad). El testimonio divino es infinitamente superior al testimonio de nuestra inteligencia humana y de nuestros sentidos: por eso, ¡tenemos una certeza mayor aún de su presencia eucarística que de las realidades que nos rodean como ustedes, queridos fieles, este altar, este púlpito…!
¡Sí!, Nuestro Señor está realmente aquí, en el sagrario, vivo, mirándonos con su Bondad y Misericordia infinita, en estado de víctima, Amor crucificado, ofrecido a su Padre para su gloria, y a nuestras almas para su consolación y santificación. Seamos  almas eucarísticas, ¡qué magnífico ideal!, parecidas con Jesús Hostia: humildes, nunca arrogantes y altaneras, castas (la Hostia es tan Pura), sumisas a la voluntad divina como Jesús lo es sin demora a la voz del sacerdote cuando consagra, silenciosas, nobles (y no egoístas), rectas, sencillas, caritativas, sacrificadas por amor a Dios y a las almas, pacientes (la Sagrada Hostia, tantas veces, es maltratada), aparentemente sin valor a los ojos del mundo (¿qué vale una hostia para un banco?), en realidad muy amadas de Dios.
En el santísimo Sacramento irradian la Luz de la Verdad y el fuego de la Caridad de Jesús. Y ¿qué quiere Nuestro Señor sino que su verdad y su Caridad se difundan, y no solamente en las almas, sino en toda la sociedad, en nuestras Patrias, adonde quiere extender su Reino? Lo dice la Iglesia en su Oficio del Santísimo Sacramento: “CHRISTUM REGEM ADOREMOS DOMINANTEM GENTIUM”, Adoremos a Cristo Rey, Señor de las Naciones.
Por esta razón, después de la Santa Misa, el sacerdote llevará la Sagrada Hostia en procesión, y la honraremos  con todo nuestro corazón y nuestras voces. Jesús es Rey de nuestras almas, y también es Rey de derecho de las Naciones, rey de Argentina, Rey de esta ciudad, de este barrio, de las instituciones públicas, de los que la gobiernan. Infelizmente, hoy en día, no lo es de hecho. Lo destronaron. Y “cuando Jesucristo no reina por los efectos benéficos relacionados con su presencia, Jesucristo reina por las calamidades inseparables de su ausencia”. Es lo que pasa hoy, infelizmente, y muchas almas se condenan. Antiguamente, cuando los países eran católicos, las autoridades civiles participaban como tales a la procesión de Corpus Christi, con las insignias de su poder, poder que sometían a Jesucristo, Rey de los reyes, Rey de los gobernantes, de los magistrados, de los profesores, de los médicos, de los oficiales y soldados, de los obreros, de las familias. Era una Fiesta para toda la ciudad, sus instituciones y sus autoridades. Pero hoy en día, estas autoridades no reconocen a Cristo como a su Rey, por eso no están presentes en la Procesión de Corpus Christi.
Entonces, ¿Qué hacer para que la sociedad vuelva a ser católica, cristiana, eso es de  Jesucristo y no mundana, eso es del espíritu del mundo y de Satanás, para que las Babilonias actuales se conviertan en ciudades católicas? (además será el tema de las próximas Jornadas en julio, a las cuales, invitamos cordialmente los jóvenes aquí presentes). Qué hacer, entonces?

  • ¿Lanzarse al asalto de la Casa Rosada y conquistar el poder por un golpe de Estado? Solución irrealista, por supuesto, llamada al fracaso, en las condiciones actuales.
  • ¿Entrar en el sistema “políticamente correcto” actual? Sería también una grave ilusión.
  • ¿Rezar, rezar mucho y solo rezar para que caiga del Cielo, de repente, un Rey Santo acompañado con legiones de Ángeles que purificarían todo en dos horas? Sueño vano. Hay que luchar. Formamos parte de la Iglesia militante, no de la Iglesia soñante. El sacramento de la confirmación nos hizo soldados y, como decía Santa Juana de Arco: “Los soldados combatirán y Dios dará la victoria”. Pero esto no significa que no haya que rezar también, especialmente el Santo Rosario, y ofrecerse en la Santa Misa y en la sagrada Comunión, por supuesto.
  •  Entonces, hay que hacer algo, pero ¿qué? En primer lugar, lo que debemos procurar, todos los días, con una invencible constancia, además de una santificación personal, individual, es santificar lo que constituye precisamente el fundamento de la sociedad: la célula familiar. Que la Ley de Jesucristo reine en los hogares católicos, en conformidad con su Ley natural (que en particular los jefes de familia tengan una grande autoridad moral) y sobrenatural; es el primer y necesario paso de la cristianización de la sociedad; y no se hace sin escuelas verdaderamente católicas.
  • En segundo lugar, evitar la esquizofrenia, eso es un desdoblamiento de personalidad: ser un Doctor Jekyl, un católico en privado, y un Mister Hyde en la sociedad, en público, igual a los otros; hay que comportarse en la vida pública, en su profesión, en la Universidad, en la escuela, en el taller, en la calle, en las diversiones, en sus relaciones con los superiores y los inferiores en el trabajo, con sus amigos y opositores, como verdaderos católicos, y no solamente en la capilla y en familia. No vivimos (todavía) en una época de persecución abierta y sangrienta. Los fieles pueden y deben todavía hacer y decir bastante; “que sean, dice Pío XII, en este mundo materializado y paganizante en que casi toda carne corrompió sus caminos, la sal y la luz que preserva e ilumina”. Así, con prudencia (que no es la inacción sistemática) y convicción: se puede organizar un rosario en el barrio, en la Universidad, conferencias, defender inteligentemente sus convicciones, difundir buenas lecturas, evitar todo lo que ofende a Dios, a la santa pureza, reflejar en sus costumbres la santa austeridad del Evangelio, practicar la caridad teologal, fraterna; en una palabra, “vivir como católicos sinceros y convictos, a 100%, tanto en privado como en público”(Pío XII). Los paganos de la Roma de Nerón estaban estupefactos en particular por la caridad de los primeros cristianos: “¡Vean como se aman!”, decían. No se debe olvidar que los primeros cristianos eran ante todo excelentes católicos. Su humildad, su caridad, su esperanza y su fe heroica hasta el martirio, sus oraciones, pero también el ejemplo y las convicciones que manifestaron en una sociedad tan corrompida y decadente como la actual, y no solo lamentaciones, veleidades ineficaces y piadosos deseos, triunfaron definitivamente sobre la Roma pagana que se convirtió en la capital del cristianismo. No dudemos que las mismas causas pueden producir los mismos efectos, porque Nuestro Señor, que venció al mundo, no cambia.

¡Viva Jesús Sacramentado, Viva Cristo Rey!

Ave María Purísima

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo. Amén.

jueves, 23 de junio de 2011

Escolios antidemocráticos.



Una interesante radiografía del sistema que hoy es el dogma del mundo moderno y anticristiano, a modo de selección de sentencias de Nicolás Sánchez Dávila.

  • Cambiar un gobierno democrático por otro gobierno democrático se  reduce a cambiar los beneficiarios del saqueo.
  • Errar es humano, mentir: democrático.
  • El político en una democracia se convierte en bufón del pueblo soberano.
  • La democracia celebra el culto de la humanidad sobre una pirámide de cadáveres.
  • Habiendo promulgado el dogma de la inocencia original, la democracia concluye que el culpable del crimen no es el asesino       envidioso, sino la víctima que despertó la envidia.
  • El político demócrata no adopta las ideas en que cree, sino las que cree que ganan.
  • Tanto capitalismo y comunismo, como sus formas híbridas, vergonzantes o larvadas, tienden, por caminos distintos, hacia una meta semejante. Sus partidarios proponen técnicas disímiles, pero acatan los mismos valores. Las soluciones los dividen, las ambiciones los hermanan. Métodos rivales para la consecución de un fin idéntico. Maquinarias diversas al servicio de igual empeño.
  • El tonto no confía en verdad que la opinión pública no avale.
  • La compasión con la muchedumbre es cristiana; pero la adulación de la muchedumbre es meramente democrática.
  • La popularidad de un gobernante en una democracia es proporcional a su vulgaridad.
  • Las democracias tiranizan preferentemente por medio del poder judicial.
  • El capitalismo es deformación monstruosa de la propiedad privada por la democracia liberal.
  • El historiador democrático enseña que el demócrata no mata sino porque sus víctimas lo obligan a matarlas.
  • La democracia es una religión antropoteísta. Su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios.
  • La realización práctica del principio democrático re­clama, en fin, una utilización frenética de la técnica y una implacable explotación industrial del planeta.
  • La técnica no es producto democrático, pero el culto de la técnica, la veneración de sus obras, la fe en su triunfo escatológico, son consecuencias necesarias de la religión democrática. La técnica es la herramienta de su ambición profunda, el acto posesorio del hombre sobre el universo sometido. El demócrata espera que la técnica lo redima del pecado, del infortunio, del aburrimiento y de la muerte. La técnica es el verbo del hombre-dios.
  • La humanidad democrática acumula inventos téc­nicos con manos febriles. Poco le importa que el desarrollo técnico la envilezca o amenace su vida. Un dios que forja sus armas desdeña las mutilaciones del hombre.
  • La veneración de la riqueza es fenómeno democrático. El dinero es el único valor universal que el demócrata puro acata.
  • La tesis de la soberanía popular entrega la dirección del estado al poder económico.
  • La doctrina democrática es una superestructura ideológica, pacientemente adaptada a sus postula­dos religiosos. Su antropología tendenciosa se pro­longa en apologética militante. Si la una define al hombre de manera compatible con su divinidad postulada, la otra, para corroborar el mito, define al universo de manera compatible con esa artificiosa definición del hombre. La doctrina no tiene finali­dad especulativa. Toda tesis democrática es argu­mento de litigante, y no veredicto de juez.
  • La democracia no es atea porque haya compro­bado la irrealidad de Dios sino porque necesita ri­gurosamente que Dios no exista. La convicción de nuestra divinidad implica la negación de su existen­cia. Si Dios existiese el hombre sería su criatura. Si Dios existiese el hombre no podría palpar su divi­nidad presunta. El Dios trascendente anula nuestra inútil rebeldía. El ateísmo democrático es teología de un dios inmanente.
  • La democracia individualista suprime toda institu­ción que suponga un compromiso irrevocable, una continuidad rebelde a la deleznable trama de los días. El demócrata rechaza el peso del pasado y no acepta el riesgo del futuro. Su voluntad pretende borrar la historia pretérita y labrar sin trabas la his­toria venidera. Incapaz de lealtad a una empresa remitida por los años su presente no se apoya so­bre el espesor del tiempo; sus días aspiran a la dis­continuidad de un reloj siniestro.
  • Los mandatarios burgueses del sufragio prohíjan el estado laico para que ninguna intromisión axiológica perturbe sus combinaciones. Quien tolera que un reparo religioso inquiete la prosperidad de un negocio, que un argumento ético suprima un ade­lanto técnico, que un motivo estético modifique un proyecto político, hiere la sensibilidad burguesa y traiciona la empresa democrática.

Nicolás Sanchez Dávila. Tomado de “Almena Blog”.

Del democratismo russoniano.



La Iglesia Católica condenó al liberalismo como «error teológico» diez o doce veces; y he aquí que los democristianos han inventado una re­ceta para suprimirle el veneno, combinándolo con una intensa «pie­dad» católica. Ojalá que les vaya bien, pero yo no lo voy a ver. Mas los Papas que reprobaron a Rousseau, a Mazzini y a Lammenais lo hicie­ron apoyándose en los escritos de los doctores católicos (pues uno es el carisma de «pastor», otro el de «doctor») y los doctores católicos no es­cribieron porque sí, sino señalando a punta de discurso los errores, in­cluso de filosofía natural, que había en aquellos nefastos utopistas mamados. El más grande de esos doctores fue un hombre de nuestra raza, nacido en la árida Extremadura, y el más florido de todos los oradores, un poco por demás para mi gusto, pero terriblemente ter­minante y absoluto detrás de sus floreos[1]. «El gobierno republicano es el gobierno necesario a los pueblos ingobernables. —España tendrá que escoger entre la dictadura del sable o la dictadura del trabuco. —Los eslavones (rusos) van a dominar a Europa. —Francia se va a convertir en el Club del mundo. —Inglaterra ha perdido su coraza y va a ser abatida; y entonces ¡ay de Europa! —El mundo actual se prepara a ser unificado bajo la mano despótica de un plebeyo satánico y genial, pa­recido a Bonaparte...», etc. Y por encima de esos relámpagos, la idea que más tarde en manos de Sardá y Salvany se convertiría en un libro malo (literariamente hablando): El Liberalismo es pecado.
Es peor que eso, es un error; está basado en errores. Poco importa que, después, otro doctor católico inglés haya descubierto que en su fondo subyace, como en todas las herejías, una verdad enorme, o me­jor dicho, obnorme: una verdad que se ha vuelto loca. Tomen por ejemplo la «soberanía del pueblo». Santo Tomás hubiese dicho: «Sí, en cierto sentido sí». Pero tomen la práctica actual: yo soy pueblo, y por tanto soberano, porque si no soy peronista y no estoy «inhabilitado» me dejan votar; pero si no quiero votar, el gobierno me sacude una multa que me balda. Si no veo en conciencia por quién debo votar (yo no puedo ver el futuro y las promesas de los candidatos son igual­mente lindas), debería ser libre para votar o no; o no hay libertad. To­das las veces que he votado en mi vida (menos una) me he equivoca­do. La carga de mi conciencia ante este triste hecho, el gobierno la atropella como un elefante en una cristalería: «Vote o pague». Y des­pués de votar, ¿qué? Después de votar, mi elegido triunfante (pues voté por el que vi que iba a ganar) hará tranquilamente lo contrario de lo paraqué lo voté e incluso él me prometió (¡un puesto!), y yo pueblo sigo siendo soberano; sin puesto y si acaso sin comida.
Pobre pueblo, que votas hacia la derecha para que te gobiernen ha­cia la izquierda —dijo un ilustre italiano contemporáneo. La soberanía del pueblo es una cosa que existe para ser abdicada —justo al revés de lo que soñó Rousseau. Pero aún así es menos peor este soberano embuste que no el sistema puro de Rousseau, que sería el acabóse perfecto si se quisiera llevar a la práctica. La perfecta soberanía del pueblo se ha convertido en la soberanía de la metreta o la soberanía de la mentira —o las dos conjugadas, como predijo el elocuente Marqués de Valdegamas—; sólo que pulcramente ya no le llaman «dictadura». En efecto no lo es, es algo peor; el trabuco es ametralladora.
El democratismo russoniano produjo algo que no había previsto Rousseau: produjo los «politiqueros», depositarios obligatorios de la soberanía del pueblo; que constituyen una tribu variada donde se ha­llan incluso ladrones y asesinos (aunque los peores son los imbéciles) pero que se respetan mutuamente en el fondo, aunque se insulten pour la forme de vez en cuando; porque entre bueyes no hay cornadas, hoy por mí mañana por ti, pájaros de una pluma vuelan a una, el que con lobos anda a aullar se enseña, y limpio o no limpio, poco importa el trigo si sale el bodigo... Los politiqueros constituyen el Ersatz de la antigua «nobleza» (lo cual prueba que este estamento social era de natura, y por tanto insuprimible); solamente que tienen más privile­gios y menos responsabilidad que los antiguos nobles. Hablan un len­guaje especial donde está falsificado el signo TAO, siempre tienen con qué vivir aunque no estén en el candelero, sirven para todo tratándose de «puestos», y a pesar de que muchos acaban mal en este mundo (y todos ellos en el otro mundo, según el Dante, véase el Cerchio 8.°)5 hay más y más vocaciones dellos, se reproducen enormemente, y en­jambran que da miedo. Y son siempre «legales», están en la Legalidad. Convengamos entre nosotros en que la Legalidad sería para los politi­queros una cosa espléndida si no existiese Dios.

Leonardo Castellani, “Dinámica Social”, n.º 93, julio de 1958. Tomado de “Pluma en ristre”, Ed. Libros Libres, Madrid 2010, págs. 264-265.



[1] Se refiere, claro está, al gran escritor político español Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas.

martes, 21 de junio de 2011

Sobre Dios en la naturaleza.



“¿Dónde está escrito en la Natura que Dios sea solamente bueno? Si la tierra fuese de mazapán, las montañas de alfeñique y el mar de jarabe y leche, pase. Pero lo que se transparenta en la naturaleza es más bien un inmenso Gozo, sereno y ferviente al mismo tiempo, que otra cosa. Hay cantidad de cosas bajo el mar y sobre la tierra que llevan la marca de una Alegría Caprichosa. No digo de una Risa Inextinguible, como decía el viejo Homero, sino de un Gozo libre, que por momentos parece llanto, y aun puede serlo, vaya uno a saber, pero no es nunca inacción ni melancolía”.
Bruno Jacovella, Confortantes y Prodigiosas Historias del Poeta Jerónimo Esteban Malánik, Bs. As., 1938. Un tomo de 128 páginas, que imprimió Colombo. Citado por Leonardo Castellani, Las ideas de mi tío el cura, pág. 104.

lunes, 20 de junio de 2011

Conferencia: “Juicio moral sobre el aborto”

JUICIO MORAL SOBRE EL ABORTO
R.P. Ezequiel María Rubio
Viernes 24 de Junio, 20 hs.
Priorato: Venezuela 1318-20, (1095)
Capilla “Nuestra Señora Mediadora de Todas las Gracias”,
Montserrat, Buenos Aires, Capital.

Ni con elocuencia ni con dialéctica.


Discutir sobre religión es una cosa que ya no me gusta. Hace como treinta años que no discuto —ni siquiera con los «censores»— de mis obras. Cuando era joven era un gran discutidor.
Es cosa inútil. Al que pone objeciones religiosas, ordinariamente hay que recomendarle leer un buen Catecismo de Perseverancia. Ordinaria­mente habla de lo que no sabe. Si tiene interés en saber, sé tomará esa pe­queña molestia; si no tiene interés, habla por hablar y entonces la discu­sión es inútil y aun peligrosa.
A los que vienen a uno en un barco o en un tren con el: «Vea Reve­rendo, ¿cómo responde usted a esto?», no hay que darles la solución, sino acrecentarles la objeción, urgiría mucho más todavía, que vea que uno la sabe y aun la «siente» tanto como él, o más. Es decir, hay que agudizarle (o crearle si acaso) el hambre de saber, porque si esa hambre no existe, darle la solución es perder tiempo.
Puesto esto, hay que responder que Dios en su naturaleza divina no sufre ni con la desgracia eterna de los precitos[1] ni con los pecados que precedieron y causaron esa desgracia eterna, porque su natura eterna es inmutable y no sujeta a las pasiones propias de los hombres. Querer que sufra es querer que cambie de naturaleza y se vuelva criatura, lo cual es imposible. Es un vicio mental muy grave y muy difundido que se llama «antropomorfismo», o sea, concebir a Dios parecido o idénti­co al hombre, muy difundido hoy día entre los ignorantes como Jorge Luis Borges, por ejemplo.
Hoy día hay muchos que preguntan «cómo es Dios» con la inten­ción de aceptarlo o no aceptarlo según les guste o no les guste; quiero decir «su existencia». Pero la existencia es lo primero; y si es un hecho la existencia, con que yo no la acepte, no la destruyo como hecho. (Me destruyo a mí mismo.)
Si Dios es, hay que tragarlo como es. Muy sensatamente Jacques Rivière escribía a Paul Claudel: «Si es consolador o no, no me interesa; lo que me interesa primero de todo es saber si realmente existe o no».
Esa posición de decir: «Si Dios me gusta o me satisface, bien, en­tonces puede ser que lo acepte», es un disparate monumental. Con ése no hay que discutir. Si Dios existe y no sufre, no tengo más remedio que decir: «No me gusta, no lo comprendo; pero si es un hecho, no tengo más remedio que arreglármelas con ese hecho como pueda». Es lo que hacemos enfrente de todos los hechos' de la Naturaleza o del Mundo Humano. Que traten, por ejemplo, de no aceptar una polio­mielitis o un ciclón, a ver si va.
Pero los predicadores dicen continuamente que «ofendemos» a Dios con nuestros pecados; y «ofender» es «herir». Y los místicos dicen que Dios sufre por y con los condenados del Infierno. Y Kírkegor es­cribe que cuando Dios «abandonó» a su Hijo («Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»), Dios Padre sufrió horriblemente por tener que abandonar a su Hijo. Y Kierkegaard es todo lo más alejado del «antro­pomorfismo». ¿Cómo se entiende eso?
En cierto modo, Dios sufre por los pecados de los hombres y todas sus consecuencias. ¿De qué modo?
De dos modos: en su Hijo hecho Hombre, y en el Orden Universal, que es Él mismo.

Leonardo Castellani, “Dinámica social”, nº 81, julio de 1957. Versión reproducida en “Pluma en ristre” pág. 190.


[1] Réprobos, condenados a las penas del infierno.

De la esperanza.


“La esperanza es una de las virtudes teologales. Esto significa que un continuo estar a la expectativa del mundo eterno no es (como piensan algunas personas modernas) una forma de escapismo o ilusión, sino una de las cosas que debe hacer un cristiano. No significa que debamos dejar el mundo actual tal como está. Si leen historia, encontrarán que los cristianos que más hicieron por este mundo fueron justamente aquellos que más pensaban en el mundo que viene. Los apóstoles mismos, que iniciaron la conversión del Imperio Romano, los grandes hombres que construyeron la Edad Media, los evangélicos ingleses que abolieron la trata de esclavos, todos dejaron su marca en la tierra, precisamente porque tenían la mente ocupada con el Cielo. Es desde que los cristianos han dejado mayormente de pensar en el otro mundo que se han hecho tan ineficientes en éste. Apunta al Cielo, y tendrás la tierra “de añadidura”; apunta a la tierra, y no obtendrás nada. Parece una regla extraña, pero se puede ver que algo parecido opera en otros ámbitos. La salud es una gran bendición, pero desde el momento en que haces de la salud uno de tus principales objetivos directos, te transformas en un maniático y comienzas a imaginarte que algo malo te pasa. Podrás lograr buena salud a condición de que desees más otras cosas: alimento, juegos, trabajo, diversión, aire libre. Del mismo modo, nunca salvaremos a la civilización mientras la civilización sea nuestro principal objetivo. Debemos aprender a desear con más fuerza otra cosa”

C. S. Lewis, “Mero Cristianismo”. Tomado del Blog “Videoteca Reduco” y su sección “Hablan los maestros”.

martes, 14 de junio de 2011

Hollywood, o porqué el bosque de acebos no fue el bosque sagrado


Aquí publico, con permiso del autor, un capítulo del libro “El mirar del cine”, con la diferencia de que está ampliado e ilustrado. Comprendo que es un tema controvertido pero del que -creo yo- hasta ahora no se había tocado de esta manera. Más que un artículo -se puede decir- se trata de un ensayo, bastante esclarecedor y nada simplificador sobre un tema poco abordado fuera de los tópicos de siempre, es decir, de las leyendas negras o blancas al respecto.

domingo, 12 de junio de 2011

Límites humanos.


El descubrimiento a principios de Abril, después de una búsqueda de dos años, de los restos del Airbus de Air France que se desplomó en medio del Atlántico el 1 de Junio del 2009, y la recuperación subsecuente de los sistemas de grabación de la aeronave mejor conocidos como “cajas negras”, han lanzado una luz inquietante acerca del desastre, bastante misterioso hasta ahora. ¡Qué drama! Parece que el Airbus 330-200 entró en perdida a una altitud de 11,500 metros y enseguida, por un espacio de tres minutos y medio, cayó vertiginosamente hasta estrellarse contra el océano, ocasionando que instantáneamente las 228 almas a bordo se presentaran ante el tribunal de Dios.
El problema inicial para el vuelo AF 447 pudo bien ser el terrible tiempo nocturno presente muy por encima del océano, a dos horas de Río de Janeiro en Brasil, en su travesía a París. Las conclusiones que se desprenden de la evidencia arrojada por las cajas negras aún no son definitivas, pero el siguiente problema pudo haber sido que los indicadores de la velocidad de la aeronave, información que se obtuvo de ductos externos, arrojaron falsas mediciones a los pilotos. Cuando la aeronave comenzó a entrar en pérdida, en lugar de posicionar la nariz hacia abajo para recuperar la velocidad que era necesaria para que el avión volviera a volar, parece que los pilotos aceleraron los motores, que es otra manera normal de salir de una situación de pérdida, pero también colocaron la nariz de la aeronave hacia arriba. Más avisos automáticos de pérdida se generaron hasta que el avión entró en pérdida definitiva, y una vez que empezó a caer parece que los pilotos no pudieron hacer ya nada para prevenir el desastre.
¿Era su intención subir más arriba de la tormenta en lugar de precipitarse abajo en ella? ¿Dependían demasiado de sus indicadores electrónicos, aparentemente más y más dominantes en las cabinas de mando de los aviones? ¿Acaso entraron en pánico? (¡Completamente comprensible si de hecho sucedió así!) Se esperan los resultados finales de la investigación de Air France en cuanto a la causa raíz de la colisión, pero tenemos la certidumbre de algunas cosas en conexión con esto.
Cualquiera de nosotros puede morir en cualquier momento, por una variedad de razones o causas. ¿Tendremos en ese momento el tiempo, la gracia y la lucidez mental para hacer un acto de contrición suficiente  para salvar nuestras almas? El temor de una muerte inminente puede borrar de nuestra mente todo ante la urgencia instintiva de supervivencia. Hoy en día millones de pasajeros internacionales son trasladados sin riesgo sobre los océanos por nuestras brillantes maquinas voladoras, pero estas son cosas fragilísimas cuando se comparan a las fuerzas de la naturaleza. “¡Alto!” dijo la tormenta, “no son los maestros de los elementos como ustedes piensan”. Y los pasajeros y la tripulación, llamados violentamente a retornar a la realidad después del confort de sus películas durante el vuelo y sus comidas en los asientos, seguramente fueron arrebatados en pánico durante la mayoría de los 210 segundos que precedieron a la zambullida a su muerte, una vez que la ley de gravedad de la naturaleza se apoderó de la maquina a pesar de todo el ingenio del hombre desarrollado para volar.
Aún después de 672 días en el fondo del mar, las cajas negras funcionaron perfectamente y ahora están arrojando sus secretos de los últimos minutos del vuelo AF 447. ¡Ingeniosa idea! ¡Ingenioso diseño! Pero ¿cuántas almas a bordo de esa extraordinaria máquina estaban preparadas para ingresar a la eternidad? Y ¿cuántas más podrían haberlo estado si tan solo los hombres le dedicaran a la salvación de sus almas una pequeña parte de la inteligencia y esfuerzo que bien usan para construir sus máquinas materiales?
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores para que ni la distracción ni el pánico nos prevengan de poner y mantener nuestras almas en orden, “ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison” Nº 204, 11 de junio del 2011.

¿Leer los paganos?


Algunas cejas Católicas pueden haberse levantado hace un tiempo cuando los “Comentarios Eleison” (EC 188) recomendaronla lectura de los Griegos paganos para entender el marco moral del universo. ¿Por qué no mejor leer autores Católicos? Más las mismas grandes realidades de la vida, el sufrimiento y la muerte fueron enfrentadas por los trágicos Griegos como lo fueron por los Doctores Católicos: -¿por qué nacimos en esta tierra, aparentemente sólo para sufrir y morir, y por la muerte debemos separarnos de todo lo que hemos aprendido a amar? La pregunta es básica y puede ser desesperante.
La respuesta Católica es clara y completa, un infinitamente buen Dios nos da a cada uno de nosotros la vida, el libre albedrío y tiempo suficiente, si utilizamos correctamente el sufrimiento en la dosis exacta enviada por la Providencia (Mateo X, 29-31) para elegir si preferimos pasar nuestra eternidad sin Él en el infierno en lugar de pasarla con Él en el Cielo. La respuesta Griega está incompleta, pero no completamente fuera del blanco. En lugar de Dios Padre, ellos tienen a un Padre-dios, Zeus, y en lugar de la Providencia ellos tienen el Destino (Moira).
Ahora en tanto que para los Católicos la Providencia es inseparable de Dios, los Griego separan a Zeus de Destino para que puedan a veces entrar en conflicto. Esa es la consecuencia de que los Griegos tengan un concepto demasiado humano de sus dioses. Sin embargo si conciben a Zeus como el dirigente más o menos benigno del universo y al Destino, como la Providencia inmersa en el Dios verdadero (Summa Ia, 23,8; 116, 3), inmutable, así que no están del todo equivocados. Además ellos tienen más respeto por sus dioses míticos y por el orden moral guardado por ellos, que una multitud de escritores modernos que no tienen respecto por ningún dios y que se disponen a negar cualquier rastro del orden moral.
Pero los Griegos tienen una ventaja aún por encima de los escritores Católicos. Cuando presentan grandes verdades, estas se deducen de la vida misma y no solamente -por decirlo así- del Catecismo. De manera similar sucede para cualquier testigo no-Católico con las verdades que enseña la Iglesia. Así como los Judíos Talmúdicos de hoy, precisamente porque rechazan a Jesucristo, le otorgan un testimonio especial custodiando celosamente en sus sinagogas el texto Hebreo de aquel Viejo Testamento que habla de Nuestro señor desde el principio hasta el final, así los antiguos griegos dan un testimonio especial a Dios y su Providencia cuando, independientemente del Catecismo, demuestran el orden moral del mundo en acción. De esta manera prueban que dichas verdades naturales son accesibles no solamente para los creyentes, sino que pertenecen a la misma tela de la vida como se vive por todo el mundo, si únicamente se comprende sanamente.
Otra ventaja de los clásicos antiguos en particular es que, habiendo precedido a Cristo, no puede haber en ellos una traza de esa apostasía que marca, a mayor o menor medida, aún a los escritores piadosos que florecen de la Cristiandad después de la Edad Media. Las verdades naturales se presentan por los antiguos con cierta inocencia y originalidad que ya no puede ser recuperada. Las aguas están demasiado enlodadas.
De hecho fueron los monasterios de la Iglesia los que aseguraron la supervivencia de los manuscritos de los clásicos antiguos en tiempos medievales. Considere a la verdadera Iglesia Católica como responsable de salvarlos una vez más en los tiempos modernos de los nuevos bárbaros ¡liberales! La llamada “escuela” de los liberales, dondequiera que reine, está actualmente conviertiendo todos los clásicos a cenizas.                                                             
Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison” Nº 203, 4 de junio del 2011.

lunes, 6 de junio de 2011

Invitación a Peña.


Esta Escuela católica tradicional, a la usanza de Don Bosco (a pesar de no ser salesiana nuestra Congregación), no recibe subsidio estatal, estando inscripta en el ámbito de la provincia de Buenos Aires después de una década de gestionar su reconocimiento. Abarca Jardín de Infantes, Primaria y Secundaria, para ambos sexos y está ubicada en La Reja, partido de Moreno, en medio de la naturaleza, lo mejor para los chicos. Se sostiene con gran esfuerzo de padres, amigos y benefactores externos. Busca también padrinos para poder, mediante su ayuda constante, seguir creciendo.

VIII Peña Folklórica a total beneficio de la escuela del Niño Jesús

Sábado 11 de junio

20:30 hs.

Centro Asturiano de Buenos Aires, Solís 485

Entrada $25.-

Colaboración especial $40.-

Tocarán en vivo:

Los Colorados
Los Trovadores del Plata
Grupo de Ballet folklórico
El payador Wilson
Salivonczyk
Evaristo Vizcarra y su conjunto

Habrá empanadas, vino y demás comidas típicas para disfrutar

¡Los esperamos!

Agradecemos su difusión.

miércoles, 1 de junio de 2011

La servidumbre más atroz‏.


El padre se acostumbra a tratar a su hijo como igual y a temer a sus hijos; el hijo se iguala con su padre y no tiene más respeto ni temor por sus padres porque quiere ser libre (...) El maestro teme y elogia a sus alumnos, y los alumnos se burlan de sus maestros, como así también de sus gobernantes. En general, los jóvenes van parejos con los viejos y luchan contra ellos con palabras y acciones. Los viejos, por su parte, para complacer a los jóvenes, se vuelven bromistas y agradables y los imitan para no tener el aire disgustado y despótico (...) Tal es, pues, si no me engaño, el bello y seductor comienzo de la tiranía: de la extrema libertad nace la servidumbre más completa y más atroz.

Platón, La República, VIII, 563a. 564a.