viernes, 28 de octubre de 2016

La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero


Francisco con el libro de las 95 tesis de Lutero, 13-Otc-2016

La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero

Por César Félix Sánchez Martínez

En ese libro fascinante –y de lectura más que obligada en estos tiempos terribles-, titulado Fátima, Roma, Moscú del padre Gérard Mura (edición en español de 2005), se revela, entre otras cosas, el misterioso simbolismo de una fecha: 13 de octubre, última aparición y milagro del sol en Fátima. Basándose en estudios historiográficos recientes, el padre Mura señaló como fecha del martirio de San Pedro el 13 de octubre del año 67. Curiosamente, sería el mismo día casi 1900 años después, en que ocurriría, en palabras de Romano Amerio, la «ruptura de la legalidad conciliar», cuando, el 13 de octubre de 1962, el cardenal Liénart, de Lille, «capturaría» el micrófono en la asamblea conciliar, y, encabezando un golpe de fuerza de la minoría progresista, impondría el descarte de los esquemas del Sínodo Romano previo, elaborados bajo la vigilancia del cardenal Ottaviani, y daría propiamente origen  al Concilio Vaticano II, al volver a comenzar los trabajos de elaboración de los documentos, pero esta vez con peritos progresistas y con un manejo hábil del «consenso» manufacturado. Se había iniciado de esa forma el desmantelamiento modernista de la Iglesia.

Lo que el libro no alcanzó a consignar fue lo que ocurriría nueve años después de su publicación en español: el 13 de octubre de 2014,  la Relatio Post Disceptationem del Sínodo de la Familia fue leída por el cardenal relator, Peter Erdö, a los 190 padres sinodales. El revuelo fue inmenso tanto en medios católicos como seculares; dos puntos, relativos a la comunión a los divorciados vueltos a casar y otro –el punto 50-, de aceptación de la orientación homosexual, al reconocer sus «dones y atributos» específicos para la Iglesia, fueron los más escandalosos. Aunque la Relatio Synodi ulterior fue en algo aguada, la exhortación Amoris Laetitia y su interpretación autorizada por parte del papa Francisco, tres años después, abren la puerta al sacrilegio de permitir la comunión a pecadores públicos, violentando la doctrina católica. Esta medida no solo se agota en este supuesto mero cambio disciplinar, sino, como han señalado prestigiosos intelectuales como Robert Spaemann y Josef Seifert –para nada sospechosos de “ultratradicionalismo”-, significa la apertura de un horizonte de abolición de  la idea de pecado en la Iglesia.

Tampoco alcanzó a consignar lo que ocurrió el 13 de octubre de 2016. Ese día, en el contexto de la recepción por parte del papa Francisco de una delegación de «peregrinos» luteranos alemanes (así los consideraba Radio Vaticana), y, al margen de las usuales declaraciones del pontífice –que en esta ocasión oscilaron por todos los grados de equivocidad que la doctrina católica considera, desde la proposición temeraria hasta la herética –, el mundo presenció un hecho inédito, en el Aula Paulo VI, en la Santa Sede de Pedro, se ponía en un puesto de honor una estatua del archiheresiarca Martín Lutero, abominador del papado, destructor de la fe (pues, como diría Romano Amerio, el libre examen, núcleo de la doctrina luterana, es la definición misma, el constitutivo formal, de la herejía, no  una simple negación de un dogma particular, sino la negación de todos) y personaje violento y vulgar, para nada «misericordioso».


El mismo Francisco acudirá el 31 de octubre a Lund, Suecia, a conmemorar el inicio del aniversario 500 de la Revuelta Protestante. El 31 de octubre de 1517, Lutero clavó sus 95 Tesis (que, como dice García-Villoslada, no eran 95 ni tesis) en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg. Un nuevo simbolismo en la fecha: doscientos años antes de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, primera francmasonería «especulativa» y cuatrocientos, de la Revolución bolchevique. Tres fechas anticristianas. Tres fechas representativas de la lucha del Demonio por aniquilar los frutos de la redención. Pero además, recordemos que el 31 de octubre es la víspera del 1 de noviembre, día en que la Iglesia conmemora la Fiesta de Todos los Santos, es decir, de las almas que están en el cielo. Al día siguiente, 2 de noviembre, la Iglesia ofrecerá oraciones por las almas que están en el purgatorio. Parece ser, entonces, que, para completar el panorama de estos días consagrados a la ultratumba, se requeriría una fiesta de las almas que están en el infierno. Fiesta abominable celebrada por los satanistas y por el hombre-masa de las «sociedades globales» que, sin saberlo, se disfraza de un alma condenada y juega «inocentemente» a infestar lugares. Ese también es el día de la Pseudoreforma: una fiesta de condenación. Y la cabeza de la Iglesia Católica se apresta a celebrarlo.

Parece ser que, ante los ojos humanos, la conjuración anticristiana ha triunfado.

Sin embargo, hay motivos para confortarnos. En primer lugar, la vindicación absoluta, para todo católico con un mínimo de honestidad intelectual y espiritual, de las previsiones de Monseñor Marcel Lefebvre. En su famosa Declaración del 21 de noviembre de 1974 (que acabaría costándole la supresión ilegal de su obra, la Fraternidad de San Pío X, y ulteriormente su suspensión a divinis, mientras tantos delincuentes y pervertidos fundaban seudomovimientos «eclesiales» que recibían el aplauso de la Jerarquía), escribió lo siguiente: «Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron. Todas estas reformas, en efecto, han contribuido y siguen contribuyendo a la demolición de la Iglesia, a la ruina del sacerdocio, a la destrucción del sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa y a la implantación de una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, seminarios y catequesis, enseñanza surgida del liberalismo y del protestantismo condenado tantas veces por el Magisterio solemne de la Iglesia. Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos».

El acto del 31 de octubre de 2016 no ha caído del cielo, es parte de un proceso de protestantización, alertado por diversas figuras, significativamente por Monseñor Lefebvre, y expresado en la reforma litúrgica y el aggiornamento en general. El pontificado de Francisco es un fruto claro de la reforma litúrgica, que se aleja de manera impresionante de la doctrina de Trento, como señalaron en el Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae los cardenales Ottaviani y Bacci, y que significó una protestantización de la liturgia explícitamente confesada por Monseñor Annibale Bugnini, quien la fabricó.  Lex orandi, lex credendi: los efectos deletéreos de la Nueva Misa, que permanecían ocultos para muchos ciegos voluntarios, se revelan, cincuenta años después, en la doctrina y acción del primer pontífice cuyo sacerdocio solo conoció de ese rito.

Por otro lado, los diversos signos en torno al Mensaje de Fátima y al panorama mayor de la teología de la historia de estos últimos tiempos nos hablan de que la medida ha sido colmada y, como diría el conde José de Maistre, en las Veladas de San Petersburgo, refiriéndose a la imposibilidad de que el hombre pueda permanecer en un estado de anomia y desacralización:  «Debemos aprestarnos para un acontecimiento inmenso en el orden divino, hacia el cual marchamos con una tan acelerada velocidad que sorprenderá a todos los observadores. Temibles oráculos ya anuncian que los tiempos han llegado».             

sábado, 15 de octubre de 2016

Por razones de ecumenismo, la estatua del heresiarca Lutero dentro del Vaticano.


En lo que aparenta una reivindicación a Martín Lutero iniciada bajo el pontificado de Juan Pablo II, en marco del encuentro ecuménico entre luteranos y católicos, se ha puesto en la sala Pablo VI una estatua del heresiarca excomulgado presidiendo la audiencia papal. Algunas noticias relacionadas al tema con las ya acostumbradas afirmaciones de Francisco en contra del proselitismo, o lo que en católico llamamos “apostolado”.


Información en Infovaticana, 14-Oct-2016.

Francisco: ‘El proselitismo es el veneno más fuerte contra el camino ecuménico’

El pontífice ha dirigido estas palabras a un grupo de peregrinos luteranos de la región alemana de Anhalt que se han congregado en el aula Pablo VI.

El Papa Francisco ha recibido en el aula Pablo VI a un grupo de peregrinos luteranos de la región alemana de Anhalt. Durante la audiencia, ha estado expuesta en el aula Pablo VI una estatua de Martin Lutero, según informa el periodista italiano Antonio Socci. 

Este encuentro se ha producido unas semanas antes de emprender su viaje a Suecia con motivo de la conmemoración de la reforma de Martin Lutero, tal y como él mismo ha recordado:

“A finales de este mes, si Dios quiere, iré a Lund, Suecia, y junto con la Federación Luterana Mundial haremos memoria, después de cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y agradeceremos al Señor por los cincuenta años de diálogo oficial entre luteranos y católicos”.

El pontífice invitó a los presentes en el aula Pablo VI a dar gracias a Dios “porque hoy, luteranos y católicos estamos caminando en la senda que va del conflicto a la comunión” y porque “ya recorrimos juntos un importante trecho de camino”:

“A lo largo de nuestro caminar tenemos sentimientos encontrados: dolor por la división que aún existe entre nosotros, pero también alegría por la fraternidad reencontrada. Vuestra presencia tan numerosa y entusiasmada es un signo evidente de esta fraternidad y nos llena de esperanza que pueda seguir creciendo en la comprensión recíproca”.

Asimismo, el Papa ha alentado el camino ecuménico de los jóvenes, afianzados en el Evangelio de Jesús, para anunciar la paz y la reconciliación:

“Queridos jóvenes, los aliento a ser testimonios de misericordia. Mientras los teólogos llevan adelante el diálogo en el campo doctrinal, ustedes sigan buscando con insistencia ocasiones para encontrarse, conocerse mejor, rezar juntos y ofrecer su ayuda los unos a los otros y a todos los que están en la necesidad. Así, libres de todo prejuicio y confiando sólo en el Evangelio de Jesucristo, que anuncia la paz y la reconciliación, serán verdaderos protagonistas de una nueva estación de este camino, que con la ayuda de Dios, conducirá a la comunión plena. Yo les aseguro mi oración y ustedes, por favor, recen por mí, que lo necesito tanto ¡Gracias!”.

En respuesta a una pregunta de un peregrino sobre qué hacer para convencer a los que no tienen fe, el Papa ha respondido en declaraciones recogidas por Zenit: “La última cosa que tienes que hacer es ‘decir’. Tú debes vivir como cristiano elegido, perdonado y en camino. No es lícito convencer de tu fe”. Al mismo tiempo ha aconsejado “preparar la tierra para el Espíritu Santo, el que trabaja en los corazones. Él debe decir, no tú”. El Papa añadió que “no hay que tratar de convencer a los no creyentes mediante la imposición. El proselitismo es el veneno más fuerte contra el camino ecuménico. Por el contrario, debes dar testimonio de tu vida cristiana”.




Radio Vaticano, 13-Oct-2016.

Católicos y luteranos aunados por la misericordia de Dios, que tanto anhela el mundo, alentó el Papa

El Papa Francisco recibió en el Aula Pablo VI a los participantes en una peregrinación ecuménica luterana provenientes de Alemania - RV 13/10/2016 12:16

Prosigamos confiados nuestro camino ecuménico: ¡lo que nos une es mucho más de lo que nos divide!

Testimoniemos juntos la misericordia de Dios en el mundo de hoy, que tanto la necesita


(RV).- Fue la exhortación del Papa Francisco, al recibir a un numeroso grupo de peregrinos luteranos de la región alemana de Anhalt. Pocos días antes de su viaje - el 31 de octubre y el 1º de noviembre - a Suecia, en el marco de la conmemoración del comienzo de la reforma de Lutero, en Lund y en Malmö, el Obispo de Roma, con su cordial bienvenida, invitó a la acción de gracias a Dios por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos:

«Demos gracias a Dios porque hoy, luteranos y católicos estamos caminando en la senda que va del conflicto a la comunión. Ya recorrimos juntos un importante trecho de camino. A lo largo de nuestro caminar tenemos sentimientos contrastantes: dolor por la división que aún existe entre nosotros, pero también alegría por la fraternidad reencontrada. Vuestra presencia tan numerosa y entusiasmada es un signo evidente de esta fraternidad y nos llena de esperanza que pueda seguir creciendo en la comprensión recíproca».

Luego, el Papa subrayó la celebración ecuménica en tierra sueca, reiterando la importancia de recordar el pasado, mirando al futuro aunados en el servicio a los más necesitados, para hacer visible la misericordia de Dios con el testimonio cristiano:

«A finales de este mes, si Dios quiere, iré a Lund, Suecia, y junto con la Federación Luterana Mundial haremos memoria, después de cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y agradeceremos al Señor por los cincuenta años de diálogo oficial entre luteranos y católicos. Parte esencial de esta conmemoración será dirigir nuestra mirada hacia el futuro, en vista de un testimonio cristiano común en el mundo de hoy, que tiene tanta sed de Dios y de su misericordia. El testimonio que el mundo espera de nosotros es sobre todo el de hacer visible la misericordia que Dios tiene para con nosotros, a través del servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que han abandonado su tierra para buscar un futuro mejor para sí mismos y para sus seres queridos. Poniéndonos al servicio de los más necesitados experimentamos que ya estamos unidos: es la misericordia la que nos une».

El Papa alentó asimismo el camino ecuménico de los jóvenes, afianzados en el Evangelio de Jesús, para anunciar la paz y la reconciliación:

«Queridos jóvenes, los aliento a ser testimonios de misericordia. Mientras los teólogos llevan adelante el diálogo en el campo doctrinal, ustedes sigan buscando con insistencia ocasiones para encontrarse, conocerse mejor, rezar juntos y ofrecer su ayuda los unos a los otros y a todos los que están en la necesidad. Así, libres de todo prejuicio y confiando sólo en el Evangelio de Jesucristo, que anuncia la paz y la reconciliación, serán verdaderos protagonistas de una nueva estación de este camino, que con la ayuda de Dios, conducirá a la comunión plena. Yo les aseguro mi oración y ustedes, por favor, recen por mí, que lo necesito tanto ¡Gracias!»




Video del sitio oficial de la televisión vaticana en lengua italiana donde vemos todo lo sucedido:


Comentario de Stat Veritas:

Recordemos la claridad de las definiciones del Magisterio católico con relación al llamado “ecumenismo” entre católicos y “cristianos” protestantes:

“Podrá parecer que dichos “pancristianos”, tan atentos a unir las iglesias, persiguen el fin nobilísimo de fomentar la caridad entre todos los cristianos. Pero, ¿cómo es posible que la caridad redunde en daño de la fe? Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis (Juan; 2, 10.). Siendo, pues, la fe íntegra y sincera, corno fundamento y raíz de la caridad, necesario es que los discípulos de Cristo estén unidos principalmente con el vínculo de la unidad de fe”.

“Bien claro se muestra, pues, Venerables Hermanos, por qué esta Sede Apostólica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los citados congresos de acatólicos; porque la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo”.


S.S. Pío XI, Carta Encíclica “Mortalium animos”, del 6 de enero de 1928.

jueves, 6 de octubre de 2016

La batalla de Colombia.


La batalla de Colombia

Por César Félix Sánchez Martínez

            A lo que ocurrió el domingo 2 de octubre en Colombia le quedan cortos los clichés de «hecho histórico» o «un antes y un después». No recuerdo ninguna otra elección donde los resultados de las encuestas oficiosas discrepasen tanto con el resultado final. Las encuestas aseguraban dos tercios de apoyo para el Sí. Por otro lado, de manera en algo semejante a los comicios previos al Brexit, el coro unánime de los medios de comunicación nacionales e internacionales apostó por el caballo equivocado, con excepción de un misterioso ramalazo de rechazo de último momento por parte de algunos espacios menores influidos por el lobby del exilio cubano, usualmente dentro de medios mainstream norteamericanos a favor del acuerdo.
                       
            Hemos explicado en un artículo anterior las muchas iniquidades del acuerdo de paz. La sorpresa, por tanto, es que los colombianos hayan podido darse cuenta de lo evidente, cosa que es bastante meritoria en un mundo signado por las presiones e intoxicaciones mediáticas (como nos consta en las últimas elecciones presidenciales nuestras), que tratan de empequeñecer espiritualmente a los pueblos con espantajos como el «prestigio internacional» y el «riesgo-país». Pero el pueblo colombiano ha demostrado su valía, incluso ante una lid bastante desigual.
           
            Santos, que había declarado días atrás que votar por el no significaba, no la posibilidad de una renegociación, sino la continuación irremediable de la guerra, ahora acaba de asegurar en mil idiomas que «respeta la decisión» y que la paz no se encuentra comprometida y sigue en camino, bajo nuevos términos de consenso nacional. Evidentemente no se puede esperar coherencia –gracias a Dios –en un personaje que declaró también que si perdía el acabaría renunciando. Timochenko ha asegurado prácticamente lo mismo. Parece que la noticia del inminente Apocalipsis que anunciaban es un poquito exagerada.

Lo más sorprendente de todo fue que no todos los días pierden juntos una misma elección las FARC, la izquierda internacional (bolivariana, bolchevique y posmoderna), ETA –que elogió el acuerdo y lo vio como un modelo –, la ONU, Obama, Vargas Llosa, Raúl Castro, PPK e incluso el papa Francisco –que llegó a declarar, con su usual vehemencia, que «Santos se jugaba entero por la paz», condicionando prácticamente su viaje -«para enseñarles la paz a los colombianos» - a la firma del acuerdo.

¿Qué unía a tan diversos personajes en el apoyo a esta causa? Pues parece que se desarrollaba una gran maniobra del ajedrez global. El atlanticismo, el núcleo duro del llamado Nuevo Orden Mundial, pretendía establecer un laboratorio hemisférico de un experimento geopolítico osado. Una «primavera colombiana», bajo medios inéditos pero con un fin semejante a las árabes. Como se sabe, el bloque bolivariano colapsa de manera irremediable. Cuba, eternamente colonial, lo sabe, y ha empezado a escuchar los cantos de sirena de Obama, ante los buenos oficios de Francisco (muy curiosamente las relaciones fueron restablecidas el día de cumpleaños del Sumo Pontífice). Parece ser, entonces, que Rusia –el gran enemigo del atlanticismo – se queda sin cabezas de playa en el hemisferio de Estados Unidos. Las ganancias de Rusia en otros lugares del mundo –la pervivencia de El Assad, el relativo appeasement de Erdogan (una relativa compensación por la relativa deriva hacia «el Imperio» de Raúl Castro) – debían resarcirse con una pérdida en Sudamérica. Diseñar controladamente una Colombia progresista, gobernada por una izquierda al estilo Democratic Party –moderadamente controlista en la economía, radical en la reingeniería social anticristiana y en la demagogia mediática populista – serviría a la perfección para los intereses de Estados Unidos: crear y controlar una nueva izquierda latinoamericana postbolivariana, dejarla que caotice y fragmente el patio trasero, pero reconducirla al campo sutil de la dominación geopolítica, sin que Rusia pudiese ya contar con sus viejos amigos hemisféricos, reciclados por el enemigo, y, por tanto, sin facilidades para restablecer sus cabezas de playa. Este copamiento de las izquierdas latinoamericanas por parte de EEUU era un proceso que venía desde hace mucho, bajo el paraguas de USAID y el National Democratic Institute, y a través, también, de la transformación, bastante rociada de dinero, de los bolcheviques sudamericanos en «ideólogos de género» y «defensores de los derechos sexuales».

 Sin embargo, la maniobra arreció especialmente en el 2013, luego del estancamiento de la «primavera árabe». Allí se pudo ver cómo, por obra de mágicas consignas, algunas figuras se convirtieron de rábidos antibolivarianos en figuras dialogantes y empáticas con los caudillos populistas latinoamericanos, quizá en busca de conducirlos a los pastos más verdes de Washington D. C. El ejemplo más característico es el del cardenal Bergoglio, enemigo de los Kirchner y de su corte de los milagros (Bonafini et al.) y luego como, Francisco, su entusiasta y hospitalario amigo. Tanto los primeros  informes del cónclave –donde se filtró el entusiasmo del gran elector norteamericano Dolan por la candidatura del argentino –, el hecho de que su semblanza, cuando fue proclamado hombre del año por Time, estuviese a cargo de Obama, la filtración de correos hackeados a George Soros (prócer atlanticista y pionero del copamiento de las izquierdas) que revelaban su apoyo económico  a la visita del Papa a EEUU y la inusual ira del Pontífice ante la figura de Trump y las recientes maniobras militares ruso-sirias en Alepo, hablan claramente de cuál es la filiación verdadera de Francisco.

 El esperado golpe de popularidad que tendría Santos con el acuerdo de paz –y el posible Premio Nobel- , las loas de dignatarios y la visita del Papa en un país todavía visceralmente católico servirían para una transmisión controlada del poder (casi semejante a su entronización de hace algunos años por parte de Uribe) y quizá un cogobierno con la izquierda, con el apoyo tímido –para no escandalizar – de la flamante bancada de las FARC. En verdad, una nueva Colombia estaba en ciernes, cuyo modelo sería fácilmente exportable a una nueva Venezuela.

Sin embargo, no contaban con los imponderables del sufragio universal. Los corifeos del Nuevo Orden Mundial manejan con maestría el llamado «arte real», el arte de manipular sutilmente las conciencias y las acciones, enseñado desde antiguo en las logias. Los grandes medios de comunicación y los intelectuales y artistas dóciles –incluso y especialmente dóciles en su aparente rebeldía e iconoclastia – son los instrumentos privilegiados para esta «fabricación del consenso», en palabras de Noam Chomsky. El único problema es que la gente ya no les cree. En Europa, la gota que derramó el vaso fue el sistemático y grotesco engaño respecto de la crisis de los seudorefugiados, último gran favor turco al atlanticismo, y al escamoteo de sus consecuencias delincuenciales. El Brexit, el crecimiento de Trump, el auge del Partido de la Libertad austríaco y este referéndum demuestran que su capacidad de manipulación ya no es omnímoda, como hace quince años.
El Nuevo Orden Mundial, organizado en torno al complejo industrial y militar norteamericano y el poder financiero británico –atlanticismo-, difundido por la ONU y sus organismos y dirigido espiritualmente por cierta «sociedad de pensamiento» cosmopolita de viejísimos orígenes hebraicos, tiene como objetivo acelerar el camino a una ecumene materialista antropocéntrica (el hombre como Dios para el hombre, anunciado por Francis Bacon) y a un gobierno mundial, sutilísimo, primero, y luego abierto. Es una versión más, quizás la más peligrosa, de la perenne revolución anticristiana. Versiones más antiguas o limitadas de esta, quizá incluso surgidas del N. O. M en sus épocas primigenias, son ahora viejos escollos para su marcha desesperada, a infiltrar y transbordar o a destruir.[1] Por alguna razón que sus fautores mismos no alcanzan a explicar, el N.O.M presiente que se le acaba el tiempo.

¿Qué hará, entonces, ahora, en que el triunfo se le escurrió de las manos en Colombia, en la misma Colombia, donde Estados Unidos arraigó desde hace bastante tiempo una influencia inmensa en el ámbito de la inteligencia estratégica? En primer lugar, no perder la calma y reactivar y estimular a sus aliados olvidados en la derecha liberal colombiana y latinoamericana. En segundo lugar, retroceder tácticamente y luego afianzar una ofensiva, quizá esta vez con intentos de desestabilización de sus enemigos más intensos y directos en otros frentes. Este retiro táctico también significará el abandono de sus empleados y aliados en los que invirtió y que se han demostrado más inútiles de lo esperado. Es en ese sentido que, en un artículo reciente, Antonio Socci habla del pánico de Francisco por una posible derrota demócrata. Muy probablemente, el Departamento de Estado le baje el dedo y el episcopado norteamericano –el de la Costa Este, que es el que parte el pastel – le retire sus apoyos, lo que dejará al pontífice argentino en las manos ávidas de venganza de las partes todavía no desarticuladas del Episcopado italiano y de los restos de la Curia. Quizá le espere a la Sede Romana una fase de anarquización que hará palidecer a la behetría actual en la que está envuelta.

¿Qué le queda, por su parte a Rusia?  Quizá ya ha llegado la hora de darse cuenta de que el arquetipo del revolucionario latinoamericano –pequeñoburgués e inorgánico – no significa más una alternativa viable y estable para sus intereses. Quién sabe si no está en ciernes la aparición de una opción hispanoamericana auténticamente popular, cristiana y patriótica, que sirva como una suerte de palo en la rueda del mundialismo en el hemisferio. Y quizá esta reacción pueda comenzar en Colombia, que parece, en estos días, haber sido tocada especialmente por la Providencia.



[1] Uno de estos casos es el del sionismo conservador, junto con su brazo colonial, el Republican Party, que parecen estar a punto de ser descartados

Segunda edición de: “Lenguaje, ideología y poder.


LENGUAJE, IDEOLOGÍA Y PODER
La palabra como arma de persuasión ideológica:
cultura y legislación

Por Juan Carlos Monedero (h)

Las escuchamos todos los días. Y nos aturden, nos aturden con las palabras interrupción voluntaria del embarazo, violencia de género, homofobia, pre-embrión, derecho al aborto, derecho al consumo de estupefacientes. Se nos atropella y arrincona con los términos abierto, cerrado, tolerante, extremista, retrógrado, medieval, progresista, derechos humanos, discriminación, femicidio y tantos otros.
¿Qué significa cada uno de estos vocablos? ¿Qué hay detrás de este uso mediático que hoy por hoy –y hasta la náusea– se les da? ¿Qué papel juega este vocabulario en esta auténtica revolución cultural, al servicio de la cultura de la muerte, en expresión del Papa Juan Pablo II? ¿Qué oscuros intereses enmascara estos vocablos?
El libro LENGUAJE, IDEOLOGÍA Y PODER (2° edición, Ediciones Castilla, 2016), prologado por el Padre Alfredo Sáenz y el Dr. Antonio Caponnetto, nos da una clara y certera respuesta a todas esas preguntas.
Parado en la auténtica filosofía cristiana y ejercitando el noble arte de las definiciones, el autor desmenuza las motivaciones ocultas de los ideólogos promotores del aborto, la anticoncepción, la naturalización de la homosexualidad, la banalización de las drogas, etcétera. Despliega asimismo no sólo una crítica feroz de tales presupuestos ideológicos sino también una sólida fundamentación de las verdades del Orden Natural, hoy puesto en tela de juicio –todos los días– por innumerables comunicadores sociales. Asimismo, Juan Carlos no sólo toma ejemplos del campo filosófico sino también del periodístico, cultural, político, histórico y hasta del eclesiástico. Quienes consideraron su formación personal signada por la Apologética, han visto un renacer de la misma en la primera edición de este libro.


Reseña del prof. Pablo Grossi

Repárese en que, en ninguna otra época de la Historia Universal,
se han prodigado tanto las palabras como la presente:
 torrentes inagotables de palabras por medio de la prensa, del libro, de la radiotelefonía,
de la cátedra, de la tribuna, en una proporción jamás soportada antes,
invaden, penetran y cubren la vida entera de los hombres y de los pueblos...
Jordán Bruno Genta

Desde las páginas de El Filósofo y los sofistas, nuestro mártir sostuvo que “Saber pensar o saber hablar es la tarea principal del hombre, la que hace que el hombre sea hombre”. Y en acertada paradoja, explicará que “Es notorio que se requieren muchas más palabras para condenar a la palabra que para hacer su apología; el mayor gasto y derroche de mala retórica está siempre a cargo de los enemigos de la retórica. La palabra tiene tanta autoridad, tanta fuerza persuasiva que hasta es capaz de convencer sobre su falta de autoridad y sobre su impotencia persuasiva”. Por eso, la retórica –“hasta en sus formas viciosas y corrompidas”– sigue siendo, con todo, “una parte de la metafísica y de la teología”. La lectura del presente libro ha logrado evocar estas palabras inmortales.
A batallar se aprende batallando. Ahora bien, quien cae en un campo de combate sin más armas que la buena disposición del espíritu, corre con pocas posibilidades de alcanzar la victoria. Es cierto que en el final de todos los finales rendiremos cuenta ante el Señor por las cicatrices recibidas, no por los éxitos alcanzados. Pero no es menos cierto que esta benevolencia de la Divina Providencia –por la que se nos exige el combate, mas no la victoria– no nos exonera de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para alcanzar el triunfo.
La presente obra es un manual de combate. En su primera parte (“Fundamentos de la cuestión”), Juan Carlos presenta las armas: traza un breve pero completo bosquejo sobre la relación existente entre las palabras, los conceptos y la realidad. Su subversión es la raíz última de esta guerra, respecto de la cual el libro no deja de pronunciarse una y otra vez.
Luego, queda retratado el estado del campo de batalla: en la segunda parte (“Palabras en guerra”), se estudia qué alcances y qué tipo de consecuencias han traído el triunfo de la guerra cultural, que perdurará mientras Dios lo permita.
Pero el autor no se detiene allí. No se trata de algo puramente teórico pues la guerra semántica –como cualquier otro tipo de contienda– es algo eminentemente práctico. Tampoco son páginas quejosas, repletas de letanías de lamentos. Lejos del derrotismo, luego de observar y diagnosticar adecuadamente la situación, es entonces cuando Juan Carlos entra en acción y contraataca; así, desafía los tótems de los adversarios de la fe y de la patria, al tiempo que acaba saliendo al rescate del lenguaje, desenmascarando sofismas y rescatando palabras nobles que han sido estigmatizadas, echando luz sobre las tinieblas del oscuro panorama cultural.

Una obra para releer varias veces, que podríamos considerar una verdadera “teoría y práctica” de la presente guerra contrarrevolucionaria en su aspecto semántico, necesaria para la interpretación de la realidad actual de nuestro país y, por qué no, del habla hispana.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Dirán paz y seguridad…


Por César Félix Sánchez Martínez, artículo publicado en Transformando el Perú, 30-Sep-2016.

DRÁN PAZ Y SEGURIDAD…

Santo Tomás decía que la paz era la tranquilidad en el orden. No puede, por tanto, haber paz sin orden. La obra de la justicia es la paz, decía el lema del recordado –y tan extrañado- Pío XII, angélico pastor de la Iglesia en mejores tiempos.

¿Puede nacer la paz de la injusticia grave? Y, lo que es peor, ¿puede ser considerado como de paz un proceso que acabe generando más desorden que el que supuestamente está llamado a terminar?
Todo esto parece estar a punto de ocurrir en Colombia. No solo habrá extrema impunidad para los guerrilleros (responsables de crímenes terribles, que van desde la violación masiva y prostitución forzosa hasta la refinada crueldad de atar explosivos a las cabezas de sus rehenes y detonarlos, así como el reclutamiento de niños, el narcotráfico y las masacres y asesinatos cotidianos), sino también un pago de millones de dólares anuales a su cúpula y «dietas» equivalentes a 3 000 dólares mensuales para gastos, para la oficialidad, y 200 dólares para la tropa. Saldrán libres también los ya condenados.

Del gran botín de sus gastos ilícitos, no se oye, Padre. Además de eso, las FARC contarán con un canal de televisión, decenas de radios y todo el apoyo material y moral del Estado para constituir un partido político. Y por si eso no fuera poco, se le asegurarán 10 representantes en las asambleas de la nación, aun si no son elegidos.

El acuerdo, además, involucra una Reforma Agraria que considera la posibilidad de  expropiar tierras privadas. Por otro lado, el Estado colombiano hace suyo, a instancias de los terroristas, el llamado «enfoque de género» proabortista y prohomosexualista. Podrán reconfigurar la sociedad colombiana a su libre capricho.

Por otro lado, décadas atrás, se convenció ingenuamente a los militares de los regímenes de fuerza de Latinoamérica a dejar sus cargos en aras de la llamada «transición democrática». Ingenuamente creyeron en la caballerosidad de sus enemigos, directos o embozados, y ahora muchos  de ellos  (y sus subordinados) purgan prisión o viven a salto de mata, por temor a la justicia internacional, que no conoce de amnistías ni prescripciones. ¡Qué mala suerte que no fueron guerrilleros! Porque la llamada «justicia transicional» asegura un práctico borrón y cuenta nueva para los guerrilleros responsables de atrocidades y sus fallos son inapelables y no hay instancias –ni humanas ni divinas- superiores a ellos.

Este domingo 2 de octubre se celebrará un referéndum, para aprobar un pacto ya firmado y luego de una campaña del aparato mediático y propagandístico del gobierno para arrinconar al «no». Los expresidentes Uribe y Pastrana invocaron a los dignatarios mundiales a no acudir a la firma del tratado, para evitar una injerencia ante un proceso electoral. Pero nuestro presidente no conoce de prudencias ni respetos (como fue y es evidente, desde su tiempo de ministro de Toledo y durante sus chabacanas y agresivas campañas electorales) y se fotografió, al lado de Raúl Castro, de Santos y de Timochenko. Para empeorar las cosas, el supuesto «presidente de lujo», ante su rechazo a la inscripción del brazo político de Sendero Luminoso en el Perú, fue preguntado sobre entonces porqué aceptaba el reciclaje de las FARC, y con la lucidez prístina y la elocuencia que lo caracteriza, dijo: «Eso es otra cosa».

Claro, otra cosa. Que yo sepa, Sendero nunca lanzó balones de gas dentro de una iglesia, matando 119 civiles desarmados, como hicieron las FARC en Bojayá en el 2002, por citar un ejemplo reciente.


Lo más triste de todo es que un gran país como Colombia, luego de haber casi derrotado a los violentos, será entregado a su capricho, con armas y bagajes. Y no habrá ninguna paz, sino, como predice Carlos Alberto Montaner, más desorden y violencia. Porque, como dice san Pablo, «dirán paz y seguridad  y vendrá sobre ellos la destrucción repentina» (1 Tes. 5:3).