La lluvia de fuego que hizo caer Dios sobre Sodoma y Gomorra
Este extenso pero muy interesante artículo nos
recuerda a Malachi Martin en su libro “La
casa azotada por el viento” (The
Windswept House) o “El último Papa”
(como se la conoce en algunos países de habla hispana), relataba el poder de la
logia homosexual dentro del Vaticano y su íntima relación con el satanismo
organizado. El dossier entregado al papa Benedicto XVI del 17 de diciembre,
sobre del lobby gay dentro del
Vaticano, con nombres y apellidos, funciones, puestos jerárquicos y poderes, es
lo que produjo su renuncia. Sin duda, muestra de una forma incontrastable la
vinculación entre la herejía doctrinal y la perversión moral, como afirma San
Pablo.
Por otro lado, nos parece muy acertado el
comentario del periodista citado por Página Católica y el desprecio, el odio y
la persecución sistemática hacia un rito tan santo como la Misa tradicional.
[Página Católica] 25-Feb-2013
titula “Los curas gay odian la Misa
Tridentina”.
En el programa Vortex, el periodista Michael Voris, que dicen dejó de
percibir una importante suma anual de dinero como productor de CBS cuando su
fulminante conversión, dijo que “según fuentes internas (de
la Iglesia), los integrantes del Lobby Gay tienen un especial
desprecio por la Misa Traicional, porque les evoca y les hace recordar
una teología que ellos desprecian, especialmente la teología moral en lo que
respecta a la sexualidad humana”. (Min 6:55 del video abajo) [Resaltado
nuestro]
Coincidimos con el
periodista neoyorkino, la crueldad que manifiestan los perseguidores de la misa
tradicional y de la tradición en general, es propia de quien, por tocar con sus
manos a Dios y al Diablo alternativamente, tienen desquiciada el alma.
En el mismo programa, Voris habla de un excelente escrito del padre
polaco Dariusz Oko, en el que describe la lucha seguida por Benedicto XVI
contra la herejía homosexual.
El Papa contra la Homoerejía
Ya por varias semanas Polonia ha sido testigo de una
acalorada discusión sobre el “la enorme red oculta de homosexuales en la
Iglesia”, provocada por la reciente publicación del libro del P. Tadeusz
Isakowicz-Zaleski titulado Chodzi mi tylko o prawde.[1] Algunos niegan
la existencia de tal red subterránea y proponen tesis profundamente
inconsistentes con la enseñanza de la Iglesia, ambas cosas están en desacuerdo
con la verdad.[2] El problema es serio, por lo cual creo que debo unirme a la
discusión, ya que a mí también me importa la verdad, y antes que nada me importa
el bien, el bienestar fundamental del hombre y de la Iglesia -la comunidad
básica en la que el hombre vive.
Cualquier discusión tiene que tener como punto de
partida la suposición axiomática que cualquiera de nosotros puede saber con
certeza sólo un poco, y que ese poco puede estar parcialmente equivocado. Eso
debiera resultar en que cualquier opinión sea presentada con humildad y que los
argumentos, tanto de nuestros asociados como los de nuestros oponentes sean
escuchados con atención. De esa forma nos podemos beneficiar y corregir mejor
el poco de conocimiento que nos toca. Permanecerá siempre como fracción pero
será, a un grado mayor, aumentado y purificado de error. Tal es la bendición
que trae un diálogo honesto y es en tal espíritu en el que debemos proceder.
Siento que debo tomar una posición como resultado de
mi participación en la crítica filosófica de la ideología y la propaganda
homosexuales (que abreviaré como homoideología y homopropaganda
respectivamente) con las cuales he lidiado por ya algunos años a pedido y con
el aliento de muchos cardenales y obispos.[3] Al hacerlo he acumulado lo que
es, probablemente, la mayor colección de escritos sobre dicho tópico en el
idioma polaco y he amasado una de las más grandes colecciones de datos. Esto se
ha logrado con la ayuda de muchos amigos y aliados, tanto laicos como
religiosos, profesores universitarios y médicos y una gran cantidad de otras
personas a quienes no conocía de antemano pero que, alentados por las opiniones
por mí expresadas y habiendo leído mis artículos, quisieron agregar y corregir
mis conceptos. Así he recibido noticias, resultados de estudios científicos y
documentos oficiales de diversas partes de Polonia y de otras regiones del
mundo, en particular de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Alemania,
Austria, Holanda e Italia, como así también, en primer grado de importancia, de
la Santa Sede. Di comienzo a mi obra contendiendo contra una amenaza mortal
externa al Cristianismo, pero luego descubrí gradualmente que la división no es
tan simple. El enemigo no está solamente fuera de la Iglesia sino también
dentro de ella, en ocasiones perfectamente camuflado como el caballo de Troya.
Lidiamos no solamente con el problema de la homoideología y el homolobby fuera
de la Iglesia, sino también con un problema análogo intramuros, donde la
homoideología adquiere la forma de una homoherejía. Uno no tiene que estudiar
siquiera los archivos del Instituo Nacional de la Memoria, que es apenas una de
mis muchas fuentes de información. Estos hechos son evidentes por sí mismos
hasta en esos países en que no se ha oído para nada de semejante institución.
Es suficiente con juntar información confiable de los medios laicos y católicos
en lo que toca a los años recientes, agregándola al conocimiento de la
naturaleza humana, más algo de lógico sentido común, para sumar dos más dos y
luego estudiar los documentos que presentan la respuesta de la Iglesia a esos
hechos.
Un fenómeno global
Primero debemos exponer la mentira más común que se
nos presenta en los medios. Se habla de la pedofilia entre los clérigos, cuando
en realidad el caso más frecuente es el de efebofilia, que es una perversión de
los adultos homosexuales que se sienten atraídos, no a los niños, sino a los
jóvenes en la pubertad y adolescencia. Es una desviación típica de la
homosexualidad. Básicamente se conoce que los hechos muestran en realidad que
más del 80% de los casos de abusos sexuales de menores por clérigos reportados
en los Estados Unidos ¡son casos de efebofilia y no de pedofilia![4]
El hecho de que esto haya sido cuidadosamente ocultado
e ignorado revela claramente la hipocresía del homolobby en el mundo y en la
Iglesia. Es muy importante que este hecho sea expuesto.
La situación es similar en otros países y por lo tanto
es importante notar que los escándalos por el abuso sexual que han sacudido a
la Iglesia en el mundo entero fueron mayormente la obra de clérigos
homosexuales. La Iglesia ha pagado un precio doloroso por las tremendas ofensas
a las que ha sido expuesta y ha perdido mucha credibilidad. Esto ha causado
dificultades dramáticas tanto en lo espiritual como en lo material para muchas
diócesis, monasterios y seminarios, resultando en iglesias vacías en provincias
enteras de la Iglesia.[5] Se estima que la Iglesia en los Estados Unidos ha
tenido que pagar más de 1.500 millones de dólares en daños legales hasta el
momento.[6] Nada de eso hubiera sido posible sin la existencia de un
considerable apoyo oculto gracias al cual los fiscales del caso normalmente
revelan sólo una pequeña parte del problema, la punta del témpano, por decírlo
así.
Los escándalos han incluído también a aquellos que
ocupan los altos cargos. En Polonia, por ejemplo, el Arzobispo Juliusz Paetz
fue cesado en su cargo como Obispo de Poznan en el año 2002. En Irlanda, tan
similar a Polonia en términos espirituales e históricos, y siendo tan católica,
varios obispos han sido removidos de sus cargos en años recientes, incluído
John Magee, Obispo de la Diócesis de Cloyne, cesado en 2010 por encubrir las
ofensas de pedofilia y efebofilia cometidas por 19 sacerdotes de su diócesis.
Antes de eso, los padres Paetz y Magee trabajaron juntos en el Vaticano por
muchos años como parte del grupo más influyente y más cercano a los últimos
tres Papas. Los extremos a los cuales los militantes homosexuales de sotana
pueden llegar se pueden observar en la conducta de alguien particularmente
“liberal” y “de mente abierta”, el Arzobispo Rembert Weakland, quien rigió la
diócesis de Milwaukee, Wisconsin en Estados Unidos desde 1977 hasta el 2002.
Admitió abiertamente ser homosexual y haber tenido muchos amantes en su vida.
Durante su tiempo a cargo-25 años-se opuso continuamente al Papa en muchos
asuntos, criticando particularmente y rechazando la enseñanza del Magisterio
sobre la homosexualidad. Apoyó y protegió a los homosexuales activos en su
diócesis ayudándolos a evitar la responsabilidad legal por sus repetidas
ofensas. Al dejar su cargo se lo acusó de un fraude de medio millón de dólares
perpetrado para ayudar a su ex-pareja.
Una de las personas más influyentes en la Iglesia en
su tiempo, Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo,
resultó ser un bisexual que perpetró serios delitos sexuales contra muchos
miembros y estudiantes menores de edad en su propia congregación, incluído uno
de sus propios hijos.
Los cuatro continuaron sin castigo por un largo
tiempo, a pesar de las muchas quejas y cargos presentados a lo largo de los
años años contra ellos en Roma. Sólo el exponerlos ante el Papa directamente o
en los medios dió finalmente resultado. De otro modo, todo fue bloqueado a los
niveles más bajos de la jerarquía local y por la curia vaticana. Lo mismo
sucedió en muchos otros casos.
Por ejemplo, pasaron varios años antes que los obispos
Patrick Ziemann, de Santa Rosa en California (1999), Juan Carlos Maccarone, de
Santiago del Estero en Argentina (2005), Georg Müller, de Trondheim y Oslo en
Norway (2009), Raymond John Lahey de Antigonish en Canada (2009), Roger
Vangheluw de Brujas, en Bélgica (2010), John C. Favalora, de Miami (2010) y
Anthony J. O'Connell, de Palm Beach en Florida (2010) fueran cesados en sus
cargos por estar activamente envueltos en, o encubrir las actividades de
pedofilia homosexual o efebofilia. Medidas similares tuvieron que ser tomadas
con respecto a algunos otros obispos que ocultaron o disimularon tales ofensas.
Lo mismo le toca a muchos sacerdotes influyentes. No solo el número de ofensas
sexuales serias prueba el poder de la red subterránea, sino también -y en mayor
medida- el grado al que ha sido perturbado el proceso de elección entre los
candidatos a un obispado. Cabe preguntar a quiénes se les permitió “hacer
carrera” en la Iglesia a pesar de haber perpretrado tales ofensas y de haber
llevado una doble vida. Esto se confirma aún más por la eficiencia con que
tales casos fueron encubiertos y disimulados, la frecuencia de los impasables
bloqueos a todo intento de la Iglesia para proteger a los damnificados en su
esfuerzo por alcanzar un mínimo de verdad y justicia. Ha sido difícil a veces
tomar las obvias medidas apropiadas contra los homosexuales, tantas
dificultades extrañas han surgido que aún la más mínima victoria en esa área es
limitada, parcial y temporaria. Somos testigos de un terrible fenómeno -sucede
que la comodidad de los perpetradores homosexuales es más importante que el
destino de los niños y jóvenes, o el destino de la entera Iglesia. Si eso
hubiera sido hecho con deliberada intención, debería ser considerado alta
traición. ¡La Iglesia sería culpable de haber traicionado a la juventud! Esto
también puede ser visto en el temor y la confusión del clero, particularmente
en ciertas diócesis y congregaciones cuando se enfrentan a ese asunto- se
refugian en el silencio sin poder articular las más elementales afirmaciones en
favor de lo que la Iglesia enseña sobre el asunto. ¿De qué están asustados? ¿De
dónde viene ese miedo que invade a grupos enteros de hombres adultos y maduros?
¿Y dónde salen las neurosis, las enfermedades del corazón y otras aflicciones
que aparecen en sacerdotes que de todas maneras se oponen a este fenómeno
especialmente para proteger a los niños y a la juventud? Deben estar temerosos
y temen caer en el disfavor de ciertos poderosos y amenazantes grupos de
influencia.[7]
Para que ese mal se oculte y se tolere, es necesario
que ciertas personas ocupen puestos clave, y no sólo es necesario que haya un
homolobby, sino también que exista una homocamarilla o una homomaffia. De
hecho, eso es lo que el presente Ministro de Justicia polaco, Jaroslaw Gowin,
denomina a tal grupo cuando hace referencia al escándalo de los abusos
homosexuales cometidos por sacerdotes en la diócesis de Plock, a los delitos de
abuso sexual contra los jóvenes y seminaristas, y al encubrimiento de tales
hechos. El declaró que cuando intervino en la Iglesia, en el caso del arzobispo
Paetz, tuvo la impresión de estar tratando con una maffia que negaba
brutalmente los hechos y principios más obvios.[8]
El Padre Charles Scicluna hizo referencias similares
recientemente. El es el principal responsable de procesar tales casos en la
Iglesia, un “fiscal” en la Sección Disciplinaria de la Congregación para la
Doctrina de la Fe. Habló durante el simposio titulado Hacia la Curación
y el Renuevo que tuvo lugar en Febrero de 2012 en Roma; dedicado al problema
del abuso sexual en la Iglesia.[9] Hablando de parte de Benedicto XVI condenó
fuertemente, no sólo a los perpetradores sino también a sus superiores en la
Iglesia que encubrieron las acciones de ellos. Llamó también a oponerse con
firmeza a tal conducta, a cooperar abiertamente con la policía tomando el
ejemplo de limpieza que da la Santa Sede. Cuanto más organizados estén los
ofensores, tanto más tendrán éxito en hacer daño a otros y en destrozar la
credibilidad de la Iglesia. De esa manera, el poderoso impulso en favor de la
decristianización del mundo surge de la misma Iglesia.
Un comentario particularmente valioso para esta
discusión ha sido hecho por el P. Józef Augustyn S.J., quien dijo: “El
problema, en mi opinión, no está “en ellos” sino en nuestra reacción “ante
ellos”. ¿Cómo podemos reaccionar nosotros, los sacerdotes comunes y nuestros
superiores ante la conducta de ellos? ¿Cederemos al miedo, daremos un paso
atrás, nos llamaremos a silencio, haremos de cuenta que el problema no existe? ¿O
nos enfrentaremos al problema, seremos claros, los extraeremos de sus
posiciones, los cesaremos en sus cargos? Esos no deben trabajar en seminarios o
tener ninguna posición importante. Si el lobby homosexual existe y tiene algo
que ver en las estructuras de la Iglesia, es porque nosotros se lo permitimos,
nos rendimos, nos retiramos, hacemos de cuenta que no existen y así por el
estilo...
La Santa Sede... nos ha dado una clara señal,
directivas que muestran cómo deben ser resueltos tales problemas. Encubrir el
comportamiento deshonesto de las personas, algo que tarde o temprano será
descubierto de todas maneras, destruye la autoridad de la Iglesia. Los fieles
espontáneamente se preguntan si una comunidad que tolera tales cosas es
confiable. Si suponemos a priori que nunca ha existido un lobby de sacerdotes
homosexuales, y que tal cosa no existe ni existirá, estamos apoyando este
fenómeno de hecho. El lobby homosexual del clero se escapa sin pagar las
consecuencias y se convierte en una seria amenaza”.[10]
Los mecanismos de formación de la homocomunidad
Como se puede apreciar en los ejemplos anteriores, le
debe haber sido permitido al lobby hacer lo que quisiera por un largo tiempo
para que tal situación fuera -y todavía sea- posible. Sin embargo una mayoría normal
no puede ser intimidada por una minoría de perturbados. Por lo tanto es
necesario entender los mecanismos que permiten que esa camarilla haya llegado a
tener tanta influencia.
Todo comienza con el hecho de que es mucho más difícil
llegar a ser un buen sacerdote para un seminarista con inclinaciones
homosexuales o con una orientación homosexual establecida. Por otro lado, el
sacerdocio le puede resultar atractivo, pues parece un lugar natural para sus
inclinaciones, ya que puede estar en compañia de hombres, como así lo prefiere,
sin tener que explicar la ausencia de mujeres en su vida. Por el contrario esto
es, después de todo, visto como un gran sacrificio por el Reino de los Cielos,
el renunciar al gozo del matrimonio aunque él no sea material matrimonial de
todas maneras. La situación parece serle por demás cómoda. En consecuencia, si
nada se requiere de tales jóvenes, en ciertas congregaciones o diócesis puede
haber un mayor número de ellos que en el promedio del mundo, mucho más que el
1,5%.[11] Su número exacto dependerá de cuán dominante sea la posición que
hayan logrado obtener y de cuantos otros clérigos logren intimidar, o de cómo
logren encubrir la importancia del problema.
Por otro lado, la homosexualidad es una herida en la
personalidad que discapacita muchas otras funciones. Tales discapacidades
incluyen relaciones distorsionadas con otros hombres, mujeres y niños; el
hábito de estar constantemente pretendiendo ser otro, escondiendo cosas
importantes en la vida; la costumbre de jugar un juego que previene las
relaciones honestas, profundas y emocionalmente limpias con sus pares y
tutores. También estorba el entendimiento en lo que respecta a la naturaleza de
la feminidad y el matrimonio como el misterio del amor entre un hombre y una
mujer. Además, si un homosexual siente deseos similares por un hombre que los
que siente un hombre sin esa tendencia por una mujer, tales deseos surgirán
constantemente por la cercanía permanente del objeto de su deseo. Se encontrará
en una situación análoga a aquel hombre normal que tuviera que vivir por muchos
años (o la vida entera) bajo el mismo techo, usando el mismo dormitorio y los
mismos baños que un grupo de mujeres atractivas. La posibilidad de mantenerse
casto en tal situación disminuiría rápidamente. Deberíamos respetar y tratar de
entender a nuestros hermanos homosexuales en la misma medida que tratamos de
entender a cualquier ser humano. Ellos con frecuencia tratan lo mejor posible y
hasta tienen éxito en vivir una vida decente y hasta una vida santa. Objetivamente,
sin embargo, es mucho, mucho más difícil para ellos y por eso fallan con mayor
frecuencia.
Y, sin embargo, si no son capaces de controlar sus
tendencias y se las ingenian para pasar por los controles del seminario, el
verdadero problema comienza al llegar al sacerdocio o a la vida monástica. Ya
no se benefician de la presencia y control de sus supervisores, su libertad de
acción es mayor. Si ceden a la tentación y comienzan a transitar la senda de la
homosexualidad activa, su situación se vuelve desesperada. Por un lado,
administran los sacramentos, celebran la Santa Misa cada día, tienen tratos con
los más sagrados objetos; y por el otro lado siguen haciendo lo opuesto, lo
cual es particularmente deplorable. De esta manera se vuelven inmunes a lo que
es más elevado, a lo que es sagrado, su vida moral se atrofia y continúa su
derrotero hacia la caída final. Cuanto más de lo que es elevado muere en ellos,
más lugar hay para lo que es bajo -el deseo de lo material, de las cosas
sensuales- dinero, poder, escalafón profesional, lujuria y sexo. Casi no se los
puede ayudar porque los más grandes medios de formación, la fe y la gracia, han
fallado. Saben muy bien, sin embargo, que pueden ser expuestos y humillados,
por eso se escudan unos a otros y se ofrecen apoyo mutuo. Cultivan relaciones
informales que remedan las de una camarilla o una maffia, apuntan en particular
a alcanzar las posiciones que ofrecen poder y dinero. Cuando logran llegar a
una posición en la que se toman decisiones, tratan de promover y hacer avanzar
mayormente a aquellos que se les parecen en naturaleza, o al menos, a aquellos
a quienes juzgan demasiado débiles como para que se les opongan. De esta
manera, la posiciones de responsabilidad en la Iglesia pueden quedar en manos
de gente que sufre de profundas heridas interiores y que apenas muestran el
nivel espiritual que se espera de alguien en su cargo; gente que se ha
entregado a la hipocresía y son especialmente inclinados a ser extrosionados
por los enemigos del cristianismo. Gentes que nunca hablan “desde el corazón”,
que nunca revelan nada por miedo de ser avergonzados. En cambio, repiten lo que
han aprendido de memoria, copiando lo que ha sido dicho por otros. Con
frecuencia una atmósfera de hipocresía y de morbosidad se puede detectar a su
alrededor. El fariseísmo en su forma pura.[12] Aún si no practican activamente
la homosexualidad, como regla tratan de escudar y promover a aquellos que sí lo
hacen, con gran solidaridad, listos para “plantarse” junto a ellos. De esa
manera prefieren su propio bienestar al bienestar de la comunidad, de acuerdo
con la regla que dice “Que la Iglesia caiga en desgracia, sea ridiculizada y
humillada mientras yo y ‘mi gente’ quedemos bien cómodos de por vida, mientras
haya suficiente como para satisfacernos”. Esto es la omertà en su forma pura.
Así de esta manera pueden llegar a lograr una posición dominante en muchas
áreas de la jerarquía de la Iglesia, volviéndose “eminencias grises” que en
efecto tienen tremendo poder en decidir sobre importantes nombramientos y la
vida entera de la Iglesia. De hecho, puede ser que sean demasiado poderosos
para ser obispos honestos, guiados por buenas intenciones.[13] La situación
entonces, se vuelve desesperada para otros sacerdotes. Los nuevos clérigos en
el estudiantado pueden, por ejemplo, incluir las jóvenes parejas de los
homosacerdotes. Cuando el vice canciller o algún otro superior trata de
removerlos, puede resultar que ellos mismos sean los despedidos en vez del
homoseminarista. O, cuando el vicario trata de proteger a la juventud de las
acciones de un párroco, resulta que el vicario es el que termina siendo
disciplinado, exiliado y mudado a otra parte. Debe pasar por una odisea por
tratar de cumplir valientemente su deber fundamental. Es posible que sea extorsionado,
humillado y difamado en la parroquia o entre otros párrocos y sea víctima de
una campaña organizada. Cuando un sacerdote o un religioso es molestado por uno
de sus pares o entre otros sacerdotes como víctima de una campaña organizada, y
cuando un párroco o religioso es molestado por uno de sus pares, o un superior
apela por ayuda a una instancia superior, frecuentemente encuentra que esa
instancia está controlada por un homosexual aún más ardiente.
Con el correr del tiempo, los miembros de la homocamarilla pueden lograr
tales posiciones y creer que ostentan poderes tan extraordinarios que los
eximirán de castigo para siempre.[14] Sus vidas se vuelven con frecuencia una
diabólica caricatura del sacerdocio, así como el homomonio es una caricatura
diabólica del matrimonio. Como se puede ver en los medios, por ejemplo, ellos
actúan como adictos, volviéndose cada vez más osados, recurriendo a la
violencia. Comienzan a abusarse y a vejar aún a los que son menores de edad.
Hechos gravosos pueden resultar de esto, incluídos el asesinato y el suicidio.
Supe del obispo Paetz por accidente, cuando un
seminarista me lo contó, temblando de terror y de emoción, de cómo había sido
violado por su propio ordinario. Estaba a punto de perder la fe así como
también su integridad mental y espiritual. No fue trabajo fácil convencerlo que
un hombre no es la iglesia entera, que esa es una razón más para ser sacerdote
para que algo tan maravilloso no quede en manos de gente de esa calaña. He
escuchado muchas historias similares de sacerdotes en Lomza y Poznan (donde yo
mismo serví como ordinario) a quienes conocí durante simposios académicos
nacionales e internacionales. Nuestras intervenciones a los varios niveles de
la jerarquía eclesiástica no dieron fruto alguno, en vez de ayuda encontramos
una pared impasable, aún en un caso tan flagrante como ése. En el caso de un
vicario o de un catequista, una pequeña parte de tales revelaciones fueron
suficientes como para causar alguna reacción. En ese caso, fue necesaria una tremenda
conmoción en los medios que llegó a oídos del mismo Papa.
Para citar al P. Józef Augustyn una vez más: “La
Iglesia no genera la homosexualidad pero es víctima de hombres deshonestos con
tendencias homosexuales que sacan ventaja de sus estructuras para complacer sus
más bajos instintos. Los sacerdotes que son homsexuales activos son maestros
del disfraz. Frecuentemente son expuestos por accidente. La verdadera amenaza a
la Iglesia son los sacerdotes homosexuales cínicos que sacan ventaja de sus
funciones para provecho propio, a veces en forma extraordinaria y malvada.
Tales situaciones causan gran sufrimiento a la Iglesia, a la comunidad
sacerdotal y a los superiores. El problema es verdaderamente difícil”.[15]
La lucha de Benedicto XVI
Benedicto XVI llegó a conocer bien a ese tipo de
clérigos durante su servicio de largos años en el Vaticano. En repetidas
ocasiones ha insistido en lo chocante que fue para él enterarse de la plaga de
abusos homosexuales en la Iglesia, el tamaño de la organización subterránea y
el daño terrible causado a la juventud y a la Iglesia en general. Nos recuerda:
“Sí, es una gran crisis, tenemos que decirlo. Nos ha perturbado a todos. De
golpe tanta roña. Fue como el cráter de un volcán del que de repente saliera
una nube de roña, oscureciendo y manchándolo todo de manera que ahora el
sacerdocio fuera causa de bochorno y cada sacerdote estuviera bajo sospecha de
ser uno de esos”.[16] Fue a esos sacerdotes que se refirió mayormente cuando
era todavía cardenal durante la famosa Via Dolorosa en el Coliseo en 2005, poco
antes de la muerte de Juan Pablo II y su propio ascenso al Papado:
“¿No deberíamos pensar también cuánto sufre Cristo en
su propia Iglesia? ... ¡Con cuánta frecuencia debe El entrar en corazones
vacíos y malignos! ¡Con cuánta frecuencia celebramos solos sin darnos cuenta
que Él está allí! ¡Cuán frecuentemente su Palabra es retorcida y mal usada!
¡Cuán poca fe está presente en tantas teorías, tantas palabras vacías! ¡Cuánta
suciedad hay en la Iglesia y aún entre aquellos que en el sacerdocio debieran
pertenecerle completamente a Él! ¡Cuánto orgullo, cuanta autocomplacencia! ...
Solamente podemos llamarlo desde la profundidad de nuestro corazón: Kyrie
eleison-Señor sálvanos” (cf. Mateo 8:25). El Papa dijo también: “La más grande
persecución de la Iglesia no viene de sus enemigos externos, sino que surge
desde el interior de la Iglesia”.[17] Él sabía la tarea que le aguardaba y al
tomar su cargo el 24 de abril de 2005 dijo: “Orad por mí para que no huya por
miedo de los lobos”.[18]
Y es por eso es que pasó a la acción resuelta y
rápidamente como Papa. Hizo que una de las prioridades de su pontificado fuera
limpiar la Iglesia del abuso homosexual y prevenir que re-ocurriera en el
futuro. Enérgicamente removió a los clérigos comprometidos de sus cargos. En
los primeros meses después de su elección, aún en 2005, emitió instrucciones
para prohibir estrictamente la ordenación de homosexuales. La instrucción fue
precedida por una carta enviada desde la Santa Sede a todos los obispos
alrededor del mundo, ordenando que los sacerdotes con tendencias homosexuales
fueran inmediatamente removidos de cualquier función educacional en los
seminarios.[19]
Una carta emitida en 2008 por la Congregación para la
Educación Católica prohibió la admisión de homosexuales a los seminarios. Dice
explícitamente que sólo pueden ser admitidos solamente después de haber sido
permanentemente curados.[20] Estos principios fueron confirmados en 2010
por Nota desde el Vicariado de Roma por el Sucesor de San Pedro -una
declaración de pautas para la toda la Iglesia.[21] Un modelo a ser seguido en
tales casos fue también presentado por el Papa en su carta pastoral a los
católicos de Irlanda, también en 2012, sobre los serios pecados contra niños
indefensos.[22]
Al igual que el actual presidente de Alemania, Joachim
Gauck, llevó a cabo una inspección y limpieza exitosa de la antigua Alemania
del Este, su compatriota en el Vaticano ha estado llevando a cabo una
investigación exhaustiva, una limpieza honesta y cristiana de la Iglesia.[23]
El Papa también está tratando de no permitir que un desastre similar vuelva a
suceder en el futuro, prohibiendo estrictamente el ordenamiento de homosexuales
orientados a las personas, evitando que renazca esa comunidad.
En esto debería hacerse hincapié, ya que en la Iglesia
polaca, la cuestión de la relación entre la homosexualidad y el sacerdocio se
ha subestimado. Parece ser que el gran avance en esa materia realizada por
Benedicto XVI y por la Santa Sede no es suficientemente comprendido aquí. Sus
resultados pueden resumirse como sigue:
1) En lugar de una división entre homosexualidad
activa y pasiva, en sus documentos oficiales, el Santo Padre presenta una
división en las tendencias homosexuales temporales que se producen durante la
pubertad, y las tendencias profundamente arraigadas. Ambas formas son un
obstáculo que impide el acceso a las santas órdenes, por lo que los requisitos
(generalmente temporales) no van más allá de encontrarse libre de la
homosexualidad activa.
2) La homosexualidad es incompatible con el
sacerdocio. En consecuencia está estrictamente prohibido no solamente ordenar
hombres con tendencias homosexuales (aunque sean temporarias) sino también debe
negárseles la admisión a los seminarios.
3) Tendencias homosexuales temporarias deben ser
curadas aún antes de la admisión al primer año de estudios del noviciado.
4) Seminarios y monasterios, presbiterios y curias
diocesanas deben estar completamente libres de cualquier forma de
homosexualidad.
5) Los hombres con tendencias homosexuales que ya han
sido ordenados como diáconos, presbíteros u obispos quedan válidamente
ordenados, pero están llamados a seguir todos los mandamientos dados por Dios y
la Iglesia. Al igual que otros sacerdotes, deben vivir en la pureza y desistir
de toda actividad nociva para el hombre y la Iglesia, en particular, de
cualquier rebelión contra el Papa y la Santa Sede, o cualquier otra actividad
mafiosa.
6) A los clérigos que sufren de estos trastornos se
les recomienda comenzar inmediatamente el tratamiento adecuado.[24]
En la obra de Benedicto XVI Luz del Mundo publicada
en 2010, encontramos el colofón de un pasaje muy importante sobre la
homosexualidad y el sacerdocio. Estas palabras del Santo Padre son, en cierta
forma, un comentario sobre los documentos anteriores de la Santa Sede. Parece
que estuviera hablando “desde el corazón” y es bastante explícito:
“La homosexualidad es incompatible con la vocación
sacerdotal. De lo contrario, el celibato en sí perdería su significado como
renuncia. Sería muy peligroso si el celibato se convirtiera en una especie de
pretexto para reunir en el sacerdocio a aquellos que no quieren casarse de
todos modos. Porque, en definitiva, su actitud hacia el hombre y la mujer está
de alguna manera distorsionada, fuera del centro, y en todo caso, no está
dentro de la dirección de la creación de la que hemos hablado.
La Congregación para la Educación tomó la decisión
hace unos años, en el sentido de que los candidatos homosexuales no pueden ser
sacerdotes porque su orientación sexual les aleja del sentido correcto de la
paternidad, de la naturaleza intrínseca del ser sacerdotal. La selección de los
candidatos al sacerdocio por lo tanto, debe ser muy cuidadosa. Se necesita
prestar la mayor atención aquí con el fin de evitar la intrusión de este tipo
de ambigüedad y para evitar una situación en la que el celibato de los
sacerdotes prácticamente terminaría siendo identificado con la tendencia a la
homo-sexualidad”.[25]
La importancia que el Papa y la Santa Sede le dan a
este asunto se acentúa por el hecho de que a pesar de la gran escasez de
sacerdotes y nuevas vocaciones en Europa Occidental y en América, la Iglesia no
quiere admitir a dichos candidatos en sus seminarios, los abusos graves de los
clérigos homosexuales han causado ya demasiado mal, demasiados desastres y han
costado demasiado.
Homoherejía en la Iglesia
No todos aceptan las reglas que acabamos de citar. Hay
resistencia a las enseñanzas del Papa. La comunidad homosexual en la Iglesia se
defiende y está atacando. Necesita también una herramienta intelectual, una
justificación y esa es la razón por la cual la homoideología se apodera de sus
mentes, con las palabras y escritos que forman la homoherejía. La revuelta más
abierta contra el Papa y la Iglesia está encabezada por algunos jesuitas en los
Estados Unidos que se oponen abiertamente a las directivas papales y anuncian
que, a pesar de las decisiones ya mencionadas, seguirán admitiendo seminaristas
con orientación homosexual y que serán especialmente bienvenidos.[26] Tienen
una larga tradición en esa vena, y han sido por años el baluarte de la
homoideología y la homoherejía. Adoptan para sí muchos puntos de vista de un
teólogo moral herético, el ex-sacerdote Charles Curran. Están también bajo la
apabullante influencia de quien fuera su compañero, el ex-fraile, John McNeill
S.J., quien fundó el movimiento pro-homosexual Dignity y publicó un libro
titulado The Church and the Homosexual (La Iglesia y el homosexual,
donde explícitamente rechaza la enseñanza de la Iglesia y adopta la
homoideología. El libro ha recibido un imprimatur de su provincial de Nueva
York, y ha sido re-publicado varias veces a pesar de estar censurado por el
Vaticano. De esta manera ha llegado a ser una biblia homosexual para muchos
Jesuitas americanos. McNeill parece significar para ellos más que Jesús o San
Pablo; por supuesto, mucho menos les importa el Papa.[27] Las revistas Theological
Studies y Americaque ellos publican todavía presentan y
promocionan ideas pro-homosexuales. En consecuencia se estima que han logrado
el más alto nivel de saturación homosexual, bien por arriba del 30%. Los
homosexuales se sienten más cómodos con ellos que nunca, mientras que otros
sacerdotes encuentran esa atmósfera específica más y más inaguantable.[28]
Pareciera que esos jesuitas han reemplazado su cuarto
voto tradicional, prometiendo obediencia al Papa con un nuevo cuarto voto de
archi-desobediencia. No debiéramos estar particularmente sorprendidos o
asombrados, sin embargo, sabiendo que el clero se ha sometido a la influencia
de los tiempos, inclusive las peores influencias. Si son intelectualmente o
moralmente débiles, no sólo están sujetos a esas influencias sino que han
sucumbido a ellas. Esa es una de las fuentes básicas de herejía en la Iglesia,
que ya ha visto tantas de ellas que necesitaron ser expuestas y superadas en
tantas ocasiones. En la edad de las ideologías fascistas y el marxismo, también
tuvimos sacerdotes fascistas y marxistas en la Iglesia. Ahora que los
extremistas de izquierda promueven a su turno la homoideología, naturalmente
tenemos homoideólogos, y algunas veces también sacedotes homoherejes en la
Iglesia.
En Polonia, su representante más conocido es Jacek
Prusak, S.J., entrenado por jesuitas americanos, después de todo. Por ocho años
ha tomado la posición de portavoz del homolobby en la Iglesia, luchando sin dar
cuartel para defender esos intereses. Su vocabulario y sus argumentos parecen a
veces citas literales de los manuales de la homoideología, copiados de sitios
homosexuales en la red. Sus escritos adolecen de numerosos defectos tanto de
contenido como de lógica, pero su objetivo principal es siempre el mismo: la
defensa a ultranza de la homosexualidad en general, y del sacerdocio homosexual
en particular-no importa cuánta manipulación se necesite para lograr ese
objetivo.[29] Cuando sea que un sacerdote o un laico habla defendiendo y
explicando lo que la Iglesia enseña sobre la homosexualidad, exhortando a
seguir la doctrina, deberá esperar un ataque brutal e inmediato de Prusak-a
veces desde las páginas de periódicos particularmente anticristianos. En esta
gran contienda que la Iglesia lucha contra la homoideología, él toma
explícitamente el lado del enemigo y lo hace con fervor. Fue apoyado una vez
por Tadeusz Bartos O.P., aunque no en forma tan agresiva. Desde que Bartos dejó
el sacerdocio y su congregación en el año 2007, se ha quedado solo en ese
papel.[30] Ha probado ser un comentarista mediático particularmente hostil a la
Iglesia en ese sentido. En el 2005, justo después que fuera ordenada la
instrucción que prohibe la ordenación de homosexuales, J. Prusak publicó una
destructiva crítica en un periódico cuyos editores son bien conocidos por ser
propagandistas fanáticos de la homoideología.[31] Similarmente, en su artículo
titulado The Lavender History of the Church (La historia color lavanda de la
Iglesia), contraría específicamente las intrucciones magisteriales que antes
citamos, reclamando que la orientación homosexual no excluye a un candidato del
sacerdocio. Cuestiona la existencia de un homolobby en la Iglesia, aún cuando
él y sus actividades dan evidencia particularmente convincente de lo contrario.
Así, él se suma a la larga fila de sacerdotes que presentan puntos de vista
contrarios a la enseñanza de la Iglesia, los cuales promocionan en los medios
anticristianos y de izquierda, agregándose a Michal Czajkowski, el ex-jesuita
Stanislaw Obirek, y el ex-dominico Tadeusz Bartos.
Uno puede constatar esto claramente al comparar las
opiniones de Prusak con las arriba citadas del Papa y con los documentos de la
Iglesia que se mencionan aquí. Uno no puede permitir, sin embargo, que un
sacerdote homoideólogo continúe en sus ataques a la enseñanza de la Iglesia y a
los sacerdotes y laicos que la defienden; no se puede permitir que una minoría
homoideológica domine a la mayoría normal. La forma en que J. Prusak se opone
al Santo Padre es inadmisible y escandalosa.
Lo que está en juego es la existencia misma de la
Iglesia. Ideología y manipulación deben ser cortadas de raíz, porque si
aparecen más sacerdotes como Prusak, puede ser demasiado tarde. La Iglesia
puede destruirse a sí misma desde dentro -como ya ha sido el caso en muchos
lugares de Occidente. Una Iglesia que se contradice, rechazando su propia
enseñanza, se vuelve inútil y muere- como la Iglesia en Holanda. Todo lo que es
contradictorio en sí mismo está destinado a desaparecer.
La mala teología es mortalmente peligrosa. Un teólogo
incompetente puede reducir la fe, la teología y la filosofía a la mera
psicología, puede infectar el organismo de la Iglesia con los virus de las
ideas enfermizas del enemigo, puede recoger y transmitir enfermedades de otros.
Ese fue, por ejemplo, el caso de Eugene Drewmann un ex- sacerdote que comenzó
como profesor de teología dogmática en Paderborn, y a través de una reducción
de la teología a la psicología terminó en la “nueva era” y el budismo. Para él,
Sigmund Freud y Carl Jung llegaron a ser más importantes que Jesús y San Pablo.
Las consecuencias siempre esperan a la vuelta de la esquina.[32]
Si se permite la propagación de tales teorías, las
consecuencias pueden ser destructivas para toda la Iglesia, como pasó en
Holanda. Fue allí que la teología enferma de Edward Schillebeecks contribuyó a
la desintegración y a la destrucción casi total de la Iglesia que en un tiempo
estuvo tan llena de vida. Al cabo de más o menos una docena de años, la llevó
al punto de desaparecer. Era como minar los cimientos de un edificio. Debemos
defendernos con toda la resolución en contra de esa “teología holandesa”. Lo
que está en juego es que la Iglesia exista o no exista. Si a los homolobbistas
se les permite actuar libremente, en una docena de años pueden destruir
congregaciones y diócesis enteras-como han hecho en los Estados Unidos, donde
la vocación sacerdotal es considerada cada vez más una profesión homosexual
(esto parece afectar en particular a los jesuitas americanos), o como en
Irlanda, donde los hombres son reticentes a acercarse a los seminarios vacíos
por temor a producir sospechas de padecer ciertos trastornos.
La situación es similar a lo ocurrido a principio de
la Reforma Alemana, cuando países y naciones enteras dejaron la Iglesia, cuando
una de las razones fundamentales de ese estado de cosas fue una declinación de
la moral y un aumento del libertinismo entre los clérigos, incluído el mismo
Papa Alejandro VI. De la misma manera que el Concilio de Trento trató de salvar
a la Iglesia primero por medio del arrepentimiento y la penitencia, Benedicto
XVI trata de salvarla por medio de limitar el tamaño y la influencia del
homolobby dentro de la Iglesia. Esto muestra su genio profético y científico
subrayando su importancia como uno de los grandes teólogos de nuestro tiempo,
capacitado para participar en una contienda espiritual. Esto puede ser visto
desde una perspectiva un poco más amplia, cuando pensamos sobre cómo otros
teólogos han coqueteado con las ideologías de moda o hasta han sucumbido a
ellas. Como teólogo y obispo, Ratzinger permaneció un hombre de principios
elevados que siempre tomó excelentes, precisas decisiones. Nunca cayó en la
trampa de tales ilusiones y nunca fue presa de la “teología de la prensa” o de
la “teología posmoderna” y de la irresponsable actitud de ésta que facilita el
avance de afirmaciones profundamente contradictorias con lo que es cristiano.
Benedicto no tiene nada de qué avergonzarse. Y es por esas precisas opiniones
que hoy hay quienes se le oponen tan vehementemente y hasta es odiado en la
Iglesia, especialmente por los miembros del homolobby que representan el mismo
centro de la oposición interna contra el Papa. La grandeza de Benedicto XVI
puede ser observada también en la manera en que sufre todo eso: apaciblemente,
confiando en Dios, pacientemente, cuando humildemente responde permaneciendo en
silencio ante los ataques más ignorantes de aquellos que están “de su mismo
lado”. No se defiende personalmente, lo que le importa primeramente es Cristo y
el bienestar del hombre. Es un gran hombre de ciencia y un testigo fiel de la
Revelación. No solamente es un destacado intelectual sino que también es un “buen
Pastor” que no abandona a sus ovejas o se escapa cuando ve venir los lobos sino
que “da su vida por las ovejas” (cf. Juan 10:12-15).
Él no puede hacer todo por sí mismo, sin embargo.
Necesita de todos y cada uno de nosotros. Necesita el apoyo y la predicación
sana en cada Iglesia local. Es una cuestión de fidelidad a la propia
conciencia: la defensa de la verdad de la salvación, no importa cuánto nos
pueda costar. En este contexto, la grandeza y la santidad de la Iglesia se
puede ver muy bien. La homoideología parece ser tan poderosa y está siendo
promovida agresivamente como el marxismo o el fascismo solían serlo en el
pasado. Su victoria parece inevitable para muchos-al igual que con las otras
ideologías. En esa situación, es ante todo la Iglesia la que defiende
abiertamente la verdad elemental, la que defiende lo que es razonable. Cuando
los demonios de la ira ideológica se ensañan, la fe debe, paradójicamente,
convertirse en tutor y defensor de la razón. La Iglesia ha sobrevivido a través
de más graves dificultades y herejías peores que ésta. Lo que es absurdo en
última instancia, debe derrumbarse, agotarse y devorarse a sí mismo. No se
puede vivir en la contradicción siempre. No siempre podemos vivir contra la
razón, contra la naturaleza, contra los mandamientos, al igual que no podemos
quedarnos parados de cabeza para siempre. Tenemos que finalmente pararnos sobre
los pies o nos caeremos.
La grandeza de la Iglesia católica se manifiesta
también en que puede admitir sus errores, reconocer las faltas de sus miembros,
pedir perdón por ellos, emprender el camino del arrepentimiento y la
purificación. Otras comunidades son capaces de hacer eso aunque en un grado
mucho menor, a pesar de sus defectos que son mucho mayores. Los medios de
comunicación, que pueden a veces ser llamados COA-Centros de Odio
Anticristiano-presentan la situación como si ese fuera el principal o el único
problema de la Iglesia católica, como si los efebófilos sólo se encontraran
entre los sacerdotes y todo sacerdote debiera ser sospechoso de la misma cosa.
El clero católico fue presentado exactamente de la misma manera por la
propaganda de Goebbels en los tiempos de Hitler, con los mismos métodos de
generalización aplicado a los casos individuales. Periodistas honestos, sin
embargo, dicen: “Podemos ver que la Iglesia Católica es la única institución
que puede hacer algo con la pedofilia. La pedofilia que es un problema común en
todas las comunidades y las instituciones educativas”.[33]
Uno podría preguntarse, entonces, ¿cuándo empezarán a
investigar los periodistas cuál la magnitud del problema entre ellos,
incluyendo a los dueños de los periódicos para los que trabajan, entre aquellos
que marcaron las pautas para las manipulaciones y cazas de brujas en los medios
de comunicación? Puede ser difícil-como por ejemplo en Bélgica y Lituania,
donde incluso las personas en los niveles más altos en la jerarquía de las
distintas autoridades están involucrados en la pedofilia. ¿Pero dónde está el
coraje y el entusiasmo de aquellos periodistas que han estado tan dispuestos a
atacar a la Iglesia? Estudios confiables muestran que el problema está menos
extendido en la Iglesia Católica. ¿Por qué es entonces que ese problema de la
Iglesia es lo único que se comenta? Según los investigadores, sólo el uno por
mil casos de pedofilia o efebofilia está relacionado con el ámbito de la
Iglesia Católica, en los Estados Unidos solamente de uno a cinco sacerdotes
católicos están implicados en este problema por cada diez mil personas.[34]
No existe relación entre el celibato y la pedofilia.
Estadísticamente, existe un riesgo mucho mayor, por ejemplo, con clérigos
protestantes casados, maestros en particular maestros y entrenadores
deportivos.[35]
El culpable no es el celibato, contrariamente a lo que a veces se suele
sugerir. Esto ha sido señalado, entre otros, por el Secretario de Estado del
Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, quien dijo que “muchos psicólogos y
psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia,
mientras que muchos otros han demostrado que existe una relación entre
homosexualidad y pedofilia”. También señala el hecho de que “el 80 por ciento
de los pedófilos condenados en los Estados Unidos son homosexuales. Entre los
sacerdotes condenados por pedofilia, que representan el 90 por ciento”. Estos
datos ponen de manifiesto que “la Iglesia Católica ha tenido un problema con
los homosexuales en lugar de los pedófilos”. Él se apoya en Itrovigne Massimo,
un sociólogo italiano, que nos recuerda que “no hay relación entre celibato y
pedofilia, ya que hay más pederastas entre los clérigos casados ?? que entre
los sacerdotes católicos .... En los Estados Unidos, cerca de mil sacerdotes
han sido acusados ??de abuso sexual contra menores de edad, y sólo alrededor de
cincuenta fueron declarados culpables. Mientras tanto, hubo nada menos que seis
mil maestros y entrenadores deportivos, la mayoría de ellos casados, condenados
por el mismo abuso”.[36]
¿No es eso un pase perfecto para los medios de
comunicación? ¿Por qué casi no hablan de ello? Al parecer, sus intenciones no
son tanto proteger a los niños y jóvenes como ayudar a destruir la Iglesia. Si
sus intenciones son honestas, primero se atacaría a los que cometen el mayor
número de estos delitos. Pero la falta de “hombres justos” en el mundo es mucho
mayor que en la Iglesia y además carecen de personas que estarían dispuestas a
hacer algo para solucionar el problema, a correr el riesgo. Este tipo de
incidentes entre los que está envuelto “uno de los nuestros”, se encubren y
justifican mucho más de lo que sería el caso en la Iglesia (por ejemplo, el
comportamiento de Roman Polanski en Hollywood en 1978, que al parecer era común
en esa comunidad entonces). Parecen estar diciendo: “si esto lo hace uno de
nosotros, no vamos a mover un dedo, deje que los niños sean atormentados, no me
importa, siempre y cuando nosotros estemos bien”. Aquí está la hipocresía y el
cinismo de los “valientes” periodistas y sus empleadores.
Nuestra contienda
Es importante entender las razones por las que la
Iglesia ha sido incapaz de hacer frente al problema del homolobby durante tanto
tiempo. No es sólo por la influencia de la propia homolobby, donde las quejas
sobre un homosexual de sotana terminan sobre el escritorio de otro como él, o
en el cubo de la basura o, peor aún, en manos del propio criminal-para que
libremente pueda vengarse de sus víctimas. No es la única maligna solidaridad
de grupo que defiende a aquellos que son “uno de los nuestros”, no importa cuán
culpables sean.[37]
Hay todavía una razón más y es la ignorancia, el no
poder entender la importancia del problema. Para un sacerdote normal es
inconcebible que algo tan maligno pueda estar ocurriendo a sus espaldas. Además
los clérigos decentes con buenas intenciones, están tan sobrecargados de
trabajo que no creen que puedan cargar con otro problema más. ¿A quién le
interesa lidiar con esa suciedad a menos que se vean forzados a hacerlo de
todos modos? Es por eso que cuando un escándalo enorme revienta, la gente
piensa que, a los tumbos, pero al menos se está haciendo algo. Después de todo,
esto se trata de actividades criminales, y la Iglesia no es la policía, no
tiene las herramientas necesarias para lidiar con el crimen organizado. Si un
sacerdote causa un accidente automovilístico o comete un crimen financiero, de
eso debe ocuparse un fiscal y no un obispo, o un provincial. Los actos
pedófilos o efebófilos son ofensas graves contra el cuerpo, mente y alma de los
niños y los jóvenes. ¡Qué gran desorden existe en un clérigo que hace cosas
como esas por un momento de placer! Arruinan las vidas de su prójimo. Fue
primeramente a los pedófilos y efebófilos que Cristo dijo “¡Ay de vosotros!
Dijo eso por cualquiera que “cause que uno de éstos mis pequeñuelos que creen
en Mí cometa un pecado. Sería mejor para ese hombre que se atara al cuello una
piedra de molino y fuera arrojado al mar” (cf. Mateo 18:6-11 y Lucas 17:1-2).
Este abuso es el más daño más abominable y terrible para un niño normal, es
como matar su alma. A veces la víctima de un efebófilo no es capaz de superar
este tipo de abuso durante toda su vida, no puede confiar confiar en otros, o
respetarse a sí mismo, u obedecer las normas morales. Si un mal tan brutal es
realizado por un clérigo, la cuestión se vuelve aún más dolorosa, porque el
daño es causado por el que le ha predicado bellas ideas, a quien el muchacho
dio su confianza, de quien tenía derecho a esperar todo lo que es bueno y
noble. Niños abusados ??luego dicen: “Nunca más voy a ir a la iglesia, todos
los sacerdotes son unos cabrones”. A veces, pierden la fe por completo o se
unen a alguna secta, para ya nunca volver a la Iglesia. A pesar de que solían
ser parte del grupo más cercano al joven sacerdote, particularmente
involucrados en su religión, la mayoría de ellos provenientes de familias de
creyentes, que solían ser monaguillos, lectores, asistentes a los campamentos
de verano, retiros, peregrinaciones: eran el tesoro y el futuro de la Iglesia.
El trabajo ardiente de una multitud de padres decentes, religiosas,
catequistas, sacerdotes, obispos, es destruido por los crímenes de un grupo de
hombres viles. En esa situación, los agraviados pueden ser ayudados
especialmente si son defendidos por otro sacerdote. Ese es el camino más efectivo
para restaurar la confianza en la Iglesia; tener otro sacerdote que defienda a
la víctima de un compañero sacerdote pervertido, y lo lleve a la policía. Eso
es fidelidad al hombre y a Cristo. Es necesario, porque un acto de pedofilia o
efebofilia es generalmente uno de una serie de actos viles que debe ser
interrumpida de inmediato.
En dicho asunto, no hay lugar a dudas, no importa lo
mucho que hay en riesgo, no importa con quien podríamos caer en desgracia, no
importa lo que se pueda perder. Al igual que un padre tiene el deber de morir
para defender a su hijo si es necesario, un sacerdote tiene el deber de morir
para defender todos y cada uno de sus pequeños que son hijos de Dios. En
Polonia, la situación es particularmente peligrosa debido a que algunos
homosexuales ancianos y efebófilos con sotana pueden tener conexiones con el
servicio de seguridad del sistema comunista anterior y otros servicios
especiales. Muchos colaboradores y soplones fueron reclutados entre ellos, ya
que eran especialmente propensos al chantaje. Algunos, todavía están siendo
chantajeados hoy. Si sus actos viles están expuestos, los funcionarios de esos
servicios no tendrán nada con que chantajearlos y por lo tanto su fuente de
ingresos regulares se secará. Es por eso que un sacerdote que se levanta en
defensa de la juventud y se opone a un pedófilo o efebófilo influyente puede
sufrir un calvario. Puede encontrarse haciendo frente no sólo a la homomaffia
en la Iglesia local, sino también a las viejas estructuras de servicios especiales.
Y ellos son expertos en maltrato y asesinato de clérigos, como ocurrió hasta
hace poco tiempo, no sólo con el Beato Padre Jerzy Popieluszko, sino también
con los padres Zych, Niedzielak, Suchowolec y otros.
Por lo tanto, la homomaffia en la Iglesia debe ser
tratada de una manera muy profesional-debemos actuar como un fiscal o un
oficial en el campo de batalla. Debemos ser conscientes de que la otra parte
puede haber sido degenerada internamente por décadas de vivir en el pecado y la
hipocresía, que pudieron haber descendido hasta el nivel de criminales
ordinarios, que están dispuestos a hacer incluso las peores cosas, tanto en
palabras como actos, para defender sus intereses y su posición.
Tenemos que estar preparados, y no se sorprenda
incluso si nos insultan con las peores maldiciones, si se nos acusa de las
peores cosas, porque es “de la abundancia del corazón que habla la boca” (cf.
Mateo 12:34). Alguien que ha cometido pecados graves durante decenas de años
está dispuesto a hacer cosas por lo menos igualmente viles para ocultar el mal
y evitar la responsabilidad. Es mucho más fácil mentir y decir “no he hecho
nada malo” que golpear o matar a alguien.
Es importante que encontremos con un grupo grande de
personas de buena voluntad para que nos proteja y apoye lo que hacemos.[38] Ese
grupo debería incluir clérigos, tan altas en la jerarquía de lo posible,
expertos en diversos campos, especialistas en registro de archivos, abogados,
policías, periodistas y tantos creyentes como sea posible. Es bueno el intercambio
de información, documentos y pruebas. La red mundial del homolobbies y la
homomaffias debe ser contrarrestada por una red de personas honestas. Una
excelente herramienta que puede ser usada en esto es el Internet, lo que hace
posible la creación de una comunidad global de personas preocupadas por el
destino de la Iglesia, que han resuelto oponerse a la homoideología y
homoherejía.[39] Cuanto más sepamos, más podremos hacer. Tenemos que recordar
que somos como “ovejas enviadas entre lobos”, por lo que debemos ser “prudentes
como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Debemos tener el
coraje para levantarnos contra los malhechores, como Cristo tuvo el coraje de
enfrentarse a los fariseos de su tiempo. No podemos construir nuestras vidas sobre
dulces ilusiones, porque sólo “la verdad os hará libres” (Juan 8:32), y es por
eso que “Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino un espíritu de poder,
de amor y de templanza” (2 Timoteo 1:7).
Todas las intervenciones deben hacerse con sumo respeto
y amor por cada persona, incluyendo a los abusadores. La esencia del
cristianismo se refleja en la voluntad de salvar a todos, y los peores
criminales están especialmente en riesgo de perder tanto su vida terrenal como
la vida eterna, por lo que necesitan una porción abundante de preocupación y
oración sobre todo. La grandeza y la belleza del cristianismo reside en el
hecho de que Abel debe tratar no sólo para salvarse a sí mismo, sino también a
todos los demás, incluído Caín.
El amor y la verdad de la Iglesia
En nuestra lucha por la Iglesia de Jesucristo, no hay
que dejarse engañar por argumentos como: “La Iglesia es nuestra madre, y no hay
que decir cosas malas acerca de la propia madre”. Tales palabras se oyen a
menudo entre los que más han lastimado a su madre, los que la han enfermado
gravemente, y ahora se niegan a curarla. Si la mejor madre de todas está
enferma, para tratarla eficazmente necesitamos las mejores medicinas posibles y
el mejor diagnóstico, el más exacto posible. Por lo tanto, hay que aprender
sobre la enfermedad y hablar de ella. Si la Iglesia en Polonia sigue su curso
hacia tiempos más difíciles, si es que debe prepararse para la persecución, si
tiene que resistir y luchar, su organismo debe estar sano y fuerte, y cualquier
gangrena debe ser eliminada. El Presidente Joachim Hauck, dijo que en la
antigua Alemania del Este el proceso de limpieza y compensación fue resistido
con mayor fuerza por los que más peso tenían sobre su conciencia, aquellos que
habían lastimado a sus hermanos y hermanas más, aquellos quienes más
traicionaron al pueblo.
Cargos similares de deslealtad podrían asignarse
contra los mismos evangelistas, ya que nos informan sobre la traición de Judas,
la negación de Pedro, el ser reprendido por Jesús, la incredulidad de Tomás y
el arribismo de Santiago y Juan. Uno podría preguntarse ¿Por qué no ocultar la
verdad vergonzosa-sobre todo en tiempos de la debilidad inicial de la primera
Iglesia, en los tiempos en que tuvieron lugar las persecuciones sangrientas ,
cuando tanto los apóstoles como otros cristianos fueron asesinados, uno por
uno? Y finalmente los mismos cargos podrían presentarse contra el Señor Jesús.
¿Por qué criticar a los fariseos de manera tan radical? ¿Por qué exponer
públicamente su injusticia, su falsedad, la hipocresía y la mentira? Era,
después de todo, un ataque a las altas autoridades religiosas y nacionales de
su tiempo, la forma pública de una religión tan valiosa, tan merecedora de
respeto como la del pueblo elegido. Pero los evangelistas lo escribieron todo,
luego describieron la forma en que los sacerdotes saduceos y fariseos trataron
a Jesús durante la Pascua. De esta manera socavaban en gran medida a las más
altas autoridades religiosas y morales de la nación-y ¡todo eso se hizo durante
la noche oscura de la ocupación romana!
Fue precisamente la lucha pública contra las
estructuras sociales de pecado, contra los fariseos, la que fue una de las
áreas más importantes de la actividad de Cristo. Debemos seguir sus pasos
también-en su valor, en su determinación de luchar contra el mal, en la
precisión de sus argumentos en la exposición de los malhechores. Todo lo que
Cristo hizo es un modelo a seguir en cualquier época. Pero necesitamos cierto
conocimiento para asegurarnos de que nuestra lucha contra el mal sea eficaz. Y
así, recordando que “por sus frutos los conoceréis” (cf. Mateo 7:16), en vista
de los acontecimientos de público conocimiento en el último cuarto de siglo, la
reacción de la Santa Sede y los documentos que se han expedido; es evidente que
debemos, de manera explícita y resuelta decir: sí, hay un fuerte lobby
subterráneo homosexual en la Iglesia (al igual que en muchos otros lugares),
que-según el grado de participación de sus miembros, en función de sus palabras
y acciones-puede ser referido como homoherejía, homolobby, homocamarilla o
incluso homomaffia. Estos círculos de la Iglesia se oponen firmemente a la
verdad, a la moral y a la revelación, cooperan con los enemigos de la Iglesia,
incitan a una revuelta contra el Pedro de nuestros tiempos, la Santa Sede y la
Iglesia entera. Los miembros de ese lobby en la Iglesia son un grupo
relativamente pequeño, pero a menudo ocupan puestos clave (que están muy
ansiosos de alcanzar), crean una estrecha red de relaciones y se apoyan unos a
otros, lo cual los hace peligrosos. Son peligrosos especialmente para los
jóvenes, que se ven amenazados por el abuso sexual. Son peligrosos para sí
mismos, ya que, estando cada vez más endurecidos en el mal, finalmente pueden
"morir en sus pecados" (Juan 8:23) tal como Cristo advirtió. Son
peligrosos para las personas honestas, laicos y clérigos que se opongan a
ellos. Por último, son peligrosos para la Iglesia en general, ya que cuando las
iniquidades de ellos son finalmente expuestas, cuando se convierten en un tema
para la cobertura de los medios de comunicación, la fe de millones de personas
se debilita o se destruye. Muchos dicen entonces: "No, en una Iglesia así
no hay lugar ni para mí, ni para mis hijos y nietos". Y así, depravados
adictos homosexuales escandalizan a millones de personas, poniendo un gran
obstáculo en su camino a la fe, a Cristo, y a la salvación. Y todo eso sólo por
pasar unas décadas de vida cómoda en el pecado. ¿Puede haber un pecado más
grande? La Iglesia ha sido concebida como la más maravillosa, la más hermosa
comunidad de amor y de bondad, para que en ella los creyentes vivan en paz con
el Señor y con los demás. No debemos permitir que nuestro mayor tesoro sea
destruido. Estemos seguros y en paz. Las personas normales, honestas son la
inmensa mayoría. Ellos sólo tienen que ser debidamente informados, movilizados
y unidos en la acción.
Toda verdad, incluso la más difícil, debe llevarnos a
trabajar para mejorar, a luchar por el bienestar del hombre y de la Iglesia. A
pesar de todo pecado y debilidad, lo mejor, lo más hermoso que tenemos es la
Iglesia. El mal, incluso el mal causado por los homosexuales, está presente en
un grado mucho mayor fuera de la Iglesia, en otras comunidades. Los que nos
critican a menudo son como los hipócritas que no pueden ver “la viga en su
propio ojo” (cf. Mateo 7:1-5). Por eso, la Iglesia es tan odiada ahora y se la
ataca con tal vehemencia-porque su misma existencia es un aguijoneo constante
de la conciencia, una admonición incesante para aquellos que viven en los
pecados que son mucho, mucho mayores que los de algunas de las personas en la
Iglesia. Vamos a mantener las cosas en la perspectiva adecuada. Siempre ha
habido y lo más probable es que hay gente bautizada en la Iglesia que vive como
Caín o Judas, pero no debemos condenar a Abel por ser hermano de Caín, o
rechazar los otros once apóstoles y a Cristo mismo por causa de Judas. Eso
sería un error fundamental, Judas representa sólo el 8% de los Doce Apóstoles.
Pero tampoco debemos permitir que Judas domine y gobierne la Iglesia. Su
influencia no debe ser mayor que la de Juan o Pablo. Es el Pedro de nuestros
tiempos quien es la persona más importante en la Iglesia, y debe ser escuchado.
Benedicto XVI es un gran don de la Providencia, al igual que su honorable
predecesor, Juan Pablo II. Pongámonos de pie juntos al lado de Benedicto XVI,
de la misma manera que lo hicimos con el Beato Juan Pablo el Grande. Juntos
eran un dúo apostólico maravilloso, ambos sabios y valientes. Estuvieron de
acuerdo y se apoyaron mutuamente en todo-y también en este asunto.[40]
Decir “me voy de la Iglesia, porque es demasiado mala
para mí, y además pecadora”, es como decir “Soy demasiado bueno para ella”, o
decir en cierto modo que “yo soy el mejor, soy una persona más valiosa que la
Madre Teresa, o que la Virgen o el Señor Jesús mismo”, ya que para ellos esa
Iglesia es lo suficientemente buena para quedarse, a amarla y protegerla.
La Iglesia es como las personas que la componen, y es
por eso que es siempre pecaminosa, pero también siempre santa. Entre los más de
mil millones de sus miembros, hay miles de personas que cometen vilezas y
bajezas, pero también hay cientos de millones de hombres y mujeres católicos
que son honestos y santos. Más de la mitad de ellos son mujeres-personas que
son especialmente sensibles al bienestar del hombre, a la suerte de los niños y
de los jóvenes, al amor puro. Hay cientos de millones de personas que se
esfuerzan en el trabajo, el matrimonio, la familia, el apoyo y la educación de
los hijos. Hay miles de misioneros y misioneras (más de dos mil sólo en
Polonia) que dedican toda su vida en las condiciones más difíciles, en la mayor
pobreza. Hay alrededor de 700.000 religiosas que tratan de vivir sus vidas tan
incansable y evangélicamente como sea posible. Ahí tenemos a la Madre Teresa y
varios miles de sus hermanas. Porque es la Iglesia la que tiene la mayor parte
de Dios en ella y por lo tanto la mayor parte de la verdad, la bondad y la
belleza que existen. Por eso, ser parte de ella y siendo cada vez más parte de
ella, se puede llegar a las alturas más elevadas del cristianismo y de la
humanidad-como la Beata Madre Teresa de Calcuta, como el Beato Juan Pablo el
Grande, al igual que Benedicto XVI-las personas más bellas de nuestro tiempo.
Todos estamos invitados a ser santos en la Iglesia del
Señor Jesucristo por la gracia y nuestras propias obras-no importa en qué fase
de desarrollo ni en qué parte de la Iglesia estemos. Todo lo que tienes que
hacer es “levántate y anda” (Juan 14:31).
Cracovia, 8 de Abril de la Pascua del 2012.
Dariusz
Oko, publicado
originalmente en inglés en el sitio Rorate
Caeli
_____________________________
Notas y Referencias:
[1] Cf. F. T. Isakowicz-Zaleski, Chodzi mi tylko o prawde [La
verdad es lo único que importa]; publ.Varsovia 2012, pp. 114-119.
[2] Cf. F. J. Prusak, Lawendowa historia Kosciola [La Historia Color
Lavanda de la Iglesia]; publ. Rzeczpospolita, 26 de marzo del 2012.
[3] En cumplimiento de esa tarea, he publicado una cantidad de ensayos y
artículos: Dziesiec argumentów przeciw [Diez argumentos en contra], publ.
Gazeta Wyborcza; 28-29.05.2005, pp. 27 and 28; Godne ubolewania wypaczenie [Una
Lamentable perversión], publ. Tygodnik Powszechny; 27 (2921) 2005, p. 6; Smieci
nie mozna zamiatac pod dywan [No debemos ocultar la basura debajo de la
alfombra], publ. Rzeczpospolita 54 (7651) 5.03.2007, p. 3; W tej walce trzeba
zaryzykowac wszystko [En esta batalla lo debemos arriesgar todo], publ. Rzeczpospolita;
18.05.2007, p. 8A; Zmaganie z glebi wiary [Una contienda desde las
profundidades de la fe], Una entrevista con Katarzyna Straczek and Janusz
Poniewierski, publ. Znak 11 (630) 2007, pp. 16-33; O czym mozna dyskutowac na
uniwersytecie [Lo que se debe discutir en la universidad], publ.
Rzeczpospolita; 8.05.2009, pp. 2; Dezorientacja prawa [Un estado de confusión
legal], una declaración conjunta con el defensor general Janusz Kochanowski en
una artículo de Przemyslaw Kucharczyk, publ. Gosc Niedzielny; 24.05.2009 (56)
21, pp. 38-39; Na celowniku homolobbystów [Amenazados a punta de pistola por el
homolobby], una conversación con Bartlomiej Radziejewski, publ. Fronda; 51
(2009), pp. 188-208; Homoseksualizm nie jest norma [El homosexualismo no es la
norma], una entrevista con Bogumil Lozinski, publ. Gosc Niedzielny; 13.09.2009
(56) 37, pp. 36-37; Dwuglos wobec homoideologii [Un dueto de homoideología],
publ. Milujcie sie!.
[4] Una verdadera mina de conocimientos sobre el asunto se encuentra en
el documento fundamental de la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos, un
reporte muy confiable fundamentado en estudios muy completos que se llevaron a
cabo en las diócesis de los Estados Unidos: The Nature and Scope of Sexual
Abuse of Minors by Catholic Priests and Deacons in the United States 1950-2002,
(La naturaleza del alcance del abuso sexual en menores por sacerdotes y
diáconos católicos en los Estados Unidos 1950-2002, publ. New York 2004,
conocido también como el John Jay Report 2004 (Reporte John Jay 2004).
http://www.usccb.org/issues-and-action/child-and-youth-protection/upload/The-Nature-and-Scope-of-Sexual-Abuse-of-Minors-by-Catholic-Priests-and-Deacons-in-the-United-States-1950-2002.pdf.
Ver también R. Dreher, The Gay Question, (El asunto homosexual) en National
Review, 22 April 2002, y R.J. Neuhaus, Rozejm roku 2005? [La tregua del 2005],
publ. First Things. Edycja Polska No. 1, Otoño 2006, pp. 13-19, 18.
[5] George Weigel en particular bien culpa de esa situación a los
sacerdotes en su libro Odwaga bycia katolikiem [El coraje de ser católicos],
trad. polaca de J. Franczak, publ. Cracovia 2005.
[6] Cf. D. Michalski, The Price of Priest Pederasty, (El precio de la
pederastia sacerdotal) publ. revista Crisis, Octubre 2001, pp. 15-19.
[7] “Es tan típico que aún cuando la Iglesia halló culpable al obispo
Paetz -porque de otra manera tan rara sanción como la cesación en su cargo no
le hubiera sido aplicada, los sacerdotes que contribuyeron a la causa, que
tuvieron el coraje de defender a los seminaristas, han sido perseguidos desde
entonces. Se sospecha que una de las causas de la apostasía (aparte del intento
de construir una teología fundamentada en mala filosofía) de F. Tomasz
Wieclawski, quien fuera en un tiempo un honesto y admirado profesor de teología,
fue la confrontación con ese tipo de maldad en la Iglesia”. Cf. W. Ciesla,
Pokuta [Penitencia], http://religia.onet.pl/publicystyka,6/pokuta,35716,
page1.html.
[8] El ministro J. Gowin declaró eso el 15 de marzo de 2007 en el
programa de Jan Pospieszalski's Warto rozmawiac en TVP2 en referencia al
escábndalo homosexual en la diócesis de Plock. Cf. A. Adamkowski, Dwaj duchowni
do prokuratury [Dos curas son procesados], publ. Gazeta Wyborcza; 3 de marzo de
2007.
[9] Cf. T. Bielecki, Kosciól zmaga sie z pedofilia. Nie holdujmy
zasadzie omertà! [La Iglesia contiende con la pedofilia. ¡No sigamos el
principio de la omertà!]; publ. Gazeta Wyborcza; 11 de febrero de 2012.
[10] Cf. J. Augustyn, Bez oskarzen i uogólnien [Sin cargos ni
generalizaciones], entrevista por T. Królak sobre la homosexualidad entre los
sacerdotes por la Agencia de Noticias Católicas el 23 de marzo de 2012:
http://ekai.pl/wydarzenia/temat_dnia/x52614/bez-oskarzen-i-uogolnien/?print=1
[11] F. Hans Zollner SJ, Decano del Instituto of Psicología de la
Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, dijo que "en círculos laicos
... el número de chicas jóvenes abusadas es mayor que el número de muchachos
abusados. ¿Por qué es eso? Esto ciertamente apunta a un mayor porcentaje de
personas con tendencias u orientación homosexuales en esas comunidades
eclesiales en los que ocurren más casos de pedofilia con un toque de
homosexualidad que en la sociedad en general". (F. J. Augustyn SJ,
Koscielna Omertà [Omertà en la Iglesia], entrevista con F. Hans Zollner S.J.,
trad. polaca por F. B. Steczek S.J., publ. Rzeczpospolita; 19 de abril de
2012).
[12] Esto también explica parcialmente por qué los representantes de
ambos grupos a veces despliegan tal mediocridad, tanto en términos morales como
intelectuales. Y aún así, es tan inmensamente importante si la Iglesia es
guiada por obispos como Wojtyla, Wyszynski, Nagy, Jaworski, Nossol, Nowak,
Pietraszko y Malysiak, o como Paetz, Magee o Weakland.
[13] Por ejemplo, cuando Jozef Glemp fue nombrado Arzobispo de Varsovia,
el Primado de Polonia dijo: “Cuando llegué a esta diócesis, me sorprendió ver
lo fuerte que es el lobby homosexual en la Iglesia”. Cf. el blog de F. Wojciech
Lemanski:
http://natemat.pl/5729,ks-lemanski-juz-prymas-glemp-mowil-o-silnym-lobby-homoseksualnym.
Otro cardenal polaco dijo: “La tarea más difícil es lidiar con el lobby
homosexual”.
[14] El mecanismo de formación de tales “homocamarillas” y “homomaffias”,
el mutuo y monstruoso “ayúdame que yo te ayudaré” es de hecho sociológicamente
muy típico de los servicios de tipo “uniforme”, que emplean casi exclusivamente
hombres que permanecen en una fuerte relación jerárquica de subordinación.
Problemas similares surgen en el ejército, la policía, o el sistema carcelario.
Es destructivo para cualquier comunidad humana- cuando las decisiones sobre la
realización de tareas de cierta importancia se fundamentan solamente en la
orientación homosexual en vez de la competencia profesional, dedicación y
efectividad en el trabajo. Es también una injusticia fundamental y una
discriminación de la mayoría normal.
[15] J. Augustyn, Bez oskarzen i uogólnien [Sin cargos ni
generalizaciones], op.cit.
[16] Benedicto XVI, Light
of the World. The Pope, the Church and the Signs of the Times, una conversación
con Peter Seewald, trad. inglesa por Michael J. Miller y Adrian J. Walker,
publ. San Francisco 2010, p. 23.
[17] Benedicto XVI, Light
of the World, op. cit., pp. 27.
[18] Ibid., p. 20.
[19] El documento referido
aquí es: Instruction Concerning the Criteria for the Discernment of Vocations
with Regard to Persons with Homosexual Tendencies in View of Their Admission to
the Seminary and to Holy Orders, Roma 2005. Cf. un comentario
sobre ese documento por G. Mansini, L. J. Welch, W posluszenstwie Chrystusowi
[En Conformidad Con Cristo], publ. First Things. Edycja Polska 1, Otoño del
2006, pp. 10-12. En este analisis particularmente apto de la naturaleza del
sacerdocio de Cristo en contraste con el concepto homosexual.
[20] El documento referido
aquí es: Guidelines for the Use of Psychology in the Admission and Formation f
Candidates for the Priesthood; publ. Roma 2008.
[21] Cf. Nota del Vicariato in merito all'articolo di Panorama,
pubblicato il 23 luglio 2010; publ. Roma 2010. La Nota es una respuesta a un
artículo en la revista italiana Panorama, la cual, junto con filmes publicados
en el internet, muestran la lascivia y el cinicismo de los homosacerdotes que
trabajan en el Vaticano. Cf.
http://blog.panorama.it/italia/2010/07/22/le-notti-brave-dei-preti-gay-una-grande-inchiesta-in-edicola-venerdi-con-panorama/
[22] Cf. Benedicto XVI,
Light of the World, op. cit. pp. 189ff.
[23] La resolución con la que Benedicto XVI lucha contra la plaga de la
pedofilia y la efebofilia en la Iglesia, y hasta dónde les extiende la
aplicación de la regla de “tolerancia cero” se refleja en la lista de lo que ha
hecho para paliar este asunto. Se puede leer en italiano en este enlace a la
red de redes: http://paparatzinger5blografaella.blogspot.com/2011/10/le-decisioni-elesempio-di-papa.html,
and
http://benedettoxvielencospeciali.blogspot.com/2009/11/chiesa-e-pedofilia-la-tolleranza-zero.html,
and in German at http://www.katch.net/detail/php?id=33076
[24] En cuanto a estas decisiones, creo que sería una buena idea ahora
preparar un informe de su aplicación en Polonia, ¿cómo hemos sido fieles al
Papa y a la Santa Sede al respecto? Después de todo, tenemos más de 100
seminarios, podríamos organizar un simposio para compartir nuestras
experiencias. Podríamos preguntar, por ejemplo: ¿Cuál es el procedimiento de
admisión a los seminarios en Polonia? ¿Cuál es el procedimiento vigente con
respecto a las tendencias sexuales? ¿Los candidatos firman algún tipo de declaración
al respecto, o están debidamente examinados por un psicólogo de acuerdo a lo
dispuesto en el documento del Vaticano en 2008? ¿Cuál es la magnitud del
problema en los seminarios polacos? ¿Dónde están los candidatos con tendencias
homosexuales temporales y dónde han sido enviados los que quieren recibir
tratamiento antes de ser admitidos en un seminario? ¿Necesitamos un centro
nacional que ofrezca una terapia especial? ¿Cómo es puesta en práctica la
instrucción de la Santa Sede de 2005, diciendo que todos los homosexuales
vicerrectores y los educadores deben ser eliminados? Una ayuda importante para
hacer frente a este problema se puede encontrar en: Richard Cross, Ph.D. (With
research data from Daniel Thoma, Ph. D.), The Collapse of Ascetical Discipline
and Clerical Misconduct: Sex and Prayer; publ. Linacre Quarterly, vol. 73, febrero de 2006, No. 1, pp.
1-114.
[25] Benedicto XVI, Light
of the World, op. cit., pp. 152f.
[26] Cf. por ejemplo declaran sobre este asunto por dos provinciales
jesuitas en los Estados Unidos, F. John Whitney S.J.; de Oregón, y F. Gerald
Chojnacki S.J. de Nueva York, que publicaron también en diarios polacos: M.
Gadzinski, Gej to nie ksiadz [Un homosexual no es un sacerdote], publ. Gazeta
Wyborcza; 1-2 de octubre de 2005, p. 2. La propaganda homosexual en la iglesia
alemana se ilustra particularmente bien por el ejemplo del monasterio
dominicano en Braunschweig. Cf.:
http://www.dominikaner-braunschweig.de/Kloster/Homosex/Homosex.html
[27] Cf. J. McNeill, The
Church and the Homosexual, publ. Kansas City 1976.
[28] Cf. R. J. Neuhaus,
Rozejm roku 2005? [La tregua de 2005?]; op. cit., p. 15.
[29] Cf. e.g.. J. Prusak, Milosc czy potencja [Amor o Potencia], publ.
Tygodnik Powszechny; 24 de octubre 2004; Manifest teologiczny [Manifiesto Teológico],
publ. Tygodnik Powszechny; 16 de diciembre de 2005; Inni inaczej. O prawie
homoseksualistów do bycia zrozumianymi [Desafiado por lo contrario. Sobre el
derecho de los homosexuales a ser comprendido] publ. Tygodnik Powszechny; 25
(2919) 2005, pp. 1 and 7; Norma i kultura [Norma y Cultura], publ. Tygodnik
Powszechny; 31 de enero de 2012. Lo que es pérfido y peligroso y engañoso en
los esfuerzos F. Prusak es que él trata de dar la impresión de que él solo en
la Iglesia comprende mejor y acepta a los homosexuales de la manera correcta.
La verdad es, sin embargo, que lo único que les puede ayudar es guairlos a
enfrentar la verdad, proporcionándoles asistencia terapéutica para superar sus
tendencias. Esto es lo que hacen los que realmente trabajan para su beneficio.
[30] Cf. J. Prusak, Inni inaczej, op. cit. and id., Zgadzamy sie nie
zgadzac [Estamos de acuerdo en no estar de acuerdo], publ. Tygodnik Powszechny;
27 (2921) 2005, p. 6; Homofobia Camerona niebezpieczna, takze dla Kosciola [La
homofobia de Cameron es peligrosa incluso para la Iglesia], an interview with
K. Wisniewska, publ. Gazeta Wyborcza; 19 de mayo del 2009; O homoseksualizmie
przed Msza [Homosexualidad antes de la Misa], an interview with R . Kowalski,
publ. Gazeta Wyborcza; 28 de septiembre de 2009; J. Prusak, Lawendowa historia
Kosciola [Historia color lavanda de la Iglesia], publ. Rzeczpospolita; 26 de marzo de 2012, s.
3. Cf. also F. T. Bartos OP, Kosciól gejów nie odrzuca [La Iglesia no
rechaza a los homosexuales], publ. Gazeta Wyborcza; 11-12. de diciembre de
2005, p. 4 and id., Homoseksualizm w publicznej debacie [Homosexualidad en el
debate público], publ. Gazeta Wyborcza; 25-26 de junio de 2005, p. 29.
[31] Cf. K. Wisniewska en una entrevista con J. Prusak, Instrukcja ma
luki [La Instrucción tiene grietas], publ. Gazeta Wyborcza; 30 de noviembre de
2005, p. 11.
[32] Cf. F. Jacek Prusak SJ, Lawendowa historia Kosciola, [La historia
color lavanda de la Iglesia] op. cit. p. 3.
[33] Cf. D. Oko, Wokól
sprawy Drewermanna [El caso Drewermann], (co-autor con with J. Bagrowicz),
publ. Ateneum Kaplanskie; 4 (500) 1992, pp. 102-114; Sprawa Drewermanna czyli
"Luter dwudziestego wieku" [El caso Drewermann's o el Lutero del
Siglo XX], publ. Tygodnik
Powszechny; 51 (2267) 1992; Falszywy prorok. W odpowiedzi
Tadeuszowi Zatorskiemu [Falso profeta. En respuesta a Tadeusz Zatorski], publ.
Tygodnik Powszechny; 7 (2275) 1993.
[34] F. J. Augustyn SJ, Koscielna omerta; op. cit.
[35] En los últimos dos años se han llevado a las cortes varios casos de
abuso sexual de menores, algunos perpetrados por mujeres en el ámbito escolar.
El caso más sonado es el de Jerry Sandusky, que fuera por muchos años
entrenador deportivo de Penn State University. NOTA DEL EDITOR.
[36] Cf. Benedict XVI,
Light of the World, op. cit., p. 30.
[37] P. Kowalczuk, Watykan: nie zawinil celibat [Vaticano: El celibato
no tiene la culpa], publ. Rzeczpospolita; 14 de abril de 2010. Despues del
simposio romano Hacia la curación y la renovación, un delegado de Polonia, el
obispo Marian Rojek de Przemysl, indicó que “en lo que concierne al abuso de
menores en los Estados Unidos 0,05% de todos los casos corresponde a clérigos
religiosos ... Estudios similares en Itlaia muestran conclusiones similares. En
Alemania,por su parte, 210.000 casos de abuso contra menores fueron reportados
desde 1995 hasta la mitad de 2012. En ese contexto, solamente 94 casos están
conectados con la Iglesia Católica. Lo que significa que uno de cada dos mil
casos de acoso en Alemania tiene que ver con un clérigo”. Es por eso que la
Iglesia “no permanecerá silenciosa en lo que toca a la visión general de la
pedofilia en el mundo”. (M. Majewski, Prawda i milosc lekarstwem na naduzycia
[El abuso puede ser curado con verdad y amor], entrevista con el obispo Marian
Rojek, [ubl. Uwazam Rze; 20 de Febrero de 2012, pp. 60-62, 61.) Cf. F. D.
Kowalczyk, Mówic prawde o pedofilii [Digamos la verdad sobre la pedofilia],
publ. Gosc Niedzielny; 19 de diciembre de 2012, pp. 28ff.
[38] Hay que añadir aquí que la falta de disciplina de los clérigos que
viven una vida indecente, sobre todo si ocupan cargos importantes, es parte de
un problema mayor en la Iglesia, es una debilidad y un pecado que es de
carácter estructural. Un fallo similar se puede observar si un obispo se da al
alcoholismo, o comienza a actuar como un defensor fanático de un partido
político. Se puede seguir así durante décadas, entonces la comodidad de un
clérigo se antepone el bienestar espiritual de millones de fieles, cuando por
la comodidad de una persona se expone a una multitud de gente al riesgo de
debilitar o perder su fe enfrentada a una depravación terrible. Lo mismo se
aplica a los párrocos que tienen concubinas. A pesar de que estos hechos son de
conocimiento público, los malhechores ni siquiera tratan de ocultarlo demasiado,
nada cambia. A veces, sus superiores se excusan diciendo que no hay pruebas
irrefutables. Y, sin embargo, una gran mayoría de las decisiones contratar
personal no se toman sobre la base de los procedimientos detallados en los
tribunales, sino apoyándose en el conocimiento común, lo que se conoce
generalmente sobre una persona en particular (sobre todo si ese conocimiento es
confirmado por un número de personas de confianza). En cualquier caso, es
evidente la necesidad urgente de desarrollar instituciones que se ocupen de la
disciplina de la vida religiosa. Necesitamos más gente como el P. Charles
Scicluna y oficinas como la suya. Una Iglesia que hace que estas altas demandas
del mundo, debe, ante todo, exigirse a sí misma el cumplir con ellas. La Iglesia
no puede ser expuesta al ridículo. Las fuentes de un mal que es tan grande que
no puede ser tolerado por tanto tiempo-sobre todo viendo que está tomando un
cariz cada vez peor. El Pedro de nuestro tiempo, Benedicto XVI, dice que una de
las fuentes fundamentales de la mar de iniquidad que ha inundado la Iglesia de
Irlanda fue el abandono de las funciones penales de Derecho Canónico, porque “Así
la conciencia de que el castigo puede ser un acto de amor dejó de existir. Esto
condujo a un extraño oscurecimiento de la mente, incluso en personas muy buenas”.
(Benedicto XVI, Light of the World, op. cit., p. 26.)
[39] Al ayudar a las víctimas de abuso sexual, uno debe asegurarse de
tener pruebas. Asegúrese de que la víctima sea examinada por un médico, inmediatamente
grabe en vivo el testimonio de la víctima y testigos. Es importante, porque a
veces incluso los más perjudicadas retiran sus testimonios-a causa de la
vergüenza, el oportunismo, el miedo al agresor y a sus aliados de los que puede
ser dependiente o a los que puede estar subordinado en muchos aspectos. Los
casos penales deben ser reportados a la policía y al fiscal, no sólo a las
autoridades de la Iglesia. En otros casos, un primer intento debe hacerse de
resolverlos dentro de la Iglesia local. Si la situación local es muy mala, se
debe buscar ayuda de la Santa Sede, pero asegurándose de que la solicitud sea
recibida por una persona adecuada y confiable-una de las mejores personas es el
Padre Charles Scicluna. Escríbale en italiano o en inglés y vale la pena
comprobar fehacientemente si recibió los documentos. Él sabrá qué hacer con el
problema. Hay que recordar que todos los contactos sexuales con menores de 15
años de edad son un crimen punible y perseguible a la luz del Código Penal
polaco [y de la mayoría de los países]. En Derecho Canónico, el límite de edad
es aún mayor. Cualquier abuso infligido a un menor de 18 años de edad por un
clérigo debe ser reportado a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
[40] Cf. el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe de
2003 Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimientos legal de las
uniones entre personas homosexuales, en la que Juan Pablo II y el Cardenal
Ratzinger al unísono indicaron que “todos los católicos están obligados a oponerse
al reconocimiento legal de las uniones homosexuales” (Sección 10), y criticar
la ideología detrás de estos intentos. Cf.
also John Paul II, Pamiec i tozsamosc [Memoria e Identitdad], Cracovia 2005, p.
20. El beato Juan Pablo el Grande condenó repetidamente la homosexualidad,
llamándola un “Comportamiento desviado, inconsistente con la intención de Dios”
(1994), una “lamentable perversión” (1999); también dijo que “los actos
homosexuales son contrarios a las leyes de la naturaleza” (2005).