Este reportaje se comenta por sí
mismo. Este hombre de Iglesia (si así podemos llamar a este señor) que se ha
alejado totalmente de lo que es el verdadero sacerdocio católico, ve a la
abdicación del Papa como un acto “revolucionario”. Interesante.
19 febrero, 2013
Tradición Digital
PARA ÉL HA SIDO
UNA “ALEGRIA MARAVILLOSA” LA RENUNCIA DEL PAPA
Sacerdote de Coria-Cáceres:
piensa que se casarán los curas y aboga por que haya “mujeres obispo”
Reproducimos la entrevista
publicada en el periódico Extremadura a un sacerdote que
ejerce su “ministerio” en la diócesis de Coria-Cáceres.
Políticamente incorrecto, es
elogiado por alumnos y fieles. Florentino Escribano, nacido hace 60 años en
Pedrosa del Príncipe (Burgos) en el seno de una familia de campesinos que tuvo
diez hijos (él es el noveno), dice sentirse ‘Catovi’ tras llevar 34 años en
Cáceres. Simultanea sus clases de Pedagogía y Didáctica en Magisterio con la
parroquia Virgen de Guadalupe, de la que es párroco titular. Su pasión, la
docencia; su otra vocación: ser músico de rock. Tiene un programa en la tele
local cacereña.
–¿Por qué se hizo cura?
–Me entusiasmó un tipo de cura
que en mi época era renovador y dije: este tipo de cura sí me mola; voy a
intentarlo. Y así fue. En aquella época estábamos en los curas a la antigua
usanza. Llega el Concilio Vaticano II y abre la Iglesia de par en par y surgen
nuevos tipos de sacerdotes. Y eso es lo que me entusiasmó.
–¿Se considera un rebelde con
causa?
–Yo he querido ser siempre
maestro y rockero. Lo primero lo conseguí después de ser cura. Lo segundo lo
intenté, en una época en la que estábamos saliendo de los pasodobles y de las
folklóricas y entrando en los Beatles y en Los Brincos- Y esa moda me
entusiasmó. Yo jugaba con mis amigos a las baterías, a las guitarras de madera,
a los micrófonos con un bote. Teníamos el pelo largo y usábamos pantalones
campana.
(…)
–¿El alzacuellos hace al
cura?
–No sé lo que es un alzacuellos.
Jamás me lo he puesto. Lo respeto como señal de identificación, al igual que un
médico se pone una bata. Pero no le doy más importancia que eso. No creo que
los que no lo llevamos seamos peores o mejores que los que llevan.
–¿Para la Iglesia Católica
cualquier tiempo pasado fue mejor?
–Para los que viven de las
añoranzas y de la herrumbre del pasado, sí. Y cualquier cosas del futuro
piensan que es diabólica. Para mí no. Pienso que cualquier tiempo de futuro
debe ser muchísimo mejor. Hay que pensar más en el siglo XXV que en el XV.
(…)
–¿Rezar sirve para algo?
–Si por rezar entiendes decir
palabras como un disco puede reproducir música o poesías, pues no sirve para
nada. Si rezar es decir palabras mágicas para convencer a un dios porque le
tienes que hacer la pelota, pues tampoco. Ahora, cuando rezar, orar, comunicarte
con Dios es entrar en sintonía con una trascendencia, con una profundidad, con
alguien que forma parte de ti, del mundo, de tus decisiones, y de alguna manera
hay alguna orientación, pues sí sirve. Pero solo para las cosas que son de
tejas para arriba; de tejas para abajo, las que tenemos que hacer nosotros, no
vale.
(…)
–¿Considera que hay falta de
vocaciones o los jóvenes no entran en el seminario porque hoy en día es una
‘profesión’ poco gratificante?
–Esto, o lo renovamos, o situamos
al cura en otro contexto. El concepto de cura no es el de mago de la tribu, no
es su brujo; el que te salva o te condena. El concepto de cura tiene que entrar
a formar parte de otra organización social, religiosa; otro concepto
ideológico. El joven no tiene hoy el atractivo que pudo tener en otra época el
hacerse cura. El cliché que aún tenemos no ha roto sus moldes de rechazo. El
día en que ofrezcamos un tipo de cura, hombre al cien por cien; integrado en la
sociedad; que vive libre y feliz y que es uno más con otros más, entonces es
cuando sí querrán hacerse curas. Y tiene que abrirse también a la mujer.
–¿Está a favor de que se
casen los curas?
–Pienso que llegará. Un Dios
cristiano no puede poner trabas a nada que sea humano. ¿Es humano que el hombre
esté casado y pueda realizarse con una familia y a la vez llevar una comunidad?
¿Es Dios un ser que discrimina a la mujer sobre el hombre? No, no puede ser
así. El Dios cristiano no puede discriminar a nadie para nada y como Él es así,
antes o después, le pongamos las trampas que queramos, se saldrá con la suya.
Llegaremos más tarde, pero es ley de vida.
–¿Y también aboga por que haya
mujeres obispo?
–Esa es la clave. Si una persona
es cura, ese es el primer paso para llegar a tener también el episcopado, que
es la plenitud de un sacramento. Hasta ahora esa ha sido la ley de la Iglesia,
pero estoy seguro que no es ley de Dios. Pero si se han tardado 700 años en que
un Papa renuncie, ¿se imagina cuánto se tardará en estas otras cosas? La
Iglesia es una gerontocracia, de ancianos. Los ancianos tendrán mucha
sabiduría, pero no tienen la fluidez mental para ver el mundo o tomar
decisiones.
–¿No teme que le excomulguen
por mantener estas posiciones?
–No, a mí nadie me ha excomulgado
ni lo va a hacer. Estas cosas las decimos muchos y en la Iglesia somos libres
para proponerlo. Luego ya viene ‘Paco con las rebajas’ y te dicen, ¡hombre!,
¿cómo has dicho esas cosas? La Iglesia dice…, la norma es… Pero si
anteriormente a nosotros no hubiera habido gente que dijo que hacía falta un
Concilio para renovar, estaríamos todavía en la Teocracia de la Edad Media.
Pero por suerte hoy celebramos 50 años de que hubo un Papa que abrió
las ventanas y las puertas y mira la que montó.
(…)
–¿Qué reflexión le
merece la dimisión del Papa Benedicto XVI?
–Para mí ha sido una alegría
maravillosa. Por fin. 700 años de inmovilismo, en los que parecía que
era Dios el que se moría y cómo iba a renunciar. Ha sido una papolatría muy
grande la que ha habido. Y este hombre dice: somos humanos; tenemos derecho a
ser abuelos; a reposar. Por fin la Iglesia camina sin nosotros, es cosa de
Jesús y del Espíritu. Me ha parecido genial el gesto del Papa. Ha hecho una
revolución este hombre con esta decisión increíble. Ha venido a decirnos:
vamos a abrir puertas y ventanas, que esto no es solo organización humana. Hay
algo que nos supera. Así que ‘chapeau’ por él.