Entre mentiras,
exageraciones y verdades dichas de tal forma para que aparenten mostrar algo
reprobable para la sociedad, así son vistos los católicos tradicionales por los
“mass-media”. La periodista Katherine Loaiza, con su tremenda ignorancias en
los rudimentos más básicos de la religión católica, podría tranquilamente escribir
en Página 12. No queda más que seguir afirmando junto al Quijote “Ladran,
Sancho, señal que cavalgamos”.
UN DÍA DE ORACIÓN CON EL FERVOROSO PROCURADOR ORDÓÑEZ
El procurador Alejandro Ordóñez ha
sido señalado de ser un católico consagrado que no sólo lleva su religión en
los crucifijos que pone en cuanta oficina del Estado ha ido a trabajar, sino
también en las providencias que ha emitido a lo largo de su vida como jurista.
Decidimos rodear su lado católico para tratar de desentrañar qué tanta
influencia han tenido sus creencias en su profesión. Esto fue lo que encontramos.
Ordóñez se pone corbata hasta los
domingos, porque a su encuentro con Dios asiste tan elegante como a cualquier
otra cita como jefe del Ministerio Público. Es el único feligrés que se da el
lujo de arrodillarse junto al sacerdote Fernando Altamira, quien oficia de
espaldas a todos los asistentes la misa de la Iglesia de los Sagrados Corazones
de Jesús y María, una de las dos del ala lefebvrista en Colombia.
Como esta iglesia hay 300 en el
mundo. La misa se oficia en latín, porque, según sus líderes, la que se hace en
español está plagada de errores, los padres terminan haciendo lo que quieren y
se alejan cada vez más de la devoción. Aquí, las mujeres se cubren la cabeza y
todos están de rodillas, pidiendo perdón por los pecados de la semana y una que
otra ayuda para la que empieza.
Según el sacerdote Altamira el
principio que rige a todos los católicos lefebvristas fervorosos, incluido al
procurador, es “ser un buen católico”, pero la cosa va más allá.
“Usted señora no puede ver novelas
porque eso la acerca al mundo del pecado y mientras las ve, descuida a su
familia. Es una herejía también tener revistas huecas en la casa, como Aló o
Caras”, es uno de los consejos de Altamira durante la misa semanal, repleta a
más no poder, en la pequeña iglesia de la carrera 18 con calle 35, en Bogotá,
en donde uno de los más comprometidos es el procurador.
Ordóñez baja y sube desde el
segundo piso hasta el atrio constantemente, con el ceño fruncido, pasos largos
y firmes. Es el único que camina con propiedad por la iglesia durante toda la
misa. Mira con desdén a una joven que tiene el cabello descubierto, ella
rápidamente se pone un velo en la cabeza y mira al piso con sumisión.
En uno de los fragmentos que se
reza en español, la iglesia completa lee al unísono que es importante ser
obedientes a Dios y honrarle con hogares con muchos hijos. Aquí hay familias
con cinco o seis niñas, las llevan a todas vestidas de blanco, con pañoletas
azules en la cabeza o velos blancos para las que están llegando a la
adolescencia. Los niños que no se portan bien o que se niegan a
arrodillarse, son disciplinados con una palmada, ante los ojos de un Dios que
‘prefiere’ que le hablen en latín.
Uno de los principios irrefutables
de los lefebvristas es el de negarse a la planificación familiar y al aborto.
Los hijos que tenga cada familia los dispone Dios, no la voluntad de una
pastilla o de un médico que quieran cambiar un designio divino. El mismo
Ordóñez ha sido uno de los opositores más fervientes al tema del aborto, aún en
casos de violación, malformaciones del feto o cuando peligra la vida de la
madre. En sus providencias, sin embargo, no dice que Dios así lo quiere, sino
que saca a relucir argumentos de carácter netamente jurídicos.
“El mundo está muy complicado y
nosotros no podemos dejarnos llevar a él. La única solución es rezar el rosario
con devoción; pero con devoción, no por rezarlo y ya”, dice Altamira, con tono
de reproche, a sus feligreses. Ordóñez entiende bien este principio y de hecho,
tras su llegada a la Procuraduría se conformaron varios grupos de oración, que
rezan el rosario a la Virgen María todos los días.
De esta misma iglesia hace parte el
obispo inglés Richard Williamson, quien causó polémica mundial por haber negado
el holocausto. La iglesia Lefebvrista lo hizo rectificarse. Sin embargo,
algunos sectores, los más radicales, consideran el liberalismo y la izquierda
como herejía y pecado, y prohíben a sus feligreses defender esas posturas.
Ordóñez es militante del Partido Conservador, desde sus épocas de profesor en
la Universidad Santo Tomás.
Además del rechazo al aborto, esta
iglesia le exige castidad hasta el matrimonio a sus parroquianos, transparencia
en sus actuaciones, obediencia, disciplina, mucha oración diaria, negarse a los
placeres mundanos como las “revistas huecas” y las novelas donde se muestran
constantemente pecados.
Los lefebvristas consideran el
homosexualismo como una enfermedad, principio que el procurador comparte,
evidentemente, por sus manifestaciones públicas de rechazo en torno al
matrimonio igualitario.
La fe del procurador
La asistencia puntual a la misa por
parte de Ordóñez no es su único rasgo de católico ortodoxo. Monseñor Libardo
Ramírez, sacerdote del Tribunal Eclesiástico de Colombia, es amigo cercano del
procurador desde hace por lo menos ocho años.
Lo conoció en una Conferencia del
Consejo Nacional de Laicos y le impresionó a primera vista su “compromiso con
la defensa de la religión y la fe en los tiempos modernos”.
Monseñor Ramírez defiende las
declaraciones públicas del procurador en contra del aborto y el matrimonio
igualitario, las califica como coherentes y correctas con sus creencias, porque
éstas “no son un saco que uno deja en la puerta. Él no es vergonzante de sus
convicciones religiosas, no lo hace por la ostentación sino por los principios
de su alma. A él no le interesa a quién necesita cuestionar, sea de tal partido
o de tal iglesia, simplemente lo hace porque sus principios son de rectitud”.
Cada vez que se encuentran, Ordoñez
le pide a monseñor que lo encomiende en sus oraciones, pero jamás, ni siquiera
a él, le ha pedido consejo. Eso sí, cada domingo busca entre rezos en latín,
que sus decisiones laborales procuren la felicidad de Dios.
Por Katherine Loaiza, visto en Terra
Noticias.