R.P. Alfredo Sáenz
Esta segunda conferencia comienza
con un suscinto repaso de la anterior: exaltando la extraordinaria figura del
Beato Pío IX, que fue capaz de superar sus propios errores y debilidades, hasta
convertirse en un Pontífice aguerridamente fiel a la Tradición de la Iglesia,
haciéndole frente a sus enemigos internos y externos. Luego de lo cual, se
analizan pormenorizadamente los antecedentes del Modernismo.
El primero es la Reforma de
Lutero. El libre examen introduce el germen de la disolución de la Cátedra de
la Unidad. El subjetivismo fideísta resquebraja y destroza el contenido
objetivo de la Fe, engendrando un relativismo disociador. La autoridad de Pedro
es cuestionada, desobedecida y, al fin, rechazada.
El segundo es la filosofía
idealista, con sus principales exponentes, Kant y Hegel. Más allá de la entidad
intelectual de ambos pensadores, que nadie niega; o quizá por lo mismo, lo
cierto es que la preeminencia del pensamiento sobre lo real, por un lado; y el
método dialéctico, por otro, al ser aplicados a la doctrina católica, acaban
fisurándola y desnaturalizándola.
El tercero es el protestantismo
liberal. Su principal representante es Friedrich Daniel Ernst
Schleiermacher(1768-1834), calvinista y kantiano, cuyas confusiones y errores
arrastraron a muchos. Pseudoecumenista, pregonaba la discordia entre la Fe y la
Razón, y hacía fincar la vida religiosa en el terreno del eticismo y del
emocionalismo. La crítica al dogma y a la teología como ciencia sagrada, encuentran
en él a un empecinado defensor.
El cuarto es el magisterio de
Renán, “el blasfemo de Europa”, como fue dura y justamente llamado por
Roma. Prototipo de apóstata -compartiendo tan triste fama con Alfred Loisy-, su
Vida de Jesús, que dio la vuelta al mundo, fue y sigue siendo el terrible
manifiesto del naturalismo más atroz y falsario.
El quinto es la figura de
Lamennais, tal vez el más conocido por nosotros, merced a la obra apologética
del Padre Julio Meinvielle. Hugues-Félicité Robert de Lamennais, que así
terminó llamándose luego de abjurar de su apellido noble La Mennais, nació en
1782 y murió en 1854; en Francia, “la hija predilecta de la Iglesia”,
devenida en uno de los centros europeos de difusión de la herejía. También él
comienza siendo católico fiel y acaba en la apostasía, mereciendo la condena de
Roma. El catolicismo liberal lo tiene por uno de sus abanderados. Pero el
catolicismo liberal -recordemos las palabras del Beato Pío IX- hace más daño
que los comunistas.
El sexto y último antecedente es
el Americanismo. Posiblemente el menos conocido, el más deletéreo, y el de más
nocivas vigencias en nuestro continente. Se trata de un movimiento religioso
aparecido en los Estados Unidos hacia fines del siglo XIX, también llamado “herejía
de la acción” (Pío XII); esto es: activismo, praxeología, pragmatismo
eficientista en el terreno pastoral o apostólico, pero de espaldas a la
ortodoxia de los principios. Fue condenado por León XIII, así como Gregorio XVI
había condenado a Lamennais. La principal figura del Americanismo fue el Padre
Hecker, y más tarde el Arzobispo de Nueva York, cardenal Spellman, que publicó
en 1945 su obra “Acción ahora mismo”.
R.P. Alfredo Sáenz,
conferencia del ciclo “La crisis del Modernismo en las venas de la Iglesia”, el 18 de Mayo de 2011. Agradecemos
el material a Página Católica.