El favorable artículo en Time, 11-Dic-2013.
EL
ELEGIDO: El Papa Francisco es la Persona del Año 2013 de TIME
By Nancy Gibbs, Dec. 11, 2013
Hubo una vez un niño tan dócil y modesto
que le otorgaron una medalla por ser “El más humilde”. Al día siguiente se la
quitaron por haberla usado. Así termina la lección.
¿Cómo uno practica la humildad desde el
trono más glorificado de la Tierra? Pocas veces un nuevo actor en el escenario
mundial ha captado tanta atención tan rápido –de jóvenes y viejos, creyentes y
cínicos– como lo ha hecho el Papa Francisco.
En sus nueve meses en el trono, Francisco
se ha puesto en el centro mismo de las principales conversaciones de nuestra
época: sobre riqueza y pobreza, imparcialidad y justicia, transparencia,
modernidad, globalización, el rol de la mujer, la naturaleza del matrimonio,
las tentaciones del poder.
En un tiempo en que los límites del
liderazgo son puestos a prueba en tantos lugares, llega un hombre –sin ejército
ni armas, sin un reino más allá de un pequeño pedazo de tierra en el centro de
Roma, pero con el enorme respaldo de la riqueza y el peso de la historia– para
plantear un desafío. El mundo se está haciendo más pequeño; las voces individuales
se escuchan cada vez más fuertes; la tecnología hace que la virtud se vuelva
viral, por lo que el púlpito de Francisco es visible hasta el confín de la
Tierra. Cuando besa la cara de un hombre desfigurado o lava los pies de una
mujer musulmana, la imagen resuena mucho más allá de los límites de la Iglesia
Católica.
Los escépticos apuntarán a los obstáculos
que enfrenta Francisco para lograr algo concreto, más allá de hacer que los
creyentes menos fervientes se sientan mejor acerca del tono más moderado de
Roma y libres a la vez de ignorar las cuestiones más sustanciales. La Iglesia
Católica es una de las instituciones más antiguas, grandes y ricas del mundo,
con 1.200 millones de fieles, y el cambio no es algo natural en ella. En su
mejor versión, la Iglesia inspira e instruye, ayuda y sana, y llama a los
fieles a escuchar a sus ángeles más benévolos. Pero se ha visto debilitada a
nivel mundial por escándalos, corrupción, la escasez de sacerdotes y la
competencia, especialmente en los fértiles campos misionarios del hemisferio
sur, de rivales evangélicos y pentecostales. En algunos lugares, la enseñanza
de doctrinas centrales sobre el divorcio y los anticonceptivos es ampliamente
ignorada y la ortodoxia es ridiculizada por obsoleta. Los burócratas y el clero
del Vaticano son acusados de disputas internas, corrupción, chantaje y una
obsesión con “reglas mezquinas”, como sostiene Francisco, en lugar de las
enormes posibilidades de gracia. No sólo prediquen, escuchen, dice. No
reprendan, sanen.
Y sin embargo, en menos de un año, ha
hecho algo notable: no cambió las palabras, pero cambió la música. El tono y
temperamento pesan en una iglesia construida sobre la sustancia de los símbolos
—pan y vino, cuerpo y sangre—, y por lo tanto es un error desestimar las elecciones
simbólicas de cualquier Papa como gestos que carecen de la fuerza de la ley.
Publicó su primera exhortación apostólica, un ataque a “la idolatría del
dinero”, justo cuando los estadounidenses celebraban el Día de Acción de
Gracias y evaluaban si pasar este feriado, establecido para la gratitud, en los
centros comerciales. Este es un hombre que maneja muy bien los tiempos. Que no
vive en el palacio papal rodeado de cortesanos sino que en una austera
residencia con peregrinos. Reza todo el tiempo, incluso cuando espera a que lo
atienda el dentista. Sacó de circulación el Mercedes papal y lo reemplazó por
un Ford Focus con algunos rasguños. No usa zapatos rojos ni sotanas lujosas,
lleva en el cuello una cruz de hierro en lugar de una de oro. Cuando rechaza la
pompa y los privilegios, revela por primera vez las finanzas del Vaticano,
reprende a un arzobispo alemán por derrochador, llama por teléfono a
desconocidos en apuros, y ofrece bautizar al bebé de una mujer divorciada cuyo
amante casado quería que abortara, está haciendo más que convertirse en un
ejemplo de compasión y transparencia. Está aceptando la complejidad y
admitiendo el riesgo de que una iglesia obsesionada con sus propios derechos y
su virtud puede provocar más heridas de las que sana. Cuando se le pregunta por
qué no parece interesado en librar una guerra cultural, hace referencia al
campo de batalla. La Iglesia es un hospital de campaña, dice. Nuestro primer
deber es asistir a los heridos. Uno no le pregunta a un hombre que está
sangrando cuál es su nivel de colesterol.
Este foco en la compasión, junto a un
aura general de alegría no siempre asociada a los príncipes de la Iglesia, ha
hecho de Francisco una especie de estrella de rock. Más de 3 millones de
personas llegaron a la playa de Copacabana en Río de Janeiro el pasado julio
para verlo, las multitudes en la Plaza de San Pedro están eufóricas y los
souvenir se venden en números récord. Francesco es el nombre masculino más
popular entre los bebés en Italia. Las iglesias reportan un “efecto Francisco”
de católicos no practicantes que han regresado a misa y han vuelto a
confesarse, aunque las anécdotas no son sustituto para la evidencia y los
sondeos entre católicos estadounidenses muestran hasta ahora pocos cambios en
la práctica. Pero la fascinación con Francisco, incluso más allá del círculo
católico, le brinda una oportunidad que nunca tuvo su antecesor, Benedicto XVI:
magnificar el mensaje de la Iglesia y su poder para hacer el bien.
La buena acogida de la prensa laica lo
vuelve sospechoso entre los tradicionalistas, quienes temen que compra
popularidad pagando el precio de una fe diluida. Ha usado hábilmente la
fascinación de los medios para llamar la atención sobre muchos temas, desde sus
plegarias por la paz en Siria hasta su punzante ataque a la economía del goteo,
lo que inspiró a Jesse Jackson a compararlo con Martin Luther King y a Rush
Limbaugh a preguntar si es marxista. Cuando uno es una celebridad en los
medios, cada palabra pronunciada es analizada minuciosamente, como lo es lo que
se elige no decir. ¿Por qué no se ha referido con más detalle sobre el
escándalo de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes?, preguntan los
partidarios de las víctimas. (Este mes, estableció una comisión para abordar el
abuso de niños por parte de sacerdotes). ¿Por qué no habla más de la santidad
de la vida?, preguntan los tradicionalistas, quienes observan que en su
exhortación el aborto sólo fue mencionado una vez, mientras que la misericordia
apareció en 32 oportunidades. Francisco ratifica las enseñanzas tradicionales
sobre la sexualidad y a la vez advierte que distraen a la Iglesia. Ataca a los
sacerdotes que se niegan a bautizar a los niños de madres solteras por
practicar un “riguroso e hipócrita neo-clericalismo”. Declara que Dios “nos ha
redimido a todos… no sólo a los católicos. A todos, también a los ateos”. Posa
con activistas medioambientales mostrando una camiseta que condena el fracking,
y llama a los políticos y líderes empresariales a ser “protectores de la
creación”.
Nada de esto vuelve liberal a Francisco,
quien también afirma que un cuerpo de sacerdotes exclusivamente masculino no
está en discusión, como tampoco el aborto, ni la definición del matrimonio.
Pero su enfoque en los pobres –y el hecho de que el 0,1% de las personas más
ricas del mundo controla el 81% de la riqueza– irrita a los que defienden el
capitalismo como el programa antipobreza más exitoso de la historia. Se podría
argumentar que es Teddy Roosevelt protegiendo al capitalismo de sus propios
excesos, o simplemente dice lo que sus antecesores han dicho: que Jesús nos
llama a preocuparnos por los que menos tienen —aunque lo dice de un modo que
hace que la gente lo escuche de manera diferente—. Y eso puede ser
especialmente importante cuando lo dice el primer Papa del Nuevo Mundo. Hace un
siglo, la mayoría de los católicos vivía en Europa; hoy menos de un cuarto
reside allí, y cómo sea escuchado en los países donde ser gay es un crimen y
las mujeres en puestos de liderazgo una herejía podría tener el poder de
transformar culturas en las que el catolicismo es una fuerza en alza y
potencialmente liberadora.
Por estos días es estimulante escuchar a
un líder decir cualquier cosa que moleste a alguien. Hoy, liberales y
conservadores enfrentan por igual una elección cuando escuchan a una nueva voz
de la conciencia: qué es más importante, ¿que este líder carismático dice cosas
que ellos creen que es necesario decir o que también dice otras que preferirían
no escuchar?
El corazón es un músculo fuerte y
Francisco propone un riguroso régimen de ejercicio. En un período muy breve,
una audiencia amplia, global y ecuménica ha mostrado ansias de seguirlo. Por
haber trasladado el pontificado del palacio a las calles, comprometer a la
mayor religión del mundo a enfrentar sus necesidades más profundas y equilibrar
el juicio con la misericordia, el Papa Francisco es la Persona del Año 2013 de
TIME.
Pronunciamiento del
P. Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Traducción de Secretum
Meum Mihi, 11-Dic-2013.
Declaración del P. Federico Lombardi
S.I., a propósito de la elección del Papa Francisco como “Persona del Año” por
la revista Time
Este hecho no es sorprendente, teniendo en cuenta la resonancia y la atención muy extendida dada a la elección del Papa Francisco y al comienzo de su pontificado. Se trata de una señal positiva de que uno de los más prestigiosos reconocimientos en el campo de la prensa internacional se ha atribuido a uno que proclama valores espirituales, religiosos y morales en el mundo, y que habla efectivamente en favor de la paz y de una mayor justicia.
En relación con el Papa, por su parte, él no busca la fama y el éxito, ya que lleva a cabo su servicio para la proclamación del Evangelio y del amor de Dios por todos. Si esto atrae a los hombres y a las mujeres y les da esperanza, el Papa está satisfecho. Si esta elección como “Persona del Año” significa que muchos han entendido este mensaje, al menos implícitamente, él ciertamente se alegra.
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