Una frase atribuída a Gilber K. Chesterton, y que en lo sustancial refleja su vigoroso y sano pensamiento, es un perfecto resumen de esta situación perversa: «Cuando la gente deja de creer en Dios no es que no crea en nada, es que cree en cualquier cosa». Porque estamos hechos para creer, para conocer, para aceptar la realidad, y a la vez estamos dotados de capacidad crítica, ¡pero no la inclinación a creer! El resultado es que creemos cualquier cosa con una obstinación y una violencia impropias de la pacífica profesión de fe.
Como dice el antropólogo René Girard: «El rechazo de lo real es el dogma número uno de nuestro tiempo. Es la prolongación y perpetuación de la ilusión mítica original».
José Antonio Ullate Fabo, “La verdad sobre El Código Da Vinci”, Libros Libres, Madrid, pág. 128.
Y, como el “dogma” de nuestro tiempo es la negación de la Verdad, el ateísmo necesita fabricarse otros dogmas. Esos otros dogmas son los que, con ironía y humor, el padre Leonardo Castellani expondrá en su “Credo del incrédulo”:
CREO en la Nada Todoproductora d’onde salió el Cielo y la Tierra.
Y en el Homo Sápiens su único Hijo Rey y Señor,
Que fue concebido por Evolución de la Mónera y el Mono.
Nació de Santa Materia
Bregó bajo el negror de la Edad Media.
Fue inquisionado, muerto achicharrado
Cayó en la Miseria,
Inventó la Ciencia
Ha llegado a la era de la Democracia y la Inteligencia.
Y desde allí va a instalar en el mundo el Paraíso Terrestre.
Creo en el libre pensante
La Civilización de la Máquina
La Confraternidad Humana
La Inexistencia del pecado,
El Progreso inevitable
La Rehabilitación de la Carne
Y la Vida Confortable. Amén.
R.P. Leonardo Castellani, Tomado de “Las ideas de mi tío el cura”.