“Sin la unidad divina y sus consecuencias de disciplina y de dogma la unidad mental, la unidad política desaparecerían al mismo tiempo y no se rehacen más que si se restablece la primera unidad. Sin Dios, ya nada hay verdadero ni falso; ya no existen derechos, ya no existe ley. Sin Dios, una lógica rigurosa equipara la peor locura a la razón más perfecta. Sin Dios, matar, robar, son actos de una perfecta inocencia; no hay crimen que no resulte indiferente ni revolución que no sea legítima; porque, sin Dios, el principio del libre examen es el único que subsiste, principio que puede excluirlo todo, pero que no puede fundar nada”.
Charles Maurras, “Sans la mauraille des cyprès”, pp. 53-54. Citado por Jean Marie Vaissière, en “Fondements de la cité”.