Josef Pieper, “Introducción a Tomás de Aquino”, pp.227-230.“¿Qué es, por tanto, lo grandioso de Tomás que le ha constituido en ‛Doctor Communis’ de la Cristiandad? Probablemente no es la ‛originalidad’ de su pensamiento; Agustín es mucho más original. Perfección y originalidad parecen, en cierto sentido, excluirse mutuamente; lo clásico no es propiamente original (...) Su grandeza y también su actualidad consiste precisamente en que no se le puede añadir un ‛ismo’, es decir, que no puede haber un ‛tomismo’. Y no puede haberlo porque la grandiosa afirmación que presenta la obra de Santo Tomás es demasiado rica para ello; su originalidad estriba precisamente en que no quiere ser nada ‛original’; Tomás se resiste a elegir algo; emprende el terrible intento de ‛elegir todo’; quiere ser fiel tanto a la profunda visión de San Agustín como a la de Aristóteles, a la profunda intención de la razón humana como a la de la fe divina (...) Joven reposado y por completo abierto, recibe con una tremenda disposición de alma y mente todas las fuerzas que van a determinar no sólo su propio tiempo, sino precisamente el futuro de todo el Occidente (...)”.