El Superior General de la
Fraternidad San Pío X, DICI
12-Mar-2014, se pronuncia acerca de las declaraciones del Cardenal Walter
Kasper a raíz de su relación con respecto a la comunión a los divorciados
vueltos a casar.
Declaración de
Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad San Pío X, sobre la
nueva pastoral del matrimonio según el Cardenal Kasper
¿Qué sucederá
en la asamblea extraordinaria del Sínodo de obispos que debe reunirse del 5 a
19 de octubre de 2014, consagrada a los “desafíos pastorales de la
familia en el contexto de la evangelización”? Esta pregunta se plantea
con gran inquietud desde que, en el último Consistorio (20 de febrero de 2014),
el Cardenal Walter Kasper, a pedido del Papa Francisco y con su pleno apoyo,
presentó el tema del próximo Sínodo haciendo aperturas pretendidamente
pastorales pero doctrinalmente escandalosas.
Esta ponencia,
que en principio debería haber permanecido secreta, fue publicada en la prensa
y los acalorados debates que ha suscitado entre los miembros del Consistorio
terminaron siendo reveladas también. Un académico no ha dudado en hablar de una
verdadera “revolución cultural” (Roberto de Mattei), y un
periodista ha calificado de “cambio de paradigma” el hecho que
el Cardenal Kasper proponga que los divorciados “vueltos a casar” puedan
comulgar sin que el matrimonio anterior haya sido declarado nulo ―lo que “actualmente
no es el caso, sobre la base de palabras de Jesús, muy severas y explícitas
sobre el divorcio” (Sandro Magister).
Algunos
prelados se han levantado contra este cambio, como el Cardenal Carlo Caffara,
arzobispo de Bolonia, que se pregunta: “¿Qué pasa con el primer
matrimonio celebrado y consumado? Si la Iglesia admite (a los
divorciados “vueltos a casar”) a la Eucaristía, debe asimismo juzgar
como legítima la segunda unión. Es lo lógico. Pero entonces ―como lo
preguntaba― ¿qué sucede con el primer matrimonio? El segundo, se dice, no puede
ser un verdadero matrimonio, pues la bigamia va contra la palabra del Maestro.
¿Y el primero? ¿Ha sido disuelto? Pero los Papas han enseñado siempre que el
poder del Papa no llega a tanto: sobre el matrimonio celebrado y consumado, el
Papa no tiene ningún poder. La solución expuesta (por el Cardenal
Kasper) conduce a pensar que el primer matrimonio permanece, pero que
hay no obstante una segunda forma de cohabitación que la Iglesia legitima. (…)La
cuestión de fondo es, pues, simple: ¿Qué ha pasado con el primer matrimonio?
Nadie responde” (“Il Foglio”, 15/03/14).
Se podrían
agregar las serias objeciones formuladas por los Cardenales Gerhard Ludwig
Müller, Walter Brandmüller, Angelo Bagnasco, Robert Sarah, Giovanni Battista
Re, Mauro Piacenza, Angelo Scola, Camillo Ruini… Pero estas objeciones
permanecen también sin respuesta.
No podemos
esperar, sin elevar la voz, que el Sínodo se reúna en octubre en el espíritu
desastroso que le quiere dar el Cardenal Kasper. El estudio ajunto, titulado “La
nueva pastoral del matrimonio del Cardenal Kasper”, muestra los graves
errores contenidos en su ponencia. No denunciarlos equivaldría a dejar una
puerta abierta a los peligros que señala el Cardenal Caffara: “Habría (así) un
ejercicio de la sexualidad humana extra-conyugal, que la Iglesia consideraría
como legítimo. Pero con ello se destruye el pilar de la doctrina de la Iglesia
sobre la sexualidad. A estas alturas uno se podría preguntar: ¿por qué no se
aprueba la unión libre? ¿Y por qué no las relaciones entre homosexuales?” (Ibídem).
Mientras que
numerosas familias se movilizaron valientemente en estos últimos meses contra
las leyes civiles que por doquier socavan la familia natural y cristiana, es
verdaderamente escandaloso ver esas mismas leyes subrepticiamente sostenidas
por hombres de Iglesia que desean acomodar la doctrina y la moral católicas a
las costumbres de una sociedad descristianizada, en lugar de tratar de
convertir las almas. Una pastoral que viola la enseñanza explícita de Cristo
sobre la indisolubilidad del matrimonio no es misericordiosa sino injuriosa
para con Dios, que concede a cada uno su gracia de manera proporcionada, y
cruel para con las almas, que encontrándose en situaciones difíciles, reciben
esta gracia que necesitan para vivir cristianamente e incluso crecer en la
virtud, hasta el heroísmo.
Menzingen, 12 de abril de 2014
† Bernard Fellay