Recordamos a Carlos Pérez Agüero, católico cabal, luchador por la Verdad y
la Tradición católica. Hombre de familia y educador católico, artista y padre del
autor de esta página. Fallecido, luego de una larga agonía y habiendo recibido todos los sacramentos, el domingo 20 de noviembre, último domingo de
Pentecostés, según el calendario litúrgico.
Pedimos encarecidamente,
a nuestros lectores y amigos, una oración por el eterno descanso de su alma y
consuelo cristiano de su familia.
Aquí una de sus últimas publicaciones:
“La mejor
prueba de amor es el ser capaz de sufrir por quien se ama, con diligencia y
buen ánimo. El egoísmo, el no-amor, o, el amor solo orientado a sí mismo, es
justamente la prueba de lo contrario. Solo el niño está pendiente, y
dependiente, del amor que vuelcan sobre él los que le aman. Somos adultos en la
medida en que abandonamos los caprichos de la niñez y aprendemos a sufrir la
renuncia de sí mismo. Allí comenzamos a madurar, a ser responsables. A no
exigir solo “derechos” y aprender a afrontar los deberes. El amor es siempre un
salir de sí. El amor siempre es difusivo, tiende a darse. No es el amor un
“sentimiento” o un “estado de ánimo”, no es sentirse siempre “feliz”. Eso es
cursi y superficial y caprichoso (en el sentido de pasajero) además de ser
siempre otro de los disfraces del egoísmo. El amor es desear, y hacer, lo que
es bueno para el amado. Querer el bien del amado. Lo bueno para el amado no es
siempre lo que le agrada a éste, aunque, a veces, puedan coincidir las dos
cosas. Por lo tanto, para amar bien, antes es necesario saber lo que es el bien
y, luego, tener el coraje (coraje viene de “cord” = corazón) de renunciar a sí
mismos, si es necesario, (siempre es necesario) para lograrlo. Los fracasos del
amor, hoy, son los triunfos del egoísmo. Las victorias del amor siempre van
acompañadas de la derrota del amor a sí mismo. No hay amor sin ese desgarro.”
Carlos Pérez
Agüero
Requiem aeternam
dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace
Dale, Señor, el descanso
eterno.
Y brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz.