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viernes, 28 de octubre de 2016

La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero


Francisco con el libro de las 95 tesis de Lutero, 13-Otc-2016

La fiesta de la condenación: Francisco celebra a Lutero

Por César Félix Sánchez Martínez

En ese libro fascinante –y de lectura más que obligada en estos tiempos terribles-, titulado Fátima, Roma, Moscú del padre Gérard Mura (edición en español de 2005), se revela, entre otras cosas, el misterioso simbolismo de una fecha: 13 de octubre, última aparición y milagro del sol en Fátima. Basándose en estudios historiográficos recientes, el padre Mura señaló como fecha del martirio de San Pedro el 13 de octubre del año 67. Curiosamente, sería el mismo día casi 1900 años después, en que ocurriría, en palabras de Romano Amerio, la «ruptura de la legalidad conciliar», cuando, el 13 de octubre de 1962, el cardenal Liénart, de Lille, «capturaría» el micrófono en la asamblea conciliar, y, encabezando un golpe de fuerza de la minoría progresista, impondría el descarte de los esquemas del Sínodo Romano previo, elaborados bajo la vigilancia del cardenal Ottaviani, y daría propiamente origen  al Concilio Vaticano II, al volver a comenzar los trabajos de elaboración de los documentos, pero esta vez con peritos progresistas y con un manejo hábil del «consenso» manufacturado. Se había iniciado de esa forma el desmantelamiento modernista de la Iglesia.

Lo que el libro no alcanzó a consignar fue lo que ocurriría nueve años después de su publicación en español: el 13 de octubre de 2014,  la Relatio Post Disceptationem del Sínodo de la Familia fue leída por el cardenal relator, Peter Erdö, a los 190 padres sinodales. El revuelo fue inmenso tanto en medios católicos como seculares; dos puntos, relativos a la comunión a los divorciados vueltos a casar y otro –el punto 50-, de aceptación de la orientación homosexual, al reconocer sus «dones y atributos» específicos para la Iglesia, fueron los más escandalosos. Aunque la Relatio Synodi ulterior fue en algo aguada, la exhortación Amoris Laetitia y su interpretación autorizada por parte del papa Francisco, tres años después, abren la puerta al sacrilegio de permitir la comunión a pecadores públicos, violentando la doctrina católica. Esta medida no solo se agota en este supuesto mero cambio disciplinar, sino, como han señalado prestigiosos intelectuales como Robert Spaemann y Josef Seifert –para nada sospechosos de “ultratradicionalismo”-, significa la apertura de un horizonte de abolición de  la idea de pecado en la Iglesia.

Tampoco alcanzó a consignar lo que ocurrió el 13 de octubre de 2016. Ese día, en el contexto de la recepción por parte del papa Francisco de una delegación de «peregrinos» luteranos alemanes (así los consideraba Radio Vaticana), y, al margen de las usuales declaraciones del pontífice –que en esta ocasión oscilaron por todos los grados de equivocidad que la doctrina católica considera, desde la proposición temeraria hasta la herética –, el mundo presenció un hecho inédito, en el Aula Paulo VI, en la Santa Sede de Pedro, se ponía en un puesto de honor una estatua del archiheresiarca Martín Lutero, abominador del papado, destructor de la fe (pues, como diría Romano Amerio, el libre examen, núcleo de la doctrina luterana, es la definición misma, el constitutivo formal, de la herejía, no  una simple negación de un dogma particular, sino la negación de todos) y personaje violento y vulgar, para nada «misericordioso».


El mismo Francisco acudirá el 31 de octubre a Lund, Suecia, a conmemorar el inicio del aniversario 500 de la Revuelta Protestante. El 31 de octubre de 1517, Lutero clavó sus 95 Tesis (que, como dice García-Villoslada, no eran 95 ni tesis) en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg. Un nuevo simbolismo en la fecha: doscientos años antes de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, primera francmasonería «especulativa» y cuatrocientos, de la Revolución bolchevique. Tres fechas anticristianas. Tres fechas representativas de la lucha del Demonio por aniquilar los frutos de la redención. Pero además, recordemos que el 31 de octubre es la víspera del 1 de noviembre, día en que la Iglesia conmemora la Fiesta de Todos los Santos, es decir, de las almas que están en el cielo. Al día siguiente, 2 de noviembre, la Iglesia ofrecerá oraciones por las almas que están en el purgatorio. Parece ser, entonces, que, para completar el panorama de estos días consagrados a la ultratumba, se requeriría una fiesta de las almas que están en el infierno. Fiesta abominable celebrada por los satanistas y por el hombre-masa de las «sociedades globales» que, sin saberlo, se disfraza de un alma condenada y juega «inocentemente» a infestar lugares. Ese también es el día de la Pseudoreforma: una fiesta de condenación. Y la cabeza de la Iglesia Católica se apresta a celebrarlo.

Parece ser que, ante los ojos humanos, la conjuración anticristiana ha triunfado.

Sin embargo, hay motivos para confortarnos. En primer lugar, la vindicación absoluta, para todo católico con un mínimo de honestidad intelectual y espiritual, de las previsiones de Monseñor Marcel Lefebvre. En su famosa Declaración del 21 de noviembre de 1974 (que acabaría costándole la supresión ilegal de su obra, la Fraternidad de San Pío X, y ulteriormente su suspensión a divinis, mientras tantos delincuentes y pervertidos fundaban seudomovimientos «eclesiales» que recibían el aplauso de la Jerarquía), escribió lo siguiente: «Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron. Todas estas reformas, en efecto, han contribuido y siguen contribuyendo a la demolición de la Iglesia, a la ruina del sacerdocio, a la destrucción del sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa y a la implantación de una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, seminarios y catequesis, enseñanza surgida del liberalismo y del protestantismo condenado tantas veces por el Magisterio solemne de la Iglesia. Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos».

El acto del 31 de octubre de 2016 no ha caído del cielo, es parte de un proceso de protestantización, alertado por diversas figuras, significativamente por Monseñor Lefebvre, y expresado en la reforma litúrgica y el aggiornamento en general. El pontificado de Francisco es un fruto claro de la reforma litúrgica, que se aleja de manera impresionante de la doctrina de Trento, como señalaron en el Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae los cardenales Ottaviani y Bacci, y que significó una protestantización de la liturgia explícitamente confesada por Monseñor Annibale Bugnini, quien la fabricó.  Lex orandi, lex credendi: los efectos deletéreos de la Nueva Misa, que permanecían ocultos para muchos ciegos voluntarios, se revelan, cincuenta años después, en la doctrina y acción del primer pontífice cuyo sacerdocio solo conoció de ese rito.

Por otro lado, los diversos signos en torno al Mensaje de Fátima y al panorama mayor de la teología de la historia de estos últimos tiempos nos hablan de que la medida ha sido colmada y, como diría el conde José de Maistre, en las Veladas de San Petersburgo, refiriéndose a la imposibilidad de que el hombre pueda permanecer en un estado de anomia y desacralización:  «Debemos aprestarnos para un acontecimiento inmenso en el orden divino, hacia el cual marchamos con una tan acelerada velocidad que sorprenderá a todos los observadores. Temibles oráculos ya anuncian que los tiempos han llegado».             

martes, 20 de septiembre de 2016

Obispo Oscar Miñarro: “La Iglesia Católica no es la única homofóbica”.


Leemos esta noticia publicada en la agencia informativa oficial del episcopado argentino AICA, 19-Sep-2016.

El Papa nombró al Pbro. Oscar Miñarro, obispo auxiliar de Merlo-Moreno

Buenos Aires (AICA): El Santo Padre Francisco nombró obispo titular de Anzio y auxiliar de la diócesis de Merlo-Moreno al presbítero Oscar Eduardo Miñarro, de 56 años, actualmente vicario general del obispado y párroco de Nuestra Señora de la Merced, de Merlo. La información fue efectuada en forma simultánea en Roma y en Buenos Aires. Aquí, en ausencia del nuncio apostólico que se halla en Roma, fue hecha pública por monseñor Vincenzo Turturro, encargado de negocios interino de la Nunciatura, a través de la agencia AICA.


Y nosotros, luego de leer la entrevista que a continuación publicamos, nos preguntamos en qué creé el recientemente nombrado obispo Oscar Miñarro. Publicada originalmente en CrónicasFlotantes, 27-Sep-2016.


Para ver la captura de la entrevista original más grande, hacer click en la imagen.

“La Iglesia Católica no es la única homofóbica”

Por Matías Pérez Ibarguren                                                                                       

Oscar Miñarro representa una visión autocrítica dentro de la Iglesia Católica. Sacerdote de una parroquia de Merlo, descubrió su vocación en su vínculo con un grupo de obreros de la fábrica en la que trabajaba cuando era joven. Según él, las religiones  “hemos adormecido a la gente y la hemos domesticado en su vínculo con Dios”. Habla del rol actual de la religión, advierte el fenómeno de las iglesias evangelistas diciendo que “no es una superación del catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada de aplausos y de participación” y se opone a la posición del episcopado argentino con respecto a la reforma del código civil.

¿Qué potencialidad ves en la religión, en la fe, en la creencia como para trabajar desde ahí?

Yo veo mucha. El problema grande es que las religiones en general se fueron encerrando muy en si mismas y fueron cuidando más la parte dogmática, el cuidado de las tradiciones, el cuidado de lo celebrativo, las formas por sobre el verdadero sentido que tiene lo religioso. Estos días estaba leyendo una cosa muy interesante acerca de la historia de las religiones: antes que se generen las grandes ciudades los seres humanos tenían necesidad de lo religioso pero no tenían necesidad de la religión. Había un vínculo directo con Dios. Después, cuando fueron surgiendo, las grandes religiones se encargaron de administrar esa relación, ese vínculo de la gente con Dios. Entonces hemos como adormecido a la gente y la hemos domesticado en su vínculo con Dios de esa manera. Yo estoy totalmente en desacuerdo con ese estilo de religión. Yo trabajo mucho con una religión que muestre más que nada un vínculo con Dios que ayude a pensar qué quiero para mi vida, que no tengo que resignarme a los sufrimientos, a una vida chata, que humanamente me merezco un montón de cosas. Me parece que lo religioso tiene que acompañar muchas veces algunos procesos liberadores que tienen que ver con esto que yo le llamo el sentido de la vida.

¿Qué lugar tiene en vos la duda?

Para mí no existen las certezas. Yo voy haciendo camino. Y las certezas a veces son pequeñas. Yo personalmente no tengo duda de la existencia de Dios, tengo dudas de cómo se manifiesta a veces, es muy misterioso. A medida que pasan los años lo encuentro más misterioso, o es la palabra que encuentro para expresar lo que es Dios. Me gustaría que fuese mucho más claro a veces. No podés pensar en Dios sin el hombre como no podés pensar el hombre sin la trascendencia, después vos le ponés el nombre que quieras, yo le llamo Dios. Como los dos nos vamos haciendo, cuando yo digo en qué Dios creo también me tengo que preguntar en qué hombre creo. Cuando vos a mi me preguntás si yo dudo de Dios, también me tengo que preguntar ¿dudo del hombre? Según el Dios en el que yo crea es el hombre en el que creo. Si creo en un Dios que resuelve todo por mí, estoy creyendo en un hombre esclavizado y sumiso que tiene que estar dependiendo.

¿Es pesimista tu mirada con respecto al rol actual de las religiones?

Mmm… qué difícil… sí, soy pesimista (ríe). Soy pesimista en dos sentidos: los templos cada vez van a estar más vacíos en la medida que muestren a un Dios lejano. Y los templos cada vez van a estar más llenos en la medida en que presenten un Dios que manipula a la gente como si fuesen títeres.

¿Va a estar más lleno?

Sí, porque así como hay mucha gente que está buscando abrir su mente, abrir nuevos caminos, buscando ser forjadores de su historia y de la historia, hay mucha gente que le mete miedo esto y lo que tiene el tema de las religiones es que son muy manipuladoras de la conciencia. Entonces es más fácil que te digan qué hacer a que alguien te pregunte “¿vos qué creés que tenés que hacer?”. Las iglesias evangélicas, por ejemplo, que están muy llenas. Hay mucha gente que cree que es un fracaso del catolicismo, pero tampoco es una superación del catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada de aplausos y de participación. Me preocupa porque también hay una mirada muy economicista de la cuestión: cuanto más aportás, Dios más te va a dar.

Yendo a una cuestión un poco más coyuntural, ¿Vos estás en contra de la posición del presidente del episcopado argentino de oponerse a las modificaciones del código civil?

En el modo en que lo hace sí. Después hay cosas que me generan duda. La otra vez escuché alguien que hacía un silogismo un poco tramposo. Decía: lo civil es distinto a lo religioso. Y después decía que lo civil tiene que ver con  lo técnico-científico. Pero por ejemplo con el tema de los embriones, estás en un teme filosófico, no meramente científico. Yo creo que si nos planteamos la pregunta de cuándo un embrión tiene vida, estás en un tema filosófico. Lo que podemos plantear es que en filosofía no existe una verdad absoluta. Que lo que existe son preguntas que generan distintas respuestas y que todas pueden ser aceptables en la medida que la justifiques. Pero ¿quién puede decir si el embrión tiene vida o no? Yo creo que ni el religioso ni el científico, queda en una cosa muy compleja.

Por ejemplo con el tema del matrimonio igualitario con el cual la jerarquía de la Iglesia se opone, desde este lugar en que decís que las leyes no tienen que ser prohibitivas, ¿vos estás a favor de que se avance en legalizar esto?

Sí, estoy a favor. Además, si yo digo que no se promulgue el matrimonio igualitario, ¿va a dejar de existir por eso? No, va a existir igual. Entonces, si existe la situación, ¿no tengo que favorecer que esa situación sea de dignidad para las personas que la están viviendo? ¿Que favorezcan una inserción mayor en toda la sociedad? Y yo, como Iglesia, ¿no puedo hacer sentir también que Dios acompaña esa situación?

Arancedo se opone diciendo que el matrimonio debe ser entre dos sexos diferentes por la complementariedad natural del hombre y la mujer…

Si él hace un planteo filosófico es comprensible desde lo filosófico. Puedo estar o no estar de acuerdo, pero si yo me pongo en la misma posición rígida estoy siendo igual que él. El riesgo de estas discusiones es la intolerancia en general. Yo culpo a Arancedo de intolerante y lo lleno de epítetos descalificativos que muestran mi intolerancia. En esas cosas no negocio: si soy tolerante soy tolerante, y si no, no. Es otro pensamiento distinto, justificado. Lo que no acepto es que ese pensamiento se imponga para todos.

En ese sentido podríamos decir que se está avanzando en grados de tolerancia porque, por ejemplo, se reconoce el derecho a casarse a personas del mismo sexo…


Si, claro… Yo he charlado con muchas personas que me han venido a manifestar su homosexualidad y algunos con dolor, con preocupación, con incomprensión socio-religiosa. Porque a la hora de ser realistas¿la Iglesia sola es la única homofóbica? ¿O si vos viajás en el Sarmiento y decís que sos homosexual te van a aplaudir y te van a felicitar? ¿La tele es abierta o todavía se siguen riendo de los que son afeminados? Y cuando vas de viaje de egresados, ¿no hay uno que siempre se termina vistiendo de mujer como cosa graciosa? Entonces me parece que por un lado es lo que se va avanzando en materia de leyes y otra cosa que es muy importante es la concientización en general de la sociedad que falta bastante… como incorporación cultural me parece que vamos en camino, pero es un proceso que va a llevar mucho tiempo.

jueves, 2 de junio de 2016

Conmemoración oficial vaticana del pecado de cisma y herejía de Lutero.


¿Recuerdan esta noticia de que el líder protestanteinvita a Francisco a participar de las celebraciones del 5° centenario de unpecado?, pues bien, la invitación ha sido aceptada. Aquí la información aparecida en el boletín oficial de la oficina de prensa de la Santa Sede, 01-Jun-2016.

Preparativos para la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma, 01.06.2016

Sigue el comunicado conjunto de la Federación Luterana Mundial (FLM) y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPOC) sobre los acontecimientos ecuménicos previstos en Lund y Malmö, Suecia, para la Conmemoración del 500 aniversario de la Reforma, el próximo 31 de octubre, que contará con con la participación del Papa Francisco. Cabe señalar, sin embargo, que el programa completo del viaje del Santo Padre a Suecia se publicará más adelante e incluirá una celebración de la Eucaristía con la comunidad católica en la mañana del 1 de noviembre.

La conmemoración ecuménica conjunta luterano-católica del 500 aniversario de la Reforma el 31 de octubre en Lund (Suecia), se llevará a cabo en dos partes: comenzará con una liturgia en la catedral de Lund y continuará con un acto público en el estadio Malmö, abierto a una participación más amplia. El evento conjunto de la Federación Luterana Mundial (FLM) y de la Iglesia Católica se propone poner de relieve los 50 años de continuo diálogo ecuménico entre los católicos y los luteranos y los dones que resultan de esta colaboración. La conmemoración católica-luterana se centra en los temas de la acción de gracias, del arrepentimiento y el compromiso de testimonio común. El objetivo es mostrar los dones de la Reforma, y pedir perdón por la división perpetuada por los cristianos de ambas tradiciones.

La catedral de Lund, será sede de la ceremonia de la oración conjunta, basada en la guía litúrgica católico-luterana de reciente publicación titulada "Oración Común ", que a su vez se basa en el documento: "Del conflicto a la comunión". El estadio de Malmo será el escenario de las actividades que muestran el testimonio y del servicio común de católicos y luteranos en el mundo. Se presentarán los aspectos más importantes del trabajo común del Servicio Mundial de la Federación Luterana Mundial (FLM Servicio Mundial) y de Caritas Internationalis, como la atención a los refugiados, el servicio de la paz y la defensa de la justicia climática. El estadio de Malmö tiene capacidad para 10.000 personas.
El Papa Francisco, el obispo Munib A. Younan y el rev.do Martin Junge, respectivamente Presidente y Secretario General de la Federación Luterana Mundial, presidirán la ceremonia de oración común en Lund y el evento en el estadio de Malmö en colaboración con los líderes de la Iglesia de Suecia y la Diócesis Católica de Estocolmo.

“Cuando las comunidades emprenden la senda que aleja de los conflictos, es cuando brota la fuerza. En Cristo se nos anima a servir juntos en el mundo. La conmemoración conjunta da testimonio del amor y de la esperanza que todos tenemos merced a la gracia de Dios ", ha declarado el Presidente de la FLM Younan y el Secretario General Junge.

Por su parte, el cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de Unidad de los Cristianos, afirma: "Concentrándonos juntos en la centralidad de Dios y en un enfoque cristocéntrico, luteranos y católicos pueden conmemorar ecuménicamente la Reforma, no de una manera puramente pragmática, sino en el profundo sentido de la fe en Cristo crucificado y resucitado".
"Esperamos este acontecimiento que contará con la presencia de 10.000 personas. La idea base del evento de Malmö es describir con más detalle el proceso que va del conflicto a la comunión concentrándonos en la esperanza para el futuro y el servicio común en el mundo", dice el arzobispo de la Iglesia de Suecia Antje Jackelén.

Y el obispo Anders Arborelius de la Diócesis Católica de Estocolmo, añade: "Se escribirá una página de la historia cuando Francisco y los líderes de la Federación Luterana Mundial visiten Lund y Malmö para animarnos a todos a continuar en el camino hacia la unidad de los cristianos."


La información sobre la conmemoración ecuménica conjunta será actualizada en el sitio web del evento: www.lund2016.net

martes, 24 de mayo de 2016

Los dos Papas según Georg Gänswein.


El secretario personal del actual “Papa emérito” Benedicto XVI, Mons. Georg Gänswein, ha realizado la presentación de un libro sobre Benedicto XVI de Roberto Regoli. En esta presentación se hace una afirmación en la cual se plantea la existencia de un doble papado, una especie de co-papado. Dejamos entera una traducción de la intervención de Gänswein tomada del sitio Un puente de fe, 21-May-2016.

BENEDICTO XVI, EL FINAL DE LO VIEJO EL INICIO DE LO NUEVO, EL ANÁLISIS DE GEORG GÄNSWEIN

Presentación del libro de Roberto Regoli sobre Benedicto XVI


INTERVENCIÓN DE MONSEÑOR GEORG GÄNSWEIN

En una de las últimas conversaciones que el biógrafo del Papa, Peter Seewald, de Múnich (Baviera) pudo tener con Benedicto XVI, al despedirse le preguntó: “¿Usted es el fin de lo viejo y el inicio de lo nuevo?". La respuesta del Papa fue breve y segura: “Lo uno y lo otro”, respondió.

La grabadora ya estaba apagada; es por eso que esta última parte de la conversación no se encuentra en ninguno de los libros-entrevista de Peter Seewald, tampoco en el famoso “Luz del mundo”.  Se encuentra solo en una entrevista que él concedió al Corriere della Sera, después de la Declaración de renuncia de Benedicto XVI, en la que el biógrafo recordó aquellas palabras claves que figuran, en cierto modo, como máxima en el libro de Roberto Regoli.

De hecho, debo admitir que quizás es imposible resumir más concisamente el pontificado de Benedicto XVI. Y lo afirma quien en todos estos años ha tenido el privilegio de vivir una experiencia cercana a este Papa como un clásico “homo historicus”, el hombre occidental por excelencia, que ha encarnado la riqueza de la tradición católica como ningún otro; y que  -al mismo tiempo-  ha sido tan audaz como para abrir la puerta a una nueva fase, por aquel giro histórico que nadie hace cinco años hubiese podido imaginar. Desde entonces, vivimos una época histórica que en la bimilenaria historia de la Iglesia no tiene precedentes. 

Como en los tiempos de Pedro, también hoy la Iglesia una, santa, católica y apostólica continúa teniendo un único Papa legítimo. Y aun así, desde hace tres años, tenemos dos sucesores de Pedro viviendo entre nosotros -que no se encuentran en una relación de competencia entre ellos-, y sin embargo, ambos, con una presencia extraordinaria!. Podríamos añadir que el espíritu de Joseph Ratzinger marcó previamente y de forma decisiva el largo pontificado de San Juan Pablo II, en el que sirvió fielmente durante casi un cuarto de siglo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Muchos perciben todavía hoy esta nueva situación como una especie de estado de excepción querido por el Cielo.

Pero ¿Ya ha llegado el momento de hacer un balance sobre el pontificado de Benedicto XVI? Por lo general, en la historia de la Iglesia, solo ex post los papas pueden ser juzgados y valorados correctamente. Y como prueba de ello, el mismo Regoli menciona el caso de Gregorio VII, el gran Papa reformador del medievo, que al final de su vida murió en el exilio, en Salerno  -fracasado, a juicio de tantos de sus contemporáneos. Y sin embargo, fue precisamente Gregorio VII, en el centro de las controversias de su tiempo, quien plasmó de modo decisivo el rostro de la Iglesia para las generaciones que le siguieron. Tanto más audaz parece ser hoy el profesor Regoli, tratando de hacer en este momento un balance del pontificado de Benedicto XVI, aún en vida. 

La cantidad de material crítico que por esta causa ha visionado y analizado es realmente impresionante. De hecho, Benedicto XVI es y continúa estando presente de manera extraordinaria con sus escritos: sean aquellos producidos como Papa - los tres libros de Jesús de Nazaret y 16 volúmenes de enseñanzas que se han publicado durante su pontificado - sean los escritos como profesor Ratzinger o Cardenal Ratzinger, cuyas obras bien podrían llenar una pequeña biblioteca.

Y así, a esta obra de Regoli no le faltan notas a pie de página, numerosos son los recuerdos que despierta en mí. Porque yo estaba presente cuando Benedicto XVI, al final de su mandato, depuso el anillo del pescador, como ocurre a la muerte de un Papa, aunque en este caso él estaba vivo todavía! Estuve presente cuando él, en cambio, decide no renunciar al nombre que había elegido, como hizo el Papa Celestino V cuando, el 13 de diciembre de 1294, a pocos meses del inicio de su ministerio, se convirtió de nuevo en Pietro dal Morrone.

Por eso, desde el 11 de febrero de 2013, el ministerio papal no es como ha sido antes. Es y sigue siendo el fundamento de la Iglesia católica; y sin embargo, es un fundamento que Benedicto XVI ha transformado profundamente y de forma duradera en su pontificado de excepción (Ausnahmepontifikat), respecto al cual el sobrio cardenal Sodano, reaccionando con inmediatez y simplicidad después de la sorprendente Declaración de renuncia, profundamente emocionado y preso del desconcierto, exclamó que aquella noticia resonó entre los cardenales presentes “como un rayo en cielo despejado”. Era la mañana de aquel mismo día en que, por la noche, un rayo quilométrico con un ruido atronador golpeó la punta de la cúpula de San Pedro situada sobre la tumba del Príncipe de los apóstoles. Rara vez el cosmos ha acompañado más dramáticamente un punto de inflexión histórico. Pero la mañana de aquel 11 de febrero, el decano del Colegio cardenalicio, Angelo Sodano, concluyó su réplica a la Declaración de Benedicto XVI con una primera y análogamente cósmica valoración del pontificado, cuando al final dijo: “Cierto, las estrellas del cielo continuarán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado”.

Igualmente brillante y clarificadora es la exposición profunda y bien documentada de Don Regoli sobre las diversas fases del pontificado. Sobre todo la relativa al inicio, el cónclave de abril de 2005, del cual Joseph Ratzinger, después de una de las elecciones más breves de la historia de la Iglesia, salió elegido tras sólo cuatro votaciones, seguido de una dramática lucha entre el así llamado “Partido de la sal de la tierra” en torno a los cardenales, López Trujíllo, Ruini, Herranz, Rouco Varela y Medina y el denominado “Gruppo de San Gallo” en torno a los cardenales Danneels, Martini, Silvestrini y Murphy-O’Connor; grupo que recientemente, el mismo cardenal  Danneels de Bruselas, de manera divertida ha definido como “una especie de mafia-club”. La elección fue ciertamente el resultado de un enfrentamiento, la clave la había proporcionado el mismo Ratzinger como cardenal decano, en la histórica homilía del 18 de abril de 2005 en San Pedro; precisamente allí, donde a “Una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus propias ansias” contrapuso otra medida: “El Hijo de Dios y verdadero hombre” como “la medida de verdadero humanismo”. Esta parte del inteligente análisis de Regoli, hoy se lee casi como una obra de suspense desde no hace mucho tiempo; mientras, en cambio, la “dictadura del relativismo” desde hace tiempo se expresa de modo abrumador a través de los muchos canales de nuevos medios de comunicación que, en el 2005, apenas podíamos imaginar.

Ya el nombre que adoptó el nuevo Papa después de su elección fue, por tanto, un programa. Joseph Ratzinger no se convierte en Juan Pablo III, como tal vez muchos hubiesen deseado. Se vincula, sin embargo, a Benedicto XV, el incomprendido y desafortunado gran Papa de la paz en los terribles años de la Primera guerra mundial - y a san Benito de Norcia, patriarca del monaquismo y patrono de Europa-. Yo podría comparecer como testigo para testimoniar que, en los años precedentes, nunca el cardenal Ratzinger había presionado para obtener el más alto puesto en la Iglesia católica.

En cambio, soñaba vivamente con una posición que le hubiese permitido escribir en paz y tranquilamente algunos últimos libros. Todos sabemos que las cosas no fueron así. Durante la elección, después, en la Capilla Sixtina, fui testigo de que vivió la elección como un "verdadero shock" y se sentía "perturbado", sintió "como vértigo" tan pronto se dio cuenta que "el hacha" de la elección recaía sobre él. No desvelo ningún secreto porque fue el propio Benedicto XVI el primero en confesar todo esto públicamente con ocasión de la primera audiencia concedida a peregrinos llegados desde Alemania. De esta forma, no sorprende que fuese Benedicto XVI el primer Papa que, justo después de su elección, invitó a los fieles a rezar por él, hecho que una vez más recuerda este libro.

Regoli esboza los diversos años del ministerio de manera fascinante y conmovedora, evocando la maestría y la seguridad con la que Benedicto XVI ejerció su mandato. Y que emergieron ya cuando, pocos meses después de su elección, invitó a una conversación privada tanto a su antiguo y ávido  antagonista, Hans Küng, como a Oriana Fallaci, la agnóstica y combativa gran dama de origen hebraico de los medios de comunicación laicos italianos; o cuando nominó a Werner Arber, evangélico suizo y Premio Nobel, primer Presidente no católico de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Regoli no deja de mencionar la "falta de conocimiento de los hombres" que a menudo se ha atribuido al genial Teólogo en las sandalias del Pescador; capaz de valorar en modo genial textos y libros difíciles y que sin embargo, en el año 2010, con franqueza confió a Peter Seewald  que las decisiones sobre las personas fueron difíciles porque “nadie puede leer en el corazón del otro”. Cuánta razón tiene!

Justamente Regoli define ese 2010 como un “año negro” para el Papa, y precisamente en relación al trágico incidente mortal ocurrido a Manuela Camagni, una de las cuatro Memores pertenecientes a la pequeña “Familia pontificia”. Puedo sin duda confirmarlo. Frente a tal desgracia, los sensacionalismos mediáticos de aquellos años - desde el caso del obispo tradicionalista Williamson hasta una serie de ataques siempre más malévolos contra el Papa-, pudiendo haber tenido un cierto efecto, no golpearon el corazón del Papa tanto como la muerte de Manuela, arrebatada tan repentinamente de entre nosotros. Benedicto no ha sido un “Papa actor”, y mucho menos un insensible “Papa autómata”; también en el trono de Pedro ha habido y ha permanecido un hombre: o, como diría Conrad Ferninand Meyer, no fue un “libro ingenioso”, fue “un hombre con sus contradicciones”. Es así que yo mismo he podido conocerle  y apreciar cotidianamente. Y así sigue siendo a día de hoy.

Regoli observa que después de la última encíclica, "Caritas in Veritate", del cuatro de diciembre de 2009, un pontificado dinámico, innovador y con una fuerte carga desde el punto de vista litúrgico, ecuménico y canonista, de repente parece que de forma improvisada apareciese “lento”, bloqueado, enredado". También es cierto que en los años sucesivos el viento en contra aumentó, no puedo confirmar este juicio. Sus viajes al Reino Unido (2010), a Alemania y a Erfurt, la ciudad de Lutero (2011),  o al “ardiente” Oriente Medio - de los preocupados cristianos del Líbano (2012) - son todos hitos ecuménicos de los últimos años. Su conducta decisiva hacia la solución sobre las cuestiones de los abusos ha sido y sigue siendo una indicación decisiva sobre cómo se debe proceder. Y cuando, antes que él, nunca ha habido una Papa que - junto a sus grandes obligaciones - haya escrito también libros sobre Jesús de Nazaret que ¿quizás serán también considerados como su legado más importante?.

No es necesario que aquí me detenga sobre como él, que fue tan duramente golpeado por la repentina muerte de Manuela Camgni, más tarde sufrió también por la traición de Paolo Gabriele, miembro de la misma “Familia pontificia”. Y, sin embargo, está bien que yo diga de una buena vez y con toda claridad que Benedicto no renunció a causa del pobre y mal guiado ayudante de cámara, ni tampoco a causa de las "ghiottonerie" provenientes de su apartamento que, en el llamado “affaire Vatileaks”, circulaban por Roma como moneda falsa pero fueron comercializados en el resto del mundo como auténticos lingotes de oro. Ningún traidor o “topo” o cualquier periodista hubiese podido empujarle a esa decisión. Ese escándalo era demasiado pequeño para la magnitud del bien ponderado paso de histórica importancia milenaria que realizó Benedicto XVI.

La exposición de ese hecho por parte de Regoli merece consideración, ya que él no pretende sondear y explicar completamente esto último, paso misterioso; no promueve ese enjambre de leyendas con más supuestos que poco o nada tienen que ver con la realidad. Y yo también, testigo inmediato de aquel paso espectacular e inesperado de Benedicto XVI, tengo que admitir que por eso me viene de nuevo a la mente el notable y genial axioma con el cual en el medievo, Giovanni Duns Scoto justificó el divino decreto para la inmaculada concepción de la  Madre de Dios: “Decuit, potuit, fecit”.

A saber: era conveniente, porque era razonable. Dios podía, por eso lo hacía. Yo aplico el axioma a la decisión de la renuncia del modo siguiente: era conveniente, porque Benedicto XVI era sabedor de que sus fuerzas estaban mermando, tan necesarias para un trabajo de tal embergadura. Podía hacerlo, porque desde hacía tiempo había reflexionado a fondo, desde el punto de vista teológico, sobre la posibilidad de Papas eméritos en el futuro. Así lo hizo.

La renuncia trascendental del Papa teólogo ha representado un paso hacia adelante esencialmente por el hecho de que el 11 de febrero de 2013, hablando en latín ante los cardenales sorprendidos, introduce en la Iglesia católica la nueva institución del “Papa emérito”, declarando que sus fuerzas no eran las suficientes “para ejercitar de modo adecuado el ministerio petrino”. La palabra clave de aquella Declaración es munus petrinum, traducido como ocurre la mayoría de las veces - como “ministerio petrino”-. Sin embargo, munus, en latín, tiene una gran variedad de significados: puede querer decir servicio, encargo, guía o don, incluso prodigio. Antes y después de su dimisión, Benedicto ha entendido y entiende su tarea como la participación en tal “ministerio petrino”. Él ha dejado la cátedra pontificia y sin embargo, con el paso del 11 de febrero de 2013, no ha abandonado de hecho este ministerio. Él, en cambio, ha integrado el cargo personal en una dimensión colegial y sinodal, casi un ministerio en común, como si con esto quisiera confirmar una vez más la invitación contenida en aquel lema que el entonces Joseph Ratzinger escogió como arzobispo de Munich y Frisinga y que luego naturalmente mantuvo como Obispo de Roma: “cooperatores veritatis”, que significa concretamente “cooperador de la verdad”. De hecho no está en singular, sino en plural, traducido de la tercera carta de Juan, en la que en el versículo 8 está escrito:“Tenemos que acoger a estas personas para convertirnos en cooperadores de la verdad”.

Desde la elección de su sucesor, Francisco, el 13 de marzo de 2013, no hay por tanto dos papas, pero de hecho el ministerio se expandió - con un miembro activo y un miembro contemplativo-. Por esto, Benedicto XVI no ha renunciado ni a su nombre, ni a la sotana blanca. Por esto, el apelativo correcto para dirigirse a él es todavía hoy el de “Santidad”; y por esto, tampoco se ha retirado a un monasterio aislado, sino dentro del Vaticano - como si solo hubiese hecho un paso a un lado para dar espacio a su sucesor y a una nueva etapa en la historia del papado que él, con ese paso, ha enriquecido con el “eje” de su oración y de su compasión puesta en los jardines vaticanos.

Ha sido “el paso menos esperado en el catolicismo contemporáneo”, escribe Regoli, y por el contrario, una posibilidad sobre la cual el cardenal Ratzinger ya había reflexionado públicamente el 10 de agosto de 1978 en Múnich, en una homilía con ocasión de la muerte de Pablo VI. 35 años después, él no ha abandonado el encargo de Pedro - cosa que le hubiese sido imposible a consecuencia de su aceptación irrevocable del encargo en abril de 2005-.  Con un acto de extraordinaria audacia él, en cambio, ha renovado este encargo (también contra las opiniones de consejeros bien intencionados y sin duda competentes) y con un último esfuerzo lo ha potenciado (como espero). Esto ciertamente podrá demostrarlo únicamente la historia. Pero en la historia de la Iglesia quedará que aquel año 2013, el célebre teólogo sobre la Cátedra de Pedro se convirtió en el primer “Papa emeritus” de la historia. Desde entonces, su rol - me permito repetirlo una vez más -, es completamente diferente a aquel, por ejemplo, del santo Papa Celestino V, que después de su dimisión en el año 1294 quiso volver a ser eremita, convirtiéndose en cambio en prisionero de su sucesor Bonifacio VIII (al que debemos hoy en la Iglesia la institución de los años jubilares). Un paso como el realizado por Benedicto XVI hasta ahora nunca había sucedido. Por eso, no es sorprendente que para algunos haya sido percibido como un acto revolucionario, o por el contrario como absolutamente conforme al Evangelio; mientras otros todavía lo ven como el papado secularizado como nunca antes,  y por lo tanto más colectivo y funcional o incluso simplemente más humano y menos sagrado. Y otros son de la opinión que Benedicto XVI, con este paso, - hablando en términos teológicos e histórico-críticos- casi ha desmitificado el papado.

En su panorámica del pontificado, Regoli expone todo esto claramente como nadie antes lo ha hecho. La parte quizás más conmovedora de su lectura ha sido para mí el paso donde, en una larga cita, recuerda la última audiencia general de Benedicto XVI, el 27 de febrero de 2013 cuando, bajo un inolvidable cielo limpio y claro, el Papa que dentro de poco habría dimitido, resume su pontificado de esta manera:

“Ha sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede empañar.”

Debo admitir que, al releer estas palabras, ahora casi me vuelven las lágrimas a los ojos, tanto por haber visto personalmente, de cerca y de forma incondicional, como él mismo y su ministerio, se traduce en la adhesión del Papa Benedicto a las palabras de San Benito, según las cuales “nada se tiene que anteponer al amor de Cristo”, nihil amori Christi praeponere, como se dice en la regla dictada por el Papa Gregorio Magno. Fui entonces testigo, pero todavía ahora sigo estando fascinado por la precisión de aquel último análisis en la Plaza de San Pedro que sonaba tan poético, pero que no era más que profético. De hecho, son palabras que aún hoy Francisco firmaría de inmediato y sin duda suscribiría. No a los papas sino a Cristo, el Señor mismo y a nadie más pertenece la nave de Pedro, batida por las olas en un mar en tempestad, cuando una y otra vez tememos que el Señor duerma y que no se preocupe de nuestras necesidades, mientras le basta una sola palabra para cesar todas las tormentas; cuando, en cambio, lo que nos hace caer continuamente en el pánico, más que las altas olas y el aullar del viento, es nuestra incredulidad, nuestra poca fe y nuestra impaciencia.

Así, este libro lanza de nuevo una mirada consoladora sobre la pacífica imperturbabilidad  y serenidad de Benedicto XVI, en el timón de la barca de Pedro en los dramáticos años 2005-2013.


Fuente: Acistampa

Fotografías copyright: formiche.net


TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL: Un puente de fe

jueves, 12 de mayo de 2016

Francisco se abre a la posibilidad del diaconado femenino.


Noticia vista en Secretum Meum Mihi, 12-May-2016.

Francisco se abre a la posibilidad del diaconado femenino

Información de agencia ANSA, May-12-2016.

(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO, 12 MAY - El papa Francisco anunció que instituirá una comisión de estudio sobre el diaconato femenino, como existía en la Iglesia primitiva, considerando que las mujeres diácono son "una posibilidad para hoy".

Lo dijo durante la audiencia de hoy con la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISQ), respondiendo a una pregunta.



Actualización May-12-2016 (13:44 UTC): La misma información tomada de otras agencias que en el momento de redactar la entrada no habían proporcionado ningún despacho.

Agencia EFE.

Ciudad del Vaticano, 12 may (EFE).- El papa Francisco anunció hoy su intención de crear una comisión que estudie la posibilidad de que también las mujeres puedan ser diáconas.

"Es una posibilidad a día de hoy", respondió Francisco a la pregunta de una religiosa durante la audiencia que concedió a la Unión Internacional de las Superiores Generales.

El diaconado es el grado de consagración anterior al del sacerdocio y en él que se pueden administrar algunos sacramentos, como el bautismo y el matrimonio, que actualmente sólo pueden recibir los hombres.

Ante las 900 superiores generales de varios institutos y congregaciones religiosas reunidas hoy en esta audiencia, Francisco mostró su disposición por primera vez a que también haya mujeres diáconas.

A la pregunta de una de ellas de por qué no instituir una comisión oficial que estudie esta posibilidad, Francisco explicó que hace tiempo comentó con un "sabio profesor" el tema de las "diáconas en los primeros siglos de la Iglesia, pero no se sabía realmente qué papel desarrollaban y sobre todo si habían sido ordenadas o no".

"¿En cuanto a crear una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?, creo que sí. Sería hacer el bien de la Iglesia y aclarar este punto. Estoy de acuerdo y hablaré para que se pueda realizar algo así. Acepto la propuesta. Me parece algo útil esta comisión que aclare bien las cosas".

Esta posibilidad ya había surgido durante el Sínodo de los obispos del pasado octubre de 2015, cuando el arzobispo canadiense Paul-André Durocher durante su intervención propuso al resto de obispos la posibilidad de estudiar que también las mujeres pudieran ordenarse como diáconas.

Según el concilio Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: "administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, (y) llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles".

También figuran las funciones de "instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales (y) presidir el rito de los funerales y sepultura".

Agencia Notimex.

Ciudad del Vaticano, 12 may (NOTIMEX).-Francisco afirmó hoy que creará una comisión de estudio para analizar la posibilidad de permitir a las mujeres ejercer el servicio del diaconado en la Iglesia católica, actualmente reservado de manera exclusiva a hombres.

Esto durante un encuentro –en el Aula Pablo VI del Vaticano- con unas 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas del mundo, asistentes a la asamblea trienal de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

En la reunión el pontífice respondió improvisando a seis preguntas de las presentes, una de ellas le cuestionó: "¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?".

En su respuesta el líder católico reveló que había abordado el asunto hace algunos años con un "buen y sabio profesor", el cual tenía estudios sobre el uso de las mujeres diáconos en los primeros siglos de la Iglesia.

Siguió reconociendo que no estaba claro qué papel tenían esas mujeres. "¿Cuáles fueron estas mujeres diáconos? ¿Tenían ordenación o no? Está poco claro eso. ¿Cuál fue el papel de esas ‘diaconisas' entonces?", se cuestionó.

"¿Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión? Creo que sí. Sería bueno, para hacer que la Iglesia aclare este punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar", añadió.

Actualmente la Iglesia católica reserva el diaconado exclusivamente a los hombres. Los seminaristas son ordenados "diáconos temporales" un tiempo antes de recibir la ordenación sacerdotal.

Pero no sólo pueden ser diáconos quienes serán presbíteros, también existe una categoría distinta de "diáconos permanentes" que incluso pueden ser casados. Estos son considerados el "grado inferior de la jerarquía eclesiástica".

Entre las funciones permitidas a los diáconos destacan la proclamación del evangelio, la predicación y la asistencia en el altar, la administración del sacramento del bautismo y el presidir matrimonios, dar bendiciones. Ellos no pueden celebrar misa ni confesar o dar la unción de los enfermos.

La discusión sobre el diaconado femenino no es nueva. Durante la pasada asamblea del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2015, el arzobispo canadiense Paul-André Durocher avanzó el tema.

"El Sínodo debería reflexionar seriamente sobre la posibilidad de permitir el diaconado femenino, porque abriría el camino a mayores oportunidades para las mujeres en la vida de la Iglesia", señaló.

"En donde fuese posible, a mujeres calificadas se les debería asignar posiciones y autoridades de decisión en las estructuras eclesiásticas", añadió.



Actualización May-12-2016 (16:50): En un despacho de agencia AFP se hace mención al portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, de quien se dice que §no quiso confirmar la noticia hasta que consulte directamente al pontífice”.

El papa Francisco anunció este jueves que creará una comisión para que estudie la posibilidad de autorizar a las mujeres ser diáconos y administrar algunos sacramentos, como bautismo y matrimonios. El anuncio del papa fue hecho en un encuentro en el Aula Paulo VI del Vaticano ante 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas de todo el mundo.

Se trata de una propuesta innovadora, que la Iglesia ha abordado en el pasado sin dar el paso, por lo que hasta ahora los sacramentos pueden ser administrados solo por religiosos hombres.

El papa argentino, que en varias ocasiones se ha pronunciado a favor de otorgar un mayor papel a la mujer en la Iglesia, respondía así a seis preguntas hechas por las religiosas.

«¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?», le preguntó una de las asistentes. «Creo que sí.. Sería bueno, para hacer que la Iglesia aclare ese punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar», dijo, según refiere la agencia católica en español Religión Digital.

Interrogado sobre el tema, el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, no quiso confirmar la noticia hasta que consulte directamente al pontífice.

En la Iglesia, los diáconos pueden pronunciar el sermón durante la misa y oficiar bautizos, bodas y funerales. En cambio, los curas son los únicos que pueden celebrar la eucaristía o confesar a los fieles.

El diaconato se consideró durante mucho tiempo como una etapa hacia el sacerdocio, pero el concilio Vaticano II restableció el diaconato permanente, accesible a hombres casados, que asisten a los curas o los sustituyen en algunas ceremonias.

Un obispo canadiense, Paul-André Durocher, propuso durante el sínodo de la familia celebrado en octubre pasado en el Vaticano que las mujeres puedan ser diáconos, abriendo el debate y generando aplausos entre los asistentes.

Contra la desigualdad

Francisco ha expresado varias veces su voluntad de remediar la flagrante desigualdad entre hombres y mujeres en el seno de la Iglesia, aunque ha tomado pocas medidas concretas al respecto.

El pontífice argentino descartó que las mujeres puedan ser curas, explicando que sus predecesores, en particular Juan Pablo II, ya habían examinado atentamente esa propuesta antes de rechazarla.


lunes, 18 de abril de 2016

Amoris lætitia: una victoria del subjetivismo.

Publicamos un breve estudio crítico realizado por un Padre de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X sobre la exhortación postsinodal Amoris lætitia. Visto en el sitio de la FSSPX del Distrito de Sudamérica, 17-Abr-2016.


Amoris lætitia: una victoria del subjetivismo



El pasado 8 de abril, se publicó la exhortación postsinodal tan esperada del Papa Francisco. En esta carta, el Papa no ha ni concedido un permiso general para dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, ni dejado a las conferencias episcopales el poder de dar derogaciones. Ha retomado también los términos del último sínodo de los obispos, diciendo que “no hay ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia” (n° 251). Finalmente, se ha pronunciado de manera clara contra la teoría de género, denunciándola como una ideología que va en contra del orden de la creación (cf. n° 56). A causa de todo aquello, el Papa Francisco decepcionó a mucha gente entre los que no son católicos, sino [que se encuentran] en el papel y en los ámbitos liberales.
Sin embargo, con Amoris lætitia, el Papa abre una brecha que pone en tela de juicio toda la moral católica. En el capítulo 8, titulado Acompañar, discernir e integrar la fragilidad, el Papa Francisco abrió puertas que permitirán en lo sucesivo el sustraerse a la moral católica, resguardándose al mismo tiempo detrás de las instrucciones del Papa. Éste no sólo repite las afirmaciones dudosas del último sínodo, según las cuales los divorciados vueltos a casar son “miembros vivos de la Iglesia”, sobre los cuales el Espíritu Santo vierte “sus dones y carismas para el bien de todos” (n° 299), sino que va más allá todavía. Desde luego, la enseñanza sobre el matrimonio católico y todas las antiguas normas siguen todavía en vigor; para los que viven en concubinato o que están simplemente unidos por un matrimonio civil, les está, por lo tanto, prohibido recibir la absolución y la santa comunión, pero… ¡hay excepciones!

Una puesta en tela de juicio de la moral católica

Tendríamos, dice el Papa, que evitar los juicios “que no toman en cuenta la complejidad de diversas situaciones” (n° 296). Las normas generales serían desde luego un bien, “pero en su formulación, no pueden abrazar en lo absoluto todas las situaciones particulares” (n° 304). Esto se puede entender para la mayoría de las normas humanas, pero no para las leyes divinas que afirman que el acto conyugal sólo está permitido entre un hombre y una mujer unidos por un matrimonio válido, y que un matrimonio sacramental y consumado no puede ser separado por ningún poder en el mundo –ni siquiera el del Papa-. Estas leyes no conocen ninguna excepción y son válidas independientemente de las circunstancias.
Además, la Iglesia enseñó siempre, a semejanza de muchos filósofos paganos, que existe, al lado de los actos moralmente indiferentes, actos buenos o malos en sí; el alcance moral de una acción tiene, pues, algo de objetivo y no depende solamente de las circunstancias o de la intención del sujeto. Matar a un inocente, abusar de un niño o calumniar a alguien, es siempre un acto malo, cualesquiera que sean las circunstancias, y no podrá nunca llegar a ser un acto moralmente bueno, incluso si está hecho con la mejor de las intenciones. Aquel que estima, por ignorancia y con una consciencia errónea, que está permitido matar a un inocente para salvar a otro, o calumniar a un adversario para una buena causa, puede eventualmente ser excusable del punto de vista del pecado, de manera subjetiva, pero su acto sigue siendo objetivamente malo. Al contrario, ayudar a los que están en la necesidad, o respetar la promesa de fidelidad hecha a su esposa o a su esposo, constituye siempre un acto bueno. Si alguien hiciera algo bueno únicamente para ser alabado por los demás o para ser pagado a cambio, esto disminuiría su mérito personal o incluso lo suprimiría completamente, pero su acto en sí mismo seguiría siendo bueno. La ley natural no es pues solamente “una fuente de inspiración” para la toma de una decisión, como lo afirma el párrafo 305, sino que prohíbe o manda algunas acciones de manera necesaria.
Esto verdaderamente no tiene nada que ver con el hecho de creer “que todo es blanco o negro” (n° 305). Se puede tener muy bien una cierta comprensión por una mujer que se comprometería en una nueva relación en razón de una infidelidad o de la sequedad de corazón de su esposo, se puede admitir que en tal o cual caso la falta es menos grave, sin embargo, el adulterio sigue siendo un acto malo en sí.
Ahora bien, el Papa Francisco afirma ahora que “ya no es posible decir que todos los que se encuentran en una cierta situación ‘irregular’ viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante”, y no sólo por ignorancia de la norma divina, sino también en razón “de una gran dificultad para captar los valores incluidos en la norma”. Un sujeto puede incluso “puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa” (n° 301). El Papa afirma así, oficialmente, que puede encontrarse que alguien deba seguir en una relación objetivamente pecaminosa para evitar cargarse con una nueva falta. El único caso imaginable aquí es el de un hombre y una mujer, no casados religiosamente, que siguen juntos para educar a sus niños menores. Este caso ya fue aprobado en el pasado por la Iglesia con la condición de que esta pareja viva como hermano y hermana, en la abstinencia completa.

¿Cuáles son las consecuencias lógicas de estos errores?

Supongamos ahora que una pareja, viviendo fuera del matrimonio, tenga una “gran dificultad” para entender que es pecaminoso. Esta pareja quiere amar y servir a Dios en esta situación y actúa así subjetivamente en toda buena consciencia. Tal caso puede eventualmente presentarse en razón de la confusión general provocada por los medios de comunicación, la opinión pública y sacerdotes que desafían la enseñanza contraria de la Iglesia. Si es pues posible que tal pareja sea exenta de pecado del punto de vista subjetivo, su relación contradice, sin embargo, objetivamente la voluntad de Dios. Un verdadero pastor, cuya misión es volver a llevar las ovejas perdidas a las vías de Dios, no puede, pues, aceptar tal situación, ni darles los sacramentos, como si se tratara de una pareja casada cristianamente. Ahora bien, es precisamente a eso a lo que conducen las consideraciones del Papa. Es posible, escribe: “que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia” (n° 305). Como lo hace notar explícitamente la nota al pie de página n° 351, esta ayuda de la Iglesia puede también componerse “en algunos casos” “de la ayuda de los sacramentos”, ya que la Eucaristía no sería “un precio destinado a los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”[1]. En esto el Papa se aleja de la moral católica, teniendo al mismo tiempo el aplomo de apoyarse, para justificar tales sofismas, sobre las distinciones enseñadas por Santo Tomás de Aquino.
El Papa Francisco puede recordar siempre que “hay que evitar toda interpretación desviante” y “proponer el ideal completo del matrimonio… en toda su grandeza”, y también que “toda forma de relativismo” debe ser desterrada, pero está ahora en manos de cada pastor el proceder, en el foro interno, “al discernimiento responsable personal y pastoral de los casos particulares” (n° 300). Así, la decisión de dar o no los sacramentos en tales casos será de facto confiada a la apreciación personal de cada sacerdote. Pero ¿qué sacerdote tomará el riesgo de dar los sacramentos a una pareja en razón de su situación particular y de negarlos a otras parejas no casadas?
Además, la argumentación del Papa puede aplicarse fácilmente a otros casos. Si una pareja de homosexuales se ama verdaderamente y si no llegan sencillamente a entender que su modo de vida es pecaminoso, ¿se les puede entonces dar también la comunión?
¿Y qué hay que pensar de la aserción: “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (n° 297)? En el Evangelio, el Hijo del hombre dice a los que han hecho el mal: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25, 41). El que no quiere abandonar una situación pecaminosa, sino que al contrario, persiste en el pecado hasta el fin, está condenado por Dios para la eternidad. Sin embargo, el Papa parece decir que no se puede privar indefinidamente de la comunión a una pareja que vive en el pecado. De la misma manera, ¿cómo podemos condenar para siempre a un ladrón que se niega a devolver lo que ha robado? ¿El bien adquirido ilegalmente vuelve a ser, con el tiempo, su posesión con toda legalidad? Es exactamente lo que correspondería a la lógica del Papa.

Los bellos pasajes, ellos mismos, no están indemnes de errores

No hay que silenciar que hay también en Amoris lætitia, muy bellos pasajes. El Papa se esfuerza verdaderamente en promover el ideal del matrimonio cristiano. Explica por qué la unión entre un hombre y una mujer en el matrimonio debe ser por naturaleza indisoluble, da una bella imagen de la familia cristiana, hablando del gran regalo que representan los niños, da consejos para sobrellevar las crisis y educar a los niños. Contra la ideología, muy difundida, de género, escribe: “Cada niño tiene el derecho de recibir el amor de una madre y de un padre, los dos siendo necesarios para su maduración íntegra y armoniosa” (n° 172). Insiste sobre el hecho de que los niños necesitan la presencia de su madre, sobre todo durante los primeros meses de la vida (n° 173), y muestra también el papel importante del padre y los peligros de una “sociedad sin padres” (n° 176). Francisco recuerda además, que la educación de los niños es un “derecho primario” de los padres y que el Estado sólo tiene un papel subsidiario en ella (n° 84).
Pero incluso en estos párrafos, hay críticas que se imponen aún al espíritu. Por ejemplo, ¿es verdaderamente apropiado, en un texto apostólico sobre el matrimonio y la familia, insertar una larga cita de Martin Luther King, un acatólico notorio cuya enseñanza no tiene lugar en tal documento?
Se nota igualmente que el Papa comete un error cristológico cuando escribe que Jesús era “educado en la fe de sus padres, hasta llegar a hacerla fructificar en el misterio del Reino” (n° 65). Siendo Hijo de Dios por naturaleza, Jesús no tenía fe ya que tenía la visión de su Padre y de las cosas divinas, y por consiguiente, no necesitaba tampoco ser educado en la fe.
Repetidas veces se encuentra también una mezcla del orden natural y del sobrenatural, cuando hace el elogio de un bien natural viendo en él, demasiado rápido, la obra del Espíritu Santo. Francisco afirma así que en cada familia donde los niños están educados hacia el bien, el Espíritu es vivo, y eso de manera totalmente independiente de la religión a la cual pertenece (n° 77; cf. también n° 47 y 54).
Sin embargo, es sobre todo con el capítulo 8 que Amoris lætitia se inscribe en los escritos apostólicos más deplorables de la historia de la Iglesia actual. Sólo se puede esperar que los cardenales, obispos y teólogos que constantemente defendieron la doctrina sobre el matrimonio religioso contra las edulcoraciones de estos dos últimos años, se atrevan aún a resistir.

Padre Matthias Gaudron, FSSPX

[1] El párrafo 300, con la nota n° 336, precisa también que las consecuencias de una norma no deben ser necesariamente idénticas para todos, incluso para la “disciplina sacramental”.

viernes, 30 de octubre de 2015

El triunfo de la ambigüedad: Los pasajes más polémicos de la relatio final del Sínodo.

Artículo visto en AdelanteLaFe, 25-Oct-2015.


El triunfo de la ambigüedad – Los pasajes más polémicos de la relatio final del Sínodo

Hay seis puntos en la Relatio Final que son los más controvertidos, los números 70-71, 75 y 84-86, los cuales obtuvieron menos “sí” y más “no” en las votaciones que otros puntos. Los parágrafos 84-86 (sobre los divorciados vueltos a casar) consiguieron 187, 178 y 190 votos “sí” y 72, 80 y 64 “no” respectivamente. El número mínimo de votos para que un texto sea incluido en la Relatio Final era 177, por lo que el n.85 se ha colado por un solo voto.

El pasaje 85 (que consta de dos parágrafos) es especial; cita la Familiaris Consortio 84 de Juan Pablo II pero omite la parte en que se prohíbe la comunión a los “divorciados y vueltos a casar”. También se abre un camino hacia la descentralización doctrinal al hablar de las “directrices del obispo” con respecto al “divorciado vuelto a casar”.

Nuestro comentario inicial puede encontrarse en la parte inferior de este post, el cual se ha ampliado ante el discurso del Papa contra los conservadores; un signo evidente de frustración y un vistazo aterrador de su teología (¿desde cuándo es posible oponer la “letra” y el “espíritu” de la doctrina CRISTIANA?). Seguiremos el lunes.

Situaciones complejas

69. El sacramento del matrimonio, como unión fiel e indisoluble entre un hombre y una mujer llamados a acogerse recíprocamente y a acoger la vida, es una enorme gracia para la familia humana. La Iglesia tiene la alegría y el deber de anunciar esta gracia a cada persona y en cada contexto. Se siente hoy, de modo aún más urgente, la responsabilidad de hacer redescubrir a los bautizados cómo la gracia de Dios opera en su vida – incluso en las situaciones más difíciles – para conducirlos a la plenitud del sacramento. El Sínodo, mientras que aprecia y anima a las familias que honran la belleza del matrimonio cristiano, pretende promover el discernimiento pastoral de las situaciones en las que el recibimiento de este don resulta difícil de ser apreciado, o en diversos modos comprometido. Mantener vivo el diálogo pastoral con estos fieles, para consentir la maduración de una coherente apertura al Evangelio del matrimonio y de la familia en su plenitud, es una tremenda responsabilidad. Los pastores deben identificar los elementos que puedan favorecer la evangelización y el crecimiento humano y espiritual de aquellos que se encomiendan al Señor y a su cuidado.

70. Que la pastoral proponga con claridad el mensaje evangélico y tome los elementos positivos presentes en aquellas situaciones que no correspondan aún o no más a ello. En muchos Países un creciente número de parejas conviven, sin ningún matrimonio ni canónico, ni civil. En algunos Países existe el matrimonio tradicional, concertado entre las familias e incluso celebrado en diferentes etapas. En otros Países en cambio se encuentra en aumento el número de aquellos que, después de haber vivido juntos por largo tiempo, solicitan la celebración del matrimonio en la iglesia. Se opta a menudo por la simple convivencia a causa de la mentalidad general contraria a las instituciones y al compromiso definitivo, pero también a la espera de una seguridad existencial (trabajo y salario fijo). En otros Países, finalmente, las uniones resultan de hecho siempre más numerosas, no sólo por el rechazo a los valores de la familia y del matrimonio, sino también por el hecho de que casarse es percibido como un lujo, a causa de las condiciones sociales, y es así que la miseria material orilla a vivir uniones de facto. Todas estas situaciones son confrontadas de manera constructiva, buscando transformarlas en oportunidad de camino de conversión hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio.

71. La elección del matrimonio civil o, en diferentes casos, de la simple convivencia, muy a menudo no es motivada por prejuicios o resistencia en contra de la unión sacramental, sino por situaciones culturales o contingentes. En muchas circunstancias, la decisión de vivir juntos es señal de una relación que quiere realmente orientarse hacia una perspectiva de estabilidad. Esta voluntad, que se traduce en un vínculo duradero, confiable y abierto a la vida puede considerarse como un compromiso sobre el cual implantar un camino hacia el sacramento nupcial, descubierto como el plan de Dios sobre la propia vida. El camino de crecimiento, que puede conducir al matrimonio sacramental, será animado por el reconocimiento de los rasgos propios del amor generoso y duradero: el deseo de buscar el bien del otro antes del propio; la experiencia del perdón pedido y dado; la aspiración a constituir una familia no cerrada sobre sí misma y abierta al bien de la comunidad eclesial y de la sociedad entera. A lo largo de este recorrido podrían ser valoradas aquellas señales de amor que propiamente corresponden al reflejo del amor de Dios en un auténtico proyecto conyugal.

***

75.Una dificultad particular presentan las situaciones respecto al acceso al bautismo de personas que se encuentran en una condición matrimonial compleja. Se trata de personas que han contraído una unión estable en algún momento en el cual al menos una de ellas no conocía la fe cristiana. Los Obispos están llamados a ejercer, en estos casos, un discernimiento pastoral proporcional al bien espiritual de éstas.

El discernimiento y la integración

84.- Los bautizados que están divorciados y vueltos a casar civilmente deben estar más integrados en las comunidades cristianas en los diversos modos posibles, evitando toda ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino para que puedan tener una feliz y fecunda experiencia de ella. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos.

Su participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es necesario por ello discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no están y no deben sentirse excomulgados, y pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, los cuida con afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio.

Esta integración es necesaria también para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes. Para la comunidad cristiana, cuidar a estas personas no es un debilitamiento de la propia fe y del testimonio acerca de la indisolubilidad matrimonial, sino que así la Iglesia expresa en este cuidado su caridad.

85.- San Juan Pablo II ha ofrecido un criterio integral que permanece como la base para la valoración de estas situaciones: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido” (Familiaris Consortio, 84). Es entonces tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento.

Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis, si hubo intentos de reconciliación, cómo está la situación del compañero abandonado, qué consecuencia tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de fieles, qué ejemplo ofrece a los jóvenes que se deben preparar para el matrimonio. Una sincera reflexión puede reforzar la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a ninguno.

Además, no se pueden negar que en algunas circunstancias “la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas” (CCC, 1735) a causa de diversos condicionamientos. Como consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la “imputabilidad subjetiva” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a).
En determinadas circunstancias las personas encuentran grandes dificultades para actuar de modo distinto. Por ello, mientras se sostiene una norma general, es necesario reconocer que la responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos. El discernimiento pastoral, teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada por las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. También las consecuencias de los actos realizados no son necesariamente las mismas en todos los casos.

86.- El recorrido de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. El coloquio con el sacerdote, en el fuero interno, concurre con la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer. Dado que en la misma ley no hay gradualidad (FC, 34), este discernimiento no podrá nunca prescindir de las exigencias de la verdad y la caridad del Evangelio propuesta por la Iglesia. Para que esto suceda, deben garantizarse las necesarias condiciones de humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y en el deseo de alcanzar una respuesta más perfecta a ella.

[Traducción de rorate]

¿Nuestro apunte?

El cristianismo siempre ha tratado sobre la Presencia y Palabra de Dios, no sobre encontrar excepciones legales, y acuerdos para no ser santo. El judaísmo post-segundo templo y el Islam siempre han sido estrictamente religiones legales. Los fariseos (los ancestros directos de la corriente dominante del Judaísmo post-segundo templo) que tanto intentaron desacreditar a nuestro Señor, llevaron a cabo precisamente ese trabajo -razón por la que es tan irónico que el papa Francisco use tanto la palabra “fariseo” como una crítica, cuando su uso de la misericordia evidentemente oculta el uso de los detalles legales, excepciones y subterfugios para rodear las claras palabras del Señor. Sucedió en el lamentable motu proprio sobre la nulidad del matrimonio, debilitando la indisolubilidad. Ahora, con esta ambigua declaración permitiendo la posibilidad del sacrilegio -que sólo fue aprobada a causa de su presión personal, con el número más bajo de votos posibles, que llegaron de sus delegados personales-, se ha debilitado de nuevo el matrimonio, el más fecundo (literalmente) de los Sacramentos, por el que nuevos hijos de cristianos nacen a la vida material para reponer la Iglesia y el cielo. Todo esto es un asunto lamentable. Pasarán siglos antes de que este lío se deshaga. Que Dios nos ayude.