lunes, 28 de febrero de 2011

Consejos para enfrentar una crisis.


La Catherine Austin Fitts a la que nos referimos en el “Comentarios Eleison” de la semana pasada y quien citó a un asesor ejecutivo de Washington jactándose de cómo el mundo moderno se basa en la fantasía, fue ella misma una persona de confianza de Washington, fungiendo como Secretaria Asistente del Departamento de Vivienda durante la administración de George Bush (padre). Ella sabe entonces de lo que habla. En la misma entrevista tuvo también otros puntos interesantes a resaltar, en particular los consejos que le daría al Norteamericano promedio que está preocupado por su futuro económico y que quiere preservar su riqueza y calidad de vida. Ella dijo (321gold.com, Febr. 2, “Somos víctimas de un Golpe de Estado Financiero”):

“Su tiempo y su atención cuentan. Deje de escuchar o de relacionarse con gente o instituciones que tienen un interés creado en la centralización. Comience por apagar su televisor. Cambie sus depósitos, adquisiciones y donaciones hacia aquellas personas y compañías en las que pueda confiar. 
 “Disminuya sus gastos fijos. Utilice su tiempo para adquirir tantas habilidades como le sea posible, habilidades que puedan ayudarle a hacer más por sí mismo y a intercambiar cosas con aquellas personas que lo rodean. Invierta en bienes concretos, incluyendo metales preciosos. No permita que lo agote lo que denomino “combustión lenta”. Finalmente, construya su entendimiento y habilidad para involucrarse en el combate espiritual. La corrupción financiera no es más que el síntoma de un problema moral y cultural mucho más profundo e invasivo. Organice su vida para servir a quienes ama y a lo que ama.
“Proteja su salud. El alimento y el suministro de agua está lentamente siendo controlado y envenenado. Tomar medidas para asegurar fuentes locales de agua y comida fresca es esencial para su salud. También lo es el educarse a sí mismo en los pasos a tomar para desintoxicar su cuerpo y fortalecer su sistema inmunológico. El aumento de la contaminación ambiental y electromagnética llama a un cierto esfuerzo para mantener la energía y la fortaleza física, esfuerzo que era impensable hace una década”.  

En la misma línea de pensamiento y en el mismo sitio web (Ene. 17, “Esperando por un Héroe” escrito por Larry Laborde) encontramos otro párrafo de un gran consejo práctico para cualquiera que pueda darse cuenta de que se acercan problemas graves:

“Entonces ¿qué es lo que el ciudadano promedio de los Estados Unidos de Norteamérica debería estar haciendo en este punto? Evitar los bonos municipales como si fuesen una plaga. Serán los primeros en ser declarados en moratoria de pagos. Eviten también los bonos a largo plazo de los EEUU. Las notas de EEUU a corto plazo (6 meses o menos) probablemente son aceptables por el momento, pero esté atento para venderlas en cualquier momento. Reduzca sus gastos y guarde efectivo. Viva POR DEBAJO de sus posibilidades. Ahorre dinero y respalde ese dinero con metales preciosos. Mantenga su dinero en uniones de crédito o bancos locales. Verifique la posición en la que se encuentran dichos bancos y asegúrese que está ahorrando en la institución más segura de su área. Corte por mitad las tarjetas de crédito y deje de usarlas. Pague sus compras en efectivo. Mantenga el equivalente a 2 meses de efectivo a la mano en un fondo de emergencia. Invierta en metales preciosos, 50% en oro y 50% en plata. Invierta en metales preciosos físicos cuando sea posible. Para aquellos pequeños inversionistas, una buena inversión sería simplemente el comprar lo equivalente a 6 meses de suministros no-perecederos que usan normalmente en el día a día. Probablemente costarán de un 5 a un 10% más en 6 meses (un nada despreciable retorno sobre la inversión). Plante una hortaliza o patrocine a un granjero local (o ambas)”.  

En breve, despierte. Comience por apagar la televisión. Viva no más allá de sus posibilidades, sino cómodamente dentro de estas. Ahorre dinero, invierta localmente e invierta en metales preciosos. Manténgase, por lo menos mentalmente, fuera de la carrera del ratón y regrese mentalmente de lo virtual a lo real. Deje de usar tarjetas de crédito. Guarde algunos suministros alimenticios pero tenga mucho cuidado de lo que come y toma. Despierte para darse cuenta que los enemigos de la humanidad envenenan la comida y el agua en búsqueda del control global, parte de una guerra en contra de la humanidad que es fundamentalmente espiritual. Católicos, ¡pongan su Fe bajo pie de guerra!

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison”, N° 189, 26 de Febrero de 2011.

domingo, 27 de febrero de 2011

¿Darwinismo “cristiano”?


El 5 de mayo del corriente se le concedió el premio Templeton al ex dominico Fran­cisco J. Ayala [1], biólogo darwinista que sos­tiene se da una compatibilidad perfecta entre la teoría evolucionista y la doctrina católica.
Lo que escandaliza no son tanto las con­vicciones de Ayala, nada nuevas, por cierto, en el horizonte del catolicismo neotérico, cuanto la concesión al ex fraile de un premio considerado como el “Nobel” de la religión. En efecto, ¿puede enaltecerse como “católi­co” a quien se adhiere toto corde (“con todo su corazón”) al darwinismo y propone ni más ni menos que una teodicea darwinista de su cosecha según la cual sólo el darwinismo, paradójicamente, es compatible con la idea de Dios, mientras que la adhesión a la doctri­na de la creación significa, en su dictamen, el reconocimiento en Dios de carencia de po­der o de bondad? [2]. Con eso y todo, a Ayala se le conoce como “darwinista católi­co”, y polemizó en cuanto tal con el darwinista ateo Dawkins, quien afirmaba que la veraci­dad de la teoría biológica de Darwin hipote­caba grandemente la verdad del cristianismo. Tenemos así la coherencia (en el error) del darwinista Dawkins que Ayala rechaza en nombre de un incoherente darwinismo cris­tiano.
Los titubeos del magisterio tocante a la teoría de la evolución biológica y la nada des­preciable simpatía que muchos pastores de almas sienten por las interpretaciones de Darwin nos inducen a realizar un análisis bre­ve y necesariamente parcial de dicha teoría a la luz de la verdad.

Premisa.

El darwinismo puede reducirse, sin mer­ma de la profundidad del análisis, a tres aser­ciones:

a) La materia inerte puede pasar y pasó, auto-organizándose por virtud propia, a materia viva (generación espontánea de la vida).
b) La materia viviente evolucionó, a lo largo de la historia de la vida, desde los primeros seres unicelulares hasta el hombre (evolucio­nismo).
c) Tamaña evolución biológica se verificó se­gún el principio democriteo del azar y de la necesidad, es decir, por conducto de la deri­vación casual, fruto de mutaciones genéticas, de nuevas especies a partir de las preexis­tentes (especiación) y de la selección de las especies más adaptadas para vivir en un am­biente dado (selección natural).

Tal teoría postula una filosofía muy con­creta que tiene por cimientos:

1) El materialismo: la vida reside en la materia y, por ende, el alma es inútil tanto como forma del cuerpo cuanto como principio vital.
2) El mecanicismo: el mundo viviente se pue­de explicar sólo mediante la materia y su movimiento, que se halla regulado por leyes fisicoquímicas.
3) El materialismo dialéctico: la materia, agi­tada por el fermento íntimo de la dialéctica, evolucionó en virtud de solas las fuerzas fisi­coquímicas y, pasando de grado en grado y de especie en especie, llegó al hombre.
4) El ateísmo: no hay creación ni creador. Dios no existe, o si existe, no desempeña papel alguno en la creación de la vida, de las especies y del hombre.
5) El reduccionismo: el hombre no es más que una bestia evolucionada que se identifica por completo con su cuerpo entendido como materia que se auto-organiza.
6) El antiteleologismo: no se da finalidad al­guna, como que el hombre y las diferentes especies no son otra cosa que fruto del azar.
Remitimos a los mejores autores de la phüosophiaperennis para las demostracio­nes; aquí nos limitamos a recordar que los seis cimientos filosóficos del darwinismo son refutables por la razón.

El darwinismo no es ciencia (experimental).

La ciencia en el sentido galileano es, ante todo, un asunto de método, una unión fecunda de experiencias sensatas y demostracio­nes necesarias: se parte de la observación ordinaria y selectiva de los fenómenos, se pasa luego a la medición matemática de los datos y, como consecuencia, a la formulación de una hipótesis; sólo después de haber verifi­cado la hipótesis experimentalmente, y haber formulado una ley matemática capaz de ex­plicar los fenómenos en curso de estudio, se puede hablar de verdad científica.
Las verdades científicas se clasifican, a su vez, según tres niveles de seguridad científica en función de la observabilidad y de la reproductibilidad del fenómeno, de suerte que las verdades científicas del tercer nivel no gozan de credibilidad científica plena. Ahora bien, la teoría de la evolución biológica «se queda por debajo del tercer nivel de credibilidad científica (...) está más abajo que el nivel más bajo de credibilidad científica. En re­sumidas cuentas: no es ciencia» [3]. A la teoría evolucionista «le faltan los dos pila­res que hicieron posible el gran viraje del siglo XVII: la reproductibilidad y el rigor matemático» [4]. La teoría darwiniana, en efecto, se basa en presuntos fenómenos que nadie ha observado y que no pueden repro­ducirse experimentálrnente; además, carece de fundamento matemático.
Se echa de ver que, al faltarle la medición matemática de los datos, el danvinismo no es ni siquiera una hipótesis científica [5], es de­cir, ni siquiera constituye una teoría que me­rezca que la comunidad científica la someta a un examen experimental atento y minucioso para valorarla. Es contra la propia ciencia y contra su método como se sostiene el darwinismo. Escribe Zichichi lo siguiente al respecto: «son unos oscurantistas los que pretenden elevar al rango de teoría cientí­fica a una teoría ayuna de cualquier es­tructura matemática por elemental que sea, y carente, además, de pruebas expe­rimentales de cuño galileano. Si el hom­bre de nuestro tiempo tuviese una cultura verdaderamente moderna, debería saber que la teoría evolucionista no forma parte de la ciencia» [6]. La honestidad exige que se otorgue a Darwin el puesto que le corres­ponde, es decir, que se le coloque entre los wordmakers [o “charlatanes”].

El darwinismo es contrario a la razón.

La materia es un elemento pasivo e inercial, cuantitativo y no cualitativo. Por ello, si se quiere reducir lo real a pura materia, se ob­tendrá una pura nada, una mera potencia pa­siva. Sólo la obtusidad ideológica puede pa­rir algo tan absurdo como el materialismo.
En realidad, toda sustancia corpórea es un ‘sínolo’, esto es, un todo-uno, un com­puesto de materia y forma, en la cual la forma es lo determinante, y la materia, lo determi­nado. Negar la causa formal significa negar la sustancia, lo cual va contra la evidencia. Re­conocer la causa formal implica admitir la for­ma o como coincidente con la materia o como no coincidente. La materia, sin embargo, no puede ser forma, como que es pura privación amorfa. Además, dado que cada sínolo se compone de materia, si la materia fuese forma o el origen de ésta, se debería admitir que la materia fuera simultáneamente todas las formas, lo cual es absurdo. La materia es potencia de todas las sustancias corpóreas, pero, para que tal potencia se reduzca al acto es menester una forma que la determine. La idea de una materia que se auto-organiza es racionalmente insostenible.
Más absurda todavía es la generación es­pontánea, en cuanto que en las substancias vivientes la forma coincide con el alma El evolucionismo biológico admite, ade­más, el transformismo, esto es, la derivación de las especies unas de otras, lo que significa la reducción al acto de potencias (los nascituri de las nuevas especies) que no son preforma­ciones de lo actual (las especies existentes), sino de lo potencial (las especies posibles), lo cual constituye una imposibilidad evidente; la potencia es una posibilidad determinada unívocamente por su acto propio, lo que sig­nifica que del huevo (potencia) de un pato (acto) nacerá necesariamente un pato (po­tencia actualizada), no un ejemplar de otra especie.
En biología la especie (categoría de indi­viduos genéticamente semejantes entre sí ca­paces de aparearse y tener descendencia fértil) se identifica con la forma primaria; así, pues, si se aceptara el transformismo, se debería. El evolucionismo biológico admite, ade­más, el transformismo, esto es, la derivación de las especies unas de otras, lo que significa la reducción al acto de potencias (los nascituri de las nuevas especies) que no son preforma­ciones de lo actual (las especies existentes), sino de lo potencial (las especies posibles), lo cual constituye una imposibilidad evidente; la potencia es una posibilidad determinada unívocamente por su acto propio, lo que sig­nifica que del huevo (potencia) de un pato (acto) nacerá necesariamente un pato (po­tencia actualizada), no un ejemplar de otra especie.
En biología la especie (categoría de indi­viduos genéticamente semejantes entre sí ca­paces de aparearse y tener descendencia fértil) se identifica con la forma primaria; así, pues, si se aceptara el transformismo, se debería admitir la derivación de la forma B a partir de la forma A, cosa imposible, o bien la muta­ción de la forma A en la B, que es igual de imposible por cuanto que si la forma A cam­biara, se violaría el principio de identidad.
Dejando aparte lo expuesto más arriba, el darwinismo sostiene que, por evolución bio­lógica, el hombre y todas las especies vivien­tes descienden de un primer organismo unicelular; eso significa, habida cuenta de que la especie es la forma y de que la forma es la causa (formal) de las sustancias, que en la forma de la primera bacteria se contenían las causas formales de todos los seres vivos. Tamaña aserción es insostenible, pues causae superior non continetur sub ordine causa inferioris, sed e converso [“la causa supe­rior no se contiene bajo el orden de la causa inferior, sino al revés”]. Si no fuese contraria a la revelación divina, la teoría platónica [7] de la descendencia, no del hombre a partir de las bestias por evolución, sino de éstas a partir de aquél por degradación, sería, sin duda, racionalmente menos absurda que el darwinismo.

El darwinismo es contrario a los hechos.

Esto supuesto, es decir, refutado el darwi­nismo como racionalmente insostenible, pro­cede comprobar que tampoco encuentra en los hechos asidero alguno, o mejor dicho, los hechos refutan, igual de bien que la razón, las fantasías evolucionistas y quitan a los darwi­nistas cualquier posible apelación a verdades fácticas.
El primer axioma del darwinismo es la generación espontánea. Ahora bien, tal creen­cia la refutó experimentalmente Francesco Redi. Y que la imposibilidad de la generación espontánea constituye una verdad científica lo confirman las investigaciones del abate Lazzaro Spallanzani y de Louis Pasteur. ¡La materia no puede engendrar la vida, por vir­tud propia, ni aun en mil millones de años!
El premio nobel George Wald, profesor titular de biología en Harward y conocido darwinista, admite que los experimentos de Pasteur «conducen a la negación total de la teoría de la generación espontánea (...). La razón aconsejaba la creencia en la ge­neración espontánea, mientras que el otro extremo del dilema no podía ser sino la creencia en un acto determinado y primor­dial de creación sobrenatural. No existe una tercera opción» [8]. En pocas palabras, si la generación espontánea es imposible -verdad científica demostrada por Pasteur-, no hay más remedio que reconocer el acto creador de Dios (¡palabra de Wald!). Wald, cier­tamente, no puede abandonar la generación espontánea, como buen darwinista, por lo que intenta salvarla a título de “necesidad filosófi­ca indemostrable”. Con tal de negar al Crea­dor se va incluso contra la evidencia experi­mental; mas al obrar así se cae en una espe­cie de fideísmo materialista que nada tiene de científico.
Una vez caído el primer axioma, podría uno verse tentado de salvar los otros dos. No pocos creyentes se han aventurado a realizar esta tarea (incluso en el ámbito popular): con­jugar Darwin y el Génesis; Dios creó la pri­mera bacteria, al decir de ellos, y de la misma brotaron, por evolución, todas las especies vivientes.
Si la especiación es fruto del azar, cae en el dominio de las leyes matemáticas de la pro­babilidad. Tras tomar en cuenta las posibles combinaciones del material genético así como el número de especies aparecidas en la Tie­rra, los cálculos probabilísticos más avanza­dos excluyen con matemática certeza la po­sibilidad de que, en el tiempo de floración de la “historia de la vida”, largo más no infinito, nacieran las diversas especies en virtud del mecanismo casual hipotetizado por Darwin. Sólo admitiendo la intervención de una inteli­gencia creadora se puede dar razón de la vida y de sus innumerables formas.
Se dirá: ¿Y los muchos fósiles y restos esqueléticos de especies extintas y las seme­janzas interespecíficas? La semejanza, así somática como genética, no prueba la especiación. Ciertas semejanzas innegables, reconocidas mucho antes de Darwin, lo único que demuestran es la estructura común de lo creado. Que todos los elementos estén constituidos por átomos, que la materia or­gánica se halle formada por un número reducidísimo de elementos químicos, que la inmensa variedad de los seres vivos tenga una estructura genética semejante, todo eso lo que hace es revelarnos el poder y la providencia infinitos de Dios en lugar de llevarnos al evo­lucionismo.
Vengamos al hombre. Para Darwin no es más que un mono evolucionado. Formu­lémosle a Darwin la misma interrogación re­tórica que Voltaire le planteaba a Boulanger: Qui te l’a dit? (“¿Quién te lo ha dicho?”).
Dejando aparte las formas intermedias que faltan y el hecho de que los restos de los pre­suntos homínidos pueden explicarse de otra manera, la teoría de la evolución del hombre a partir del mono se revela como difícilmente sostenible por las siguientes razones: - ¿Por qué todas las presuntas especies de homínidos intermedios entre el mono y el hombre se han extinguido mientras que los insectos y muchos miles de millones de ani­malitos primordiales, y aun los mismos mo­nos, siguen entre nosotros?
- ¿Por qué, que se recuerde, no se ha visto nunca a lo largo de la historia humana a nin­gún homínido nacer de un mono, como tam­poco se ha visto a bestia alguna parir un ejem­plar de otra especie? ¿Por ventura se ha de­tenido la evolución?
- ¿Por qué del hombre, bestia entre las bes­tias y sujeto, por ende, a la evolución biológi­ca, no ha evolucionado nunca una nueva es­pecie, una especie posthumana?
- La moderna genética ha demostrado con certeza la falsedad del poligenismo humano al afirmar, como verdad científica, el monogenismo, que ya había sido enseñado antes por el magisterio eclesiástico. Eso confirma la narración del Génesis mientras que plantea serias dificultades a los evolucionistas: ¿Por qué de millones de monos descendió una sola pareja de australopitecos, etc., a lo largo del árbol genealógico de los homínidos hasta lle­gar a una sola pareja de hombres?
- Además, si la especiación es un proceso casual, se plantea un dilema: puesto que la procreación de descendencia fértil se da sólo entre sujetos de la misma especie, el monogenismo impone el nacimiento, al mismo tiem­po y en idéntico lugar, del primer par de indi­viduos de la nueva especie, un macho y una hembra, so pena de imposibilitar la transmi­sión del patrimonio genético propio de la es­pecie nueva. Eso es probabilísticamente im­posible, tanto más cuanto que, después de tal “milagro” evolutivo contrario a las leyes de la probabilidad (el nacimiento casual de un solo macho de la especie humana y de una sola hembra de la misma especie en las con­diciones de espacio y tiempo definidas con anterioridad), no volvió a nacer de una espe­cie prehumana, durante millones de años hasta hoy ningún ejemplar de especie humana.
¡El reconocimiento científico del monogenismo de las especies condena al ridículo al darwinismo!

El darwinismo es contrario a la revelación.

No es verdad que la Iglesia haya acogido a Darwin en los últimos decenios. Mejor di­cho, debe reconocerse el evolucionismo como incompatible con la fe «al ser el ateísmo un presupuesto esencial e irrenunciable de la filosofía evolucionista» [9].
La Iglesia cree en Dios, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles, es decir, afirma que el cosmos, con todas las criaturas que contiene, es obra de Dios creador. Esta fe inmutable goza de un fundamento exacto y detallado en la Sagrada Escritura, tanto en el Antiguo Testamento [10] cuanto en el Nuevo [11].
No sólo la revelación divina enseña que Dios creó todas las cosas mediante el Ver­bo, sino que se hace aún más explícita tocan­te al hombre: el hombre no es una bestia evo­lucionada, el hombre es un ser personal creado directamente por Dios a su imagen y seme­janza. Es una verdad de fe que «los prime­ros hombres fueron Adán y Eva, creados inmediatamente por Dios; todos los demás descienden de ellos, por lo cual se les lla­ma los progenitores de los hombres» [12]. Adán, «el primer padre del mundo, fue por el mismo Dios formado» (Sap 10, 1), y na­die puede ponerlo en duda.
Se objetará que el magisterio ha legitimado el darwinismo. Eso es falso, pues Juan Pablo II se limitó a consignar el éxito que la teoría de la evolución biológica cosecha­ba entre la comunidad científica, mientras que Pío XII se había ceñido a no prohibir el estudio científico de la evolución bioló­gica, a la que reputaba por una hipótesis que tenía que ser examinada atenta y minu­ciosamente.
Aunque el darwinismo sea absolutamente inconciliable con la verdad, una teoría de la evolución revisada y corregida no entraría en conflicto, en opinión de algunos, con la doc­trina de la fe. Eliminando la generación es­pontánea, reconociendo al hombre como criatura de Dios, depurando el evolucionis­mo de su base materialista y refiriendo la especiación, no al azar, sino a un Intelligent Design [“Plan Inteligente”], se podría admi­tir, según parece, una historia natural que fuera creación y evolución al mismo tiempo, esto es, obra de Dios como creación libre, aun­que por conducto de la evolución biológica. Tocante al hombre, p. ej., esta corriente de pensamiento asegura que Adán nació de homínidos bestiales; pero que el nacimiento de la nueva especie humana no fue fruto del azar, sino de una intervención libre e inteli­gente de Dios; de ahí que la nueva especie deba su esencia y su existencia a Dios, no a la evolución.
Ahora bien, esta evolución “cristianizada” entraña más problemas que soluciones, como todos los compromisos modernistas. Pre­senta varios escollos si se la aplica al hom­bre, verbigracia: si Adán, al que Dios creó a su imagen y semejanza, fue parido por un bru­to animal, ¿quién lo educó? ¡La mona de su madre! De ello cabría inferir la maldad de Dios, un Dios que creó al primer hombre para condenarlo a una niñez bestial, a una “educa­ción” animalesca, a una relación de filiación ignominiosa. Además, si Adán hubiese reci­bido la educación propia de una bestia, ¿cómo habría podido transmitir luego a su descendencia una educación humana? Pero si Adán fue educado como una bestia y, por ende, transmitió a sus hijos una educación bestial, etc., ¿de dónde viene la humanidad del hombre? ¡Lo mismo cabe preguntar del lenguaje!
Cierto es que ni la dignidad del hombre sufriría menoscabo ni la verdad de la fe se resentiría de saberse que Dios usó, al crear a Adán, material biológico simiesco en lugar de barro; pero tamaña hipótesis, sobre ser ex­traña a la Escritura y a la tradición, comporta más dificultades que las que resuelve.
Una vez puestos en evidencia la absurdidad filosófica y el carácter herético del darwi­nismo, no queda sino reputar por inútil y pe­ligroso todo intento de compromiso con él y, por ende, cualquier tentativa de formular un evolucionismo cristiano. El católico debe creer que el cosmos y todas las especies vivientes que lo pueblan fueron creados por Dios y que «Dios formó a Adán de la tierra» (Eclo 33, 10) ya adulto, inteligente, libre e inocente; le dio el lenguaje humano [13] y una ciencia infusa [14], de manera que puede decirse, en cierto sentido, que la familia originaria de los protoparentes fue el propio Dios.
Cuando Pío XII afirma que mientras que el alma humana es creada por Dios inmedia­tamente, el origen del cuerpo, en cambio, puede localizarse en una materia orgánica preexistente, hay que estar muy atentos a no traicionar el sentido de su afirmación. Des­pués de Adán, el cuerpo de todos los hom­bres se engendra mediante la unión carnal de los progenitores, al paso que el alma Dios la crea inmediatamente y la infunde en el cuer­po. ¿Puede el hombre ser un mono evolucio­nado en el que Dios infundió un alma espiri­tual? En puridad de verdad, el alma no es un pasajero del cuerpo ni un mero auriga suyo: el alma es acto primero del cuerpo físico or­gánico (Aristóteles), es decir, el alma es for­ma sustancial del cuerpo. Es el alma humana lo que hace humano al cuerpo, lo que hace que el hombre sea hombre; por consiguiente, si el alma es creada directamente por Dios, el hombre será por fuerza criatura de Dios.
El hombre tiene una sola alma, y ésta de naturaleza racional, la cual es forma corporis (“forma del cuerpo”). Es ésta, además de una verdad racional, una verdad de fe en cuya virtud «ha de ser considerado como hereje quienquiera que (...) pretendiere afirmar, defender o mantener pertinazmente que el alma racional o intelectiva no es por sí misma y esencialmente forma del cuerpo» [15]. Así, pues, como el alma del hombre, que Dios crea directamente, es espiritual, y como tal alma es forma del cuerpo, el cuerpo humano será por fuerza una imagen material del alma espiritual. Por eso es necesario ase­verar que el cuerpo humano es criatura de Dios. Si luego pensamos que Dios se hizo hombre, que su cuerpo es pan de vida eter­na, que después de resucitar subió al Padre con su cuerpo y que al fin de los tiempos la resurrección de los cuerpos hará que todos los elegidos estén con Dios en cuerpo y alma, pensar en el hombre como en una bestia (aun­que se le considere sólo en su dimensión cor­pórea) es, sobre absurdo, también blasfemo. Pensar en Nuestro Señor o en María Santísi­ma como en descendientes de monos es una blasfemia de las más repugnantes.
A nuestro juicio, no es lícito admitir el darwinismo ni siquiera para explicar el origen de solas las bestias, pues Dios declaró a Job: «He ahí al hipopótamo, creado por Mí, como lo fuiste tú» (Job 40, 10).

Creacionismo y evolucionismo.

Sin remontarnos a Demócrito, Epicuro, Lucrecio u Horacio (quizás también a Anaximandro), se pueden identificar a lo lar­go de los siglos de la modernidad los gérme­nes del evolucionismo: escondidos primero entre las páginas de algún volumen herético, echaron brotes luego en Bruno, Grocio, Pufendorf, Shuckford, Duni, Monboddo, Paracelso, Pomponazzi, Hobbes, de Maillet, Rousseau, etc.
Las teorías del animalazo violento (Hobbes) o del primitivo al que mueven sólo la comida y los goces sexuales (Rousseau) no nacen de datos objetivos, sino de la vo­luntad de construir una mitología atea y ma­terialista capaz de sustituir al Génesis mosaico. Darwin no hizo más que continuar este proyecto ideológico. En efecto, la teoría de la evolución biológica no es una realidad que se imponga a la inteligencia, sino una teoría ideológica elaborada en función del progra­ma cultural positivista, que se procura arri­mos pseudocientíficos echando mano de da­tos parciales de la realidad.
La dificultad que muchos de nuestros contemporáneos encuentran para acoger la revelación mosaica sobre el origen de la vida y del hombre no nace de la ciencia natural, sino de una convicción constitutiva de la mo­dernidad: «los orígenes de las cosas deben ser por naturaleza, toscos» [16]. Vico, aun­que era creacionista, resumió en esta frase la esencia de todo evolucionismo, esto es, la idea de un progreso necesario que empuja a la materia a hacerse vida, a la bestia a volver­se hombre, y al hombre a tornarse Dios. Con eso y todo, sólo si el Creador no existiera podría valer la máxima de los orígenes bur­dos de las cosas. En caso contrario, habría que reconocer que lo que sale de las manos de Dios es cualquier cosa menos tosco, o mejor dicho, es de una perfección insupera­ble. La creación puede admitir la involución-corrupción, no la evolución.
Dijo el padre Bonifazio Finetti que la re­ducción del hombre a bestia evolucionada es fruto de una “imaginación fecundísima” auxi­liada, desgraciadamente, por una “elocuen­cia engañosa y seductora”, ¡y nada más!
La creación por parte de Dios del cos­mos, de la vida, de cada especie en particu­lar y del hombre es una verdad no atacable por la ciencia experimental, como enseñaba el gran científico Lord W. T. Kelvin.
Así, pues, el darwinismo, como se ha pro­bado, no es más que una hipótesis indemos­trable (y poco creíble, por añadidura). Bien es verdad que tampoco el Génesis es experimentalmente demostrable, pero entre el Es­píritu Santo y Darwin no hay proporción. Sólo un estulto podría llamar embustero a Dios para creer a un naturalista fantasioso.
Estamos de acuerdo con el príncipe de los iluministas, sospechoso de todo salvo de parcialidad en favor del catolicismo, cuando afirma que Dios «dio su forma, su lugar y sus funciones a todo elemento, a toda especie y a todo género» (Voltaire), de suerte que «nada se muda de lo que es vegetal o animal; todas las especies per­manecen las mismas sin variación» (Vol­taire). Si no nos despojamos del sentido común, ¿cómo podremos rechazar seria­mente la idea de que todas las especies son invariablemente las mismas y fueron, además, creadas por Dios?[17].
Los mecanismos evolutivos que Darwin describió atañen a las cualidades individua­les, no a las propiedades específicas. La ex­periencia y la razón nos evidencian la imposi­bilidad de la generación espontánea y de la especiación. Con todo, se echan de ver mu­taciones genéticas intraespecíficas relativas a las cualidades individuales, no a la forma es­pecífica, esto es, se puede admitir una micro-evolución [una evolución dentro de la espe­cie] de la que se originan las razas. El hombre “crea” nuevas razas útiles para sus fines des­de tiempos inmemoriales echando mano de selecciones y apareamientos cuidadosamen­te programados; lo mismo sucede en la natu­raleza por obra del azar y de la selección na­tural. No obstante, nunca nació ni nacerá un hombre de un mono o una gallina de un pato. El darwinismo repugna a la razón hasta tal punto, que, según escribe Voltaire, muy po­cos se hallan dispuestos a creer en su cora­zón «que descienden de un rodaballo o de un bacalao».
A quien se adhiere a las hipótesis evolu­cionistas le sucede algo semejante a lo que le ocurre al que lee novelas cautivadoras y las toma por historias verdaderas. El darwinismo no es ciencia, sino ideología y mitología, nada más que un sagacious romance. Parafra­seando a Nanotte: antaño se escribían nove­las de amores mientras que hoy se escriben de historia natural; tal es la literatura evolu­cionista.


Baldasseriensis, tomado de la Revista “Sí, Sí, No, No”, Nº 220, año XX, Noviembre 2010, edición española.


Notas:
[1] Ayala, ex presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia, es autor de numerosos en­sayos sobre el darwinismo, el más reciente de los cuales se denomina: FJ. Ayala, Il dono di Darwin alla scienza e alla religione, ed. Jaca Book, 2009).
[2] «El mundo natural abunda en catástrofes, de­sastres, imperfecciones, disfunciones, sufrimiento, crueldad. (...) Las personas de fe no deberían atri­buir toda esta miseria, crueldad y destrucción al plan específico del Creador. Yo veo en ello más bien una consecuencia de la torpeza de la natura­leza y del proceso evolutivo. (...) El conocimiento científico, y en particular la teoría de la evolu­ción, nos permiten apreciar en lo que valen las opiniones consoladoras relativas al mundo natu­ral y la vida» (FJ. Ayala, Ayala, Com'é goffo il creato! [“Ayala. ¡Qué torpe es lo creado!”], en Agora domenica (inserto en Avvenire), 18 de abril de2010, pág. l).
[3] A. Zichichi, Perché io credo in Colui che ha fatto il mondo [“Por qué yo creo en El que hizo el mundo”], ed. Il Saggiatore, 1999, p. 84. 4)Ibidem, p.85.
[4] Ibidem, p. 85.
[5] Por lo demás, aun si también lo fuese, valdría el principio esencial para el método científico que enunció G.A. Borelli, non enim hypotheses fictas admitiere debemus (“no debemos admitir hipóte­sis ebusteras”).
[6] Ibidem, p. 85.
[7] Cf. Platón, Timeo 91E-92B.
[8] G. Wald, Molecole e vita, Bolonia: ed. Zanichelli, 1968.
[9] G. de Rosa, // origine dell'uomo, en Civiltá Cattolica n 037]5,-pA2.
[10] Cf.,p.ej.,Genl; 2; Sapl,14; Sir l8, l; 42, 15; etc.
[11] Cf., v. gr., Jn 1, 3; Rom 11, 36; etc.
[12] San Pío X, Catecismo mayor, n. 213.
[13] Véase la interesantísima reflexión del vizconde de Bonald sobre el origen divino del lenguaje.
[14] Sto. Tomás, Summa Theologiae, pars I, q. 93, a. 3.
[15] Concilio de Vienne, 6 de mayo de 1312; Denzinger-S., 902.
[16] G. B. Vico, Scienza Nuova, pág. 367.
[17] Cf. Voltaire, Elementos de la filosofía de Newton.

viernes, 25 de febrero de 2011

El Rito. (Crítica cinematográfica).




Recomendamos, junto a Videoteca Reduco, la película “El rito”. Es algo raro -proveniente de Hollywood-, es verdad pero a pesar de sus falencias (algunas teológicas), podemos decir que es una película recomendable.

Dijo la Prensa liberal, zurda y anticatólica del Sistema:

Página/12 (“Fábula del exorcista que pecaba de aburrido”, “crítico” Horacio Bernades)

“En lugar de ser la estrella de la película, en El rito el Mal parece interesar sólo como prueba de la existencia de su contrario”.
“Ya lo había anticipado el profe de Exorcismo del Vaticano, en una de las primeras escenas: “El objetivo de este curso es ver la posesión demoníaca a través de la lente de la fe”. La película, que parece financiada por la Santa Sede, aspira a lo mismo”.
Más preocupada por evangelizar que por asustar, El rito confunde la sala con el púlpito, aburriendo al no converso y sin regalar al ateo aunque más no sea un miserable sacudón.”

“Otros cines” (“Show me the Money!”, “crítico” Diego Battle)

“Si a Hopkins le alcanza su estirpe para zafar en las tres o cuatro secuencias que le tocan en suerte (aparece por primera vez a los 25 minutos), lo del resto es insostenible”.
“Este sub-sub-sub El exorcista resulta una película decididamente menor y, por lo tanto, prescindible.”

La Nación (“crítico” Fernando López)

“Los buenos propósitos se desvanecen a medida que la historia avanza y los clichés más transitados se adueñan del relato”.
“La decepción de los que habiéndose tomado el cuento en serio descubran que en el fondo no hay aquí sino lugares comunes.”
“Lo demás es rutina. Quizá más vistosa, pero rutina al fin.”

Clarín (“Encuentros con el diablo”, “crítico” Miguel Frías)

“La película declina en su interés y riesgos, hasta convertirse en un mero pasatiempo previsible. Diablos.”

Tiempo argentino (“Diluído encuentro con el diablo”, “crítico” Santiago garcía)

“La tensión entre el esceptisismo (sic) del joven cura y el veterano exorcista se queda en la superficie y el marco de conflictos personales que el primero tiene no alcanza a comprometer al espectador para sentir una identificación más profunda. Y es justamente esa distancia la que hace que El rito no asuste ni interese realmente, aun cuando, con pícaro ojo comercial se nos diga que está basada en un hecho real.”

Revista Veintitrés (“crítico” Amadeo Lukas)

“Esta película “basada en un hecho real” no aporta nada nuevo dentro de este subgénero, y hasta se podría calificar de innecesaria.”

El Padre Sardá y Salvany cita unos versos referidos al Liberalismo que, “si literalmente podrían ser mejores, no pueden ser, en cambio más verdaderos:

¿Dice que sí? Pues mentira.
¿Dice que no? Pues verdad.
Lo que él llama iniquidad,
Tú como virtud lo mira:
Al que persiga con ira,
Tenle tú por hombre honrado:
Más evita con cuidado
A cualquiera que él alabe;
Si esto haces, cuanto cabe
Ya le tienes estudiado”.

La Prensa canalla, liberal, revolucionaria, coincide en denigrar, despreciar o ignorar a esta película no porque la misma sea aburrida, mediocre o rutinaria, sino precisamente porque, a pesar de no ser una gran película, tiene una gran virtud que la vuelve, a sus ojos irritante: no es un mero pasatiempo pochoclero, ni una película imbécil de horror, ni un espectáculo efectista, ni una discusión culturosa a lo Bergman o Sokurov, sino que es una buena película que habla de la Fe desde la Fe. Porque a pesar de sus defectos, como dice un amigo nuestro, “es una película católica”. Quedan defendidos el Orden Sagrado, la Iglesia, la necesidad de luchar contra el diablo, los viejos exorcistas, etc. Queda refutado el escepticismo, el racionalismo, el hedonismo, la modernidad. Una mirada más teológica tal vez descubra algunos lunares. Pero en general, creo, es un film que confirma en la Fe.” Y así es, y esto es lo que los enemigos de la fe, los imbéciles periodistas incapaces de comprender nada porque no quieren nada que ver con la verdad, los escribas al servicio de la mentira, los opinadores profesionales con diploma y carné de “prensa libre”, no pueden tolerar. Pues bien, la gente –culpa en gran parte de sujetos como ellos- tampoco entiende demasiado, pero al menos con honestidad y sin su malicia ideológica concurre a verla masivamente, haciendo de este film el más taquillero en las últimas semanas. Lo cual significa para ellos la mala noticia de que el cine católico no está muerto.

Crítica cinematográfica. El Rito: El triunfo de la Fe.

jueves, 24 de febrero de 2011

“Expelled: no intelligence allowed”, otra versión subtitulada al español.


El nuevo orden mundial, anticristiano, ateo y materialista, quiere defender a ultranza sus falsas bases a través de la cosmovisión evolucionista. Si no hay creación, no hay Dios; si hay “evolución”, no hay esencias; si no hay esencias, no hay verdad; si no hay verdad, ni Dios, no hay moral, no hay libre albedrío ni buena vida de virtudes que practicar. Así funciona el silogismo ateo. Necesita de un fundamento para negar a Dios y a su Iglesia. Pero… ¿Si la verdad contradice los postulados evolucionistas mostrando sus falencias a la luz de la verdadera ciencia? ¿Qué ocurre? Se recurre a la presión psicológica mediante la censura, se busca reprimir todo intento de inteligencia y de cuestionamiento a los postulados evolucionistas, mediante la expulsión de quién piense diferente a lo “políticamente correcto”, a pesar de estar totalmente en lo cierto y verdadero. No importa la ciencia al “stablishment” científico.

Convicción TV (división dedicada a filmes católicos de Convicción Radio), ha publicado una versión de la película documental “Expelled: no intelligence allowed”, película que he publicado en Stat Veritas hace unos días atrás. Subtitulada al español por ellos mismos, nos trae una versión bastante prolija. Esta versión, a diferencia de la nuestra, se encuentra entera pero solo puede verse “on-line” desde su página web.

Pueden visitar éste enlace.

Agradecemos por el material al equipo de Convicción.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Documentales recomendados.


Nuestro Blog amigo de Videoteca Reduco, nos sorprende con un muy interesante “posteo” sobre el tema “documentales”, acompañados de una breve síntesis comentada de lo que trata. Agradecemos por el aporte hacia la buena cultura.

La cruz, el perdón y la gloria.



Blog Devoción católica.

Muy valioso documental sobre la persecución religiosa en España. Si bien no se ahonda en los antecedentes políticos inmediatos que permitieron la toma del poder por los comunistas al servicio de la URSS, es excelente el detallado reporte de los miles de mártires de Cristo que la furia demoníaca de los rojos suscitó en la Madre Patria, hermanos que debemos conocer y venerar.

Mártires de la Fe.



Sitio web 19361939.com

Documental que sirve de complemento al anterior, realizado en ocasión de la beatificación de 498 mártires el año 2007.


Endgame.



Blog Devoción católica.

Imperdible documental sobre la tiranía del gobierno mundial en ciernes. Alex Jones hace hincapié en el grupo Bilderberg y en la eugenesia (llamado por algunos control de la natalidad, en realidad habría que decir el asesinato masivo de gran parte de la población mundial). También se documenta el plan mundialista para concretar – y esto se está realizando- la unión de México, Canadá y los Estados Unidos en un solo bloque, al igual que concretaron el de la Unión Europea. El documental tiene errores, desde luego, ya que el autor y director ignora no sólo lo que fue la Cristiandad, sino a la Iglesia Católica como único obstáculo, el único enemigo posible del globalismo, y no “1776” o la Constitución norteamericana. Por eso no deja resquicio para la esperanza. Algunos le critican el hecho de que no apunte al Sionismo, y es cierto, pero de ahí a desmerecer su trabajo, es otra cosa. Porque al fin y al cabo, lo que se afirma allí es que los que han forjado las guerras han sido los mundialistas, y que fueron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (para el cine yanqui, los “Buenos”) los que han instalado este estado de cosas que permite la tiranía mundial. Es muy importante –y la película lo hace- poner al descubierto la forma en que los banqueros, a través de la Reserva Federal, esclavizan a las naciones, en primer lugar a los EE.UU. Esto se ve muy bien en este documental muy bien realizado y documentado. El católico lo verá con interés y tal vez comprenda o recuerde que esto lo arregla sólo Cristo, que “no nos pide que venzamos, sino que no nos dejemos vencer” (Castellani).

The Obama Deception.



Sitio web Gloria.tv

Nuevamente Alex Jones, aquí descubriendo la mascarada siniestra y mentirosa de Obama, que en realidad está llevando a cabo nada menos que la gradual sovietización de los EE.UU. Indirectamente, estos documentales nos hacen dar cuenta –si los vemos con una mirada teológica- que estamos cerca del fin de los tiempos. Tiene como la anterior película sus puntos flojos, sus omisiones, su no llegar al fondo del asunto, pero nuevamente nos proporciona gran cantidad de información que jamás saldrá en los medios masivos de comunicación.

Alimentos: El secreto más grande es expuesto.



You tube.

Breve entrada del programa de Alex Jones sobre uno de los temas más importantes: el envenenamiento de la población a través de los alimentos, por parte del Poder Mundial.

11/9. Camino a la tiranía.



Blog Crux et Gladius.

Largo documental sobre el fraude del 11 de Septiembre del 2001, y también muy detallado del anterior del World Trade Center. Si no fuera que esperamos la Segunda Venida de Nuestro Señor, diríamos que es absolutamente aterrador. Un Estado militarizado, vigilante de cada posible “terrorista”, esto es, de todo ciudadano que disienta, en especial de los cristianos que esperan el regreso de Cristo, y de los patriotas y nacionalistas (esto se ve en la película). Nuevamente hay baches, en relación al Sionismo y su intervención en la política exterior de los EE. UU. ¿Les sirve a ellos, o en realidad se cuida de hacerlo para que la gente lo escuche más fácilmente y alcanzar así mayor difusión? ¿O porque tal vez no hace falta para darse cuenta si uno sabe interpretar las cosas? Tenemos nuestras dudas al respecto, pero creemos que Jones debería llegar más allá, aunque es fácil decirlo, claro está. Lo que queda bien claro es que los medios masivos de comunicación –en manos de los globalistas anticatólicos, la mayoría de origen judío como es Hollywood en este momento- tienen adormecida y estupidizada a la gente para que desconozca estas cosas.

Evolución: ¿Un hecho científico o una simple creencia?



Blog México y Tradición.

Muy buen documental (tiene sus años) que demuestra las mentiras del evolucionismo de manera clara y didáctica, a través del testimonio de diversos científicos y animaciones que ilustran sus afirmaciones. La conclusión es clara: el evolucionismo no es científico.


Bastardos de Hollywood.


You tube.

Breve spot del conservador norteamericano David Duke, sobre las obras que en Hollywood realizan los judíos anticristianos que actualmente tienen a la industria del cine bajo su control. Ejemplos irrebatibles.

martes, 22 de febrero de 2011

Entrevista a Mons. Bernard Fellay sobre la situación de la Iglesia y la FSSPX (II Parte).


Continuamos con el reportaje concedido por Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad San Pío X, al seminario Santo Tomás de Aquino en Winona, EEUU. Los temas abordados son la beatificación de Juan Pablo II, un análisis de la Fraternidad San Pío X, su expansión en los Estados Unidos y unas respuestas a modo de Conclusión.


IV. Beatificación de Juan Pablo II.

29. ¿Crea un problema el anuncio de la próxima beatificación de Juan Pablo II?

— Un problema grave: el de un pontificado que avanzó a grandes pasos en el sentido errado, en la dirección del progresismo y de todo aquello que se llama “el espíritu del Vaticano II”. Por eso, no es sólo una consagración de la persona de Juan Pablo II sino también del Concilio y de todo el espíritu que lo acompañó.

30. ¿Hay un nuevo concepto de santidad desde el Vaticano II?

— ¡Es de temerse! Es un concepto de santidad para todos, de santidad universal. Es verdad que hay una llamada, una vocación a la santidad hecha a todos los hombres; lo falso es rebajar la santidad a tal nivel, que lleva a pensar que todo el mundo va al cielo.

31. ¿Cómo podría permitir Dios verdaderos milagros para refrendar una falsa doctrina, con motivo de las múltiples beatificaciones y canonizaciones hechas en los últimos decenios?

— Ése es el problema: ¿se tratará de verdaderos milagros? ¿Se tratará de prodigios? Para mí existen dudas. Estoy muy extrañado, por lo que puedo saber, por la ligereza con la que se manejan estas cosas.

32. Si las canonizaciones comprometen la infalibilidad pontificia, ¿se pueden desconocer los nuevos santos canonizados por el Papa?

— Es verdad que hay un problema en las actuales canonizaciones. Con todo, uno puede preguntarse si en la fórmula utilizada por el Sumo Pontífice existe una verdadera voluntad de comprometer la infalibilidad. En el caso de la canonización se cambió la fórmula, los términos son mucho menos expresivos que antes. Creo que eso va de la mano con la mentalidad nueva, que no quiere hacer definiciones dogmáticas comprometiendo la infalibilidad. Ahora bien, admitamos que estamos ante presunciones… No hay respuestas convincentes, excepto la de la intención de la autoridad suprema de comprometer o no su infalibilidad.

33. ¿Uno puede elegir entre los santos recientemente propuestos a la veneración de los fieles? ¿Qué hay que hacer con el Padre Pío?

— Pienso que no hay que elegir. Sin embargo, siempre se podrá atender a los criterios que han sido universalmente reconocidos en el pasado. Así, cuando se está ante una devoción popular masiva —como es el caso del Padre Maximiliano Kolbe o el Padre Pío—, no debería generar dificultades. Reitero, aquí no hay más que opiniones, en razón de la ausencia de un juicio magisterial enunciado dogmáticamente.

34. ¿Y Mons. Lefebvre? ¿Conoce Ud. ejemplos de gracias concedidas por su intercesión?

— Sí, se conocen, y se conocen bastantes. No sé si corresponden al orden de los milagros… tal vez sí en un caso u otro. En el caso de la curación de enfermedades no tenemos, que yo sepa, todos los documentos médicos necesarios. Muchas gracias se conceden por intercesión de Monseñor. No abundo más.


V. La Fraternidad San Pío X.

35. La Fraternidad acaba de festejar un importante aniversario. ¿Cómo resumiría estos cuarenta años?

— Una historia apasionante… lágrimas —muchas—, en medio de grandes alegrías. Una de las alegrías más grandes es la de comprobar hasta qué punto Dios nos permite estar asociados a muchas de las bienaventuranzas que ha predicado en el Sermón de la Montaña, como es aquella de poder sufrir a causa de su nombre. Y en medio de todas las vicisitudes de la crisis actual vemos que esta obra continúa expandiéndose, algo que, humanamente, es casi imposible. He allí la mano de Dios en esta obra de Mons. Lefebvre.

36. ¿Existe un incremento de vocaciones? Si es así, ¿cuáles son las causas?

— Creo que hay una gran estabilidad. Desearía que hubiese más vocaciones. Creo que será necesario relanzar la cruzada de las vocaciones. El mundo es muy hostil, como tal, al surgimiento de las vocaciones; por eso debemos intentar restablecer los medios en los cuales las vocaciones puedan volver a surgir, porque hay vocaciones, pero con frecuencia no llegan a madurar a causa de este mundo materialista.

37. Últimamente, con motivo del Congreso de “Sí Sí, No no”, Ud. habló acerca de una reunión con unos treinta sacerdotes diocesanos de Italia en la que participó. ¿Qué esperan hoy en día de la Fraternidad estos sacerdotes?

— Ante todo estos sacerdotes nos piden la doctrina, lo que es un síntoma excelente. Si se acercan a nosotros es porque quieren la antigua misa, evidentemente, pero después de descubrir la antigua misa quieren otra cosa. Quieren algo más porque descubren todo un mundo de cuya autenticidad son conscientes. No dudan que allí está la verdadera religión. Por eso, necesitan refrescar sus conocimientos teológicos. Allí no yerran, van directamente a Santo Tomás de Aquino.

38. Este movimiento de sacerdotes que se acerca a la Fraternidad, ¿se da por igual, en grados diferentes, en todos los países?

— Existen grados diversos, por cierto, y cantidades distintas según los diferentes países. Sin embargo el fenómeno se reproduce un poco por todas partes: un sacerdote, en general joven, que se acerca a la misa tradicional, que descubre con gran entusiasmo este tesoro y que poco a poco transita el camino hacia la Tradición que, al final, lo transforma en cien por ciento tradicional.

39. ¿Abriga Ud. esperanza de que semejante interés también pueda extenderse a ciertos obispos, al punto de avizorar una futura colaboración?

— Ya tenemos contactos con obispos, aunque por el momento todo está bloqueado por las conferencias episcopales y por presiones circundantes. Pero no cabe duda de que en el futuro con algunos obispos pueda haber alguna colaboración.

40. ¿Está Ud. dispuesto a ensayar la experiencia de la Tradición con un obispo, a nivel de una diócesis?

— Las cosas no están maduras para eso, aún no hemos llegado a ese punto, pero pienso que sucederá. Será difícil, habrá que ver exactamente cómo podrá concretarse. Será preciso que eso tenga lugar con obispos que hayan comprendido realmente la crisis y que verdaderamente quieran que vayamos.

41. Los fieles son cada vez más numerosos. Se multiplican las capillas. El estado de necesidad sigue existiendo. ¿Planea Ud. consagrar otros obispos auxiliares para la Fraternidad? ¿Piensa que Roma podría estar a favor de que actualmente se consagren obispos en la Tradición?

— Para mí la respuesta es muy simple: habrá o no obispos según que las circunstancias imperantes en la primera consagración se repitan o no.


VI. La expansión de la Fraternidad San Pío X.

42. Monseñor, tenemos la alegría de verlo con frecuencia en los Estados Unidos. A Ud. le gusta venir. ¿Algún comentario?

— Mi comentario: amo a todas las almas que Dios nos confía y hay muchas en los Estados Unidos. ¡Es todo!

43. ¿Pudo encontrarse ya con el Cardenal Burke?

— Varias veces intenté verlo, pero aún no he podido hacerlo.

44. Muchos obispos de los Estados Unidos dieron su apoyo a la Marcha por la Vida; uno de ellos intervino enérgicamente contra un hospital que favorecía el aborto. ¿Existen esperanzas de que se den cuenta que la crisis actual también afecta la fe?

— Pienso que, desgraciadamente, entre los modernos hay que distinguir la moral y la fe; entonces se podrá ver que hay más obispos lúcidos ante los problemas morales que obispos comprometidos con las cuestiones de fe. Con todo, se puede decir que si alguien se pone a defender valientemente la moral católica, debe necesariamente tener la fe, y aún que su fe se verá fortalecida… Es lo que espero, sin perjuicio de lo cual reconozco que hay excepciones….

45. Los obispos norteamericanos quieren revisar juntos el conjunto de las directivas dadas por Juan Pablo II a las universidades. ¿Cuáles deberían ser, según Ud., las medidas urgentes que habría que tomar para hacer que las universidades actuales sean verdaderas universidades católicas?

— La medida urgente, la primera, es volver a la escolástica. Hay que dar de mano con las filosofías modernas, volver a la sana filosofía, la filosofía objetiva, realista. Santo Tomás —como ya sucedió a comienzos del siglo XX— debe volver a ser la norma. En otro tiempo las 24 Tesis Tomistas eran obligatorias. Hay que volver a eso, es absolutamente necesario. Después de esta restauración filosófica se podrá continuar en la misma línea para con la teología.

46. Mons. Robert Vasa, obispo de Baker (Oregon), recordó recientemente que las declaraciones de la Conferencia Episcopal no obligaban al obispo para con su diócesis. ¿Es un desafío a la colegialidad promovida por el Concilio?

— Sobre este tema de la colegialidad no ha hablado solamente un obispo. El Papa mismo, hablando ante la Conferencia Episcopal de Brasil, dirigió palabras enérgicas, volviendo a poner en su lugar el papel de las conferencias episcopales, insistiendo sobre la autoridad personal de los obispos y sus relaciones directas con el Santo Padre.

47. El Seminario de Winona es el más importante en número de seminaristas. ¿Cómo explica este hecho?

— Pienso que se debe simplemente a la generosidad de este país, que se deja entusiasmar fácilmente por una buena causa.

48. ¿Qué hay que hacer para multiplicar las vocaciones sacerdotales y religiosas?

— ¡Rezar, rezar y rezar! Y hacer sacrificios.

49. ¿Cuáles son los puntos fuertes de la Tradición en los Estados Unidos?

— Pienso que está esa generosidad, a la cual acabo de referirme, y las escuelas. Es verdad que existe una cantidad importante de sacerdotes y que precisaríamos tener más; pero diría que las escuelas, sobre todo, son indispensables. Del mismo modo hay que promover la ayuda a las familias tradicionalistas. Debemos montar un movimiento para las familias, para sostenerlas, para formarlas. Es la célula básica de la sociedad, es fundamental en el orden natural y en el orden sobrenatural.

50. ¿Cuál es la importancia que Ud. asigna a las escuelas?

— Es fundamental, es el futuro. La juventud será católica supuesto que reciba una buena formación. Y para eso precisamos contar con escuelas católicas.

51. Las familias numerosas y generosas a veces se ven obligadas a seguir cursos de educación a distancia. ¿Qué recomienda Ud. a las que tienen a la mano buenos colegios?

— Las que tienen a la mano buenos colegios no deben dudar un instante: ¡que pongan a sus hijos en estos colegios! La educación a distancia nunca reemplazará una buena escuela. Si no hay un buen colegio, la cosa es totalmente distinta.

52. ¿Planea Ud., Monseñor, convocar a una nueva cruzada de rosarios? ¿Qué recomienda a los fieles en la actualidad?

— ¡Sí! La situación del mundo, la situación de la Iglesia —se ve muy bien—, continúa siendo muy sombría; aún si hay algunos atisbos de esperanza, los factores inquietantes obligan, más que nunca, a intensificar nuestras plegarias, recurriendo a la Santísima Virgen. Para los fieles de hoy en día lo indispensable es la oración, la oración en familia, reiterada, frecuente, acompañada de lo que educa el alma cristiana, el espíritu de sacrificio.


VII. A modo de conclusión.

53. Monseñor, el año que viene Ud. celebrará sus treinta años de sacerdocio, de los cuales dieciocho estuvo al frente de la Fraternidad San Pío X. ¿Cuáles fueron los acontecimientos más significativos a lo largo de todos estos años?

— ¡Es toda una novela! ¡Lo primero que hay que mencionar, por supuesto, son las consagraciones! Entre los acontecimientos importantes está también la alegría de haber estado cerca de Monseñor, la alegría de haber estado cerca del Padre Schmidberger, y de haber aprendido mucho junto a ellos; la alegría de haber podido trabajar también junto a los otros obispos de la Fraternidad, como con todos nuestros sacerdotes, en este gran movimiento de celo por la fe, por el sostenimiento de la Iglesia católica.

54. ¿Un deseo para los años por venir?

— ¡Que la Iglesia vuelva a su quicio! Es una imagen, pero es verdaderamente nuestro deseo. ¡Y para eso es preciso que advenga el triunfo del Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen! ¡Lo precisamos tanto!
Muchas gracias, Monseñor, por su disposición a responder a nuestras preguntas.

Entrevista concedida en el Seminario Santo Tomás (Winona, EE.UU.) el 2 de febrero de 2011, fiesta de la Presentación de Nuestro Señor Jesucristo y de la Purificación de la Santísima Virgen.
Agradecemos al Padre Arnaud Rostand, Superior del Distrito de los Estados Unidos, y a sus colaboradores, que nos permitieron publicar esta entrevista exclusiva.
Agradecemos también al servicio de información de la Casa General y a los equipos de redacción norteamericanos, argentinos y franceses, que tradujeron y prepararon esta entrevista de Mons. Bernard Fellay.

Ver primera parte de la entrevista.

Entrevista concedido por Mons. Bernard Fellay al Distrito de Estados Unidos, 2 de Febrero de 2011, Tomado del sitio de la FSSPX en Estados Unidos. Traducido y publicado por el Distrito de Sudamérica.