lunes, 29 de julio de 2013

Reportaje a Francisco: “¿Quién soy yo para criticar a un gay?”.


La Nación 29-07-2013 publica una entevista realizada a Francisco por Elisabetta Piqué titula tendenciosamente: “¿Quién soy yo para criticar a un gay?”.

[La Nación – 29-07-2013]

Papa Francisco: “¿Quién soy yo para criticar a un gay?”

Las respuestas del sumo pontífice sobre el Vatileaks, la corrupción en la Iglesia, el aborto, el matrimonio igualitario, su recuerdo de Buenos Aires y su relación con Benedicto XVI

Por Elisabetta Piqué  | LA NACION

ORDO DEL VUELO PAPAL.- Trasagradecer el trabajo de los periodistas y reconocer que no podía creerlo cuando, desde el altar, veía a 3 millones de jóvenes de 178 países que participaron de la misa de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), vino el momento de las preguntas. Para ello, los periodistas nos habíamos organizado por grupos lingüísticos y por países. Los dos argentinos presentes en el vuelo tuvimos la ventaja de tener al Papa compatriota: los dos pudimos hacer preguntas.
Transcribir la hora y veinte de preguntas y respuestas-arduo trabajo que nos dejó a muchos sin dormir-, significaría un libro. Aquí, algunas de las más trascendentes.
La mía fue en nombre de los 50.000 argentinos que me encontré en Río de Janeiro y me decían 'vas a viajar con el Papa, pregúntale cuándo va a venir a la Argentina'. Y como ya dijo que no va a viajar por el momento, entonces le voy a hacer una pregunta más difícil:

-¿Se asustó cuando vio el informe Vatileaks?

-No. Les voy a contar una anécdota sobre el informe Vatileaks. Cuando fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: 'en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice ta, ta, ta.' ¡Lo tenía todo en la cabeza! Pero no, no me asusté. Es un problema grande, pero no me he asustado.

- Una pregunta un poco delicada. La historia de monseñor Ricca ha dado la vuelta al mundo, ¿cómo va a afrontar este asunto y todo lo relacionado con el supuesto lobby gay en el Vaticano?

-Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y esta investigación no dice nada de lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada. Pero yo querría agregar una cosa: muchas veces en la Iglesia se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Lo importante es hacer una teología del pecado. Muchas veces pienso en San Pedro: hizo de los peores pecados, renegar de Cristo. ¡Y con ese pecado lo hicieron Papa!

-¿Y el lobby gay?

-Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontré con ninguno que me dé el carnet de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy linda esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby.
 Francisco partió ayer de Río de Janeiro, tras encabezar la Jornada Mundial de la Juventud. Foto: AFP -Ha dado la vuelta al mundo la fotografía de usted que sube la escalerilla del avión llevando un portafolio negro. ¿Qué había adentro?
-No estaba la llave de la bomba atómica (risas). Lo llevaba porque siempre lo hice cuando viajo. Adentro está la afeitadora, el breviario, la agenda, un libro para leer, que es uno sobre Santa Teresina, de la que soy devoto. Siempre llevo el portafolio cuando viajo, es normal. Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida.

-La sociedad brasileña ha cambiado, los jóvenes han cambiado. Usted no ha hablado sobre el aborto ni sobre el matrimonio ente personas del mismo sexo. En Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo. ¿Por qué no ha hablado sobre eso?

-La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre eso, como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.

-¿Pero cuál es su postura en esos temas?

-La de la Iglesia, soy hijo de la Iglesia.

-¿Cómo se siente siendo Papa? ¿Es feliz?

-Hacer el trabajo de obispo es una cosa linda. El problema es cuando uno busca ese trabajo, eso no es tan lindo, eso no es del Señor. Existe siempre el peligro de creerse un poco superior a los otros, no como los demás, un poco príncipe. Son peligros y pecados. Pero el trabajo de obispo es lindo, es ayudar a los hermanos a avanzar. El obispo delante de los fieles para señalar el camino, el obispo en medio de los fieles para ayudar a la comunión, el obispo detrás de los fieles porque los fieles con frecuencia tienen el olfato de la calle. Me preguntaba si me gusta. Sí, me gusta ser obispo. En Buenos Aires fui muy feliz. El Señor me asistió en eso. Como obispo fui feliz, como sacerdote fui feliz. En ese sentido me gusta.

-¿Y le gusta ser Papa?

-Sí, también. Cuando el Señor te pone ahí, si tú haces lo que el Señor te pide eres feliz. Eso es lo que siento.

-¿Está cansado?

-No estoy casado, yo soy single (risas)

-Cuando se reunió con argentinos, un poco en broma y un poco en serio dijo que a veces se siente enjaulado.


-¿Usted sabe la de veces que tuve ganas de pasear por las calles de Roma? Porque a mí me gusta andar por las calles, me gustaba tanto y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cuantas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que a mí me gusta andar por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote callejero.