12 de septiembre: fiesta en honor al dulce Nombre
de María.
El augusto
nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado
por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los
demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le
impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san Epifanio,
san Antonino y otros. “Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de San Lorenzo–
salió el nombre de María”. De él salió tu excelso nombre; porque las tres
divinas personas, prosigue diciendo, te dieron ese nombre, superior a cualquier
nombre, fuera del nombre de tu Hijo, y lo enriquecieron con tan grande poder y
majestad, que al ser pronunciado tu nombre, quieren que, por reverenciarlo,
todos doblen la rodilla, en el cielo, en la tierra y en el infierno. Pero entre
otras prerrogativas que el Señor concedió al nombre de María, veamos cuán dulce
lo ha hecho para los siervos de esta santísima Señora, tanto durante la vida
como en la hora de la muerte.